EL ENIGMA DE NAZCA
Julio Arrieta
- Publicado en el diario
El Correo
-
En Perú, a 450 kilómetros
al sur de Lima y cerca del océano Pacífico,
se encuentran las pampas de Ingenio, Nazca, Palpa y
Socos. Allí, en planicies elevadas entre los
460 y los 670 metros, se extiende un enigma arqueológico
que ha llamado la atención de los curiosos desde
que fue observado por primera vez por el conquistador
español Cieza de León, en 1547: cientos
de líneas rectas que a menudo superan un kilómetro
de longitud, grandes trapecios, espirales, triángulos,
'plazas' y dibujos de animales y personas se reparten
de forma caótica en el desierto.
Un colibrí, un cachalote, una
araña o un mono -de tales dimensiones que es
necesario tomar una avioneta para poder observarlos-
componen un insólito paisaje arqueológico
considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad por
la Unesco. ¿Quién hizo estos dibujos?
¿Cuándo? ¿Para qué? Los
arqueólogos Johny Isla Cuadrado y Markus Reindel
han obtenido las respuestas a estos interrogantes. Los
dos científicos encabezan desde 1996 un equipo
arqueológico de la Fundación Suiza Liechtenstein
para las Investigaciones Arqueológicas en el
Exterior.
La primera explicación sobre el
significado de estos geoglifos se remonta al siglo XVI.
Después de que Cieza de León observara
«señales» sobre la llanura desértica,
el corregidor Luis Monzón quiso darles un sentido
y escribió en 1568 que las líneas eran
carreteras. Paul Kosok, el primero en realizar una observación
aérea ya en el siglo XX, dijo que se trataba
de «rutas rituales». Poco a poco, influido
por las ideas de la matemática alemana Maria
Reiche, este estudioso publicó en la revista
'Archaeology' que Nazca era un gigantesco calendario
astronómico.
Tras las hipótesis de los científicos,
más o menos razonables o arriesgadas, llegaron
las incursiones inevitables de los escritores sensacionalistas.
Erich von Däniken, el hostelero suizo que popularizó
la teoría de que la Tierra fue visitada por extraterrestres
en un pasado remoto, acogió el enigma arqueológico
de Nazca con entusiasmo y lo convirtió en patrimonio
de los seguidores de los platillos volantes. Däniken
afirmó que las líneas de Nazca eran un
recuerdo de sus famosos astronautas del pasado.
Estudio arqueológico
Después de cinco temporadas de
trabajo de campo, el equipo de Reindel e Isla ha aclarado
el misterio de las llanuras de Nazca. Los arqueólogos
han documentado y excavado más de 650 yacimientos
y han conseguido trazar la historia de la cultura que
generó estos dibujos, además de darles
un sentido científico.
El
área investigada por estos expertos se extiende
por los valles de Palpa, Viscas y Río Grande,
una zona que abarca más de 350 kilómetros
cuadrados, en los que se han localizado y topografiado
cientos de asentamientos de diversas épocas.
Los expertos afirman que esta región fue habitada
de forma continua por las culturas Paracas y Nazca desde
el año 800 antes de Cristo (aC) hasta el final
del imperio Inca, en el año 1532 de nuestra era.
Isla y Reindel han determinado que «las primeras
líneas y figuras se elaboraron al final de la
cultura Paracas, hacia el 200 aC», tomando como
modelo las decoraciones de la cerámica.
Los geoglifos alcanzaron su máximo
es-plendor cuando los asentamientos de la cultura Nazca
estaban en pleno desarrollo (200 aC-650 después
de Cristo). La evidencia arqueológica indica
que los dibujos se dejaron de realizar a medida que
surgían conflictos entre grupos de la misma sociedad.
Para Isla y Reindel, el significado de
estas figuras está relacionado con la importancia
del agua para la cultura Nazca, que consiguió
alcanzar un gran desarrollo en una de las zonas más
áridas del planeta. En esta sociedad «el
agua se distribuía con sistemas de riego bien
organizados sobre toda la parte media y baja de los
valles», según explican estos expertos.
Paisaje ritual
El agua jugó un importante papel
en la religión local. Las excavaciones han sacado
a la luz pequeñas estructuras situadas en los
geoglifos en las que se han encontrado ofrendas de productos
agrícolas y animales, sobre todo marinos. «Entre
éstos destacan las conchas de 'Spondylus' que
en el área Andina han sido considerados, desde
hace miles de años, como símbolos de agua
y fertilidad». Los dibujos formaban un paisaje
ritual cuyo fin debió ser propiciar la provisión
de agua.
Para confirmar la relación entre
las figuras y los asentamientos era necesario encontrar
las poblaciones más importantes de la cultura
Nazca. Isla y Reinkel han conseguido localizar el centro
administrativo y religioso de esta sociedad, durante
época temprana, en el lugar de Los Molinos. Otro
yacimiento, Los Muños, fue la capital durante
la época Nazca Medio (200-400 dC). Ambos lugares,
que descubrieron a los arqueólogos la existencia
de una arquitectura planificada, se encuentran en las
cercanías de los geoglifos. Tumbas, edificios
monumentales, estructuras aterrazadas y ofrendas son
los testigos de una sociedad compleja muy humana y nada
extraterrestre.
Con estacas y cordeles
Estacas y cordeles. Elementos tan simples
como éstos sirvieron a los antiguos pobladores
de Nazca y Palpa para trazar las líneas y dibujos
que tachonan el desierto. Los que sueñan con
tecnologías desconocidas, heredadas de misteriosas
civilizaciones perdidas, suelen sentirse decepcionados
con las explicaciones de los arqueólogos. Sin
embargo, la sencillez del método de elaboración
y la espectacularidad de los resultados son una muestra
admirable del ingenio humano.
Vistas de cerca, estas líneas
se convierten en simples surcos en el suelo: son zanjas
que nunca superan los treinta centímetros de
profundidad por otros tantos de anchura. Las características
geológicas de la pampa propician que no sea necesario
mucho más para obtener un resultado visible.
La superficie está compuesta por una capa de
guijarros de un color rojizo oscuro causado por la oxidación,
que cubre otra de un color amarillento claro. Los nazcas
se limitaron a retirar las piedras superiores siguiendo
un trazado que previamente habían señalado
con estacas, unidas por cordeles, a partir de un modelo
a escala menor. Las piedras eliminadas eran acumuladas
en pequeños túmulos que todavía
se conservan.
Si se tiene en cuenta que los 'dibujantes'
nunca pudieron observar su obra, que se aprecia sólo
desde el aire o parcialmente desde algunas lomas, la
perfección del resultado es llamativa. El clima
se encargó de las labores de conservación:
este desierto es uno de los lugares más secos
del mundo, con un promedio de media hora de precipitaciones
cada dos años. Los dibujos siempre han estado
a salvo de ser borrados por lluvias torrenciales.
Para más información
Arqueología del Perú www.antropologia.com.ar/peru/l-nasca.htm
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