¿Es natural pasar el sarampión, la rubeola y las paperas?
Cuando no se está inmunizado contra ellas, sí.
¿Cómo inmunizarse?
Hay dos vías: una azarosa, que requiere contraer esas tres enfermedades; la otra evita enfermar: se trata de la vacuna trivalente.
Muchos padres no dudan en administrar la vacuna, y evitar a sus hijos enfermedades que causan fiebre y dolores, y que no están libres de riesgos. Haciéndolo así, contribuyen a la meta de la erradicación de tres enfermedades infecciosas. Pero una minoría de padres no vacuna a sus hijos, siguiendo los consejos de los detractores de la trivalente.
¿Cómo nace esta campaña contra la vacuna? Un estudio publicado en la prestigiosa “The Lancet” (y actualmente retirado) establecía una relación causal entre esta vacuna y el autismo. Ese riesgo no está demostrado ni remotamente, y el estudio se considera un ejemplo de fraude científico. Hay también quien afirma que las vacunas contienen mercurio, o que son producto del interés de las empresas farmacéuticas. Entenderemos mejor la situación si consideramos las campañas impulsadas por algunos personajes famosos, así como el prestigio acrítico de que goza lo natural en algunos ámbitos, sin distinguir si lo natural es proteína, virus o bacteria. Incluso se hacen “fiestas”, para que los niños enfermos contagien a los sanos. Se llegan a regalar (¡y a vender!) piruletas lamidas por los niños enfermos para que los sanos las chupen y se contagien.
El eco que los detractores de las vacunas alcanzan en los medios de comunicación han causado una disminución del número de vacunados, un aumento del número de niños enfermos y de los riesgos asociados. Se pone en peligro la salud de bebés que no tienen edad para vacunarse y de adultos no inmunizados. Y se mina la esperanza de poner a esas tres enfermedades en el mismo estante que la viruela: el de las enfermedades erradicadas.