Edición 2012 - Número 259
Ricardo Campo Pérez
(Artículo publicado originalmente en el diario La Opinión de Tenerife).
A pesar de que la época, según dicen, parece propicia para que multitud de charlatanes, pseudo-investigadores de falsos misterios y la barahúnda del más allá haga un permanente agosto disfrazados de científicos y buscadores de la verdad, no deja de sorprender que rancios espectáculos como el de la médium semanal en una televisión privada tenga éxito. Es sabido que nadie puede hablar con los fallecidos, y que quien diga poseer esta facultad manifiesta el deseo de que usted se desprenda de su dinero y pase volando al bolsillo del "vidente". Se trata de un vergonzoso negocio basado en la tristeza y la ignorancia de un público predispuesto.
Hace algún tiempo la Televisión Autonómica Canaria daba espacio a uno de estos sujetos, la misma que va a volver próximamente por estas islas a seguir alimentándose del recuerdo y el dolor de quienes no tienen criterio para darse cuenta de que tienen delante, a escasos centímetros, a una aprovechada de las de 80 euros la consulta.
Estos personajes, situados en la más baja cota de desvergüenza del país de los expertos en hablar de cosas maravillosas sin aportar una sola prueba, usan diversas técnicas para engatusar a su clientela:
- Siempre comentan generalidades válidas casi para cualquier persona ("tu madre te quería mucho", "sé feliz porque yo estoy bien", es decir, pura palabrería).
- Extraen información probable de la persona fallecida a partir de las preguntas que le hace el familiar y a partir de cómo va vestido, de cómo se comporta y de los gustos familiares.
- Suelen contar con compinches entre el público que obtiene información de los incautos mediante entrevistas previas o cuestionarios cumplimentados con anterioridad. La información es transmitida al "médium" en conversaciones privadas o por medio de un transmisor y un auricular.
- Por supuesto, debe haber una predisposición por parte de quien consulta. La persona debe creer que realmente el personaje que tiene enfrente tiene la capacidad para acceder a un supuesto reino del más allá. No le hacen falta pruebas, sólo creer y el carisma del "vidente", su sonrisa y fingimiento perfeccionados.
- La credulidad lleva a desear que el "vidente" acierte. A partir de aquí ya puede éste o ésta decir lo que le parezca oportuno, aunque sea realmente una estupidez, que ya el cliente sabrá digerir la cosa de tal forma que vea cumplidas sus expectativas.
Hay muchas otras técnicas y claves, pero éstas son algunas de las que casi siempre funcionan. La llamada televisión basura va bien servida con otros muchos productos; no creo que sea necesario recurrir a estos vampiros para fidelizar a la audiencia, ni para atraer turismo paranormalófilo a nuestras islas. Por último, una recomendación: busque a James Randi en Internet.
URL: http://www.laopinion.es/opinion/2012/06/05//416856.html