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A
raíz del reciente paso de Jordi Bilbeny
2
por tierras valencianas, primero por Pe-
dreguer (Alicante), en un acto organiza-
do por el Casal Cultural Jaume I, y luego
por Valencia, en otro que fue auspiciado
por el colectivo local de
Compromís
, me gustaría es-
cribir unas pocas notas sobre lo que su figura y su «es
-
cuela» representan para la historiografía. De él hablé
hace ya más de diez años («¡Bertín Osborne es cata-
lán!»
3
, «Reivindicación de la calidad científica»
4
, «Vi-
ves, tal vez. Catalán, en catalán y perseguido por la
lengua, parece que no»
5
, «Los venecianos (probable-
mente conchabados con los castellanos) también ro-
ban héroes catalanes»
6
), cuando tras la primera identi-
ficación de Cristóbal Colón como catalán comenzó a
añadir otros grandes personajes históricos, como Her-
nán Cortés, Miguel de Cervantes, al autor del Lazari-
llo o a Marco Polo. Ha pasado una década y la cosa no
ha ido a menos, sino todo lo contrario: ahora también
son catalanes, o de lengua catalana, el Cid
7
, Santa Te-
resa de Jesús
8
, Lorenzo Valla
9
, Leonardo da Vinci
10
,
Amerigo Vespucci
11
, Bartolomé de las Casas
12
, Fran-
cisco Pizarro
13
, Diego de Almagro
14
, Juan del Enci-
na
15
, Garcilaso de la Vega
16
, Lope de Vega
17
, Pietro
Martire d’Anghiera
18
, Abraham Ortelius
19
, Erasmo de
Rotterdam
20
—¡que sería hijo de Colón!—, Gonzalo
Fernández de Córdoba
21
, Maquiavelo
22
, Miguel Ser-
vet
23
o el pintor Hyeronimus van Aken, el Bosco
24
.
Y es que, aparte de que hacer historia como la hace
Bilbeny es muy rápido —sin leer absolutamente nada
de bibliografía y sin pisar nunca ningún archivo—, el
problema es que ya no está solo, sino que precisamen-
te hace una década creó el
Institut Nova Història
25
,
una fundación en la que se agrupan todos los que si-
guen su mismo método completamente acientífico,
basado en construir falacias —’conjunto de palabras
o cualquier otra cosa dispuesta para engañar’ o ‘forma
de argumentación defectuosa’, según las definiciones
del diccionario— mediante lo que se conoce en cien-
cia como
cherry picking
26
. El
cherry picking
, que es
una falacia de evidencias incompletas o de supresión
de pruebas, consiste simple y llanamente en coger
todos aquellos datos que convienen y refuerzan una
propuesta concreta, obviando, ignorando y ocultando
todo el resto de informaciones, que contradicen esa
misma proposición. Gentes sin ningún tipo de forma-
ción historiográfica, y con un desprecio total por la
comunidad académica, las editoriales universitarias
y las revistas científicas —ya que, evidentemente, no
aceptan sus alocadas especulaciones—, son las que
ahora ayudan a Bilbeny en su «labor de investigación,
estudio y divulgación de la historia de Cataluña, con
un carácter iconoclasta e innovador, explotando al
máximo las posibilidades de interacción, participa-
ción e internacionalización de las investigaciones»,
con un «compromiso con el conocimiento de la his-
toria de Cataluña».
Ese es el trabajo que hace el
Institut Nova Història
,
al menos según las palabras del Casal de
Esquerra
Republicana de Catalunya
de Sants-Montjuïc (Barce-
lona), que en el 2013 le concedió el
Premi Nacional
Lluís Companys
27
, al tiempo que lo hacía a figuras
políticas e intelectuales como Muriel Casals, Carme
Forcadell o Germà Bel. Y ese es el verdadero drama
social del caso de Bilbeny y los bilbenyianos: que una
parte importante —por no decir la mayoría— de los
medios de comunicación y las organizaciones políti-
cas con cierta sensibilidad catalana o catalanista se
hacen eco de sus planteamientos, los legitiman y los
tratan con normalidad, como si fueran investigadores
El Institut Nova Història
la pseudociencia
aclamada por muchos
Vicent Baydal i Sala
Universitat Jaume I
¡BASTA DE FALACIAS BILBENYANAS!
1
Dossier
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serios a los que vale la pena escuchar y secundar. Jo-
sep Lluís Carod Rovira, Salvador Cardús, Josep Rull,
Antonio Baños, los ayuntamientos de Arenys de Mar
o Montblanc, la Diputación de Girona, colectivos de
la
Assemblea Nacional de Catalunya
(ANC), el diario
digital
Vilaweb
, el periódico
El Punt/Avui
, el periódi-
co
La Vanguardia
, TV3, BTV, 8TV, televisiones y ra-
dios locales, asociaciones culturales y por la lengua...
Son múltiples las personas e instituciones de cierta
relevancia que les dan crédito, los subvencionan y los
impulsan como si, en definitiva, estuvieran haciendo
un favor al país y trabajando para la causa catalana.
Pero es todo lo contrario, porque no hacen otra cosa
que pseudociencia
28
inventada, que no sirve para nada
más que para enredar y degradar la racionalidad argu-
mentada que debería guiar cualquier sociedad que se
quiera moderna, de progreso y con autoestima colec-
tiva. Del mismo modo que ninguna sociedad que trate
de avanzar puede confiar su sistema sanitario a la ho
-
meopatía, la elección de sus representantes políticos a
los designios astrológicos o la investigación de delitos
en la quiromancia o la parapsicología, tampoco puede
fundamentar su conocimiento histórico colectivo —
en el que se basan muchísimos aspectos relacionados
con las aspiraciones de futuro del conjunto de la ciu-
dadanía— en las formulaciones pseudohistóricas de
un grupo de mezquinos. Es como si alguien propusie-
ra que los servicios de inteligencia estuvieran dirigi-
dos por Iker Jiménez o el
Institut Ramon Llull
por al-
guien como Leonardo Dantés: seguro que la sociedad
civil y política se movilizaría enseguida para evitarlo.
En relación con ello, otro de los graves problemas
relativos a la recepción de las sandeces bilbenyianas
es su difícil refutación, dado que niegan la mayor: en
su tarea de
cherry picking
, en primer lugar esconden
la inmensidad de evidencias que no les interesan y
si alguien trata de mostrarlas, niegan la mayor bien
empleando argumentos completamente acientíficos o
xenófobos, como que en Castilla no ha habido cultura
—lo que invalidaría toda información al respecto—, o
No hacen otra cosa que pseudociencia inventada,
que no sirve para nada más que para enredar y
degradar la racionalidad argumentada que debería
guiar cualquier sociedad que se quiera moderna
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bien diciendo que son fruto de invenciones históricas,
debido a una censura y una persecución sempiternas
que habrían tenido por sistema ir contra los catala-
nes —contra lo que no se puede refutar racionalmente
nada, ya que se trata de un prejuicio completamente
totalizador.
Por otra parte, como a los historiadores de profe-
sión, con formación historiográfica, cierto oficio y
amplia experiencia bibliográfica y archivística nos
resultan tan bestiales, delirantes y fuera de lugar los
planteamientos bilbenyianos, normalmente ningu-
no de nosotros está dispuesto a perder su tiempo de
producción investigadora en retratar a una gente con
la que no se puede argumentar racionalmente, ya que
desdeñan por completo el método que guía todo de-
bate científico. En uno de los artículos que comentaba
hace diez años, yo mismo me dediqué a mostrar que
todas las
catalanadas
que le atribuían al
Lazarillo de
Tormes
eran pura y simplemente expresiones caste-
llanas de la época, que aparecen en multitud de otros
textos de los siglos
xv
,
xvi
o
xvii
, pero después ya
no volví a comentar nada, esperando que la bola se
hiciera tan grande que la sociedad catalana y valencia-
na con sensibilidad por los temas nacionales propios
acabara por rechazar las evidentes falacias pseudohis-
tóricas de dicho grupo. Sin embargo, como he apun-
tado, parece que ha sido todo lo contrario, ya que si
alguien muestra en todo momento y en todos los luga-
res una cereza azul, por muy anecdótica que sea —y
nadie saca a la luz la abrumadora mayoría de cerezas
rojas—, la sociedad termina pensando que, en efec-
to, ¡las cerezas son de color azul! El
cherry picking
crea una falsa apariencia de verdad que solo se puede
desmontar si conoces y muestras el conjunto de las
informaciones relativas a ese tema concreto, algo que
evidentemente no puede hacer la gente que no es ex-
perta en temas historiográficos —porque no domina
la cuestión—, sino que lo tenemos que realizar los que
nos dedicamos profesional y académicamente a esto y
tenemos las herramientas de conocimiento histórico a
nuestro alcance.
Es una tarea penosa y aparentemente poco fructí-
fera, pero que alguien tendrá que hacer en algún mo-
mento si queremos acabar con esta locura. En este
sentido, no es que vaya a hacerla yo ahora —¡ya me
gustaría tener el tiempo necesario!—, pero sí quisie-
ra enlazar y aprovechar algunos de los comentarios y
aportaciones que se han realizado en algún momento
por las redes sociales —aunque sea copiándolos di-
rectamente— a raíz de las conferencias de Bilbeny en
Pedreguer y Valencia, ya que entre otras cosas, aparte
de la opinión razonada de mucha gente experta en la
materia, también se ponen dos ejemplos muy claros
de ese
cherry picking
que practican: el del intento de
apropiación del
Tirant lo Blanch
y el de la proceden-
cia y personalidad de Lorenzo Valla, que se explican
aquí mismo, más abajo. Todo el intercambio de co-
mentarios fue motivado por un escrito del doctorando
medievalista de la Universidad de Valencia Blai Ser-
ver, en el que se dirigía a los miembros del Casal Cul-
tural Jaume I de su localidad
29
para informarles de que
Jordi Bilbeny es «responsable de la difusión de una
serie de teorías “conspiranoicas” que, desde el punto
de vista historiográfico, no tienen ningún fundamento
y que atentan contra los consensos académicos (que,
lógicamente, pueden ser objeto de revisión e impug-
nación, pero siempre desde parámetros científicos y
contrastados) y, por extensión, contra el método his-
tórico y la credibilidad de la disciplina». Y continuaba
explicando que:
Si se me permite el paralelismo, lo que Bilbeny y
compañía representan en el marco de la historiogra-
fía es,
mutatis mutandis
, lo mismo que la homeopatía
representa para la medicina o el creacionismo para
la ciencia: un conjunto de patrañas que de cara a los
medios de comunicación el público en general pue-
den sonar muy bien (por el morbo que suele generar
todo lo oculto, misterioso o, incluso, fantástico), pero
que, de trigo, no tienen ni un grano. Así, en la medida
en que hacen un uso marcadamente interesado y tor-
pe de la historia, los Bilbeny de turno dificultan que
ésta pueda cumplir su función social (es decir, ayudar
Normalmente ninguno de nosotros está dispuesto
a perder su tiempo de producción investigadora
en retratar a una gente con la que no se puede
argumentar racionalmente
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a comprender el mundo en que vivimos, en palabras
del maestro Fontana) y, por tanto, resultan tan noci-
vas para el conjunto de la sociedad como puede serlo
la tergiversación informativa (la «posverdad
»
o los
«hechos alternativos
»
de Trump y sus secuaces, que
no son más que mentiras) o la pseudociencia.
A esto el Casal Cultural Jaume I contestó
30
que eran
«conocedores de que este señor llevaba controversia
por sus teorías pero no hasta tal punto», pero que, en
todo caso, esperaban «escuchar su historia y que la
gente opine y haga su análisis y saque sus propias
conclusiones». En los comentarios a dicha respuesta,
usuarios como Pep Al Fus indicó que «si no damos
crédito a las afirmaciones que hace Pío Moa blan-
queando el franquismo, ¿por qué deberíamos hacer
caso a un tío que falsea la historia, aunque sea de los
nuestros?», o Esperança Costa que «ya que están, que
lleven a los negacionistas de la teoría de la evolución,
de los efectos humanos en el cambio climático o los
Amish». Asimismo, yo también intervine señalando
que:
Por si cayera por su propio peso que resulta ex-
traño alguien que dice que no sólo Colón era cata-
lán —que podría serlo—, sino también Cervantes, el
autor del Lazarillo, Hernán Cortés, Garcilaso de la
Vega, Santa Teresa de Jesús, Marco Polo, Leonardo
da Vinci o el Bosco, sólo hay que leer con ojos de
historiador —de alguien que ha hecho una carrera
historiográfica, ha ido durante años a los archivos,
ha elaborado investigaciones doctorales y ha deba-
tido y compartido con la comunidad científica los
enormes conocimientos acumulados durante décadas
de investigaciones— sus propuestas. El resultado es
delirante, como por ejemplo en los pretendidos casos
de «catalanismos
»
del Lazarillo. Por otra parte, la
prueba del algodón es muy sencilla: basta con ir a los
catálogos de producción científica (
Research Gate,
Regesta Imperii, Google Scholar, Dialnet
, etc.) para
comprobar si Bilbeny o los bilbenyianos tienen algu-
na publicación en revistas con filtros científicos, esto
es, con académicos y universitarios que den credibi-
lidad científica a los textos que escriben. El resultado
es que no aparecen en ninguno de esos catálogos, ya
que ninguna publicación (ni de Cataluña ni de Espa-
ña, pero tampoco de Francia, Reino Unido, EE. UU.
o de donde sea) con unas mínimas garantías acadé-
micas puede aceptar sus invenciones sin fin.
Además, decidí compartir esa misma polémica en
mi muro
31
de Facebook y se añadieron diversos co-
mentarios muy interesantes, como uno del guionista
Paco López Barrio: «En el fondo del
affaire
Bilbeny
me parece que lo que hay son unas posturas cercanas
al racismo y a la xenofobia. En resumen, su postura se
podría definir así: España y los españoles son un pue
-
blo tan, tan, tan desgraciado, tan piojoso, tan odioso
y tan enfermo que ninguna cosa buena pueden haber
hecho nunca en ningún terreno, ni en la literatura, ni
en las artes, ni en ningún otro fruto del pensamiento y
el trabajo. Por lo tanto, todo lo que podamos encontrar
de estimable en ellos es, sin duda robado. ¿A quién?
A los catalanes, suma de todas las perfecciones huma-
nas por la gracia de Dios. Amén [...] Y duele porque
el españolismo más rancio encuentra en él la excusa
perfecta para descojonarse de todos nosotros, que no
tenemos ninguna culpa». O los de los historiadores
catalanes Andreu Navarra —«representa la peor cara
del nacionalismo banal, inventa patrañas-mito»—,
Ramon Sarobe —«cobran de las arcas públicas, y es-
tafan a la gente que compra sus libros, hacen negocio
de la mentira»— y Francesc Xavier Hernàndez: «Este
pobre país nuestro tiene la autoestima tan baja que
incluso los charlatanes de feria alcanzan éxitos... lo
de Bilbeny es una vergüenza nacional, un síntoma de
cómo de enferma está nuestra cultura».
O también la bibliotecaria Maria Josep Cortés:
«Dice mentiras, animaladas, y las dice como si fueran
verdades. Y eso no está bien, sea en la disciplina que
sea. Hace daño a la razón. La historia es un disciplina
rigurosa, un instrumento de análisis del pasado que
nos permite entender la realidad, el presente. Deva-
luarla y maltratarla de esa manera hace daño, un daño
colectivo». Y yo mismo, en la línea de todos esos
comentarios, traté de rematar la cuestión apuntando
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que: «Bromas y manga ancha con mezquinos que
dicen que Marco Polo, Amerigo Vespucci, Lorenzo
Valla, Cervantes o Leonardo da Vinci eran catalanes,
ni una... Bilbeny representa el desprecio a todo razo-
namiento científico, lo peor que se puede desear en
una sociedad que quiere progresar socialmente. Es el
rollo de “como no causan daño a nadie, que vayan ha-
ciendo…” ¡Claro que causan daño! Causan daño a la
razón, a la ciencia, a los intentos de comprender y me-
jorar la sociedad a través del pensamiento razonado.
Si deseáis comprar la moto a Bilbeny, a los sanadores,
a los de Nueva Acrópolis o a los demagogos baratos,
hacedlo, pero contáis con toda nuestra oposición».
No solo eso, sino que al día siguiente descubrí un
vídeo
32
en el que Bilbeny hacía público uno de sus
nuevos pretendidos «descubrimientos»: el humanista
e historiador italiano del siglo
xv
Lorenzo Valla sería
un catalán de nombre Llorenç Desvalls. Así las co
-
sas, ya serían catalanes Leonardo da Vinci/Lleonard
della Rovere, Pietro Martire de Anghiera/Pere Màr-
tir de Anguera, Amerigo Vespucci/Aimeric Despuig
y Lorenzo Valla/Llorenç Desvalls, por lo que, según
Bilbeny —y con no sé qué manía persecutoria que
tendrían también los italianos hacia los catalanes—,
el Renacimiento italiano «en el fondo sería algo im-
pulsado —al menos en parte— por los catalanes en
Italia y eso es lo que se ha borrado de la Historia»...
Compartí también el vídeo en mi muro
33
y, si se ve
por completo, se comprueba que, como destacaba el
historiador valenciano Ferran Esquilache, Bilbeny
afirma sin rodeos que «ha desarrollado dicha teoría a
partir de la coincidencia del nombre, “y unas cuantas
curiosidades más”... ¡¡¡Vivan las curiosidades histó-
ricas!!!». Y es que, en plena relación con ello, este
es un caso tremendamente claro de
cherry picking
: si
te cuentan esas cuatro coincidencias que expone en
el vídeo y no te explican absolutamente nada más de
los datos que se conocen de Lorenzo Valla a través de
las investigaciones historiográficas realizadas durante
décadas y décadas, te lo puedes creer perfectamente.
El problema es que la biografía de Lorenzo Valla es
clara y conocida desde hace siglos, con declaraciones
y apuntes suyos y sabiendo todo el mundo de dónde
venía y cuál era su trayectoria, y con investigaciones
hechas por los mismos italianos y por holandeses,
alemanes y franceses a lo largo de los tiempos hasta
la primera gran biografía moderna del personaje,
Vita
di Lorenzo Valla
, publicada por Girolamo Mancini en
Florencia en 1891, que se puede encontrar en pdf en
la red
34
. Se saben muchísimas cosas de él: que su pa-
dre era un abogado de Piacenza trasladado a Roma
—donde nació él—, que su madre quedó viuda relati-
vamente joven, que la mayoría de sus hermanos mu-
rieron antes que él, que se fue a estudiar a Florencia
y que estaban allí sus maestros, qué amigos tenía en
Roma, cómo se fue después a Pavía para ser catedrá-
tico en la Universidad, los textos que escribió en cada
momento, etc., etc., etc. Es así como lo recoge la
Stan-
ford Encyclopedia of Philosophy
35
, con una extensa
bibliografía, y cómo lo acepta y valida toda la his-
toriografía internacional, ante la avalancha de datos
archivísticas y textuales que así lo certifican. ¡Cuatro
cerezas azules no hacen que las cerezas dejen de ser
rojas! Incluso el último lugar de descanso de Lorenzo
Valla
36
, la tumba a la que lo trasladaron en 1825, en
la archibasílica de San Juan de Letrán —la catedral
de Roma—, indica en la primera línea de su inscrip-
ción los datos ya recogidos en su primera sepultura:
«Laurentio, Lucae f[ilio], Vallae, ortu rom[ano], Pla-
centia oriundo» (Lorenzo Valla, hijo de Luca, nacido
en Roma, oriundo de Piacenza)
37
.
De hecho, en el mismo escrito de Facebook don-
de expliqué esto
38
, Antoni Biosca, profesor de Filo-
logía Latina de la Universidad de Alicante, relató su
experiencia de primera mano con la personalidad y
los textos de Lorenzo Valla: «Coincido contigo sobre
Valla. Dediqué un tiempo a traducir al castellano para
Akal su
Refutación
y no vi nada de eso. Es más: Valla
trabajaba para Alfonso el Magnánimo (y, aparte de la
Refutación
, encargo del rey, escribió la vida del padre
de Alfonso, Fernando I) y pudo sacar a colación su
supuesta catalanidad, cosa que nunca hizo. Lo que es
¡Claro que causan daño! Causan daño a la
razón, a la ciencia, a los intentos de comprender
y mejorar la sociedad a través del pensamiento
razonado
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más triste es que el papel de la Corona de Aragón en
Italia es interesantísimo y en muchas ocasiones no se
le ha prestado el interés que merece, y no hay que ha-
cer estas cosas para reivindicar nada, ya que la reali-
dad histórica es en sí bastante más interesante». Como
apuntaba él mismo en otro de estos diálogos
39
, abun-
dando en el método de la supresión de pruebas que
practican los bilbenyianos: «Hay muchos ejemplos de
manipulación a base de confundir una coincidencia
no sistemática con una coincidencia sistemática. Si no
se repite la coincidencia, esta no muestra nada. Pon-
gamos un ejemplo. El río que pasa por Washington
tiene nombre de origen algonquino: Potomac. Es un
nombre similar a la palabra
río
en griego, y podría dar
pie a explicaciones maravillosas sobre el origen grie-
go de los algonquinos y, quién sabe, de otros pueblos
estadounidenses. Pero el método científico no puede
funcionar así. ¿Hay más coincidencias entre las len
-
guas griega y algonquina? No. Pues es simplemente
una coincidencia. Nada más».
En el mismo hilo de Valla intervino el arquitecto
y profesor Diego Gordillo para defender parte de las
formulaciones de los bilbenyianos, como, por ejem-
plo, que con el
Tirant lo Blanch
habría estado a punto
de pasar lo mismo que ellos dicen que pasó con el
Quijote
, es decir, que los castellanos lo habrían tra-
ducido del valenciano/catalán y habrían tratado de
hacer desaparecer todos los ejemplares originales
para apropiarse de la obra. Según apuntaba Gordillo,
«hasta que no se encontró el
Tirant Lo Blanc
en cata-
lán, se pensaba que era originalmente en castellano,
y ligeramente posterior a la obra de los valencianos
Joanot Martorell y Martí Joan de Galba». Otra mues-
tra bien clara de
cherry picking
, de falacia de pruebas
incompletas. Sí, es cierto que el
Tirant lo Blanch
se
publicó en Valencia y Barcelona en 1490 y 1497, y
no se volvió a editar en su lengua original hasta el
año 1905; sí, es cierto que en 1511 se publicó traduci-
do al castellano en Valladolid sin asignarle la autoría
original de Joanot Martorell, como si fuera anónimo;
sí, es cierto que las traducciones europeas que se hi-
cieron posteriormente, al italiano y al francés hasta
finales del siglo
xviii
, se realizaron sobre la traduc-
ción castellana y diciendo que el anónimo autor debía
ser un «espagnol»
40
—pese a que, al mismo tiempo,
también tenían claro que debía ser de Valencia, por
la referencia interna a la ciudad que hay en la obra—.
En consecuencia, si solo te explican todo esto, sí, es
cierto: «Oh, los malvados castellanos nos roban los
clásicos!».
El problema es que del
Tirant lo Blanch
de Valencia
y Barcelona nos han llegado materialmente hasta siete
ejemplares diferentes
41
—no es tan fácil que las edi-
ciones desaparezcan por completo— y que al mismo
tiempo que en el extranjero se decía todo aquello du-
rante el siglo
xviii
, en casa nuestra los eruditos tenían
bien claro que era una obra originalmente editada aquí
y en «lemosín». Por ejemplo, así lo dejaba escrito el
bibliógrafo valenciano Vicent Ximeno en su catálo-
go de
Escritores del Reyno de Valencia
publicado en
1747
42
, haciendo referencia, además, al gramático e
historiador catalán Antoni de Bastero, que había visto
un ejemplar original en Roma:
Pedro Juan Martorell, cavallero, natural de Valen-
cia, a quien D. Antonio Bastero, cavallero barcelonés,
en su
Crusca Provenzale
, impresa en Roma año 1724,
llama «Una de las mas esclarecidas luzes de nuestra
lengua» escribió en lemosín un libro de caballerías,
en el qual descubrió el discretísimo Miguel de Cer-
vantes Saavedra «Un tesoro de contento y una mina
de passatiempo»[...]
Tirant lo Blanch
: Dícese que se
estampó en Valencia año 1480. Holgáramos de ver un
ejemplar que D. Antonio Bastero vió en Roma, en la
Libreria de la Sapiencia . [...] La cuarta parte de ella,
que dexó intacta su autor, la traduxo, o fingió averla
traducido a la misma lengua valenciana [de l’anglés
al portugués i del portugués al valencià, com es pre-
sentava el
Tirant
en les primeres pàgines], Martín
Juan de Galba, cavallero, a instancia de Doña Isabel
de Loris [...] y según esto parece que también pode-
mos contar a este cavallero por escritor valenciano
.
Por si fuera poco, cuando los historiadores moder-
nos se han puesto a investigar en los archivos la vida
de Joanot Martorell y su familia, enseguida han en-
contrado cientos de datos que han dado cuerpo a obras
tan completas como
Joanot Martorell. Biografía ilus-
trada y diplomatario
43
, preparada por el archivero
valenciano de origen castellano Jesús Villalmanzo.
Porque esa es otra: nuestros archivos están llenos de
Lorenzo Valla (Internet Archive Book Images)
el esc
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datos fehacientes conservados en series sistemáticas,
que muestran claramente que no ha habido ningún in-
tento de persecución o apropiación histórica, ni nada
por el estilo. Si esa era la idea de una imaginaria cen-
sura secular anticatalana o antivalenciana, lo primero
que habrían hecho sus promotores hubiera sido hacer
desaparecer el Archivo Real de Barcelona, el Archivo
del Reino de Valencia y todos los archivos municipa-
les, que conservan millones de informaciones sobre
nuestro pasado. Lo que intentamos hacer los histo-
riadores es investigar en esos archivos para recoger
datos y conjugar los nuevos datos reunidos con los
que ya se conocen de investigaciones previas para dar
explicaciones lógicas y razonadas, en función de los
conocimientos que tenemos de las sociedades preté-
ritas de cada época, a todo ese conjunto de datos, sin
dejarnos ninguno (y si algunos no encajan, lo decimos
explícitamente, planteando hipótesis de trabajo y es-
perando a tener más datos que las ratifiquen o refuten
mediante nuevas investigaciones).
Lo que hacen Bilbeny y los bilbenyianos es la an-
títesis de todo esto. Es coger cuatro datos extraídos
de aquí y de allí, hacer un planteamiento determinado
basándose en esos cuatro datos, escondiendo todos los
demás que lo refutan o rechazándolos en función de
prejuicios apriorísticos —no en el conocimiento real
de la sociedad del momento— y acumulando solo los
datos que parecen reforzar el planteamiento inicial,
por muy alocado que este sea, dada la infinidad de in
-
vestigaciones e informaciones que lo invalidan —pero
que se obvian—. Esto es la antihistoria, la anticiencia.
Y sería una verdadera lástima que la sociedad catalana
—o la valenciana— quisiera construir su conocimien-
to histórico colectivo a través de la invención direc-
ta y del antirracionalismo. Pensaba que los catalanes
aspiraban a ser aquella sociedad «noble, culta, rica,
libre, despierta y feliz» que cantaba el poeta. Ese se-
guro que no es el camino. Así que me gustaría pedir
un poco de seriedad a los medios de comunicación,
a las figuras públicas, a los organismos políticos, a
las organizaciones institucionales y a las asociaciones
cívicas y culturales con el fin de acabar con esta lacra
para la cultura de un país que es el impulso de la pseu-
dohistoria.
¡Basta de falacias bilbenyianas!
Notas:
Enlaces verificados a mayo de 2020
1
Traducción de Alfonso López Borgoñoz del texto ori-
ginal de Vicent Baydal en valenciano, publicado en http://
www.ventdcabylia.com/2017/05/ja-nhi-ha-prou-de-falla-
cies-bilbenyianes.html
2
https://ca.wikipedia.org/wiki/Jordi_Bilbeny
3
http://www.ventdcabylia.com/2007/11/bertn-osborne-
s-catal.html
4
http://www.ventdcabylia.com/2007/11/reivindicaci-de-
la-qualitat-cientfica.html
5
http://www.ventdcabylia.com/2008/01/vives-potser-en-
catal-i-perseguit-per.html
6
http://www.ventdcabylia.com/2008/05/els-venecians-
probablement-conxavats.html
7
https://www.inh.cat/articles/El-Cid-de-Valencia-era-
catala-o-Quan-i-com-els-catalans-van-fer-Espanya
8
https://www.inh.cat/articles/Una-llegenda-catalana-
sobre-Santa-Teresa
9
https://www.inh.cat//articles/El-ball-de-cognoms-so-
bre-l-humanista-Lorenzo-Valla
10
https://dbalears.cat/cultura/2014/08/19/282647/jordi-
bilbeny-vinci-fill-perdut-casa-reial-catalana-napols.html
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Escriva-o-Joan-d-Olzina-
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Sería una verdadera lástima que la sociedad
catalana —o la valenciana— quisiera construir su
conocimiento histórico colectivo a través de la
invención directa y del antirracionalismo
el esc
é
ptico
65
Primavera 2020
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9631011737379/?type=3&theater
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4795398/1549631011737379/?type=3&comm
ent_id=1550153801685100&reply_comment_
id=1551774074856406&comment_tracking=%7B%22tn%2
2%3A%22R9%22%7D
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http://www.cervantesvirtual.com/portales/joanot_
martorell_i_el_tirant_lo_blanc/obra-visor/histoire-du-vai-
llant-chevalier-tirant-le-blanc--0/html/ffde0246-82b1-11df-
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http://www.cervantesvirtual.com/portales/joanot_
martorell_i_el_tirant_lo_blanc/edicions/
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En la página 52-53 del pdf: http://bivaldi.gva.es/es/
catalogo_imagenes/imagen.cmd?path=1002906&posicion
=1®istrardownload=1
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http://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/joanot-
martorell-biografia-ilustrada-y-diplomatario--0