background image
8
el esc
é
ptico
(Invierno 2000)
tividad, una teoría de gravita-
ción nueva por completo ba-
sada en la curvatura del espa-
cio-tiempo. Cuando las obser-
vaciones confirmaron las pre-
dicciones de Einstein, su repu-
tación como el mayor cientí-
fico del siglo quedó asegurada.
Muchas encuestas llevadas a
cabo en 1999 declararon a
Einstein como la persona más
influyente del siglo XX.
Otros destacados escépticos
que recibieron varios votos o
al menos un voto en primer lu-
gar fueron Richard Feynman,
Joe Nickell, Karl Popper, H.L.
Mencken, Richard Dawkins,
Stephen Jay Gould, James Al-
cock, Stephen Barrett, Bart
Bok, Michael Shermer, Ken-
drick Frazier, Mark Twain, Os-
car Pfungst y Robert. A. Ba-
ker.
SKEPTICAL INQUIRER ELECTRONIC DIGEST
Versión española de RAFAEL BUDRÍA
Acusado de traidor
por sacar a relucir
las falsedades
históricas de
la Biblia
“La Historia sirve para formar
patriotas”. Esta afirmación re-
presenta el ideal educativo deci-
monónico de la enseñanza de la
Historia. Hoy en día es mucho
menos frecuente oír tal afirma-
ción, aunque de vez en cuando
surja alguna voz que, en el fragor
del debate sobre la utilidad aca-
démica de la Historia, nos re-
cuerde que para eso sirve, para
construir y cimentar los mitos
nacionales.
De vez en cuando, sucede
que los historiadores se rebelan
y, entonces, en vez de formar
patriotas, actúan como traido-
res. El 29 de octubre de 1999 el
diario israelí Ha’aretz publicaba
un artículo del arqueólogo Ze’ev
Herzog, de la Universidad de
Tel Aviv, en el que se hacía un
resumen de los datos arqueoló-
gicos palestinos y de las conse-
cuencias que implicaban en la
historia de Israel. Las reaccio-
nes, recogidas en varios medios
de comunicación como las ca-
denas estadounidenses ABC y
CNN, fueron airadas. Era de es-
perar.
Algunos colegas no dudaron
en asegurar que Herzog utilizaba
la arqueología para satisfacer un
plan político de desprestigio de
los relatos históricos sobre los
que se funda el Estado de Israel.
Las reacciones adversas no sur-
gieron sólo en el ámbito más
probable, el de los integristas re-
ligiosos judíos, sino que incluso
hicieron su aparición de la
mano de personajes como el di-
putado Tommy Lapid, un lai-
cista en absoluto religioso que
acusó a Herzog de alimentar con
sus ideas a los enemigos de Is-
rael.
Sin embargo, lo llamativo de
toda esta polémica es que Her-
zog no dice nada en su artículo
que no sea conocido desde hace
tiempo para cualquiera que esté
al tanto de la arqueología sirio-
palestina, aunque sea superfi-
cialmente. En primer lugar, el
relato fundacional de Israel tal
como nos es presentado en el
Antiguo Testamento carece de
reflejo en la arqueología de la
zona. Los indicios de un pueblo
venido de Egipto que, con Josué
a la cabeza, conquista el territo-
rio a los cananeos en una guerra
relámpago, asentándose en su
territorio, son inexistentes. No
hay ningun elemento de cultura
material que indique la presen-
cia de una etnia intrusa en la re-
gión en los periodos en los que
cabría situar el asentamiento de
los hebreos en Palestina. Ade-
más, la conquista de varias ciu-
dades -Ai o Jericó- que de forma
explícita se nos narra en el Li-
bro de Josué es imposible, ya que
habían dejado de existir varios
siglos antes. Varios de los pue-
blos conquistados no aparecen
en la zona hasta tres siglos des-
pués de la supuesta conquista.
Por el contrario, lo que en-
contramos en el registro arqueo-
lógico es la presencia de un pro-
ceso de diferenciación de un
grupo de población cananea en
la zona de colinas que va desde
la Baja Galilea hasta el desierto
del Neguev, y que tiene lugar a
partir del siglo XII aC, en el
Hierro I. Este grupo de pobla-
ción mantiene una unidad
desde el punto de vista de la cul-
tura material con las poblacio-
nes cananeas circundantes, de
manera que es casi inidentifica-
ble hasta finales del Hierro I.
Esta unidad cultural y la imposi-
bilidad de aislar culturalmente a
este grupo hasta el Hierro I su-
gieren no un modelo de con-
quista, sino un modelo de des-
arrollo y diferenciación étnica
endógeno de un sector de la po-
blación cananea que será el que
posteriormente conoceremos
como Israel, lo que claramente
nos sitúa ante un modelo diver-
gente del presentado en el re-
lato bíblico.
Si esto es lo que señala Her-
zog respecto al asentamiento
hebreo en Palestina, cuando
toca el periodo de esplendor de
Israel, el de la monarquía unifi-
cada de David y Salomón, sobre
el que se asientan las reclama-
ciones territoriales del Eretz Is-
rael, el asunto no sale mejor pa-
rado. La gran monarquía unifi-
cada, cuyo poder se manifiesta
en un proyecto de obras públi-
cas, especialmente de construc-
ciones defensivas, resulta no te-
ner reflejo alguno en el registro
arqueológico. Las excavaciones
realizadas en Hazor, Gezer y
Megiddo han dado como resul-
tado que en las dos primeras ciu-
dades la actividad constructiva
en ese periodo fue escasa, mien-
tras que en Megiddo no hay ras-
tro ninguno. En Jerusalén, la ca-
pital del gran reino unido, apa-
primer contacto
background image
(Invierno 2000)
el esc
é
ptico
9
recen restos impresionantes del
Bronce Medio y del Hierro II -el
periodo del reino de Judá-, pero
los que hay del Hierro I, en el
que se situarían los reinados de
David y Salomón, sugieren una
ciudad de dimensiones muy mo-
destas. Todo lo cual lleva a pen-
sar que el periodo floreciente de
Israel fue el de la dinastía omrita
y que se proyectó hacia atrás
dando lugar a la imagen de los
reinos de David y Salomón.
Para completar la catástrofe
historiográfica, Herzog señala
algo que también era bastante
conocido en ámbitos especiali-
zados. A saber, que frente a la
imagen de un Israel como pue-
blo dedicado a Yavé, al que daba
culto único, y que sólo esporádi-
camente, e influido por las po-
blaciones circundantes, caía en
la idolatría, el panorama que te-
nemos es el de un pueblo polite-
ísta. Efectivamente, una serie de
inscripciones votivas encontra-
das en Kuntillet ‘Ajrud, de ini-
cios del siglo VIII aC, aparece
dedicada al dios YHWH... y a su
consorte, Ashera, diosa cana-
nea, lo que nos pondría ante un
culto politeísta a Yavé y a su
consorte, la diosa Ashera.
Junto a este tipo de inscrip-
ciones, aparecen otras dedicadas
al dios Yavé seguido de un deter-
minativo toponímico. Por ejem-
plo, las que se refieren al
“YHWH de Samaria” o al
“YHWH de Teman”, siguiendo
el modelo de las dedicaciones a
Baal o a El. Ello indica que a
Yavé se le percibía y se le rendía
culto en una forma semejante a
los dioses vecinos Baal o a El. Es
decir, a Yavé, como a aquéllos,
se le rendía culto bajo diferentes
formas y manifestaciones, a las
que estaría asociado como señor
y dios de un lugar determinado.
En suma, el artículo de Ze’ev
Herzog no dice nada nuevo, ni
ésa era su pretensión. Simple-
mente, resume lo que se conoce
hoy en día sobre la arqueología
sirio-palestina en lo tocante a
los inicios de la historia de Is-
rael. Sin embargo, dado que los
datos mencionados son desco-
nocidos por el gran público y
desmienten los relatos de un
texto sagrado que sirve como
fundamento para las reivindica-
ciones territoriales de un grupo
étnico y su constitución en Es-
tado, se prefiere que el conoci-
miento histórico se sacrifique en
el ara de supuestos “intereses su-
periores”. Por desgracia, esto es
aún menos nuevo.
XOSÉ A. FERNÁNDEZ CANOSA
Los consejos
escolares de
Kansas y Colorado,
galardonados con
sendos Ig Nobel
El Sander’s Theatre de la
Universidad de Harvard aco-
gió el pasado 30 de septiem-
bre la ceremonia anual de en-
trega de los célebres premios
Ig Nobel. Estos galardones
buscan, en palabras de sus
promotores, “honrar a aque-
llos individuos cuyos logros
no pueden o no deberían ser
reproducidos”, y se otorgan
siempre en diez categorías
que, a diferencia de sus herma-
nastros, los Nobel, pueden va-
riar en función de las candida-
turas presentadas. Los Ig No-
bel suelen tener dos vertien-
tes, una crítica y una cómica,
premiándose en este caso al
autor de algún artículo de in-
vestigación o algún invento
divertido. En 1999, se distin-
guió con el Ig Nobel de Educa-
ción Científica a los consejos
escolares de Kansas y al de Co-
lorado, por su empeño en si-
tuar la teoría creacionista a la
misma altura que la evolución,
la gravitación o la teoría elec-
tromagnética de Maxwell.
El premio de Física fue a pa-
rar al doctor Len Fisher, de la
Universidad de Bath (Inglate-
rra), por determinar la forma
óptima de untar una galleta y
al profesor Jean-Marc Vanden-
Broeck, de la Universidad de
East Anglia, por calcular la
forma de construir una tetera
que no gotee. Siguiendo con el
campo de las ciencias, el Ig
Nobel de medicina fue conce-
dido al doctor Arvid Vatle, de
Stord, Noruega, por recolec-
tar, clasificar cuidadosamente
y contemplar la variedad de
recipientes empleados por los
pacientes para entregar mues-
tras de orina. El ganador del
premio de Química fue Ta-
keshi Makino, presidente de la
Agencia de Seguridad de De-
tectives de Osaka, japón, por
su participación en el desarro-
llo de S-Check, un spray de de-
tección de infidelidades que
las esposas pueden aplicar a la
ropa interior de sus maridos.
En los premios Ig Nobel, no
se olvidan los inventos prácti-
cos que ayudarán, sin duda, a
mejorar nuestra calidad de
vida, como el caso del traje
auto-perfumable, inventado
por Hyuk-ho Kwon, de la
compañía Kolon, de Seul (Co-
rea), galardonado con el Ig
Nobel de Protección Me-
dioambiental. El premio de
Biología fue para el Instituto
del Chile de la Universidad
del Estado de Nuevo Méjico,
concretamente al doctor Paul
Bosland, director del mismo,
por cultivar una variedad de
chile jalapeño que no pica.
Premiando la innovación, Ge-
orge -a título póstumo- y
Charlotte Blonsky, de Nueva
York y San José, California,
fueron distinguidos con el pre-
mio a la Atención Sanitaria,
por inventar un dispositivo
para ayudar a las mujeres en
los partos. Se sujeta a la mujer
a una mesa circular, y ésta se
hace girar a gran velocidad.
En el campo de las letras, el
primer contacto