PARA ENTENDER A LOS EXTRATERRESTRES. ESTUDIO ETNOLÓGICO
DE UNA CREENCIA
CONTEMPORÁNEA.
Wiktor Stoczkowski. Traducción de Francisco S.
García-Quiñonero Fernández. Acento Editorial.
Madrid, 2001.
Por: José Luis Calvo
Con
este título se presenta la edición española
de la obra Des hommes,
des dieux et des extraterrestres del etnólogo Wiktor
Stoczkowski. Su
intención declarada es someter a estudio desde la perspectiva
etnológica
una creencia contemporánea, la teoría de que
la civilización humana
surgió como consecuencia de la labor colonizadora de
visitantes
extraterrestres.
Como fruto de esa perspectiva, el autor realiza
afirmaciones polémicas.
Si alguien espera una refutación de las obras de Däniken,
Charroux y
compañía este ensayo les defraudará porque
no es ése su propósito. Su
intención es comprender los porqués, porqué
aparece esa teoría, porqué
tuvo éxito.
Comienza el autor por poner en duda el tan
traído y llevado retorno de
lo irracional. Si bien algunas creencias están en expansión,
otras se
han reducido hasta límites insospechados hace unos
años. Hablando de la
creencia en visitas extraterrestres, da las cifras de que
en 1.982 el
33% de los franceses creía en su existencia, porcentaje
que en 1.993 se
había reducido a un 18%
Así el autor declara: "En cambio,
la irracionalidad siempre existirá,
sean cuales fueren sus avatares y caricaturas periodísticas.
Porque está
ahí, latente, aun cuando la letra impresa no fije en
ella su atención:
la irracionalidad es parte permanente de nuestra vida cotidiana
y del
entorno cultural de nuestras sociedades." (Pág.
21)
Por ello, desecha la posibilidad de que la
teoría de los "astronautas en
la antigüedad se deba a un clima de irracionalidad fomentado
por el
cambio de milenio. La irracionalidad está siempre presente,
se limita a
adoptar unas formas cambiantes según los tiempos. Así,
la cuestión es
dilucidar qué elementos son los que se combinaron para
crear una teoría
tan extraña en apariencia. "Cegados por esta convicción,
nos creemos que
la racionalidad es nuestro modo habitual de ser y que la irracionalidad,
agazapada en las lindes siniestras del orbis exterior, solo
perturba de
manera ocasional el muy razonable funcionamiento de nuestras
sociedades." (Pág. 24) "Estudiar la racionalidad
en sí misma significa
reconocer que el análisis del pensamiento considerado
irracional o
paracientífico nos da indicaciones sobre la racionalidad
tan preciosas
como las que aporta el análisis del pensamiento científico,
sin que haya
que confundir uno con otro." (Pág. 31)
Comienza el autor por una breve descripción
del éxito popular de la obra
de Von Däniken, pero señala que nada de ello explica
el porqué de tal
aceptación ni nada dice de su inicio. Por ello, inicia
la búsqueda del
origen de tal teoría. Un primer nombre es el de Robert
Charroux, un
cartero y periodista francés que se había adelantado
al suizo en 5 años.
"Cuando estalló el asunto del plagio, Robert Laffont
ya tenía en sus
manos la traducción acabada del libro de Von Däniken,
y se disponía a
publicarlo. Editor sagaz, Laffont sabía que sería
más lucrativo publicar
la obra de Von Däniken, aunque fuese un plagio, que llevarlo
a los
tribunales." (Pág. 41)
Por ello, hay que replantear la pregunta que
ya no es porqué Von Däniken
creó esta teoría sino porqué lo hizo
Charroux. Éste consideraba como sus
precursores a Pauwels y Bergier, autores de "El retorno
de los brujos"
obra publicada por Gallimard en 1.960 y cuyo éxito
dio inicio a una
larga serie de secuelas en forma de las publicaciones de la
Encyclopédie
Planète. Las "pruebas" arqueológicas
que supuestamente demostraban las
teorías de Von Däniken aparecían en la
obra de Charroux y éstas, a su
vez, en la de Pauwels y Bergier. Stoczkowski aprovecha esta
circunstancia tanto para recordar que dichas "pruebas"
han sido
refutadas por especialistas competentes como para reflexionar
sobre la
inutilidad de tal proceder: "Por consiguiente, todo invita
a pensar que
las pruebas no eran la piedra angular de las ideas dänikenianas,
del
mismo modo que, antaño, las reliquias cristianas -innumerables
clavos de
la cruz de Cristo o varios cráneos de san Juan Bautista-
no fueron
indispensables para la solidez de la fe, pues precisamente
era ese fe la
que originaba una prodigiosa multiplicación de reliquias."
(Pág. 49)
Por ello propone que se considere que las teorías
paracientíficas no
surgen de una mala interpretación de la evidencia existente
sino que la
creencia precede a las pruebas de forma que aun cuando se
consiguiera
demostrar lo errado de la evidencia aportada por estos autores,
la fe
permanece incólume. Si nos limitáramos a demostrar
la vacuidad de esas
evidencias no llegaríamos nunca a comprender la causa
de la creencia en
sí.
A continuación denuncia el error que
cometen algunos escépticos al
hablar de las pseudociencias y tildar a sus creyentes de imbéciles,
locos o ignorantes cuando las cifras estadísticas demuestran
que nada de
ello es así por sistema. La creencia en los astronautas
de la antigüedad
estaba más extendida entre las personas con una formación
media que
entre los que sólo habían cursado estudios básicos.
Se impone así el
buscar una explicación más amplia que no apunte
tanto a cada individuo
como a la sociedad en su conjunto. Surge entonces la explicación
del
mito como forma de eludir las obligaciones que la sociedad
no estaba
dispuesta a asumir, los extraterrestres vendrían a
ser una especie de
dioses laicos responsables de la buena marcha de nuestro planeta.
Sin
embargo, esa explicación tampoco es correcta en este
caso. Ni Charroux
ni Von Däniken eran ateos ni sus obras eran, precisamente,
tranquilizadoras. Charroux consideraba inevitable una guerra
nuclear,
Pauwels y Bergier consideraban que ese conflicto sería
beneficioso al
propiciar mutaciones en los supervivientes, Von Däniken
hacía
responsables a los supuestos visitantes de destrucciones masivas
como
Sodoma, Gomorra...
Por tanto debemos buscar nuevas explicaciones
puesto que las ya
propuestas son, como hemos visto, cuando menos parciales.
Para ello es
fundamental la comprensión del cómo se originó
esa teoría, investigar
sus causas materiales, formales, eficientes y formales. La
causa
material hay que buscarla entre las ideas existentes en la
época, la
formal en las distintas formas de intentar explicar el mundo
que rigen
en cada época (pensamiento mítico, filosófico,
científico...), la causa
eficiente reside en el individuo que crea una teoría
tanto si acepta las
teorías ya existentes como si se aparta de lo que denominamos
cultura,
la causa final es la determinación de qué pretende
su autor con la
formulación de tal teoría. Para Stoczkowski
sólo esta cuádruple
explicación podrá dar respuesta a la pregunta
planteada.
La causa material es la ciencia-ficción
puesto que cumple con las dos
condiciones necesarias para ser considerada como tal. La precede
temporalmente y presenta elementos comunes con la teoría
de los
astronautas en la antigüedad. La ciencia-ficción
como género literario
popular se data en los finales de la década de los
20 y comienzos de la
de los 30 con el auge de las revistas "pulp" como
Amazing Stories, Weird
Tales... por tanto cumple el primer requisito. Un estudio
de los cuentos
de aquellas publicaciones permite encontrar los mismos elementos
presentes en la teoría de Von Däniken. Visitas
extraterrestres en la
Prehistoria aparecen en narraciones de autores como Barshofsky
(1.936),
Clarke (1.950)... Las civilizaciones desaparecidas pese a
su gran
desarrollo tecnológico fueron otro tema común
en las obras de Merritt
(1.918), Lovecraft (1.931)... y de numerosos escritores europeos
como
Moselli (1.925) y Augilard (1.923 y 1.931). Incluso las "coincidencias"
son aún más evidentes en la obra de Hamilton
(1.923) en la que se
atribuye a los marcianos la erección de los moais de
la isla de Pascua o
de Carsac (pseudónimo literario del conocido prehistoriador
Bordes) que
en 1.956 imaginó a un extraterrestre aterrizando en
la Tierra por un
accidente en su astronave y consiguiendo, gracias a sus conocimientos
tecnológicos, provocar una evolución cultural
acelerada en los
Neandertales con lo que debe convivir. Sin embargo, en ningún
autor son
más evidentes los paralelismos con la teoría
de los astronautas en la
antigüedad que en la obra del italiano Rapuzzi que en
dos novelas "Érase
una vez un planeta" (1.954) y "Cuando yo era aborigen"
(1.955) imaginó
dos civilizaciones extraterrestres en el sistema solar, la
irresponsabilidad de una de ellas provoca la destrucción
de su propio
planeta (creando lo que hoy se denomina Cinturón de
Asteroides) y
causando graves daños en Marte cuyos pobladores deben
emigrar a la
Tierra y Venus. En nuestro planeta se unen con los aborígenes
creando
una raza nueva muy evolucionada. Sin embargo, con el paso
del tiempo
surgirán enfrentamientos entre las dos colonias creadas
(Mu y la
Atlántida) que se destruirán mutuamente por
lo que sólo quedará de ellas
el recuerdo en forma de mitos. Sin embargo, hace falta un
tercer
elemento, una conexión entre la ciencia-ficción
y los formuladores de la
teoría de los astronautas en la antigüedad. Ese
nexo es Bergier, lector
de los "pulp" norteamericanos, redactor y asesor
en varias revistas
francesas de esta temática antes de co-escribir "El
retorno de los
brujos" obra en la que cita expresamente a varios de
los escritores
antes citados.
Con ello, podríamos dar por concluido
el asunto y considerar que la
teoría de los astronautas de la antugüedad es,
tan sólo, una derivación
corrupta de la ciencia-ficción. Sin embargo, no sólo
debemos observar
los parecidos sino también las diferencias. La más
clara es que además
de estos aspectos formales, en las obras de Charroux, Däniken...
aparecen elementos propios de las religiones como puede ser
una
cosmogonía y una soteriología. Esto nos conduce
a la causa formal.
Nuevamente, la propia ilógica de tal teoría
puede hacernos pensar en una
formulación original, sin embargo no es así.
Podemos ir observando las
teorías teológicas de Däniken y buscar
sus antecedentes. Su idea de una
evolución humana cuyo fin último es reintegrarse
al seno de la divinidad
está tomada de Teilhard de Chardin, su panteísmo
y su negación de la
divinidad del Dios de la Biblia se relacionan con el Gnosticismo
de raíz
platónica. También aparecen elementos tomados
de las religiones
orientales.
Sin embargo, esas influencias no se producen
de forma directa, es decir,
Charroux, Däniken no estudiaron la filosofía Gnóstica
ni las religiones
orientales en sus fuentes originarias sino que aceptaron las
lecturas
que de ambas realizó un movimiento ocultista a caballo
de los S XIX y
XX, la Teosofía de madame Blavatsky, que, a su vez
es deudor de otras
creencias pseudocientíficas anteriores como el espiritismo
en especial
de la lectura que de él hizo Allan Kardec para el que
suponía, ni más ni
menos, que una teología práctica que ya no debía
basarse en la
aceptación de una creencia sino que estaba sujeta a
experimentación, es
decir, que se trataba de una teología científica.
Todo ello fue mezclado por la Blavatsky con
otras ideas ocultistas como
la existencia de una sabiduría ancestral que se había
ido perdiendo con
el paso del tiempo para formar su propia religión que
intentó sustentar
en una serie de pruebas obtenidas de antiguos relatos literarios
y de
los descubrimientos arqueológicos que se estaban produciendo
en esos
momentos. Todo ello volverá a presentarse en la teoría
de los
astronautas de la antigüedad. Así, los libros
de Charroux o Däniken no
son fruto de su imaginación sino que resultan los últimos
exponentes de
la tradición esotérica que ha acompañado
a la humanidad desde siempre.
Sin embargo, tampoco ello es suficiente para
explicar esta teoría. Como
causa eficiente debemos hablar de la fiebre platillista que
vivió el
mundo desde que en 1.947 Kenneth Arnold observara unos objetos
volantes
encima del monte Rainier. Su relato fue recogido en primera
plana de
varios periódico y apoyada incondicionalmente por gente
como el editor
de ciencia-ficción Raymond Palmer en su revista Amazing
Stories. Tanto
fue su éxito que en 1.948 Palmer creó una nueva
publicación, Fate, en la
que el "contactado" Adamski publicó varios
trabajos. Su colaboración con
el teósofo inglés Leslie fue fructífera.
Más que fijarnos en los
aspectos grotescos de los "contactos" debemos prestar
atención a los
mensajes en sí. Su carácter es idéntico
a las doctrinas teosóficas. Sólo
cambia, en principio, el medio. Si los contactados reciben
los mensajes
vía extraterrestre, los teósofos empleaban la
escritura automática, el
espiritismo, el mesmerismo o la simple revelación.
Esta diferencia no
tardaría en diluirse por obra de G. H. Williamson,
un discípulo de
Adamski que comenzó a recibir mensajes telepáticos.
No se detuvo allí,
sino que comenzó a buscar pruebas arqueológicas
de la existencia de
visitas extraterrestres en un pasado lejano. Los mismos edificios
que
para los teósofos habían sido pruebas de la
existencia de civilizaciones
perdidas poseedoras de conocimientos muy avanzados (pirámides
egipcias y
mayas, los trilitos de Baalbek, la Puerta del Sol en Tiahuanaco,
Stonehenge, la isla de Pascua, la llanura de Nazca...) pasaron
a ser el
fruto de los contactos con una inteligencia no terrestre.
En Europa, y con diferencia de unos pocos meses,
vieron la luz dos
teorías similares creadas por personas tan diferentes
entre sí como un
lord británico, Brinsley Clancarty, y un científico
soviético, Modest
Agrest.
Este muestrario de personajes impide la existencia
de una única causa
final. Las motivaciones de cada uno de ellos fue, probablemente,
tan
diversa como sus propias creencias. Si el conde de Clancarty
era un
ocultista convencido, Agrest explotó la teoría
de que los dioses de las
diversas religiones no eran, a fin de cuentas, más
que extraterrestres.
Lo que sí parece claro es que la motivación
en un principio no fue
claramente económica. Si bien Palmer sí se lucró
con sus revistas, la
publicación de los primeros libros fue muy dificultosa
puesto que las
editoriales no veían futuro comercial a estos escritos.
Por ejemplo, las
obras de Charroux sólo se vendieron bien a raíz
del éxito de Däniken.
Hasta aquí, Stoczkowski ha realizado
el análisis de las causas para la
aparición de la teoría de los astronautas de
la antigüedad. A partir del
capítulo 10 intenta explicar la razón de su
éxito popular. Comienza por
una declaración que puede parecer sorprendente. La
refutación de las
"pruebas" arqueológicas, míticas...
aducidas por estos escritores es
casi inútil. La razón para ello es que obedecen
a una construcción
intelectual completamente distinta a la construcción
científica. Si para
nosotros las teorías se forman a partir de las pruebas,
para ellos la
teoría antecede a las pruebas de forma que aunque éstas
se demuestren
equivocadas eso no supone que la teoría sea incorrecta.
Sólo así se
explica que Pauwels y Bergier pudieran afirmar que en "El
retorno de los
brujos" decían muchas tonterías o que Däniken
pudiera escribir un libro
reconociendo alguno de sus errores pero asegurando simultáneamente
que
eso no suponía que sus teorías fueran erróneas.
La explicación de la realidad en Occidente
tiene tres tradiciones, la
religiosa de raíz judeo-cristiana, la científica
y la esoterista u
ocultista. A ésta es a la que se adscribe la obra de
los autores
citados. El ocultismo occidental intenta ser una unión
de ambas y, a la
vez, supone su crítica. Si para los ocultistas la religión
no es creíble
por cuanto sobre una base real se han acumulado dogmas sin
sentido, la
ciencia no es más que el camino al ateísmo y
al materialismo estéril.
Numerosas personas aceptan ambas premisas lo que supone una
primera
explicación para el éxito de las obras de los
autores citados.
La segunda causa hay que buscarla en el ambiente de la época
impregnado
de la llamada contracultura. Si el ocultismo del S XIX se
difundió en
ambientes en los que se extendieron simultáneamente
ideas como el
naturismo, el vegetarianismo y la medicina homeopática,
los años 60
fueron los de desconfianza ante la ciencia, la apertura a
nuevas formas
de espiritualidad, la experimentación con drogas, las
comunas...
Un tercer factor fue la mercadotecnia. Los libros se veían
"confirmados"
por documentales para la televisión, revistas de temática
paranormal,
colecciones de libros, conferencias e incluso por los medios
de
comunicación serios que se hacían eco de las
mismas historias que éstos
narraban.
El libro de Stoczkowski podría concluir
en este punto y ya resultaría
una lectura obligada por cuanto supone el estudio más
completo y
riguroso del origen y desarrollo de una teoría pseudocientífica
publicado hasta la fecha. Su análisis del dänikenismo
y su relación con
la ciencia-ficción y la teosofía es ejemplar,
está repleto de noticias
interesantes, de detalles muy poco conocidos o inéditos
de los
escritores que la formularon y de reflexiones importantísimas
sobre el
ocultismo y la pseudociencia. Sin embargo, el autor no se
detiene aquí.
Los capítulos 11 y 12 suponen un motivo para la reflexión
e incluso la
polémica para los escépticos. El autor comienza
marcando distancias con
el relativismo cultural. Para él es innegable que la
ciencia funciona,
que es el "racionalismo productivo" y que, por tanto,
no puede ser
equiparada a la pseudociencia que no ofrece resultados prácticos,
pero
también advierte que el proceder de muchos científicos
incurre en los
mismos errores que denuncian, que no quieren ver más
que los hechos que
confirman sus teorías, lo que, por supuesto, no supone
una
descalificación de la ciencia en sí.
Tampoco silencia la peligrosidad de creencias
que se difunden al amparo
del ocultismo como algunas sectas o el racismo antisemita
de autores
como Charroux. Esto puede hacernos pensar que el autor apuesta
por el
escepticismo, sin embargo Stoczkowski también señala
nuestros errores:
"En realidad, partiendo de la tenaz convicción
de que las <<sectas>> son
peligrosas, sus enemigos acérrimos se fijan exclusivamente
en las malas
acciones de estas, sin prestar mucha atención a los
movimientos y
miembros que no han cometido irregularidad alguna. La lógica
que inspira
los ataque contra las <<sectas>> es idéntica
a la empleada por estas
mismas <<sectas>> cuando intentas aportar <<pruebas>>
de sus doctrinas,
ocupándose únicamente por las posibles confirmaciones,
pero excluyendo
de antemano cualquier dato que vaya en su contra." (Pag.
328) "Los
enemigos acérrimos de las paraciencias y las <<sectas>>
se consideran a
sí mismos el último baluarte que todavía
resiste al azote apocalíptico
de la <<irracionalidad>>. Pero, en lo esencial,
siguen la misma senda
que sus adversarios..." (Pág. 330).
Independientemente de que aceptemos o no dicho
análisis (y un error es
claro, que Stoczkowski cae en la misma equivocación
que denuncia, a
saber, meter a todos los escépticos en el mismo saco
y citar sólo las
obras que sostienen sus afirmaciones) sí hay en esta
obra razones de
sobra para la autocrítica, la más importante
de las cuales es la
aceptación de teorías parciales para explicar
el éxito del dänikenismo
por un excesivo reduccionismo, seguida de cerca por la confusión
que
sufren algunos escépticos entre la refutación
de una teoría errónea y la
argumentación ad hominem. Todo ello debiera ser motivo
de reflexión para
nosotros. Ojalá que así sea.
|