background image

el esc

é

ptico

30

Primavera 2020

Introducción

Hay sentencias que son inapelables. Permanecen 

enquistadas en el imaginario popular, sin importar 

la base de realidad en la que se fundan. La verdad 

histórica, a pesar de sus luchas, queda circunscripta a 

un reducido núcleo de historiadores profesionales, en 

una batalla que se percibe perdida desde el principio. 

Otros copan la escena y se aprovechan del elitismo en 

el que se encapsulan algunos académicos para impo-

ner unas versiones que, una vez enraizadas, plantan 

fantasías verosímiles, aunque falsas. Alimentada por 

pasiones ideológicas e ignorancia, una alta dosis de 

sensacionalismo periodístico y teorías conspirativas, 

la interpretación histórica, descontextualizada, mani-

pulada, falseada por prejuicios y fantasías, se injerta 

en el imaginario colectivo muy a pesar de las pruebas 

en su contra.

La historia política argentina está llena de esas 

«verdades reveladas». Veredictos que se repiten una y 

otra vez como parte de un discurso que no exige prue-

bas de ningún tipo. En este artículo quiero detenerme 

en una de esas sentencias, que alimenta a una industria 

editorial en crecimiento: el discurso que afirma que la 

Argentina fue tras la II Guerra Mundial un «nido de 

nazis», refugio para decenas de miles de criminales 

de guerra, auxiliados por poderosas organizaciones 

secretas (como es el caso de la mítica 

Odessa

) y la 

anuencia de un gobierno nacional, el de Juan Perón, 

calificado como abiertamente nazi-fascista y partíci

-

pe necesario en una conspiración internacional que 

pretendía restaurar un 

IV Reich

 alemán desde nuestro 

país.

Basta con recorrer cualquier librería porteña para 

advertir cuán arraigada está la idea. Libros que saltan 

rápidamente a los programas televisivos, con títulos 

como los siguientes: 

El escape de Hitler

Nazis en el 

Sur

Los secretos de Hitler

Hitler murió en Argenti-

na

América nazi

Fuga de nazis a la Argentina

Ul-

tramar Sur, Guía nazi de Bariloche

 y tantos otros más 

que no hacen otra cosa que alimentar el cuento y, de 

paso, fomentar el histórico 

autoescarnio

 al que nos 

acostumbraron  muchos  de  nuestros  mayores.  ¿Qué 

otra cosa podía esperarse de un 

país de cuarta

 como 

el nuestro?

1. Nazis por doquier

Desde la década de 1950, y a instancias de un zoó-

logo de origen belga, Bernard Heuvelmans, un térmi-

no se impuso exitosamente dentro del mundo de las 

pseudociencias: 

Criptozoología

. De acuerdo con los 

«especialistas

»

, esta disciplina plantea rastrear, loca-

lizar e identificar animales desconocidos e ignorados. 

Seres que nunca existieron más allá de la imaginación 

o el deseo del investigador, con el Yeti, el monstruo 

del lago Ness o el 

Chupacabras

 como los más famo-

sos.

En este trabajo utilizaremos, irónicamente, el neo-

logismo 

criptonazilogía

 a efectos de comparar las 

persistentes búsquedas de nazis en nuestro país con 

la heterodoxa pesquisa de monstruos zoológicos. Las 

dos disciplinas no hacen más que buscar y vender 

humo, y no creemos ver diferencias entre un Hitler 

vagando por la Patagonia, un monstruo peludo de tres 

metros de altura secuestrando leñadores o el ratón Pé-

rez dejando dinero debajo de la almohada a cambio 

de dientecitos.

Ambas, más allá del parecido gramatical, compar-

ten una serie de características: las dos se alimentan 

de especulaciones, exageraciones, fantasías, fraudes, 

La delirante búsqueda 

de 

nazis ocultos

en 

Argentina

Fernando Jorge Soto Roland

Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP, Argentina.

Apasionantes novelas de espionaje que algunos se 

empeñan en convertir en realidad

Dossier

background image

el esc

é

ptico

31

Primavera 2020

tergiversaciones y un deseo irracional (nunca apoya-

do en evidencias serias) de querer ver indicios por to-

das partes. Pero las intenciones político-ideológicas, 

indistinguibles en el caso de los animalitos extraños, 

juegan un papel fundamental cuando tratamos sobre 

las supuestas legiones de jerarcas de las 

SS

 escondi-

dos.

Porque hay algo más que obvio: en tanto que la 

criptozoología

 

persigue entidades del todo imagina-

rias, la 

criptonazilogía

 

parte de un sustrato que se 

apoya en personajes reales que nadie puede negar 

que hayan existido. Esto es lo que la vuelve mucho 

más verosímil y susceptible de ser aceptada como una 

rama 

sui generis

 de la «investigación histórica», po-

sible y creíble.

Enumeremos los factores que hacen que ejercicios 

intelectuales de este tipo tengan tanta vigencia, y que 

la 

criptonazilogía

 sea aceptada por tanta gente: 

 

y

El siempre presente espíritu romántico, inclina-

do a buscar aquello que está oculto o perdido, y que 

despierta asombro o miedo.

 

y

El gusto por el misterio

 

y lo extraordinario.

 

y

La búsqueda de la alteridad. 

 

y

La vocación por ir a contramano del relato «ofi

-

cial» establecido.

 

y

El espíritu reivindicativo y heroico, que en el 

caso  de  los  nazis  está  más  que  justificado,  dado  el 

contexto de represión, censura y muerte mientras de-

tentaron el poder.

 

y

La bibliografía antiperonista, que se empeñó y 

se empeña en considerar Argentina como la fantástica 

cuna potencial de un 

IV Reich

 dirigido por Perón.

 

y

La propaganda norteamericana, empeñada en 

catalogar como fascista al gobierno argentino de en-

tonces. Conducta que no ha dejado de repetir a través 

de la cultura popular televisiva y cinematográfica.

 

y

La 

autosubestimación

 nacional, a partir de la 

cual «

en este país todo

 (lo peor) 

es posible

».

 

y

El gusto por las conspiraciones internacionales, 

en las que secretas organizaciones criminales operan 

libremente, sin que nadie lo note.

 

y

La necesidad de corporizar a los «malos» en una 

background image

el esc

é

ptico

32

Primavera 2020

trama histórica caricaturizada e infantiloide.

 

y

La  influencia  de  los  medios  de  comunicación, 

insuflando las noticias con sensacionalismo (muy re

-

dituable, por cierto).

 

y

Las ficciones de ciertas novelas, películas y se

-

ries de televisión, tomadas como verdades absolutas, 

en especial durante la Guerra Fría (véase, como ejem-

plo, 

El archivo de Odessa

1

 o 

Los niños del Brasil

2

). 

En la literatura argentina de los últimos años también 

encontramos ejemplos significativos

3

.

 

y

La errada tendencia de considerar infalibles los 

testimonios orales, los rumores y los documentos ela-

borados por los servicios de inteligencia, inmersos 

siempre en una guerra de mentiras y desinformación

4

.

 

y

La escasa difusión de las investigaciones histó-

ricas serias

 

que descartan todo ese alud de tonterías.

Todos y cada uno de estos factores contribuyen a 

que un puñado de autores con enorme éxito en las li-

brerías siga desinformando y deformando el pasado.

2. Éxitos y fracasos en la lucha por el imaginario

Guiado por la vocación docente que me inspira 

desde hace más de veinticinco años, quisiera identi-

ficar  claramente  las  principales  obras  y  autores  que 

vienen tergiversando y reescribiendo la historia del 

nazismo en Argentina en clave ficticia y alimentando 

especulaciones sin sentido. Como he dicho en más de 

una oportunidad: los nazis venden bien. Son excelen-

tes protagonistas en los textos de ficción, sin nombrar 

los grupos de ultraderecha que sueñan con volver a 

imponer esa nefasta ideología.

Desde el oro nazi, los experimentos genéticos de 

Mengele en Brasil, pasando por las bases secretas del 

III Reich en la Antártida, el 

tour turístico

 de Hitler por 

Córdoba, Bariloche o Mar del Plata, hasta la omni-

presencia de 

Odessa

 en los gobiernos argentinos, las 

expediciones secretas en la zona del cerro Uritorco y 

los supuestos submarinos 

U-Boot 

desembarcando je-

rarcas y tesoros en las costas patagónicas, todo es un 

fárrago de delirios muy asentados. Por esto, y como 

es probable que muchos nunca se tomen el trabajo 

de leer las investigaciones académicas y serias que 

existen, considero importante develar quiénes son los 

principales responsables de toda esta exitosa locura 

editorial.

Cada quien hace con el pasado lo que quiere

Excepto, claro está, los historiadores intelectual-

mente honestos. Pero estas dos últimas premisas po-

drían eximir a muchos de los escritores que critica-

mos, por el sencillo motivo de que ninguno de ellos 

es historiador de carrera ni se ha formado como tal, 

por más que acepten en público (tácitamente) el tí-

tulo. Que yo sepa, no se ponen colorados cuando, en 

los muchos documentales extranjeros que los convo-

can, se los identifica como «historiadores» en el zó

-

calo de la pantalla. Dicen ser (y permiten que digan) 

algo que nunca fueron, puesto que, como periodistas, 

no tendrían la autoridad suficiente para sentenciar las 

tonterías que difunden. Los hay poco serios y muy 

poco serios. Están los que mechan sucesos reales con 

fantasías y los que escriben sobre hechos completa-

mente ficticios sin ponerse colorados ni anunciar que 

lo son. A partir de fuentes mal interpretadas, ignora-

das o cambiadas a propósito, terminan basándose en 

elucubraciones personales, sin otro sustento que sus 

propios delirios conspirativos. Como los cazadores de 

monstruos de la criptozoología, 

quieren creer

. Y una 

vez puestos a escribir (y publicar), ya no hay camino 

de retorno: 

deben creer

 sus propios inventos. Es parte 

del negocio.

Fama y fortuna

Es lo único que, a la postre, interesa. Alguien dijo 

una vez que «no hay hechos, sino solo interpretacio-

nes». Es cierto. Pero los grados de las mismas varían. 

No puede uno interpretar cualquier cosa a partir de la 

nada, excepción hecha a los novelistas. Pero ninguno 

de estos autores se define como tal, aunque, última

-

mente, uno se haya lanzado abiertamente al campo de 

las letras. No hay reproche en ello, siempre y cuando 

no quiera vender como cierto aquello que él mismo 

imaginó.

El personaje de esta historia que más ha sido tra-

vestido es, a no dudarlo, el propio fundador del na-

Alimentada por pasiones ideológicas e ignoran-

cia, la interpretación histórica, descontextualizada, 

manipulada, se injerta en el imaginario colectivo 

muy a pesar de las pruebas en su contra

background image

el esc

é

ptico

33

Primavera 2020

zismo: 

Adolf Hitler

. Sobre él se ha dicho de todo; en 

especial, respecto de su suerte tras la guerra. Para esta 

camarilla de escritores 

revisionistas

 (como los deno-

mina con cierta ironía el historiador Ignacio Klich), 

no hay límites a la hora de ubicarlo en los sitios más 

exóticos del planeta.

En fuga, y apoyado por poderosas organizaciones 

secretas y gobiernos colaboracionistas (como dicen 

que fue el de Perón), el bienamado 

Führer

 habría es-

tado por medio mundo en pos de un refugio seguro 

desde donde refundar su imperio. Por ello hay libros 

que lo ubicaron en la Antártida, en el Tíbet, en el sur 

argentino, en Córdoba, Colombia, Brasil y Chile, por 

nombrar unos pocos «posibles» destinos. Es como si 

el líder se negara a morir, reapareciendo, una y otra 

vez, como el ave Fénix resucita de sus propias ceni-

zas (dejadas, efectivamente, muy cerca del búnker de 

Berlín). Ubicuo, como el dios que pretendió ser.

Todo esto es posible gracias a un acrítico periodis-

mo de investigación que resucitó, a partir de media-

dos de los años ochenta, rumores y alocadas hipótesis 

difundidas en viejos diarios y revistas de la posguerra. 

Los condimentaron con miles de datos (ciertos, dudo-

sos y falsos) y volvieron a imponerlos con fuerza en 

la industria editorial y en el cine. La película 

Oro nazi

basada en el libro escrito por Jorge Camarasa, es el 

mejor ejemplo de ello

5

.

Pero, ¿qué otros heraldos, en la búsqueda de nazis 

en Argentina, han desplegado su desbocada imagina-

ción?

Llámame legión, porque somos muchos

Desde hace más de diez años, historiadores de 

renombre internacional vienen librando una batalla 

contra la imposición mediática de falsedades, cuyos 

únicos responsables son un hatajo de escritores ca-

rentes de escrúpulos, pero que tienen la batuta fuera 

del ámbito de la historia científica. Y en una sociedad 

de consumo, ávida de 

bibliografía chatarra

, no es de 

extrañar que la difusión de sus ideas tenga un éxito so-

bresaliente. No hay que esforzarse mucho para com-

probar que un altísimo porcentaje de personas sigue 

creyendo que Argentina fue el principal país receptor 

de criminales nazis después de la guerra, o que de-

cenas de submarinos del III Reich deambularon por 

las costas descargando gente y oro, mucho oro, para 

financiar un hipotético y futuro partido nacionalsocia

-

lista en América. Ni qué hablar, como hemos señalado 

más arriba, de aquellos que aseveran que Hitler an-

duvo por estas latitudes (junto a Eva Braun y Martin 

Bormann).

¿En qué hemos fallado los historiadores para que 

esto ocurra? ¿Por qué las producciones académicas, 

sustentadas en fuentes primarias bajo la supervisión 

El cazador de nazis 

Simon Wiesenthal, 

durante una conferencia. 

(Wikimedia)

background image

el esc

é

ptico

34

Primavera 2020

de profesionales de fuste (que las hay), no traspasan 

las paredes de las aulas universitarias? ¿Por qué no 

llegan al gran público y permiten, en ausencia, la per-

manencia y cíclica reedición de libros y «teorías» que 

sabemos  descabelladas?  ¿Acaso  esto  se  deba  a  pre

-

juicios  con  relación  a  la  tarea  de  divulgación?  ¿De 

qué sirve, entonces, el esfuerzo de tantos intelectuales 

honestos si a la postre sus investigaciones quedan re-

ducidas a muy pocos lectores (y que, cuando llegan 

a personas no especializadas, les resultan tediosas y 

engorrosas)?

Algo anda mal en el gremio. Tal vez sea una cues-

tión de estilo. Todavía existe la tendencia a decir las 

«cosas en difícil», como si así se pudiera escalar más 

alto en el escalafón de la Academia; sin advertir que, 

de ese modo, la tarea pedagógica queda circunscripta 

a un pequeño número de especialistas.  Elitismo

 

ver-

sus

 

masividad.

En mi modesta opinión, la divulgación sencilla y 

clara de temáticas que, analizadas en profundidad 

pueden resultar complejas, es una obligación moral; a 

menos que deseemos seguir despotricando contra las 

barbaridades que se leen o escuchan por televisión. 

Hay que copar los espacios que otros han copado con 

mayor éxito. Claro que para que eso ocurra tiene que 

producirse también un cambio en el mundo de las 

editoriales, que aún ven el negocio en la publicación 

de una historia de base conspirativa. Cuando seamos 

conscientes de que todo es factible de ser transmitido 

de manera entretenida y fácil, promoviendo un debate 

necesario y serio entre los lectores, empezaremos a 

ganar posiciones de relieve en un universo intelectual 

acosado por lobos.

Hay que divulgar lo que ya sabemos. Combatir, 

como aconsejaba Lucien Febvre, en cuanto frente se 

presente. No dejar pasar la discusión. Derribar mitos. 

Esa es, según Eric Hobsbawm, la función primera de 

la Historia. Solo de ese modo la gente tendrá conoci-

miento sobre qué fue la 

Ceana

6

, quiénes la integraron 

y a qué resultados llegó. Caso contrario, los 

cazadores 

de nazis

 seguirán alimentando las fantasías morbosas 

de millones de lectores.

A día de hoy la batalla parece perdida. Pero la his-

toria tiene sus tiempos. Como proceso en permanen-

te cambio, se reactualiza a la luz no solo de nuevos 

documentos, sino a partir de nuevas preguntas, naci-

das de contextos distintos. Claro que los mitos no se 

destruyen de un día para otro. Y cuando tienen buena 

parte de la industria editorial de su lado, el problema 

se complica.

Las nuevas respuestas (aquellas que rebaten las 

teorías conspirativas que venimos criticando) son to-

davía jóvenes. Hay que luchar contra setenta años de 

ideas instaladas. Pero la semilla de una nueva inter-

pretación, fundada en datos seriamente investigados, 

ha empezado a germinar. Vayamos, entonces, a los 

bandos en conflicto.

Los unos

El listado de los autores revisionistas es largo. Los 

hay famosos y no tanto. Nacionales y extranjeros. 

Pero todos coinciden, en gran parte, con las ideas ex-

puestas anteriormente. He aquí un listado de algunos 

de ellos: Abel Basti

7

, Alfred Jarschel (pseudónimo de 

Werner Brockdorff)

8

, Benjamin Stern y Pelagia Lew-

inska

9

, Carlos De Nápoli

10

, Eric Frattini

11

, Gerrard Wi-

lliams y Simón Dunstan

12

, Jeff Kristenssen (pseudóni-

mo de Manuel Monasterio)

13

, Jorge Camarasa

14

, Juan 

Salinas

15

, Ladislao Szabó

16

, Mariano Llano

17

, Miguel 

Serrano

18

, Nahuel Coca

19

, Osvaldo Muray

20

, Patrick 

Burnside (pseudónimo de Patricio Scaramucci)

21

, Sil-

vano Santander

22

, Uki Goñi

23

, Wilhelm Mattern

24

.

Los otros

Atrincherados desde los repositorios documenta-

les más importantes del mundo, bien entrenados en 

el análisis de los mismos, los siguientes historiado-

res y arqueólogos son los principales refutadores de 

los argumentos conspirativos. A ellos les debemos la 

desmitificación y reconstrucción de un pasado del que 

se han venido diciendo muchas tonterías. Son Beatriz 

Figallo

25

, Cristian Buchrucker

26

, Heinz Schneppen

27

Holger Meding

28

, Ignacio Klich

29

, Mario Goloboff

30

Mónica P. Valentini y Javier García Cano

31

 o Ronald 

Newton

32

.

A día de hoy la batalla parece perdida. Claro que 

los mitos no se los destruye de un día para otro. Y 

cuando tienen buena parte de la industria editorial 

de su lado, el problema se complica

background image

el esc

é

ptico

35

Primavera 2020

3. Verdades que ya no son

Desde finales de la II Guerra Mundial se ha esta

-

do desinformando al público no especializado. Le-

yendas, mentiras y exageraciones de lo más delirante 

(como las que dicen que los ovnis eran armas secretas 

de los nazis) terminaron tergiversando el pasado, sin 

que los historiadores profesionales pudieran explicar 

cómo fueron en realidad las cosas. Así pues, los mitos 

se acumularon y parte del devenir histórico de Argen-

tina se vio falseado. Pero hay ya vientos renovadores 

que alientan nuestro alicaído optimismo.

De a poco, honestos trabajos de investigación em-

pezaron a despejar el panorama. Gracias a un acceso 

más fluido a la documentación acumulada y desclasi

-

ficada por los gobiernos, tenemos los elementos para 

desacreditar las viejas producciones y desenmascarar 

a los «legionarios» arriba consignados. Este artículo 

pretende contribuir con ese coro. Difundir algunas de 

las fundadas conclusiones a las que han llegado los 

miembros de la 

Ceana

 y otros historiadores que tra-

bajaron honorable y desprejuiciadamente en el tema.

Mitos

Es falso

 que los escritores «revisionistas» hayan 

consultado los principales archivos. De haberlo he-

cho, sus resultados hubieran sido muy diferentes a los 

publicados. Una de sus estrategias discursivas ha sido 

la de rendir culto a 

fuentes misteriosas y secretas

, ru-

mores y testigos anónimos de los que no consignan 

ningún dato. El aparato erudito de sus libros es nulo (a 

excepción de Uki Goñi), y se escudan denunciando la 

supuesta dificultad de acceder a los repositorios de las 

chancillerías y otras instituciones. En muchos casos 

sustentan sus ideas conspirativas en documentos que 

se saben falsos o en la opinión de otros escritores pre-

vios, repitiendo así sus errores. Por otro lado, tienden 

a rellenar las naturales lagunas con especulaciones 

descabelladas, propias de obras de ficción.

Es falso

 que submarinos (

U-Boote

) del III Reich 

hayan llegado en grupo a las costas de la Patagonia, 

desembarcando subrepticiamente bienes y personas 

tras la guerra. Los únicos de los que se tienen pruebas 

efectivas, y que arribaron después de mayo de 1945 a 

la ciudad de Mar del Plata, donde se rindieron, fueron 

el 

U-530

 y el 

U-977

. Los demás avistamientos, de-

nunciados por vecinos que vivían en el litoral, están 

insuficientemente probados. Son meros rumores ge

-

nerados por el interés popular que esos 

lobos de mar

 

despertaban en la gente y por las subsecuentes teo-

rías conspirativas. También es necesario aclarar que 

el supuesto par de submarinos que estaría en el fondo 

del golfo de San Matías, en la caleta de los Loros, es 

una leyenda. Los trabajos de arqueología submarina 

llevados a cabo por Mónica Valentini y Javier Gar-

cía Cano

33

 así lo han probado, y Ronald Newton ha 

llegado a idénticas conclusiones

34

. No hay 

U-Boote

 

hundidos en la zona, aunque convengamos en que 

la imagen del submarino desembarcando jerarcas al 

atardecer en una playa aislada y solitaria, con un ofi

-

cial realizando el saludo nazi frente a un colaboracio-

nista argentino, impacta. Es la estampa que la película 

Oro nazi

 (2005) plantó en las retinas de muchos.

Es falso

 que Adolf Hitler haya llegado a la Argen-

tina en un 

U-Boot

 (tras un periplo que, partiendo de 

Alemania, pasara por Austria, España y finalmente la 

Patagonia). Como también son falsas las aseveracio-

nes que indican que no hay documentos ni dictámenes 

que prueben fehacientemente la muerte del 

Führer 

en 

su búnker de Berlín

35

.

Es falso

 que Argentina fuera el país que recibiera 

el mayor número de criminales de guerra. Nunca fue 

la incubadora de un 

IV Reich

, a no ser en la imagi-

nación malintencionada de unos pocos autores, que 

exacerbaron la importancia que nuestro país tuvo para 

los intereses germanos. La nación que más nazis con-

centró después de la guerra fue la propia Alemania. 

La mayoría de ellos siguieron viviendo allí, integra-

dos en la sociedad (sin nombrar los que colaboraron 

Probable ruta del submarino U-977 en su huida 

hacia Argentina, en 1945 (Chrischerf, Wikimedia).

Submarino alemán U-977, tras 

su rendición en Mar del Plata.

background image

el esc

é

ptico

36

Primavera 2020

con Estados Unidos, Rusia e, incluso, Israel)

36

. Como 

bien ha expresado el historiador Holger Meding: «

la supuesta amenaza de una infiltración alemana fue 

utilizada por los norteamericanos como medio de 

presión para estimular a los gobiernos respectivos 

[de Argentina y Sudamérica]

 a confiscar propiedades 

alemanas, marcas y capitales alemanes. De esta ma-

nera, en muchos estados se eliminó al fuerte compe-

tidor de otros tiempos y se fortaleció la hegemonía 

norteamericana sobre el subcontinente

»

37

.

Es falso

 que existiera la organización 

Odessa

, res-

ponsable de la huida, ayuda económica y colocación 

en puestos claves de los criminales nazis en todo el 

mundo. 

Odessa

 fue un invento de Simon Wiesenthal

38

 

y que el periodista y escritor Frederick Forsyth

39

 ex-

plotó convenientemente en su novela homónima de 

1972

40

. Claro que su inexistencia no significa que no 

haya habido redes de auxilio a diferentes nazis en 

fuga, pero ninguna con la capacidad centralista ni el 

poder económico atribuido a 

Odessa

. Por ejemplo, 

sí tuvo un probado accionar la SARE (Sociedad Ar-

gentina de Recuperación de Europeos), que facilitó el 

ingreso al país de inmigrantes y desplazados (entre 

ellos, criminales de guerra), lo que no implica que 

estuviera dedicada a ayudar únicamente a asesinos. 

También colaboraron en la huida algunos miembros 

influyentes de la Iglesia Católica, la Cruz Roja Inter

-

nacional, los servicios de inteligencia norteamerica-

nos y, por supuesto, familiares y amigos

41

.

Es falso

 que solo Perón alentara el ingreso de cien-

tíficos nazis al país. Muchos personajes de la oposi

-

ción de entonces concordaron con los beneficios que 

eso podría traer a la industria nacional. Por otra par-

te, otros países hicieron lo mismo, 

desnazificando

 a 

ex miembros de las 

SS

 e incorporándolos a sus equi-

pos de investigación. El caso de Wernher von Braun, 

padre de la astronáutica estadounidense, es un claro 

ejemplo de ello en la Operación 

Paperclip

42

.

Es falso

 que los científicos y técnicos que se em

-

plearon en Argentina hayan sido pocos, en relación 

con los asesinos que entraron haciéndose pasar como 

tales. Según el análisis realizado sobre un total de casi 

1100 técnicos contabilizados en los archivos, solo 180 

eran buscados por crímenes de guerra. La creencia 

contraria se debió al hecho de que dos de los crimina-

les más famosos, Joseph Mengele y Adolf Eichmann, 

ingresaron al país haciéndose pasar por técnicos, lo 

que no habilita a generalizar lo mismo para todos los 

casos.

Es falso

 que todos los científicos y técnicos que en

-

traron al país fueran de descarte. Como bien indican 

Klich y Meding

43

, del total que trabajaron en varios 

proyectos militares argentinos, cerca del 40 %, «

tras 

la caída de Perón en 1955, se mudó a distintos países 

centrales, contratados para continuar con su labor 

profesional

»

44

. En pocas palabras, tan 

de cuarta

 no 

eran. Es interesante hacer notar cuánto se ha hablado 

de Ronald Richter y el Proyecto Atómico de la Isla 

Huemul, en Bariloche, practicado durante el gobierno 

de Perón. Como es bien sabido, todo resultó un fraude 

en el que el presidente argentino fue el primer embau-

cado. Pues bien, este caso se repite hasta la saciedad a 

efectos de probar la hipótesis que acá descartamos y, 

al mismo tiempo, burlarse de Perón y seguir alimen-

tando la baja autoestima argentina.

Es falso

 que los nazis levantaran laboratorios en 

zonas aisladas para continuar con sus experimentos 

secretos, tal como expone Ira Levi en su novela 

Los 

niños del Brasil

 (en la que se cuenta cómo Mengele 

clona a veinte niños a partir de los genes de Hitler con 

el fin de instaurar un nuevo Führer). La trama —no 

haría falta ni decirlo— es pura ficción, pero no han 

sido pocos los que la consideraron plausible. Todavía 

circula la leyenda de que fue cierto o «algo hubo». 

Por su parte, Camarasa dio un original giro al tema, 

proponiendo en uno de sus libros

45

 la hipótesis de su-

puestos experimentos genéticos (llevados a cabo por 

el 

siniestro doctor

) en la localidad brasileña de Cán-

dido Godoi, famosa por tener el más alto porcentaje 

de gemelos a nivel mundial

46

. De ahí a ver la mano 

de Mengele involucrada en el asunto había solo un 

paso; y Camarasa, sin que le temblaran las piernas, lo 

dio, obviando que los diarios personales de Mengele, 

recuperados tras la identificación de sus restos, nada 

hablan de Cándido Godoi o de experimentos realiza-

dos en el exilio. Por otra parte, hacia 1964 (que es 

La nación que más nazis concentró después 

de la guerra fue la propia Alemania. La mayoría 

de ellos siguieron viviendo allí, integrados en la 

sociedad

background image

el esc

é

ptico

37

Primavera 2020

cuando Camarasa especula se llevaron a cabo) el cé-

lebre doctor estaba en las cercanías de San Pablo

47

, a 

950 de kilómetros del pueblo en cuestión. El 

Ángel de 

La Muerte

, como lo llamaron, no tuvo nada que ver 

con los gemelos de esa localidad brasileña.

48

Es falso

 que Mengele haya estado tras la fórmula 

de la eterna juventud, que es lo que De Nápoli sos-

tiene en un libro carente de todo fundamento docu-

mental; sin que aparezca ni una sola cita, apoyado en 

testimonios de personas anónimas y «archivos secre-

tos».

49

 Como escrito de ficción puede resultar entre

-

tenido, pero si con ese trabajo pretendía probar algo 

serio, se equivocó.

Partiendo de que Hitler no tuvo hijos, De Nápoli 

imagina una misión secreta: la de prolongarle la vida 

muchos años y al mismo tiempo aumentar la fertilidad 

femenina a fin de engendrar miles de soldados para 

el 

Reich

. Es así como tres médicos nazis, Mengele, 

Karl Brandt (médico personal del 

Führer

) y Karl Pe-

ter Vaernet

50

 (endocrinólogo de origen dinamarqués y 

miembro de las 

SS

) emprenden un experimento en la 

misteriosa 

Barraca 14

 de Auschwitz. Allí, sometidas 

a un régimen y control estricto, veinte hermosas mu-

jeres judías habrían servido de conejillos de indias. 

Las

 elegidas de Solahuette

. Con ese nombre se las co-

noció, puesto que 

Solahuette

 era el 

spa

 que los nazis 

disponían en el mencionado campo de exterminio y 

donde las féminas estaban internadas. Lo que se bus-

caba era que las prisioneras, tras un coctel de pasti-

llas, descanso, inyecciones de extractos de hormonas 

y dieta balanceada, pudieran engendrar cada una vein-

te hijos. Además, otro de los efectos logrados sería 

un rejuvenecimiento de aproximadamente 30 años. 

La pregunta lógica es: ¿qué pasó con estas mujeres 

después de terminada la guerra? Sencillo: 

escaparon

Pero eso no es todo. De Nápoli escribe que algunas no 

perdonaron jamás lo que les habían hecho y dedicaron 

sus vidas a perseguir a los responsables. Tomaron la 

justicia por mano propia asesinando a varios de ellos, 

y Joseph Mengele había huido de Europa perseguido 

por ellas.

Es falso

 que Joseph Mengele no haya muerto aho-

gado en una playa del complejo turístico de Bertoi-

ga, el 7 de febrero de 1979, tal como dijeron Simon 

Wiesenthal y Jorge Camarasa. El estudio forense de 

sus restos

51

 y un estudio de ADN realizado en 1991 

certificaron sin margen de dudas el deceso del famoso 

criminal, desarticulando las teorías conspirativas

52

.

Cartel de la película 

Oro nazi en Argentina,

de Rolo Pereyra (2004)

background image

el esc

é

ptico

38

Primavera 2020

Es falso

 que todos los datos brindados por el céle-

bre «cazador de nazis» Simon Wiesenthal sean con-

fiables e indiscutibles, como los han considerado la 

mayor parte de los revisionistas (y a partir de los cua-

les escribieron buena parte de sus obras). Hoy, gra-

cias a la excelentemente bien documentada biografía 

de Wiesenthal, escrita por el historiador Tom Segev, 

sabemos que exageró, mintió y se equivocó en mu-

chísimas oportunidades y casos importantes

53

. Eso no 

quita que haya sido un gran publicista y haya mante-

nido el tema de la impunidad en los medios, meta de 

por sí loable. Pero no pueden tomarse sus opiniones 

como verdades eternas. Wiesenthal ha sido caracteri-

zado como un hombre egocéntrico y hambriento de 

fama, tendente en ocasiones a la fabulación

54

.

Es falso

 que el gobierno argentino haya recibido 

obras de arte expoliadas a las víctimas del nazismo

55

.

Es falso

 que los nazis hayan tenido una base secre-

ta en la Antártida, y en la que desarrollaron la tecno-

logía necesaria para la construcción de ovnis. No creo 

que haga falta abundar en ese delirio esotérico y fan-

tasioso a partir del cual muchos imaginativos autores 

reescribieron la historia geopolítica de Argentina y del 

mundo entero (para qué achicarse, ¿no?).

Es falso

 que el número de criminales nazis ingre-

sados a la Argentina haya sido de 60 000. Es una exa-

geración. Una desproporción sin sentido, más allá del 

impacto mediático que tuvo. Esta cifra parte de un 

error previo: la supuesta cantidad de afiliados que el 

partido nazi tenía en Argentina, según dijo oportuna-

mente Wiesenthal. Pero el famoso 

cazador

 se equivo-

có. Según los archivos alemanes y austríacos consul-

tados por la 

Ceana

 y recuperados por los yanquis al 

momento de tomar Berlín, el número real de afiliados 

en Argentina no era mayor a 2500 (y, obviamente, sin 

ser todos ellos criminales de guerra). Lo que sucedió 

fue algo sencillo y burdo al mismo tiempo: convir-

tieron el número (errado) de afiliados de Wiesenthal 

en asesinos nazis. Una extrapolación que contribuyó 

a alimentar el mito de la Argentina nazi.

La 

Ceana

  confirmó  el  ingreso  de  180  personas 

con pedido de captura por crímenes de guerra

56

. No 

es poco. Así hubiera sido una sola la lacra ingresada, 

el hecho sería moralmente reprobable. Pero tampoco 

hay que llevar las cosas a fantasías contra los datos 

confirmados por la historia

57

. Además, como explicó 

Ignacio Klich, si el aparato nazi directamente implica-

do en la represión fue de 250 000 personas, 180 indi-

viduos no es una cifra proporcionalmente tan grande 

como se decía.

Es falso

 que solo Argentina «haya dejado entrar a 

cualquiera» sin averiguaciones previas. Esa negligen-

cia fue común en todos los países de la posguerra.

58

 El 

origen de esta creencia, repetida hasta la saciedad aún 

hoy en día en charlas informales, creo que se encuen-

tra en dos prejuicios antes nombrados: el virulento an-

tiperonismo de parte de la sociedad y el autoescarnio 

al que nos acostumbraron nuestros mayores.

Palabras finales

El listado de los mitos más extendidos en la lite-

ratura no especializada que consignamos arriba no 

debería llevarnos a creer que la influencia del nacio

-

nalsocialismo haya sido nula, ni mucho menos, en Ar-

gentina. Lo que pretendí fue, sencillamente, resumir 

y consignar aquellos trabajos de investigación que re-

futan muchas de las mentiras y exageraciones que se 

siguen creyendo y repitiendo.

Sabemos que el clima ideológico de Argentina du-

rante las décadas de 1930 y 1940 era propicio a la re-

cepción de ideas fascistas y nazis y que Perón, sin ser 

el representante del III Reich que pretendió Silvano 

Santander, alimentó esa predisposición por cuestio-

nes pragmáticas (necesidad de técnicos) e ideológicas 

(anticomunismo); aunque no hay signos de que la au-

toridades argentinas hayan alentado el ingreso masivo 

de criminales nazis. De todos modos, los medios, la 

oposición y EE.UU. se abrazaron a ello e inventaron 

la conspiración del 

IV Reich

 en Argentina.

59

La temática tratada en este artículo revela algo 

que llama la atención: la propensión que tienen las 

sociedades de mantener, repetir, sostener y defender 

(en especial en «charlas de café») mitos y mentiras ya 

refutados. El deseo por llenar los grandes baches que 

aún existen en el conocimiento histórico ha permitido 

que estos se decoren con exageraciones, ficciones y 

Es falso que los nazis levantaran laboratorios 

en zonas aisladas para continuar con sus 

experimentos secretos, aunque todavía circula la 

leyenda de que fue cierto o «algo hubo»

background image

el esc

é

ptico

39

Primavera 2020

delirios de diferente grado.

Convengamos que aún existen miles de personas 

que siguen creyendo en el monstruo del Nahuel Hua-

pi o en nazis ocultos en las frías estepas patagónicas 

y las húmedas selvas tropicales del norte de nuestro 

país, manteniéndose eternamente jóvenes.

La 

criptnazilogía

 perdura y se mantiene firme en su 

incansable búsqueda de quimeras.

Notas:

El Archivo de Odessa

: Filme dirigido por Ronald Nea-

me (1974) y protagonizado por John Voight y Maximilian 

Schell.

Los Niños del Brasil

: filme dirigido por Franklin Schaff

-

ner (1978). Protagonizada por Gregory Peck y Laurence 

Olivier.

3 Véase: Aguinis, Marcos, 

La Matriz de Infierno

, Sud

-

americana, 2009; Agreste, Alejandro, 

Eva Braun de Arro-

yito

, Editorial Planeta, 2010; Fingueret, Manuela, 

Hija del 

silencio

, Buenos Aires, 1999; Nisco, Jorge y San Honorio, 

Ramiro, 

El Séptimo Bastón de Dios

, Planeta, 2012; Posse, 

Abel, 

Viajeros de Agartha, 

Buenos Aires, 1989; Puenzo, 

Lucía, 

Wacolda

, Emecé, 2011

4 Véase: Soto Roland, Fernando Jorge, 

Los Soldados 

del Viena

 (2012). Disponible en Web: 

http://letras-uruguay.

espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/los_soldados_del_

viena.htm 

5 Jorge Camarasa, 

Odessa al Sur

, Editorial Planeta, 

Buenos Aires, 1995. El film 

Oro nazi en la Argentina 

se 

realizó bajo la dirección de Rolo Pereyra con guión del 

director y del autor del libro, y se estrenó en 2005.

6 CEANA (

Comisión para el Esclarecimiento de las Ac-

tividades Nazis en la Argentina

). Creada en 1997, funcionó 

hasta el año 2005. Fue la primera comisión investigadora 

de carácter específicamente histórico, integrada por his

-

toriadores profesionales de diversas partes del mundo, 

con una meta alejada de cualquier intención ideológica o 

partidaria. En sus ocho años, impulsó el avance del estado 

del conocimiento sobre distintos aspectos de la temática, 

consultando archivos argentinos y extranjeros (Francia, In

-

glaterra, Bélgica, España, Portugal, Austria, Canadá y Es

-

tados Unidos), descubriendo viejos documentos, echando 

por tierra antiguas leyendas y, fundamentalmente, estable

-

ciendo correlaciones entre toda la información recabada. 

Ha sido el intento más serio por comprender las relaciones 

que nuestro país tuvo con la Alemania del nazismo.

7 Basti, Abel, 

Bariloche nazi: sitios históricos relacio-

nados al nacionalsocialismo

, edición del autor, Bariloche, 

2003. [este libro anuncia explícitamente, en un subtítulo, lo 

siguiente: «

Incluye los lugares donde vivieron Adolf Hitler 

y Eva Braun cuando escaparon de Berlín.»

]. Otros de sus 

libros: 

Hitler en Argentina

, Imprenta Minigraf, Bariloche, 

2006; 

El exilio de Hitler: destino Patagonia

 (2010); 

El exilio 

de Hitler: las pruebas de la fuga del Führer a la Argentina

 

(2011); 

Los

 

secretos de Hitler: los acuerdos de los nazis 

con los Estados Unidos y los sionistas, y los rastros en la 

Argentina del jefe del Tercer Reich

 (2011); 

El Hombre que 

venció a la muerte

  [novela] (2015). Véase la demoledora 

crítica realizada por la profesora Ksenia Klyueva: http://

elexiliodehitler.blogspot.com.ar/

8 Brockdorff, Werner, 

La evasión de los dirigentes nazis 

(Hitler, Bormann, Eichmann)

, Ed. Luis de Caralt, Madrid, 

Documento falso de Adolf Eichmann, con el que pudo vivir, este sí, unos años en 

Argentina, como Ricardo Klement, un refugiado de guerra

background image

el esc

é

ptico

40

Primavera 2020

1973. Este autor fue un antiguo líder de las juventudes 

hitlerianas que se escudó tras el pseudónimo indicado. Es 

uno de los principales responsables del mito de 

Odessa

.

9 Stern, Benjamin y Lewinska, Pelagia, 

Adolf Eichmann: 

su vida, sus víctimas

, 1960.

10 De Nápoli, Carlos, 

Ultramar Sur: la fuga en subma-

rinos de más de 50 jerarcas nazis

, Ed. Norma, Buenos 

Aires, 2002; 

Nazis en el sur: la expansión alemana sobre 

el cono sur y la Antártida

, Ed. Norma, Buenos Aires,

 

2006; 

Los científicos nazis en la Argentina

, Edhasa, Buenos Ai

-

res, 2008; 

La fórmula de la eterna juventud y otros experi

-

mentos nazis

, Ed. Norma, Buenos Aires, 2009.

11 Frattini, Eric, 

¿Murió Hitler en el Bunker?

, Ed. Plane

-

ta, Buenos Aires, 2015.

12 Williams, Gerrard y Dunstan, Simón, 

Lobo Gris: la 

fuga de Hitler a la Argentina

, Ed. Distal, Buenos Aires, 

2012.

13 Kristenssen, Jeff,  

Hitler murió en la Argentina: Ope-

ración Patagonia

, Lumiere, Buenos Aires, 1987.

14 Camarasa, Jorge, 

Nazis en Argentina

, Legasa, Bue

-

nos Aires, 1992; 

Odessa al sur: la Argentina como refugio 

de Nazis y criminales de guerra

, Planeta,

 

1995; guionista 

del film 

Oro Nazi

 (2005); 

Puerto seguro: desembarcos 

clandestinos en la Patagonia

, Ed. Norma, 2006; 

Mengele: 

el ángel de la muerte en Sudamérica

, Ed. Norma,

 

2008; 

América Nazi: un puerto seguro para los peores asesinos 

del siglo XX

, Aguilar, Buenos Aires. 2014.

15 Salinas, Juan, coautor con De Nápoli del libro 

Ultra-

mar Sur...

16 Szabó, Ladislao, 

Hitler no murió en el bunker: el 

secreto mejor guardado de la historia

, Círculo Latino, Es

-

paña. 2006.

17 Llano, Mariano, 

Hitler y las nazis en el Paraguay,

 

Asunción, Paraguay, 2° edición 2011.

18 Serrano, Miguel, 

Los ovnis de Hitler contra el Nuevo 

Orden Mundial

, Ed. Solar, 1994. Un delirio sin parangón.

19 Coca, Nahuel, «El misterio de los submarinos nazis 

en Argentina». 

Todo es Historia

 N° 516, (julio 2010).

20 Muray, Osvaldo, «Hitler vivió y murió en Chile», 

Re-

vista Ercilla

, junio 2006.

21 Burnside, Patrick, 

El escape de Hitler: su vida invi-

sible en Argentina. Las conexiones con Evita y Perón

, Ed. 

Planeta, Buenos Aires, 2000.

22 Santander, Silvano, 

Técnica de una Traición: Juan 

D. Perón y Eva Duarte agentes del nazismo en la Argenti-

na

, Ed. Antygua, Buenos Aires, 1955.

23 Goñi, Uki,

 Perón y los alemanes: la verdad sobre el 

espionaje nazi y los fugitivos del Reich

, Paidós, Buenos 

Aires, 1998; 

La auténtica Odessa: la fuga nazi a la Argenti-

na de Perón

, Paidós, Buenos Aires, 2002.

24 Mattern, Wilhelm, 

UFOs Nazi Secret Weapons?

DBA, 2012.

25 Figallo, Beatriz, «Reflejos nazis en el espejo na

-

cional. La Argentina, el Cono Sur y la Segunda Guerra 

Mundial», en: 

Argentina y la Europa del nazismo

, Ed. Siglo 

XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 51-63.

26 Buchrucker, Cristian y Klich, Ignacio (compiladores), 

Argentina y la Europa del nazismo

, Editorial Siglo XXI, 

Buenos Aires, 2009. Coautores del capítulo «El fin del ter

-

cer Reich y la Conexión argentina en la bibliografía revisio-

nista», pp. 247-352.

27 Schneppen, Heinz, «De todas las Odessas, aquella 

de Perón», en: 

Argentina y la Europa del nazismo.

 Ed. 

Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 183-247. Y en ale

-

mán: 

SS-Standartenführer Walther Rauff: Organisator der

 

Gaswagenmorde

 (2011); 

Odessa und das Vierte Reich: 

Mythen der Zeitgeschichte

 (2007); 

Ghettokommandant in 

Riga

 

Eduard Roschmann: Fakten und Fiktionen

 (2009).  

28 Meding, Holger, 

La Ruta de los Nazis en tiempos de 

Perón

, Emecé, Buenos Aires, 1992.

29 Klich, Ignacio, 

Sobre nazis y nazismo en la cultura 

argentina

, Ed. Hispamérica, 2002. Véase también del 

mismo autor, 

Argentina y la Europa del nazismo. Sus se-

cuelas

, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009. Coautor con 

Cristian Buchrucker del capítulo «El Fin del tercer Reich y 

la Conexión argentina en la bibliografía revisionista», pp. 

247-352. Esta obra es, sin duda, la mejor compilación de 

ensayos y documentos nazis publicada, hasta la fecha, en 

nuestro país. Pilar fundamental en la lucha contra el revi-

sionismo periodístico.  

30 Goloboff, Mario, «Presencia de submarinos nazis en 

la literatura argentina», en: 

Argentina y la Europa del na-

zismo

, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 121-128.

31 Valentini, Mónica y García Cano, Javier, «Arqueolo

-

gía e historia. La búsqueda de los submarinos alemanes 

en aguas argentinas», en: 

Argentina y la Europa del na-

zismo

, Ed.  Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 101-119. 

Véase también: 

Derroteros misteriosos. ¿Submarinos 

alemanes en la Patagonia Argentina? Una instancia de 

confrontación a través de la arqueología

. http://www.iaa.

fadu.uba.ar/publicaciones/critica/0147.pdf 

32 Newton, Ronald, 

El cuarto lado del triángulo. La 

«amenaza nazi» en la Argentina (1931-1947), 

Ed. Sud-

americana, Buenos Aires, 1992. Véase una excelente 

síntesis de la obra en: http://eial.tau.ac.il/index.php/eial/

article/view/1231/1259 .  Asimismo: «Las actividades clan-

destinas de la marina alemana en aguas argentinas entre 

1930 y 1945, con especial referencia a la rendición de 

dos submarinos germanos en Mar del Plata en 1945», en:

 

Argentina y la Europa del nazismo

, Ed. Siglo XXI, Buenos 

Aires, 2009, pp. 65-100.  Véase también las respuestas a 

un reportaje realizado por el diario

 La Nación

: http://www.

lanacion.com.ar/209308-habra-un-punto-final-para-los-

nazis-en-la-argentina 

33 Valentini, Mónica y García Cano, Javier, «Arqueolo

-

gía e historia. La búsqueda de los submarinos alemanes 

en aguas argentinas», en: 

Argentina y la Europa del na-

zismo

, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 101-119. 

Véase también: 

Derroteros misteriosos. ¿Submarinos 

alemanes en la Patagonia Argentina? Una instancia de 

confrontación a través de la arqueología

: http://www.iaa.

fadu.uba.ar/publicaciones/critica/0147.pdf 

34 Newton, Ronald, «Las actividades clandestinas de la 

marina alemana en aguas argentinas entre 1930 y 1945, 

con especial referencia a la rendición de dos submarinos 

germanos en Mar del Plata en 1945», en:

 Argentina y la 

Europa del nazismo

, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, 

pp. 65-100.

35 Véase: Eberle, Henrik y Uhl, Matthias (eds.), 

El infor-

me Hitler. Informe secreto del NKVD para Stalin, extraído 

de los interrogatorios a Otto Günsche, ayudante perso-

nal de Hitler, y de Heinz Linge, su ayudante de cámara

Moscú, 1948-1949, TuQuets Editores, Buenos Aires, abril 

2008. Asimismo: Klich, Ignacio y Buchrucher, Cristian, 

«Nazis y charlatanes en Argentina. Acerca de mitos e his-

toria tergiversada», 

Estudios Sociales

, 41, segundo bimes

-

tre 2011, pp. 159-200.

36 Véase: Klich, 

Nazis y charlatanes…

, pág. 192.

37 Meding, Holger, 

La ruta de los nazis en tiempos de 

Perón

, Emecé, Buenos Aires, 1999, pág.165.

38 Nota: Holger Meding sostiene en su libro: «El caza-

dor de nazis Simon Wiesenthal extrae algunos elementos 

del relato de Jarschel [pseudónimo de Werner Brockdorff] 

para su hipótesis sobre Odessa» (p.167)

39 Forsyth, Frederick, 

Odessa

, Debolsillo, Buenos Ai

-

res, edición 2006.

40 Klich, 

Nazis y Charlatanes

…, pág. 186-187. Asimis

-

mo véase, H. Meding, op.cit. pp. 167-172.

41 La ayuda familiar es clave para entender la fuga de 

Joseph Mengele, por ejemplo.

42 La Operación 

Paperclip

 (originalmente Opera-

ción 

Overcast

) fue el nombre en clave de la operación rea-

lizada por el Servicio de Inteligencia Militar de los Estados 

Unidos para extraer de Alemania científicos nazis especia

-

background image

el esc

é

ptico

41

Primavera 2020

lizados en las llamadas Armas Maravillosas del III Reich, 

como cohetes, armas químicas y experimentación médi

-

ca después del colapso del régimen.

43 Véase: Meding, op.cit, capítulo VII, «Actividades de 

los inmigrantes en la Argentina», pp.263-334

44 Klich, 

Nazis y charlatanes

…, pág.17.

45 Camarasa, Jorge, 

Mengele

El Ángel de la Muerte 

en Sudamérica

, Ed. Norma, Buenos Aires, 2008.

46 Documentos Gemelos de Mengele, 

Nat Geo

: http://

www.teledocumentales.com/los-gemelos-de-mengele/     

47 En España es más frecuente utilizar el nombre por-

tugués de  la ciudad, Sao Paulo (N. del E.).

48 Véase la refutación a la hipótesis de Camarasa en 

el documental de National Geographic 

El

 

llamado efecto 

fundador

.

49 Véase: De Nápoli, Carlos, 

La fórmula de la eterna 

juventud y otros experimentos nazis

, Ed. Norma, Buenos 

Aires, 2009.

50 Según De Nápoli, Karl Vearnet huyó de Dinamarca 

tras finalizar la guerra (aproximadamente entre 1945 y 

1947). Se instaló en Buenos Aires donde siguió ejercien-

do la medicina en barrio de Belgrano. Tras su muerte fue 

enterrado en el cementerio británico de Chacarita. Este 

personaje es conocido también por haber experimentado 

con homosexuales, a los cuales pretendió curar castrán

-

dolos y sometiéndolos a drogas con resultado nefasto 

para muchos. A partir de los comentarios de De Nápoli y 

una biografía escrita sobre Vearnet, se filmó un documen

-

tal llamado 

El triángulo Rosa y la cura nazi ara la homo-

sexualidad

  [Argentina, 2014. Dirección: Esteban Jasper y 

Nacho Steingber]. Claro que en este film, típico del género 

Cacería de Nazis

, nada se dice sobre la eterna juventud y 

demás especulaciones señaladas.

51 Véase el excelente librito: Keenan, Thomas y Eyal,

 

Werzman, 

La calavera de Mengele. El advenimiento de 

una estética forense

, ed. Sans Soleil, Buenos Ai

res

2015.

52 Los estudios forenses llevados a cabo a los restos 

óseos de Mengele, exhumados en el cementerio Nossa 

Senhora do Rosário, en la localidad de Embú (Brasil) el 6 

de junio de 1985, tuvieron una cobertura mediática mun

-

dial. Los expertos convocados, todos ellos de prestigio in

-

ternacional (Clyde Snow, Hohn Fitzpatrick, Daniel Romero 

y Leslie Lukash), llevaron a cabo la primera osteobiografía 

(biografía de los huesos) que permitió identificar al médico 

nazi. Irónicamente, los huesos de un criminal que dedicó 

parte de su vida a desaparecer personas sirvieron para 

iniciar las investigaciones que han permitido identificar a 

miles de desaparecidos por las dictaduras del siglo XX.

53 Segev, Tom, 

Simón Wiesenthal: the life and legend

Nueva York, Donbleday, 2010.

54 Klich, 

Nazis y charlatanes

…, pp. 183-193

55 Navarro, Ángel Miguel, «Posible circulación en la 

Argentina de obras de arte robadas por agentes del Tercer 

Reich en Europa», en: 

Informe final Ceana

.

56 Jackisch, Carlota, «Cuantificación de criminales de 

guerra según fuentes argentinas». 

Informe final de Ceana

.  

57 Véase, Klich, 

Nazis y charlatanes

…, pág. 194.

58 Klich, 

Nazis y charlatanes

…pág. 198.

59 Véase: Newton, Ronald, «El mito del IV Reich, 1943-

1945», en

 El cuarto lado del triángulo. La «amenaza nazi» 

en la Argentina (1931-1947), 

Ed. Sudamericana, Buenos 

Aires, 1992, pp. 431-458.