BIO BAC:
Desmantelada una red que fabricaba remedios milagrosos
por Carlos Tellería
El pasado día 28 de octubre,
tras varios meses de investigaciones, se detenía
a los integrantes de una red de fabricación y
distribución de dos pretendidos medicamentos,
comercializados bajo las marcas "Bio-Bac"
e "Inmunobiol". Entre los detenidos, figuraban
varios médicos y farmacéuticos.
El caso del "Bio-Bac" vuelve a traer a la
actualidad, una vez más, el intenso comercio
que existe desde hace siglos de pócimas milagrosas
que pretenden curarlo todo, o casi todo. Según
figura en la página web que tenía el laboratorio
(clandestino, por cierto) donde se fabricaba el producto,
el "Bio-Bac" servía para tratar enfermedades
tales como el cáncer, la artrosis o el sida,
además de ser un maravilloso tratamiento contra
la gripe u otras afecciones estacionales, e incluso
como prevención contra las mismas. Supuestamente,
y siempre según sus creadores, el mecanismo de
acción consiste en la estimulación del
sistema inmunitario del enfermo mediante la ingestión
de un compuesto protéico. Esencialmente se trata
del conocido mecanismo de las vacunas, con la diferencia
de que éstas generalmente estimulan la producción
de anticuerpos, mientras que en el caso del "Bio-Bac",
lo que se estimula es la producción de uno de
los tipos de linfocitos asociados al sistema inmunitario.
La forma de producción del mágico remedio
universal parte del cultivo de ocho cepas bacterianas,
y su posterior esterilización, lisis y filtrado.
O sea, algo muy parecido a un yogur pasteurizado después
de la fermentación y ligeramente diluido.
La historia, a partir de aquí, tiene varias lecturas,
y sobre todo, unos cuantos aspectos que chirrían.
A raíz de la desmantelación de la banda,
operación en la que, además de numerosos
envases de la sustancia, las autoridades se incautaron
de varias armas -sobran comentarios sobre la sana intencionalidad
de los detenidos-, cada cual ha opinado a su manera.
Lo cierto es que la operación no se llevó
a cabo por el hecho de que el "Bio-Bac" fuera
más o menos eficaz como medicamento, o por su
mayor o menor inocuidad. El gran defecto del producto
era esencialmente administrativo -queda pendiente para
la justicia dictaminar la posible responsabilidad penal
de los fabricantes-. El producto contravenía
distintos aspectos de la Ley del Medicamento de 1990,
aunque cada cual argumenta de una manera distinta. El
producto no estaba registrado como medicamento, por
lo que "legalmente" no tiene probada su eficacia.
Eso hace que no pueda venderse nunca con especifidad
terapéutica. Pero ni siquiera estaba registrado
como producto alimenticio o complemento dietético,
pasando los correspondientes controles del registro
sanitario, por lo que el producto era, sencillamente,
ilegal.
Tampoco puede ser considerado producto homeopático,
a pesar de que varios de los médicos implicados
ejerzan de "médico homeópata"
(algún día me tendrán que explicar
qué significa eso, pero aquí no tengo
espacio para discutirlo). El producto no cumple ninguno
de los requisitos previsto para un medicamento homeopático,
empezando porque las dosis de "agente activo"
que contiene son claramente macroscópicas.
La única salida que tendría, y es a la
que se agarran algunos de los médicos implicados,
sería considerarlo fórmula farmacéutica
magistral, pero tampoco cumple los requisitos establecidos
por la ley para ajustarse a esta denominación.
Además, el producto se vendía esencialmente
por correo, generalmente realizando los pedidos a través
de Internet, algo expresamente prohibido por la Ley
del Medicamento y por toda la normativa referente a
productos alimenticios, dietéticos e ingeribles
en general.
Hasta aquí, todo más o menos correcto.
Ahora empiezan los "chirridos". En primer
lugar, la operación "Brujo", que terminó
con la detención de los responsables del mejunje,
se disparó a principios de año por una
denuncia de la Agencia Nacional del Medicamento, cuando
la Unión de Consumidores había alertado
del tema hacía dos años. Son reiteradas
las veces en las que asociaciones de consumidores y
colegios farmacéuticos denuncian la venta de
medicamentos por Internet, y "Bio-Bac" tenía
su publicidad al alcance de todos. Además, aunque
la marca estaba registrada en Arabia Saudí, donde
pretendía empezar a extender su mercado, el proveedor
de servicios que alojaba el sitio web en cuestión
es español.
Por otro lado, la pócima tampoco es nueva. El
producto fue desarrollado por el farmacéutico
cordobés Fernando Chacón Mejías,
quien inventó el cóctel en los años
50, y su "vacuna contra el cáncer"
fue prohibida en los 70. Sus supuestos trabajos, jamás
publicados en ninguna revista controlada, figuran en
distintas relaciones de "terapias alternativas
contra el cáncer no comprobadas".
Las autoridades sanitarias, que parecían no haberse
enterado de nada hasta que detectaron que algunos médicos
del Sistema Nacional de Salud estaban recetando el supuesto
fármaco, se han apresurado a informar a los consumidores
de que la sustancia no posee toxicidad ni efectos secundarios,
salvo el hecho de que muchos pacientes abandonaron,
aconsejados por sus médicos, los tratamientos
que estaban siguiendo previamente por sus dolencias.
Pero queda patente que esa advertencia se ha hecho sólo
para tranquilizar a una parte (más o menos asustada)
de los consumidores, porque ese mismo problema se está
teniendo desde el origen de los tiempos con otras muchas
pseudomedicinas, como es el caso de la homeopatía
o el curanderismo, que tampoco son tóxicas ni
tienen efectos secundarios, que son tan inútiles
como el "Bio-Bac", y cuyos practicantes aconsejan
a sus pacientes frecuentemente el abandono de los tratamientos
tradicionales, y contra eso no se está haciendo
nada.
El problema no está, por tanto, en garantizar
una sanidad de calidad, sino el cumplimiento de una
normativa administrativa, necesaria para velar por la
calidad y seguridad de los medicamentos, pero no suficiente
para garantizar la mejor atención sanitaria que
podemos recibir.
Derivar el debate, como están proponiendo algunos,
hacia la rivalidad entre medicina natural y "artificial",
no sólo supone perseverar en el error, sino que
además es falaz en este caso, porque el "Bio-Bac"
no entra ni de lejos en lo que los naturópatas
(otra palabra divertida) consideran medicina natural.
Ya hace meses, con motivo de la retirada del mercado
de varios productos de medicina natural, la entonces
ministra de sanidad Celia Villalobos (siempre tan sabrosa
en sus declaraciones), argumentaba que en caso de duda
acudiéramos a un naturópata, porque ellos
"saben perfectamente qué productos son naturales
y qué productos no lo son", cayendo una
vez más en el tópico de que todo lo natural
es intrínsecamente bueno, y todo lo artificial
no. No sólo muchos medicamentos comerciales tienen
su origen en sustancias obtenidas directamente de la
naturaleza; la mayoría de los venenos también.
En cualquier caso, el verdadero debate no debe centrarse
entre medicina "natural" y medicina "artificial",
sino entre una medicina segura y con eficacia probada,
y otra que no lo es. Pero este debate tendremos que
analizarlo en otro momento con más calma.
Enlaces relacionados
|