Edición 2013 - Número 260
Ricardo Campo Pérez
(Artículo publicado originalmente en el diario La Opinión de Tenerife).
Una pregunta de relleno que suelen realizar en los medios de comunicación a los astrónomos es si creen en la vida extraterrestre, venga o no a cuento, sean astrobiólogos o especialistas en heliosismografía. De alguna forma, ciertos periodistas pueden llegar a asociar a un tipo que habla de los terremotos solares con los machangos que salen en las películas de alienígenas, y preguntar si son algo más que puros productos de la imaginación humana.
La pregunta es aún más inoportuna cuando el presunto experto es un simple misteriodista, es decir, el engendro que sale cuando mezclas "misterio" y "periodista", porque en este caso la inmensa mayoría de los misterios son inventos de cosecha propia, lo que les lleva, realmente, a alejarse del auténtico periodismo. Así que el lector, por poner un caso, se puede encontrar a uno de estos presentando un programa radiofónico o televisivo los domingos por la noche hablando de la hipotética vida cósmica. Esto, desde un principio, es tomarle el pelo al público, que debe pensar que los científicos que trabajan en el Centro de Astrobiología de Madrid son unos inútiles y que no son gente estupenda porque no le regalan el oído al fan cada dos minutos y medio.
La hipotética vida extraterrestre es un muy importante objeto actual de estudio científico que ha intrigado siempre a los seres humanos, al menos en Occidente. Hay miles de científicos (astrofísicos, biólogos, geólogos, físicos) y humanistas hurgando en todas las facetas de la posibilidad de vida alienígena sencilla, y en las consecuencias de su descubrimiento para la comprensión científica general de la vida y en la cultura (sin duda el impacto será enorme). Constantemente aparecen en la prensa noticias sobre el descubrimiento de planetas extrasolares y su viabilidad o no para albergar algún tipo de vida. El método de estos investigadores no consiste en publicar lo primero que se les ocurra en una revista multicolor de misterios hablando de la próxima invasión de platillos volantes sino en el duro trabajo de investigación, en el análisis de los datos obtenidos por sondas automatizadas y mediante experimentos en zonas terrestres con ambientes extremos como el río Tinto en Huelva, en la discusión con colegas, en la redacción de exigentes artículos y su publicación, y en la réplica a los mismos por parte de otros colegas. Así se construyen los consensos en la investigación científica. De todo este complicado proceso sólo lo más llamativo llega a la prensa general: el pretendido hallazgo final que puede resultar ser provisional y más tarde rechazado. En cambio, los periodistas de los ovnis y de las visitas extraterrestres directamente cuentan al lector un cuento de baratillo, y bajo una apariencia de apertura mental (una expresión que parece significar tragar sin masticar) ofrecen un producto dogmático, una dosis de pseudociencia para consumo inmediato.
URL: http://www.laopinion.es/opinion/2012/07/26/marcianos-cuenta/425792.html
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