El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 263
Aula Cultural "Radio Campus" de la Universidad de La Laguna
Roberto Augusto (Gastrar, La Coruña, 1978) es licenciado y doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Fue miembro de la Sociedad Catalana de Filosofía entre 2001 y 2006. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad Libre de Berlín y en la Academia de Ciencias de Baviera, en Múnich. Se doctoró con una tesis sobre el concepto de libertad en Schelling. Mantiene la página web www.robertoaugusto.com y el blog www.elnacionalismovayatimo.com. Es autor de numerosos artículos publicados en revistas especializadas y del ensayo El Nacionalismo ¡vaya timo! (Laetoli, Pamplona, 2012). Ahora vuelve con nosotros para presentar su último trabajo "En defensa del ateísmo" (Laetoli, Pamplona, 2012).
Después de tocar un tema casi tabú como es el del nacionalismo y colocarlo al nivel del creacionismo, los ovnis, la homeopatía o el psicoanálisis, se enfrenta usted con las religiones. ¿Tiene idea de la cantidad de adversarios que se van a levantar a su paso?
Es cierto que dos de las cosas que más enfrentan a la gente son las religiones y la política. Por eso me interesa hablar de estos temas. La humanidad sufre en gran parte porque está dividida por culpa del nacionalismo y de la religión, que son dos de los principales males que padecemos. Denunciar la falsedad de estas doctrinas es una necesidad vital para lograr mejorar la convivencia entre todos los seres humanos. Estos dos libros están conectados porque buscan lo mismo: denunciar la irracionalidad que separa a las personas en naciones o religiones que son solo una creación perversa de nuestra mente. No me preocupan los adversarios que puedan surgir. Lo importante es la verdad de lo que se dice. De todas formas tanto los teístas como los nacionalistas viven encerrados en sus dogmas e ignoran todas las críticas contra sus ideas.
¿Es el ateísmo una creencia más?
El ateísmo no es una creencia o una religión equiparable a cualquier otra. Es un posicionamiento filosófico sobre la realidad, algo muy distinto. Surge de la constatación de un hecho evidente: los teístas no han aportado ninguna prueba objetiva de sus creencias. La conclusión lógica que debemos sacar con nuestro conocimiento actual del mundo es pensar que no existe Dios ni ningún tipo de entidad sobrenatural. Al decir esto no estoy expresando una creencia, sino una evidencia racional. El ateísmo, por lo tanto, se basa en la razón, en la libertad para cuestionarnos todo. Nada tiene que ver con el dogmatismo, que es la aceptación de ideas sin ninguna explicación científica. En mi libro analizo muchas de las supuestas “pruebas” de la existencia de Dios y muestro su falsedad.
Las religiones tienen vocación de universalidad y normalmente andan a la greña entre ellas, pero todas hacen piña cuando aparece alguien que manifiesta no creer en la divinidad ¿cree que con semejante número de enemigos el movimiento ateo tiene alguna esperanza?
Casi todas las religiones llevan miles de años prometiendo la paz y la concordia universal. Pero la realidad nos muestra que han sido culpables de millones de muertos y de innumerables conflictos. Cuando algunos se creen en posesión de una verdad revelada directamente por Dios las personas se convierten en algo secundario al lado de esas ideas. Entonces es fácil matar y morir en nombre de una fe. A pesar de esto, la mayoría de la gente en el mundo cree en alguna religión porque esas creencias satisfacen necesidades primarias del ser humano, como el miedo a la muerte. El ateísmo es una postura minoritaria, pero en auge, sobre todo en los países más desarrollados. Parece que hay una conexión clara entre progreso material y ateísmo. Eso me hace ser optimista respecto al futuro del movimiento ateo. Si la humanidad consigue eliminar la pobreza y la ignorancia en la que viven millones de personas las religiones irán perdiendo parte de su poder. Esto no será fácil ni rápido, ya que el teísmo está respaldado por una enorme inercia histórica. Probablemente la religión nunca desaparezca, pero quizás en un futuro lejano tenga un papel marginal. Ese es un objetivo por el que hay que trabajar.
Hace unas semanas el Obispo de San Sebastián hablaba de "alerta educativa" al conocer que un cincuenta por ciento de los jóvenes de una determinada región manifestaba que no creía en Dios ni en la Iglesia ¿eso es falta de educación de la juventud o ausencia de autocrítica por parte del príncipe eclesiástico?
La Iglesia española está acostumbrada a tener una posición hegemónica en el mundo educativo y en todos los ámbitos de la sociedad. Por eso sus jerarcas ven con preocupación esa pérdida de protagonismo. Sin duda las causas del declive religioso no pueden ser achacadas solo a la falta de educación de la juventud, sino que son más profundas. Una de ellas es el desprestigio de la Iglesia por culpa de comportamientos éticos que contradicen sus propias doctrinas. Es insostenible que alguien predique la pobreza y el desprecio de los bienes materiales cuando vive en un palacio suntuoso.
En el panorama político internacional comprobamos cómo bajo el concepto de "primavera árabe" se han aupado al poder en países con poca tradición fanática como Túnez o Egipto movimientos religiosos radicales, intolerantes y bestiales ¿corremos el riesgo de volver a una situación propia del medievo, con la religión imponiendo sus reglas en todas partes?
El problema que hay en la gran mayoría de países musulmanes es que no tienen cultura democrática. La única alternativa suele ser entre una dictadura o una teocracia. Ningún cambio político puede triunfar si no va acompañado de una transformación en la mentalidad de la gente. Si la mayoría de los ciudadanos de Túnez o Egipto tienen ideas religiosas radicales la democracia no será posible ya que votarán por líderes que acabarán con ella. Las sociedades árabes deben avanzar mucho más en la separación entre la religión y el Estado. No creo que podamos volver a la situación de la Edad Media. La globalización, los avances técnicos y el ejemplo de las sociedades más avanzadas, impiden ese riesgo. Pero queda todavía un largo camino por recorrer para lograr que la religión se quede en la esfera de lo privado y no aspire a controlar también el Estado.
En un país como España donde hasta hace pocas generaciones existía una religión oficial asistimos al lento pero inexorable deterioro del monolito de la fe ¿se detecta un cambio hacia posiciones ateas o simplemente unas creencias se cambian por otras?
Lo que está pasando en España es un proceso que afecta a toda Europa Occidental. El viejo continente está experimentando un fuerte proceso de secularización. Cada vez la religión tiene menos poder en las sociedades europeas y eso me parece muy positivo. Cuanta menos religión, más libertad y progreso. Este abandono del cristianismo no lleva a su sustitución por otras creencias. Tampoco hacia posiciones ateas conscientes. La mayoría de los jóvenes simplemente ignora la religión. No les interesa y tampoco la conocen. Cuando un obispo habla sobre sexualidad o cualquier otro tema social expresa una moral que nada tiene que ver con la forma de vida de la mayoría, incluso entre los que dicen ser creyentes. Muchos ni siquiera se declaran ateos, sencillamente ignoran la religión.
¿Llegaremos a ver al Estado español como un Estado laico?
Es evidente que no, al menos en un corto o medio plazo de tiempo. A pesar de su decadencia la religión conserva una importante influencia en España. La Iglesia católica tiene un enorme poder económico y político, especialmente dentro del PP y también en CIU y el PNV. Cuando ha gobernado el PSOE tampoco ha querido avanzar en un modelo laicista por miedo a molestar a sus votantes católicos. Me parece lamentable que en un Estado aconfesional se estudie religión en la escuela pública y que eso sea pagado con nuestros impuestos, lo que supone una forma de subvencionar a la Iglesia y a su entorno. Recordemos, por ejemplo, que cuando los miembros del Gobierno juran o prometen su cargo lo hacen delante de un crucifijo y de una Biblia, algo que atenta sin duda contra el principio de aconfesionalidad reconocido por la Constitución. En mi opinión todos los Estados deberían ser laicos para ser plenamente democráticos.