El Escéptico Digital - Edición 2014 - Número 265
Aula Cultural "Radio Campus" de la Universidad de La Laguna
¿Quién es Martín Fragoso y cómo se embarcó en la aventura de hacer divulgación y hablar sobre pensamiento crítico?
Soy licenciado en Filosofía y estoy interesado en hacer una maestría en Historia y Filosofía de la Ciencia. Cuando era adolescente me interesé mucho en el fenómeno ovni y en los supuestos fenómenos paranormales, compraba revistas y libros sobre esos temas, aunque también leía divulgación científica. Ambos mundos me fascinaban por igual: el mundo de la ciencia y el mundo de los misterios “paranormales” o “sobrenaturales”. Gracias a los programas de televisión en los que debatían ufólogos y escépticos comencé a cuestionar la validez de las afirmaciones de los primeros. Y aunque dejé mi inicial ingenuidad o credulidad, mi interés en estos asuntos no desapareció. Llegué a la conclusión de que valía la pena abordar el mundo de lo “insólito” desde el escepticismo. Así fue como me embarqué en esta aventura.
¿Cómo se afronta la batalla constante de la divulgación?
Divulgar el pensamiento crítico debe tomarse en serio. Hace años leí que algún escéptico decía que no tenía por qué hacer mejor las cosas porque “no ganaba dinero con ello”. Estoy en completo desacuerdo. Así lo hagamos por puro amor al arte, debemos ser exigentes con nosotros mismos. A fin de cuentas lo hacemos porque lo consideramos necesario. Por otro lado, disfruto actualizar mis bitácoras y participar en diversas actividades. Otra cosa es el resultado, por supuesto que me gustaría pensar que alguien ha encontrado útil lo que escribo.
¿Cómo ve el estado del pensamiento crítico a nivel global?, ¿y en México?
Tanto en México como en el resto del mundo, los escépticos vamos contracorriente. Tenemos que explicar una y otra vez cuál es nuestra postura. Las personas suelen creer que somos incrédulos, que negamos las afirmaciones de ufólogos o de supuestos investigadores de lo paranormal sin tomarnos el trabajo de revisar las supuestas evidencias o que negamos esas afirmaciones sin habernos tomado la molestia de conocerlas o comprenderlas. Nada de eso es cierto. Incluso hay escépticos que ponen grandes sumas de dinero al alcance de quienes aseguran que tienen evidencias de la existencia de fuerzas o poderes sobrenaturales o de visitas extraterrestres, si esas “evidencias irrefutables” existen sólo tienen que llevarlas a personas como James Randi y, si pasan las pruebas, pueden llevarse un millón de dólares. Los escépticos queremos examinar la evidencia. La idea de que somos “de mente cerrada” es falsa, si así fuera no exigiríamos esas pruebas. Pero los escépticos tenemos que explicar constantemente qué es lo que realmente pensamos, y eso puede en ocasiones ser cansado. Por otro lado, los medios de comunicación difunden poco la ciencia y el pensamiento crítico, y dedican gran parte del tiempo a promover la creencia en fantasmas, ovnis, astrología, medicinas alternativas, etc. En este sentido, Giovanni Sartori tenía razón cuando en su Homo videns, la sociedad teledirigida señalaba que en la televisión “Destacan los charlatanes, los pensadores mediocres, los que buscan la novedad a toda costa, y quedan en la sombra las personas serias, las que de verdad piensan”. Los escépticos intentamos enfrentar toda la charlatanería que se promueve en los medios.
¿Qué opinión le merece la expresión “la batalla por el escepticismo está perdida de antemano”?
Mi respuesta anterior parecería dar la razón a esa expresión. ¿Realmente podemos hacer algo por frenar la pseudociencia cuando los medios la promueven a toda hora? Pero la batalla no sólo debemos hacerla los “escépticos militantes”. En la escuela se debería enseñar a pensar de forma crítica, se debería estimular el pensamiento riguroso. Creo que –por desgracia- pocas veces se hace. Quiero pensar que la batalla por el escepticismo no está perdida de antemano.
Ha sido usted titular de diversas bitácoras –como Las Patillas de Asimov- y actualmente coordina Seudociencias bajo la lupa, ¿cuál es la filosofía de esta iniciativa?
Mi idea es compartir información crítica sobre las llamadas seudociencias. Empleo el término “escépticos militantes” porque conozco escépticos que no hacen divulgación. Es decir, hay escépticos que no están interesados en enfrentar las pseudociencias, son “escépticos no militantes”. No me agrada la idea de tener información crítica y no compartirla abiertamente. La razón es que yo mismo busco información crítica sobre muchos temas y es agradable encontrarla, así, si yo poseo información (como las predicciones fallidas de algún astrólogo, por ejemplo) la subo a mis bitácoras o la comparto en alguna conferencia o mesa redonda.
El año pasado se celebró el ciclo de conferencias “Seudociencias bajo la lupa” en la Universidad Autónoma Metropolitana, ¿cuál es su balance de la experiencia?
Me hubiera gustado que asistieran más personas, aunque gracias a internet muchas personas en diversas partes del mundo pueden ver los videos. Por otro lado, espero que lo expuesto a lo largo de la semana le sea de utilidad a quienes asistieron. Por ejemplo, una joven a la que alguien le aseguró que su hijo era un “niño índigo” compartió su experiencia e hizo preguntas al respecto, al día siguiente preguntó sobre las medicinas alternativas. Quiero pensar que el ciclo le ayudó a pensar críticamente sobre esos temas. Otras personas dijeron que estaban interesadas en organizar ciclos similares en otras instituciones, lástima que todo ha quedado en buenas intenciones.
¿Han intentado las pseudociencias asaltar la Universidad mejicana?
Las seudociencias han entrado a diversas universidades e instituciones educativas. En octubre de 2010 en la Facultad de Arquitectura de la UNAM se dio una conferencia sobre “astrología evolutiva”, la conferencia no fue gratuita. Diversos escépticos enviaron correos electrónicos al encargado de la Coordinación de Difusión Cultural, incluso uno de ellos creó un grupo en facebook llamado “No a la astrología en la UNAM”. La grafología y las medicinas alternativas también se han hecho de un espacio. El Instituto Politécnico Nacional tiene la “Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía”. En la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana hay un curso de acupuntura. Son algunos ejemplos. Por ello es que creo que en las universidades debe hablarse sobre seudociencia.
¿Se hace divulgación del pensamiento crítico en la Universidad mejicana?
Muy poco. De vez en cuando hay conferencias o mesas redondas al respecto, pero no se hace con la frecuencia que debería.
En el mencionado ciclo se hace repaso a clásicos como el fenómeno ovni o a adversarios más recientes como pulseras biomagnéticas, ¿qué es lo que le parece más peligroso?
En principio muchas seudociencias parecen inofensivas. Si alguien se compra una “pulsera biomagnética” no sufrirá daño alguno. ¿Qué daño puede hacerle a alguien comprar revistas crédulas sobre ovnis? ¿Qué daño puede sufrir alguien que cree en los horóscopos? Lo peligroso en estos casos es lo que hay detrás: la falta de pensamiento crítico. Si una persona es crédula puede resentirlo su economía (muchos charlatanes desean nuestro dinero), su estabilidad emocional (algunos prometen ponernos en contacto con nuestros seres queridos que han fallecido, no les importa jugar con los sentimientos y emociones de las personas) o su salud. Mediante el pensamiento crítico podemos protegernos. Las seudomedicinas son peligrosas porque pueden llevar a alguien a suspender un tratamiento médico que requiere.
“Abre tu mente, no seas cerrado”, dicen los charlatanes, y claro que debemos estar abiertos a nuevas ideas, pero también debemos ser críticos (debe existir un matrimonio armonioso entre el escepticismo y el asombro, decía Carl Sagan). Abrir la mente y no ser críticos puede ser muy peligroso.
Los “detectores moleculares GT-200” –que no son sino varitas de zahoríes disfrazadas de tecnología- son peligrosos por lo que prometen: detectar armas, explosivos y drogas. Es preocupante que políticos y militares sean tan ignorantes en cuanto a ciencia se refiere porque cualquier ciudadano puede ser detenido en caso de que el juguetito le apunte. Pocos periodistas han levantado la voz ante este fraude millonario.
¿Merece la pena combatir las pseudociencias?
A pesar de que nuestra voz parece ser muy débil ante tantos fraudes, yo creo firmemente que se deben combatir. Incluso por un motivo egoísta: yo no quiero resultar lastimado por alguna de ellas, tampoco me gustaría que mis seres queridos fueran víctimas de los pseudocientíficos. Y no es que quiera cambiar la forma de pensar de los demás, cada quien es libre de creer en lo que desee. Se trata de que si alguien se pregunta sobre la validez de cierta afirmación, esa persona tenga acceso a información crítica al respecto. Ya con la mayor cantidad de datos posible, y conociendo las dos caras de la moneda (la fraudulenta o exagerada y la seria, los pseudocientíficos sólo dan a conocer los datos que les conviene), pueden tomar la decisión que deseen.
¿Está la sociedad mejicana vacunada contra el virus de la superchería?
Repito que en la escuela deberían enseñarnos a pensar críticamente, porque la verdad es que durante todo el día la televisión promueve charlatanerías de todo tipo. En ese sentido diría que no está vacunada contra el virus de la superchería. Y es que los conductores de televisión parecen disfrutar mucho de las pseudociencias. Y hasta cierto punto es lógico: los pseudocientíficos nos dicen lo que deseamos escuchar.
¿Quién no quisiera mucho (o algo) a cambio de nada? Ante tantos problemas que nos aquejan (inseguridad, desempleo, contaminación, corrupción, etc.), ¿no sería bueno que con hacer un ritual (con velas y fotografías y jabones mágicos) o con ponernos en contacto con nuestro ángel de la guarda todos nuestros problemas se solucionaran? Es lo que prometen los charlatanes, y por eso los responsables de los programas de TV se sienten tan a gusto con ellos.
¿Dónde puede alguien informarse acerca de las actividades escépticas de Méjico?
En los blogs y en las redes sociales (twitter y facebook). Varios escépticos actualizamos constantemente la información de nuestros espacios. Desgraciadamente las conferencias, reuniones, mesas redondas, suicidios homeopáticos (o sobredosis masivas homeopáticas) no son tan frecuentes.