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no creo que ése sea el caso de
nuestro protagonista. Sospecho
que Cardeñosa ha querido sacar
sutilmente a la luz el procedi-
miento secreto usado por los ciru-
janos plásticos para deshacerse de
los -explosivos- implantes de sili-
cona de Pamela Anderson y com-
pañía. ¿O no?
L.A.G.
Los cazafantasmas
se moderizan
J
J
osé Nicasio Tovar escribe, en
h t t p : / / w w w . a r r a k i s
.es/~layuli/biomasa.htm, un artí-
culo glosando las excelencias de
un artefacto de su invención: el
biomasa, el detector de fantasmas.
Como otros grandes descubri-
mientos de la humanidad, el bio-
masa nace por casualidad. “La
existencia del biomasa es algo ca-
sual, nunca se proyectó como tal
ni para este fin, en su principio te-
nía que formar parte de un detec-
tor que curiosamente se le asignó
el nombre de biomasa, su misión
era el contar todo organismo vi-
viente que se cruzara en sus proxi-
midades,o bien para contar perso-
nas en el paso por una puerta, pero
dicho aparato contaba de más, o
bien ignoraban a ciertas personas
activándose por otras incluso a
distancias considerables”, dice su
inventor en un peculir estilo lite-
rario que hemos optado por respe-
tar.
Lógicamente, ante tan poco
prometedores comienzos, el bio-
masa
fue arrinconado hasta que
“al pasar los años un día un parap-
sicólogo me preguntó si tenía algo
que detectara fantasmas, acordán-
dome de dicho detector al que yo
llamaba detector de biomasa le
prepare uno en una pequeña cajita
y se lo entregue”. ¡Bingo! El
bio-
masa demuestra su efectividad
para localizar lugares propicios
para realizar psicofonías. A partir
de esta afortunada intuición, To-
var comienza a perfeccionar su in-
vento: “El biomasa es tan sensible
que la antena era considerada in-
necesaria, pero por consejo de al-
gunos usuarios el biomasa incor-
poró primero un pequeña antena
enchufable y finalmente una an-
tena telescópica, el tamaño de la
antena era lo de menos”. Quizá si
algunos clientes así lo aconsejan,
el próximo modelo de
biomasa in-
corpore unas castañuelas, un bo-
tijo o un traje de lagarterana con
todos sus accesorios. Serán tan in-
necesarios como las antenas; pero
quedarán mucho más folklóricos.
Además de complacer a su
clientela, el inventor se preocupa
por encontrar utilidades a su arte-
facto que, como veremos, exceden
a todas sus expectativas. En un pá-
rrafo auténtico ejemplo de preci-
sión científica que, a no dudar,
será estudiado en años venideros
en las principales universidades
del mundo, Tovar nos dice que “se
sabe de médicos que lo utilizan ig-
noramos cómo para detectar en-
fermedades en el cuerpo, y de al-
gunos radiestesistas para detectar
no se qué líneas de fuerza, no sé el
nombre exacto pero sonaba a lí-
neas hamas...” Sin embargo, To-
var demuestra que el verdadero
científico es siempre escéptico y se
plantea dudas: “Para asegurar que
un detector de biomasa funciona
yo tenía que provocar una carga
electrostática por frotamiento, por
tanto a pesar de tantos comenta-
rios positivos, y el envío de cintas
con psicofonías yo tenía mis dudas
de que si aquel aparato detectara
realmente espíritus, presencias, et-
cétera”.
Seguro que algún malvado lec-
tor de ésos que no tienen su mente
abierta se está preguntando qué
tiene que ver la electrostática -
parte de la física que estudia los fe-
nómenos de la electricidad en re-
poso- con la detección de fantas-
mas. La respuesta es obvia como
Tovar demuestra a continuación.
Si alguien lo duda, lea la siguiente
experiencia que no dudamos en
calificar de asombrosa: “Entonces
un día observe que si tenías un
biomasa sujeto con las dos manos,
y lo activabas mediante un ligero
frontamiento en su lateral y una
vez activada la aguja si empiezas a
respirar profundo y a soltar todo el
aire, entonces la aguja se mueve, y
puedes bajar subir la aguja con la
respiración, electricidad electros-
tática que se produce al respirar”.
Portentoso, este aparato detecta la
electrostática que se produce al
respirar (?) y detecta espectros,
ergo los fantasmas respiran. No
queremos más que apuntar alguna
de las consecuencias que podrían
derivarse de este fascinante descu-
brimiento: los olores que acompa-
ñan a algunas apariciones espec-
trales podrían ser debidas a la ha-
litosis del difunto, las corrientes
gélidas que dicen sentir los testi-
gos estarían ocasionadas por la ex-
piración del fantasma, que, lógica-
mente, después de llevar muerto
unos cuantos años es sensible-
mente más fría que la de los vi-
vos...
circo paranormal
Escena de la película
Los Cazafantasmas.
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¿Alguien puede vacilar des-
pués de esto? Por si acaso, el Tovar
realiza un experimento que, por su
adecuación al método científico
más estricto, no dudamos satisfará
a los incrédulos. “Entonces el
hombre dijo, si es un detector de
espíritus lo vamos a ver, voy a lla-
mar al espíritu que me ayuda, y
empezó a clamar llamando a di-
cho espíritu, el biomasa quedó so-
bre una mesa a cero, y el hombre
sentado cómodamente clamaba a
dicho espíritu al cual llamaba por
su nombre... para mí, daba por
sentado que no iba a pasar absolu-
tamente nada, tal era mi incredu-
lidad pero... cuando él dijo, “ya se
acerca, ya esta aquí”, la aguja em-
pezó a subir, hasta que llegó al má-
ximo, él estaba con los ojos cerra-
dos y la mujer le dijo, “sí detecta”.
Yo miraba asombrado no dando
crédito a lo que veía. Cuando el
hombre dijo, “ya te puedes ir,
anda vete”, la aguja restrocedio
hasta quedar a 0. Dentro de mí,
me decía, “funciona, el biomasa
funciona, el biomasa funciona”.
Desde aquí queremos animar a
José Nicasio Tovar a que publique
los resultados de tan irrefutable
experiencia en alguna revista
científica. Estamos seguros de que
los editores de Science o Nature
quedarán anonadados al leer el
párrafo anterior.
La senda científica no sólo se
construye con éxitos, también se
produce algún fracaso. Así, Tovar
narra cómo, después de conversar
con un señor sobre los chacras,
consiguió
mover la aguja del bio-
masa con el pensamiento. Las
ideas se agolpan en su cerebro:
“Me imaginaba manejar ordena-
dores a distancia, cambiar los ca-
nales de un televisor con sólo pen-
sarlo, conducir coches con el pen-
samiento...” Pero, por desgracia,
Tovar tiene que confesar su de-
rrota con un lamento desgarrado:
“No he podido volver a repetir la
experiencia”. ¡Qué desgracia!
Claro que, por el bien de la paz do-
méstica, quizás haya sido mejor
así. ¿Se imaginan que las televisio-
nes pudieran cambiar de canal
sólo con el pensamiento? ¡Qué
horror! El padre diciéndole a su
esposa: “¿Quieres no pensar y de-
jarme ver el partido de la selec-
ción?”; la madre repartiendo capo-
nes a sus hijos porque éstos no de-
jan de imaginarse estar viendo el
canal de dibujos animados... La
emisión convertida en un galima-
tías ininteligible: “Avanza Luis
Enrique por la banda izquierda...”
“¿Qué apostamos? ¿Qué aposta-
mos? Arriesga lo imposible”...
“¿Qué hay de nuevo, viejo?”...
“¡España va bien!” “Eso es to, eso
es todo, amigos”...
Ajeno a estas graves cuestio-
nes sociológicas, el inventor prosi-
gue su fructífero trabajo. “Luego
surgió el biomasa II pero su sensi-
bilidad es inferior, y finalmente
surgió el biomasa III a petición de
un usuario que decía que quería
un aparato que a distancia le indi-
cara cuando se activara, nació el
biomasa III con aguja, sonido, y
indicador luminoso que se en-
ciende en cuando algo lo activa,
parecido al biomasa II, pero mu-
cho más sensible”. Debemos indi-
car que, a juzgar por la foto que
acompaña el artículo, el biomasa
también está disponible en varios
colores.
Por último, debemos felicitar-
nos de que la ciencia española
continúe su imparable ascenso.
Primero, fuimos capaces de crear
un invento de tan elevada tecno-
logía como el chupa-chups y,
ahora, un detector de fantasmas.
Se acabó el ¡que inventen ellos!
J.L.C.B.
circo paranormal
ERNESTO J. CARMENA