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otoño-invierno 2013
M
undo escéptico
¿Cómo se ven la ciencia y los científicos desde la
pequeña y la gran pantalla?
En un interesante artículo de William Evans en el Skep-
tical Inquirer
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se abordaba este tema, y se ofrecían datos
bastante sorprendentes sobre la percepción de la ciencia y
los científicos en el cine o en la TV.
Por ejemplo: en las series de TV que se ofrecen en pri-
me time, ¿qué profesión se muestra como la más peligro-
sa? ¿En cuál se tiene más probabilidades de perder la vida?
¿Quizá si eres oficial de policía? ¿O soldado? ¿O más bien
investigador privado?. ¡Para nada! La respuesta correcta
es “ninguna de las anteriores”. La profesión más arriesga-
da es la de científico. Un diez por ciento de los científicos
que aparecen en estos programas son asesinados, y un cin-
co por ciento son los responsables directos de matar a al-
guien. Ningún otro grupo laboral tiene más probabilidades
de matar o morir (Gerbner, 1987)
2
.
Desde hace ya bastante tiempo, parecía que las películas
de cine y TV solían retratar a los científicos como locos,
malos y peligrosos; pero en las últimas décadas la ciencia
no solo es peligrosa, sino que además aparece como inútil
para resolver los problemas. Incluso el escepticismo acerca
de afirmaciones paranormales es retratado como un handi-
cap para sobrevivir o entender la realidad que nos rodea.
El cine y la TV retratan cada vez más a la ciencia y la
razón como herramientas no adecuadas para comprender
nuestro mundo, que se encuentra sumido en una nueva era
de credulidad. De hecho, parece haber una clara correla-
ción entre la credulidad y el tiempo destinado a ver la TV.
Los mayores consumidores de TV son más propensos
a creer que la ciencia es peligrosa, que los científicos son
gente rara y peculiar, y que desarrollar una carrera científi-
ca no es deseable (Gerbner 1987, Gerbner et al en 1985.).
El 37 por ciento de los adultos en Estados Unidos cree que
la astrología es científica (National Science Foundation,
1989); pero entre los espectadores habituales de TV esta
cifra asciende al 55 por ciento (Gerbner et al., 1985).
Los científicos están como una cabra y el pensamien-
to crítico ES el problema.
La literatura occidental y los medios de entretenimiento
populares presentan generalmente a los científicos cuanto
menos como “problemáticos” (Haynes, 1994). En las pelí-
culas de terror solo son superados por los psicóticos como
la principal fuente de problemas. De hecho, los científicos
locos representan un mayor porcentaje de “malos” en este
tipo de películas que si sumamos a zombis, hombres lobo y
momias. (Tudor, 1989). Ahí queda eso.
Por otra parte, y al igual que la ciencia, el escepticismo
también queda menospreciado en la pantalla. De hecho, el
escepticismo se suele mostrar como insostenible e inclu-
so irresponsable. Las películas sobre hechos paranormales
suelen introducir un personaje que pone en duda la reali-
dad de duendes, demonios y otros fenómenos extraños, a
pesar de que rápidamente se hace evidente para todos los
demás –tanto personajes de la película como para el propio
público- que las fuerzas sobrenaturales están sucediendo
“en realidad”. Esta negativa de los escépticos a reconocer
esta “realidad” suele poner en peligro a los protagonistas
de la película, que conjuran el peligro tras “desactivar” al
escéptico.
Hess (1993) y Tudor (1989) identifican la transición del
escepticismo a la credulidad como un tema importante y
una característica distintiva de las recientes películas de ho-
rror y suspense. Las personas que viven en casas encanta-
das (por ejemplo, como en La morada del miedo), encuen-
tran a sus seres queridos poseídos o perseguidos por los
demonios (por ejemplo, El exorcista, Poltergeist), o se en-
cuentran inmersos en conspiraciones satánicas (por ejem-
plo, La semilla del diablo, The Omen), por lo general se
muestran escépticos en primera instancia con respecto a lo
sobrenatural, pero su seguridad e incluso su supervivencia
requiere que deban reconocer la realidad de lo sobrenatural.
Ciencia y creencia
en las pantallas
Sergio López Borgoñoz
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En multitud de películas, la negación de esta realidad so-
brenatural coloca al protagonista y sus seres queridos en
peligro. Y lo peor es que nosotros, como espectadores, a
menudo solo podemos animar a los personajes para que
abandonen el escepticismo activo y admitan lo sobrenatu-
ral. ¡Se aplaude a a los escépticos conversos!
Razones para creer
Tampoco la pantalla del ordenador es inocente a la hora
de captar adeptos a diversas creencias. Sin embargo, de en-
tre toda la basura que se puede encontrar en Internet para
insuflarnos el espíritu divino, destaca www.reasons.org.
Esta web, que se presenta como un sitio “donde converge
la fe y la ciencia”, dispone de herramientas (enlaces a blogs
y documentos) con “sólidos” argumentos divididos en tres
secciones:
Si ya eres creyente, por un lado, esta web “te demues-
tra que la razón y la investigación científica proporcionan
un constante apoyo, más que erosionan la confianza en la
verdad de la Biblia y la fe personal en Jesucristo”. Tam-
bién ayuda a “aprender nuevas razones para creer con el fin
de expandir nuestro corazón en la adoración y para poder
discutir nuestra fe con otros, tanto dentro como fuera de la
comunidad de creyentes”. En esta web se pueden encontrar
muchos recursos para poder “enrolar” a jóvenes entusias-
tas de la ciencia a la vez que refuerza los argumentos de
los ya convencidos.
Si dudas, esta web “confía en que proporcionará ayuda
y esperanza en tu investigación para mostrarte que existe
un diseño meticuloso y una amorosa supervisión de todo
el universo, el mundo y la vida en todos los niveles”. De
hecho, estas páginas muestran los principales focos de con-
troversia y los presentan falazmente decantados hacia la
opción crédula, por supuesto, presentando las cuestiones
científicas como compatibles con la fe.
Pero si, por el contrario, declaras que no crees en ab-
soluto, también hay un sitio para ti en estas páginas. No
desesperes. Estas páginas intentarán convertirte median-
te presentaciones como “¿puedes realmente confiar en la
ciencia?” o “¿es el árbol del conocimiento una metáfora?”
Muchos temas científicos candentes “prueban” la existen-
cia divina porque solo son posibles entre parámetros muy
ajustados, fuera de los cuales no sería posible la vida o ni
siquiera el Universo. ¿Qué mayor prueba de la existencia
de un Gran Diseñador que pudo ajustarse sin error a tan
estrechos condicionantes?
Una de las falacias que más me impresionaron (aunque
no la única puesto que el sitio está plagado de ellas) fue la
siguiente:
Durante miles de años, la Biblia ha sido un referente al
afirmar en diversos pasajes que las leyes físicas que go-
biernan el Universo no varían. Por ejemplo, en Jeremías
33:25, Dios declara que “estableció las leyes inmutables
de los cielos y la tierra”. Por otra parte, en Romanos 8:20-
22, Pablo dice que “toda la creación gime al unísono”
como resultado de su “servidumbre a la decadencia”. Por
ello, afirma que “La constancia de las leyes de la física, si
son probadas, establecerían la confiabilidad de la Biblia
en la descripción de la naturaleza y en la predicción de
futuros descubrimientos científicos.
¡Toma ya! Y todo esto, sin parpadear.
¿Qué más pruebas necesitamos los escépticos? Es que, de
verdad, si no creemos no es porque no nos lo pongan fácil,
sino porque somos demasiado testarudos.
1- www.csicop.org/si/show/science_and_reason_in_film_and_television
2- La bibliografía citada en este texto puede encontrarse en el artículo original.
Algunos de los “equilibrados” científicos que las pantallas nos han ido dejando a lo largo de la historia del cine: Dr. Julius Kelp (El Profesor chiflado, 1963), Dr Pretorius (La novia de
Frankenstein, 1935), Dr John Griffin (El hombre invisible, 1933), Dr Rotwang (Metrópolis, 1927), Dr Calligari (El gabinete del Dr Calligari, 1920), Dr Moreau (La isla de las almas perdidas,
1932), Dr Jeckyll (El extraño caso del Dr. Jeckyll, 1941), Dr Fu-Manchu (La máscara de Fu-Manchu, 1932), Dr Victor Frankenstien (La maldición de Frankenstein, 1957), Dr Cyclops (Dr
Cyclops, 1940) , Dr Mabuse (El testamento del Dr Mabuse, 1933), Dr Emmet Brown (Regreso al futuro, 1985), Dr Herbert West (Re-Animator, 1985), Dr Phibes (El abominable Dr Phibes,
1971), Dr Walter Bishop (Fringe, 2008), Dr Robert Ledgard (La piel que habito, 2011), Dr Seth Brundle (La mosca, 1986) y Dr Heiter (El ciempiés humano -Secuencia primera-, 2009).