El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 269
Zaragoza, 17 de mayo de 2013
EXCELENTÍSIMO Y MAGNÍFICO SEÑOR RECTOR(*)
Universidad de Zaragoza.
Estimado Sr.:
Resulta muy preocupante que la Universidad de Zaragoza otorgué varios títulos propios universitarios sobre homeopatía y acupuntura y que tenga una cátedra de homeopatía subvencionada por los laboratorios Boiron. Como responsable de la Universidad de Zaragoza debe saber que se trata de dos pseudomedicinas con peligros evidentes y sin fundamento científico. Y por si fuera poco, nos encontramos ante dos saberes precientíficos emparentados con la magia y la religión.
Samuel Hahnemann, el creador de la homeopatía, lo decía bien claro: «Tiempo era ya de que la sabiduría del Divino creador y conservador de los hombres pusiese fin a estas abominaciones [alopáticas] e hiciera aparecer una medicina inversa [la homeopatía]». Y si aplicamos la ley del similia similibus curantur -la más importante de sus creaciones- a los tiempos actuales llegamos a la conclusión de que altas dosis de penicilina son capaces de producir gonorrea y amigdalitis en el hombre sano. Otra famosa ley, la de las dosis infinitesimales, es aún más inverosímil, pues con ella se pone en solfa toda la teoría atómico-molecular de la materia. Recordemos que, según esta ley, a partir de la dilución 12 CH (dilución centesimal hahnemanniana) no queda en el preparado ni una sola molécula de la «tintura madre» original. Sin embargo, afirman que gracias a que la dilución es agitada durante el proceso de elaboración, resulta mucho más efectiva que si tuviera la sustancia primitiva. De hecho, cuanta menos sustancia original hay en la dilución y más se agita esta última, más potente es el supuesto efecto. Que por estas incongruencias se otorguen títulos universitarios y se premie al profesor titular que las imparte, Javier Lanuza, con una cátedra de empresa, es realmente preocupante.
Por su parte, en el Nei Jing, la "biblia" de la acupuntura, se afirma que «la energía [Qi] no es visible, pero un maestro la percibe; sabe el camino para remontarla. Él puede así tonificarla y dispersarla a su agrado». Por si fuera poco, gracias a la palpación de los pulsos, los acupuntores (antes de aplicar las agujas) son capaces de diagnosticar no sólo el desequilibrio de Qi (inexistente), sino también el sexo del feto en la mujer embarazada e incluso si un enfermo tiene piedras en la vesícula biliar. Pero aún hay más. En la base de la acupuntura está la teoría según la cual, por ejemplo, el bazo es un órgano Zang que forma parte del aparato digestivo y es la sede del pensamiento. Y lo mismo podemos decir del resto de los órganos Zang Fu, tal y como lo explica con todo lujo de detalles la Medicina Tradicional China. En el colmo del delirio, para los acupuntores modernos estas cosas (órganos inexistentes, funciones mágicas, etc.) no son errores, sino ¡formas diferentes de pensar! Quien crea que todo esto es la exageración de unos escépticos exaltados, no tiene nada más que echar una ojeada a cualquier libro de acupuntura.
En suma, con semejantes pseudomedicinas, sobran la farmacología, la microbiología, la genética y el diagnostico por imagen en todas sus variedades. Peor aún, sobra toda la medicina científica. ¿No se han preguntado quienes proponen tales dislates, por qué en las facultades de física (o de química) no se habla de "física alternativa y complementaria" (o de "química alternativa y complementaria") y no se otorgan títulos sobre "astrología científica" (o sobre "alquimia científica")? ¿Se debe, quizás, a que los médicos son más crédulos que los físicos o los químicos, o es simplemente que algunos médicos carecen de escrúpulos con tal de ganar dinero y tener un puesto de trabajo? ¿O peor aún, ignoran el método científico?
No podemos extendernos en una carta de denuncia, como la presente, sobre todas las pruebas que demuestran las falsedades y engaños que homeópatas y acupuntores defienden y sus infiltrados universitarios propalan. En este sentido, puede consultar las detalladas alegaciones presentadas por varios profesores contra estos estudios propios de la Universidad de Zaragoza, en las cuales se documenta que tanto la homeopatía como la acupuntura son puras pseudociencias, como la astrología, creacionismo científico, radiestesia, tarot, etcétera, que deben proscribirse de cualquier programa universitario.
Decía Gregorio Marañón que la historia de la cultura es la lucha entre la ciencia y la superstición. Lamentablemente en la Universidad de Zaragoza los charlatanes pseudocientíficos se han infiltrado y la superstición amenaza a la ciencia y a la cultura, pudiendo dejar de ser, en palabras de Unamuno, el templo del saber y la razón.
Aún queda tiempo para rectificar, eliminando estas enseñanzas, que se vienen impartiendo desde hace una década, y la cátedra de homeopatía desde hace varios años. Y rectificar, como todo el mundo sabe, es de sabios.
Y para que así conste, en nombre de la asociación cultural ARP–Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC), firmamos esta carta abierta los siguientes socios:
Víctor Javier Sanz Larrínaga. Colegiado 1905-6. Cardiólogo, Medicina Familiar y Comunitaria. Ex Vicepresidente de ARP-SAPC.
Pedro Merino Filella. Catedrático de Química Orgánica. Universidad de Zaragoza.
Eustoquio Molina Martínez. Catedrático de Paleontología. Universidad de Zaragoza.
Miguel Bayón Gimeno. Periodista científico. Ex Editor de TVE Aragón.
(*) Carta enviada con motivo de las alegaciones presentadas en contra de los títulos de la Universidad de Zaragoza sobre homeopatía y acupuntura, y leída en la rueda de prensa celebrada el mismo día.