El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 269
Mikel López Iturriaga
(Artículo publicado originalmente en la bitácora El comidista).
¿Pensabas que lo habías visto todo en márketing gastronómico? ¿Que no se podía ir más allá en la creación de alimentos extraños con reclamos inverosímiles? Te equivocabas. SantaGloria, una cadena de panaderías con 26 establecimientos en Barcelona, Madrid, Valladolid y Andorra, ha subido el listón, y mucho, en la locura por dar con inventos que suban las ventas. Su último lanzamiento se llama "pan runner", diseñado "para los que hacen deporte de forma regular, quieren reducir su consumo de hidratos de carbono o simplemente quieren cuidarse", según se afirma en su página web.
Como producto de mercadotecnia típicamente contemporáneo, el pan runner lo tiene todo, y supera la anterior genialidad de esta misma empresa, el pan gin tonic. Llega avalado por el rostro de un cocinero mediático como Jordi Cruz, jurado de Masterchef y chef del restaurante ABaC. Se apunta a una moda en plena efervescencia, como la de correr (perdón, la del running, que en inglés mola más). Utiliza el reclamo de lo saludable, autentica plaga con la que la industria trata de cautivar al consumidor más desinformado. Y por supuesto, no tiene reparos a la hora de vender unas cuantas verdades a medias.
El runner no es más que un pan de harina de trigo y de soja, potenciado con proteínas de origen vegetal, semillas, salvado, malta y fibra de manzana. SantaGloria incide en que tiene tres veces más proteínas que el pan común, "que ayudan a la regeneración de los músculos después de la actividad física", 3-4 veces más fibra y un 75% menos hidratos de carbono que el pan integral normal. Éste último dato no deja de ser chocante, como bien señala el especialista en pan y también corredor Ibán Yarza: "Sin entrar en discusiones de qué necesitan los runners (he corrido varias maratones en mi vida, y si alguien me llama eso le arreo con las Asics en todos los morros), normalmente la gente hace fondo, y para correr 10, 21 o 42 kilómetros necesitas gasolina. Es decir, carbohidratos".
La dietista-nutricionista Raquel Bernácer también se pregunta si este pan tiene algún sentido. "¿Para qué tanta proteína y tan poco hidrato de carbono? La alimentación occidental ya es suficientemente rica en proteínas como para añadir más, y los corredores tambien han de reponer hidratos de carbono. ¿Cómo lo hacen con este pan? Y la pregunta del millón: ¿qué necesidad esta cubriendo que no cubre una alimentacion tradicional bien planificada?".
SantaGloria subraya la riqueza en ácidos grasos Omega-3 de este pan, que cifra en un 2,6%. Sin embargo, hace menos énfasis promocional en otro dato bastante peculiar en un producto "para gente que se cuida": el runner tiene un 14,5% de grasa, nueve veces más que el pan normal, que tiene 1,6. "Es importante fijarse en la calidad de estas grasas", puntualiza Bernácer. "El contenido de grasas insaturadas de este pan, reconocidas como 'cardiosaludables', es mucho mayor que el de saturadas. En cualquier caso, si pensamos en que estaria sustituyendo a un pan tradicional, en términos de aporte de grasa no tiene nada que envidiarle a una tostada con un chorrito de aceite de oliva y unos boquerones, por ejemplo". Así que ya sabéis, no me comáis el pan runner con panceta, torreznos y tranchetes, que el solito ya contiene suficientes lípidos.
Los fabricantes tampoco destacan que se trata de un pan con alto contenido en gluten, porque como bien dice Yarza, a éste se le conoce como "Satanás, ETA y el ébola" juntos y conviene denominarlo con el nombre "proteína de trigo" (el gluten no es la única proteína de este cereal, pero sí la principal). Por cierto, Jordi Cruz no se enteró bien del asunto, porque hace dos semanas decía esto en La Vanguardia: "Es un pan con muy poco gluten, algo que últimamente procuro descartar de mi dieta en la medida de lo posible". Desde SantaGloria reconocen que el cocinero se confundió "entre el gluten y el índice glucémico, que es muy bajo (24) comparado con una baguette (95) o un pan integral tradicional (65)".
El panadero Javier Marca no alcanza a entender el beneficio de tanta proteína. "Es una más de las absurdas tendencias en el fantástico mundo del cuidarse: vivan las proteínas, mueran los carbohidratos, abajo el gluten (que es proteína). Claves fáciles para gentes influenciables. Triste". Ibán Yarza, por su parte, destaca el curioso parecido a este respecto entre el runner (26,5% de proteína) y el "pan glutinado" del siglo XX (25%), que se defendía como dietético en tiempos en que el gluten todavía no había sido demonizado por jipitruscos, gwynethpaltrows y tontolabas de todo el planeta (y no, no me refiero a los celíacos, porque ellos sí tienen un motivo real para no tomarlo).
Cabe preguntarse si, además de poseer tantas bondades nutricionales, el pan runner es comestible. Yo lo probé ayer y me recordó a esos negrísimos panes "alemanes" con kilos y kilos de semillas que se empezaron a vender en los ochenta en los supermercados, envueltos en su bolsita de plástico transparente. Te tomabas una tostada fina y te llenaba como si te hubieras zampado un antílope, efecto de saciedad similar al que imagino persigue el pan runner. "A mí me recuerda al Silueta multisemillas, pero con más chicha", dice Yarza. "Es extremadamente esponjoso, la miga es tenaz y húmeda, incluso grasienta. Parece más un bollo que pan, y el sabor de la masa, con tantas semillas, queda algo oculto".
Más allá de su sabor, que podrá gustar más o menos en función de tu tolerancia al alpiste, este producto es relevante como símbolo de la estupidez alimentaria que nos invade. "Es la enésima vuelta de tuerca a la tontería extrema", afirma Javier Marca. "Los próximos productos serán un pan para macroeconomistas imberbes y otro para votantes capricornio de Podemos. Lo curioso es que los ingredientes serán los mismos, porque la soja también sirve para desarrollar la capacidad de sumar y crecer el pelo y para incrementar el índice de cansinez".
Es el signo de los tiempos: la palabrería nos empuja a creernos comidas con efectos milagrosos en nuestra salud, como la "bebida láctea articular" de Central Lechera Asturiana o los Activia de Danone. La vagancia mental lleva a los periodistas y a los blogueros palmeros de turno a repetir como loros los mensajes de las marcas sin cuestionar su veracidad. Y al final, el atolondramiento del consumidor permite a la industria alimentaria colar productos más caros con un valor añadido real más que dudoso.
El pan runner cuesta unos ocho euros el kilo; panaderías pequeñas y artesanas de verdad, como Cloudstreet Bakery o Panic, hacen panes equiparables con harinas ecológicas molidas a la piedra por cinco. Pero da igual: lo importante es que éste lo bendice Jordi Cruz, que tiene dos estrellas Michelin y además es muy mono, y tomándolo te vas a sentir más deportista.
Documentación: Mònica Escudero.
URL: http://blogs.elpais.com/el-comidista/2014/10/el-pan-runner-y-la-estupid…
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