EL ESCÉPTICO DIGITAL
Edición 2009 - Número 8 (234) - 7 de noviembrede 2009
Javier Armentia Fructuoso
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Por la boca muere el Pez)
Para no dar crédito, lo que leo en El País sobre Miyuki Hatoyama, la mujer del nuevo presidente de Japón:
Miyuki fue abducida "por un ovni triangular" cuando dormía. "Mientras mi cuerpo estaba dormido, creo que mi alma viajó a Venus", asegura Miyuki en un libro que publicó hace un año y cuyo contenido ha salido, ahora que ella es primera dama, a la luz.
"Era un lugar muy bonito, muy verde", escribe Miyuki, de 66 años, en Cosas muy extrañas con las que me he encontrado. Cuando despertó, le confesó a su ex marido que acababa de regresar de Venus. "Habrá sido un sueño", le respondió, descreído, su ex pareja. "Mi actual esposo tiene una forma de pensar muy distinta al anterior. Seguramente él habría dicho: "¡Eso es fantástico!", asegura la esposa del líder del Partido Demócrata, conocido en el distrito Nagatacho de Tokio como el alien por sus ojos saltones, aunque según su esposa el mote le viene de su nueva forma de hacer política. "Siempre cuesta entender algo nuevo", dice ella.
Lo más normal del mundo. El problema es que si una persona se despierta tras soñar que viaja a Venus y en vez de darse cuenta de que era un sueño acaba dos decenios después escribiendo un libro sobre el tema, es que hay algo que no va bien. De nada vale decir lo obvio, que Venus no es nada verde, ni lo era hace 20 años, porque lo relevante es cómo alguien puede creerse realmente un viaje a Venus, aunque no sea a ritmo de Mecano, ni montado en un barco de esos de sushi variado, los moria wase esos que siempre me da vergüenza cuando me los colocan en la mesa.
Pregunta tonta: ¿por qué una gente puede decir estas cosas en público y no pasa nada mientras que si dice, no sé, que le encanta practicar sexo con dominación u otros fetiches pasa a ser considerado un peligroso social? (Bueno, y si simplemente te gusta ir desnudo por la vida, te conviertes en un delincuente en muchos ayuntamientos que tienen esa manía de prohibir cosas que son lícitas sin más).