Los Primeros Pasos
Félix Ares de Blas
El Presidente de
ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico,
Félix Ares de Blas, recuerda en este artículo
aquellos momentos primerizos.
Nuestra prehistoria
Corría la década de los
sesenta. Una de las consecuencias curiosas de la falta
de libertades franquista era que las pseudociencias
estaban prácticamente ausentes de los medios.
Cuando como pueblerinos maravillados cruzábamos
la frontera francesa y nos sentíamos en Europa,
nos llamaban la atención las sex-shop, el cine
porno, los anuncios de parapsicólogos y que en
las farmacias pusieran homéopathie.
Pero una pseudociencia que se les coló de rondón:
los ovnis y la creencia en que seres extraterrestres
visitaban la tierra.
La astrología, el espiritismo,
el tarot, habían sido rechazados por la Iglesia
y por tanto prácticamente excluido de la programación
de los medios; pero de los extraterrestres la Iglesia
nunca los había prohibido, así que era
campo libre, donde los medios podían decir lo
que quisieran. Y quisieron darle una gran publicidad.
Al final de la década, ligado con la llegada
del ser humano a la Luna, programas y artículos
sobre ovnis surgieron como hongos.
En el primer quinquenio de los setenta,
el aumento de libertades tardo-franquistas trajo como
consecuencia un aumento de lo esotérico en los
medios. En Francia, donde el esoterismo no estaba prohibido,
videntes, cartomantes y homeópatas se anunciaban
libremente, pero su daño era pequeño porque
la sociedad había desarrollado sus defensas –sus
“anticuerpos”—y mayoritariamente el
público sabía de qué se trataba
de temas acientíficos, de sencillas creencias.
En España, la prohibición franquista había
prohibido la publicidad del esoterismo y por ello la
sociedad no tenía “anticuerpos”.
Muerto Franco, los medios se lanzan con
avidez al recién descubierto filón del
esoterismo. La falta de “anticuerpos” se
tradujo en auténticos estragos. Por ejemplo,
en un programa de televisión de debate serio,
hoy podía hablar un ministro de economía
y mañana un astrólogo o un tarotista.
Los dos al mismo nivel. Extravagantes chiflados con
peregrinas ideas tenían los medios a su disposición,
incluso en programas y periódicos serios.
Es la época de los debates a dos
bandas. El presentador quiere que se vean las dos posturas.
Debe haber un incrédulo enterado del tema. Pero
los únicos que saben de esos temas son los que
creen en ellos, por tanto, los debates dan auténtica
risa; si los crédulos dicen que hay telepatía
entre todos los seres vivos, entre los humanos y las
cucarachas, por ejemplo, los incrédulos dicen
que lo único demostrado científicamente
es entre los mamíferos y cosas así de
peregrinas.
A finales de los setenta, cuando los
medios se lanzan indiscriminadamente al esoterismo,
hay un tema antiguo, para el que ya empieza a haber
“anticuerpos”: los ovnis. En los debates
sobre extraterrestres empieza a haber una auténtica
oposición. Personas que saben de qué va
el tema y presentan una postura escéptica. En
aquel momento descubrimos algo sorprendente, bastaba
la presencia e un escéptico en los debates para
que estos fueron mucho más racionales. No hacía
falta que el escéptico hablase, bastaba su presencia.
Nacimientos
En la primera mitad de los años
ochenta un grupo de personas estábamos haciendo
un estudio sistemático de los casos de ovnis
que se producían en nuestras proximidades. Queríamos
estudiarlos de un modo serio, sin excluir ninguna hipótesis
a priori. Caso tras caso fuimos encontrando la explicación
mundana: confusión con planeta venus, con la
Luna, con trenes, venganza...
Esto no era nuevo y lo esperábamos.
Para lo que no estábamos preparados era para
descubrir que cuando presentábamos todas las
pruebas de la naturaleza fraudulenta de un caso, incluso
con la confesión de los supuestos testigos, no
sólo no se nos aceptaban las pruebas sino que
en vez de atacarlas, atacaban a nuestras personas. Aquello,
más que cualquiera de los estudios que habíamos
hecho anteriormente, nos mostró claramente que
tras el fenómeno ovno se escondía una
religión, que algunos vivían con un fanatismo
que nos asustó.
Nos asustó y nos obligó
a meditar sobre nosotros mismos --¿No seremos
como esos irracionales?—y sobre el origen de nuestro
interés por los ovnis. ¿Por qué
nos había interesado el tema? Básicamente
por qué teníamos preguntas sin repuestas:
¿estamos solos en el universo? ¿Los ovnis
son las naves con las que nos visitan? ¿Los ovnis
son un fenómeno natural todavía no bien
entendido?
Éramos curiosos y teníamos
un asunto sin explicar. Queríamos contribuir
a descubrir su naturaleza. Ese había sido el
origen de nuestro interés. Luego, al ir avanzando
nuestro conocimiento descubrimos que los maestros del
tema nos habían engañado. Sus libros eran
pura bazofia, plagados de inexactitudes y de mentiras.
Mentiras que ya había sido denunciadas en Estados
Unidos hacía muchos años. Pero nosotros
no lo supimos hasta entonces.
Cuando descubrimos la literatura ovni
estadounidense escéptica, vimos que habíamos
perseguido una quimera durante muchos años de
nuestras vidas sencillamente porque no habíamos
tenido acceso a la literatura crítica. En España
nunca nadie había publicado o insinuado su existencia.
La decepción fue grande.
Nos marcamos un objetivo: dar a conocer
a la sociedad española que en los temas paranormales
había una postura crítica. Queríamos
que aquellos jóvenes que se acercaban a estos
temas con ganas de saber, tuvieran la ocasión
de ver las dos caras de la moneda y que, después,
eligieran en libertad lo que considerasen oportuno.
Así nació ARP hace veinte
años, como una Alternativa,
desde el punto de vista Racional, a
los desvaríos de las Pseudociencias.
Poco después descubrimos que la Unión
Racionalista Francesa, entre otras muchas cosas, también
tenía un frente con unos objetivos similares
y algo más tarde supimos que en Estados Unidos
existía una organización, llamada CSICOP,
con fines muy similares. Al conocer estas sociedades
nuestra alegría fue inmensa, por fin descubrimos
que ¡no estábamos solos en el universo!
Noticia del 18 de febrero de 1985,
de EFE, recogida en varios periódicos,
que daba cuenta de la reunión y pronunciamiento
de una serie de investigadores, tras una reunión
el 17 de febrero en Vitoria-Gasteiz.
Enlaces de interés
Uno de los asistentes, el periodista
Luis Alfonso Gámez, recoge aquella primera reunión
en su bitácora Magonia. |