EL ESCÉPTICO DIGITAL
Edición 2009 - Número 5 (231) - 2 de mayode 2009
Cada vez más observamos comportamientos afines o análogos entre los diferentes géneros del orden de los primates. Mientras que a nivel genético vemos que los chimpancés (Pan troglodytes) y nosotros, nos distinguimos en un 9%, a nivel social y cultural existen diferencias difícilmente computables, pero conductas parecidas.
Un estudio recientemente publicado en la revista Plos one, liderado por Christophe Boesch y Cristina Gómez, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) explica la relación que existe entre compartir la comida y la actividad sexual entre machos y hembras de una misma especie del género Pan.
Efectivamente, la observación del comportamiento de chimpancés en el trabajo de campo llevado a cabo durante dos años en el parque nacional de Tai, en Costa del Marfil, África, ha permitido registrar 90 episodios de caza y 262 de compartir carne y la misma cantidad de cópulas entre machos y hembras.
Se ha podido constatar, según los investigadores, una correlación importante entre el regalo de carne a las hembras por parte de machos cazadores y la cópula con éstas como consecuencia de esta interacción.
El sexo, sin duda juega un papel relevante en las relaciones sociales entre los primates. Con él se incrementa la sociabilidad de las especies de los diferentes géneros y, además de ser una garantía de reproducción de las poblaciones, puede convertirse en una fuente de poder. Los mejores cazadores entre los machos, pueden tener un rango mayor y cubrir a más hembras.
De esto se puede deducir, que los genes de los mejores cazadores tienen una mayor probabilidad de extenderse, dado que independientemente de que las hembras estén o no en celo, son más accesibles a los machos que demuestran su capacidad de ser generosos con ellas.
Los chimpancés son promiscuos y no establecen relaciones monógamas continuadas, pero tampoco las hembras mantienen relaciones sexuales con todos los machos del grupo. De manera natural, pero también por evolución del comportamiento, las hembras seleccionan en muchos casos a los machos por su capacidad de facilitarles energía. Los animales que son capaces de compartir, también pueden ser los más competentes. Una hembra siempre saldrá más beneficiada de la relación con especímenes más competentes, en general mejor dotados socialmente para transmitir sus genes.
Compartir el alimento puede servir para incrementar las interacciones, de esta manera, existen ganancias para los especímenes que practican esta actividad. Realizar este tipo de acción es un valor añadido a la capacidad de adaptación individual que debe haber sido seleccionada evolutivamente. La selección natural actúa positivamente sobre estos especímenes.
Muchas de las conductas humanas han sido seleccionadas de forma natural y también de forma cultural. Es posible que este comportamiento que se da en cazadores-recolectores actuales, del tipo que se ha observado en los Chimpancés de Tai, sean aún atavismos mantenidos por el tipo de función social y económica que estructuran las poblaciones.
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Sapiens)
URL: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/04/20/sapiens/1240216513.html