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a hipersensibilidad electromagnética es uno de los
temas más mediáticos en la actualidad debido a dos
casos: Podemos presentó la propuesta de aceptarla
como una enfermedad el pasado 3 de julio ante el Parla-
mento Europeo
1
, y el pasado 27 de agosto un tribunal fran-
cés reconoció la incapacidad a una trabajadora por sufrir
esta dolencia
2
.
Pero ¿existe la hipersensibilidad electromagnética o elec-
trosensibilidad? Según la OMS
3
, no. Existe el término y la
OMS lo define, pero en su definición apunta que, tras las
pruebas realizadas, no hay relación entre aquellos que dicen
ser electrosensibles y la aplicación o no de ondas electro-
magnéticas.
¿Cómo sabemos que esta dolencia no tiene relación con
las ondas electromagnéticas? Primero, hay que escoger a
sujetos que dicen ser electrosensibles; después hay que po-
nerles en una habitación jaula de Faraday, y así evitamos
que entren ondas electromagnéticas del exterior. Ponemos
un emisor de RF que emita radiación en un amplio ancho
de banda. Este dispositivo se enciende o se apaga de forma
aleatoria. Si la electrosensibilidad existiese, este sujeto se
empezaría a sentir indispuesto al poco de empezar a recibir
ondas electromagnéticas, y se empezaría a sentir mejor poco
al dejar de recibirlas. En los experimentos realizados, los
sujetos se sienten bien o mal independientemente de que
el dispositivo esté funcionando o no; es decir, no podemos
afirmar estadísticamente que el malestar de ese sujeto sea
debido a la emisión de ondas electromagnéticas.
Marine Richard es la protagonista del caso francés antes
mencionado. Parece ser que empezó a sufrir reacciones de
estrés al pensar que estaba siendo contaminada por las on-
das electromagnéticas. Terminó desplazándose a una zona
aislada de los Alpes para dejar de sufrir este mal, y al verse
alejada de su lugar de trabajo comenzó su periplo en los
tribunales. El fallo del tribunal puede crear jurispruden-
cia, al dar la incapacidad por una patología que no ha sido
reconocida por la OMS. Además, esta decisión da alas a
todos los que defienden que las radiofrecuencias producen
problemas, que utilizan dicha noticia como prueba. Que la
justicia abandone la ciencia supondrá que todo dependa del
peritaje y las alegaciones, y que estos no estén basados en
pruebas reales.
Si no padecen electrosensibilidad, ¿qué les ocurre?
Habría que distinguir dos casos:
● Enfermedad no identificada correctamente.
○ Enfermedades psíquicas, infecciones bacterianas,
víricas y fúngicas, parásitos, etc. que no han sido correcta-
mente identificadas.
○ Pequeño malestar no especificado, amplificado por
la autosugestión.
● Efecto malcebo (efecto placebo con consecuencias
negativas). Aunque este efecto lo puede sufrir cualquiera,
suele ser más habitual en los hipocondríacos. En algunos
casos, el efecto malcebo puede producir efectos visibles en
la salud, como eccemas y sarpullidos.
Bendito internet.
Las webs sobre electrosensibilidad afirman que la hiper-
sensibilidad electromagnética está recogida como enferme-
dad por la OMS, y que nada menos que el 10% de la pobla-
ción mundial es electrosensible.
Si hacemos un recorrido por la web buscando electro-
sensibilidad, podremos encontrar alguno de los síntomas
de aquellos que padecen esta dolencia: cefalea, insomnio,
cansancio crónico, irritabilidad, alteraciones en la piel, picor,
quemazón, infecciones recurrentes, dificultad para concen-
trarse, pérdida de memoria a corto plazo, tristeza sin motivo
aparente, alteraciones cardiacas, mala circulación sanguínea,
desorientación, congestión nasal, disminución de la libido,
trastornos del tiroides, escozor de ojos, acúfenos, ganas de
orinar frecuentemente, nerviosismo, debilidad capilar, ma-
nos y pies fríos, rigidez muscular
4
…
Varios de estos síntomas son comunes en quienes sufren
Hipersensibilidad
electromagnética
El negocio del miedo
Víctor Pascual del Olmo
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estrés por vivir en grandes ciudades y, por lo tanto, rodeados
de antenas de comunicación; así, es fácil decirle a una per-
sona estresada que padece de hipersensibilidad electromag-
nética. Otros de estos síntomas los encontramos fácilmente
en personas de edad avanzada. Y por último, algunos de los
síntomas están relacionados con cambios hormonales como
los que ocurren en la pubertad, el embarazo o la menopau-
sia.
Si a todo esto le sumamos que tendemos a ser hipocon-
dríacos y no nos informamos adecuadamente, cualquier
persona con alguno de esos síntomas que esté cerca de una
antena puede convertirse en electrosensible.
Estudios en contra de las radiofrecuencias.
Es interesante buscar artículos que dicen lo contrario de
lo que uno piensa. En un artículo, “Oxidative mechanisms
of biological activity of low-intensity radiofrequency radia-
tion”
5
, publicado el pasado mes de abril, podemos encontrar
un compendio de otros estudios e investigaciones sobre el
tema de las ondas electromagnéticas y de cómo podrían
afectarnos. En concreto, nos habla de la posibilidad de que
los campos electromagnéticos no ionizantes afecten a los
iones de nuestro cuerpo y esto repercuta en un aumento de
radicales libres y sus efectos oxidativos adversos. Esto tiene
bastante sentido y sería una línea interesante de investiga-
ción, ya que nos olvidamos de la capacidad de ionización
que ha sido comprobada hasta la saciedad y nos centramos
en un efecto biológico diferente.
Una de las primeras críticas al trabajo es la metodología
usada: se basa en cien estudios diferentes sin explicar por
qué ese número ni el criterio de elección; y tampoco los cla-
sifica por efectos comunes. Agruparlos por efectos es muy
importante para ver si realmente los estudios se contradicen
o no. La conclusión es que las ondas electromagnéticas son
malas, a pesar de haber mencionado estudios según los cua-
les aquellas provocaban efectos positivos, porque hay algu-
nos que son negativos.
Otra de las críticas es que varios de los estudios mencio-
nados fueron publicados en la misma revista: Electromag-
netic Biology and Medicine; de bajo índice de impacto y que,
curiosamente, suele publicar artículos rechazados por otras.
También hace un hueco a la hipersensibilidad electromag-
nética, obviando lo que dice la OMS.
El negocio del miedo
Como decía Sam Vimes (personaje de las novelas de
Mundodisco del genial Terry Pratchett), “Averigua dónde
está el dinero y ya tendrás la mitad del problema resuelto”.
Aunque bien es cierto que el miedo a las radiofrecuen-
cias viene de la propia ignorancia de la población y que no
está relacionada con ningún interés económico, sí hay un
sector que se lucra de este miedo. Es habitual encontrar en
algunas tiendas las conocidas orgonitas (cristales en forma
de conos y pirámides que contienen metales en su interior)
que prometen absorber las radiaciones electromagnéticas
o convertir la “energía negativa y artificial” en “positiva y
natural”
6
. Otro invento conocido son las pegatinas para el
móvil que “absorben” las radiaciones electromagnéticas del
móvil, mejorando la cobertura
7
.
Así que tenemos, por un lado, una serie de ciudadanos
que no se han informado correctamente; y por otro, empre-
sas que generan desinformación y ofrecen productos que
alimentan el miedo colectivo. Al final, el individuo se plan-
tea lo siguiente: si realmente no existe peligro, ¿por qué hay
tantos productos para evitar los efectos adversos?
A nadie le gusta sentirse engañado, así que hay dos reac-
ciones: enfadarse al descubrir que te están engañando para
venderte un producto, o negarlo y defender dicho producto
y así no sentirse manipulado.
También es común encontrar casos de “especialistas” que
ofrecen sus servicios de forma “gratuita”. La petición de
Podemos en el Parlamento Europeo para aceptar la elec-
trosensibilidad como enfermedad y aumentar la protección
de los infantes en las escuelas trajo apoyos y ataques de dife-
rentes sectores, pero he querido rescatar uno que me resulta
peculiar. Un individuo solicitó a José Manuel López, por-
tavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, que dejasen
de llamar enfermos a los que padecen electrosensibilidad,
porque no son enfermos, son una nueva raza que es capaz
de detectar —y así poder evitar— las malvadas ondas elec-
tromagnéticas, o así es como se lo hace ver a sus pacientes/
clientes. Cambiar el término de enfermo por “nueva raza”
busca cierta autorrealización del individuo al hacerle sen-
tirse especial
8
.
Referencias
1
http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//
TEXT+WQ+E-2015-010810+0+DOC+XML+V0//EN&language=EN
2
http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/discapacidad-pa-
ra-trabajadora-francesa-hipersensibilidad-ondas-electromagneti-
cas/3260422/
3
http://www.who.int/peh-emf/about/WhatisEMF/es/index1.html
4
http://www.electrosensibilidad.es/
5
http://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.3109/15368378.2015.1
043557
6
http://www.orgonitas.com
7
http://www.quantum-pendant.com/
8
https://www.osoigo.com/es/jose-manuel-lopez-vais-a-seguir-
tachandonos-de-enfermos-como-los-otros.html
(foto: Mitchel Diatz, www.flickr.com/photos/mitch2742/)