La difteria, el temido «garrotillo» de nuestros abuelos, es una enfermedad grave. Hace años, morían niños por falta de vacunas. Hoy, en la España de inicios del siglo XXI, también: ha fallecido un niño enfermo de difteria.
Todos conocemos la triste historia de este niño, víctima de posturas pseudocientíficas que afectan gravemente a la salud. No estaba vacunado porque así lo decidieron sus padres, imbuidos de ideas antivacunistas muy en boga en determinados sectores sociales. La antitoxina precisa para curarle faltaba de EE.UU. y de la Unión Europea, y hubo que buscarla en Rusia. Los esfuerzos médicos para curarle y salvar su vida han sido en vano. Hacemos llegar a los familiares del niño fallecido nuestras condolencias; nos apena extraordinariamente que el desenlace haya sido tan cruel.
Los antivacunas serán minoritarios en España, pero sus falacias han logrado convencer a un cierto número de padres, y han encontrado un eco privilegiado en medios de comunicación donde se les ha entrevistado y dado voz mientras el niño hoy fallecido luchaba contra su enfermedad. Antivacunas notorios han encontrado micrófonos y cámaras abiertas, incluso en noticiarios de gran audiencia en cadenas públicas, y se han beneficiado de una deplorable actitud equidistante por parte de periodistas y medios. No se puede dejar de criticar las posturas minoritarias cuando generan consecuencias de esta gravedad. Qué más da si donde son potentes es en EE.UU., y en España son minoritarios; su carácter minoritario no les hace menos dañinos, como demuestra la lamentable muerte del pobre niño de Olot. No es día de añadir más notoriedad a estos propagandistas de la enfermedad y la muerte mencionando sus nombres: ya se ocuparán ellos de intentar justificar sus posturas delirantes. Ojalá los medios de comunicación no actúen ahora con la misma irresponsabilidad con que se han conducido tantos de ellos en el pasado reciente.
Desde aquí, exhortamos a los poderes públicos y a la sociedad a actuar para que no vuelva a morir un niño más por enfermedades fácilmente prevenibles mediante la vacunación. Los poderes públicos deben emprender campañas en las que despejen las dudas y las falacias peligrosas que siembran los antivacunas; esos antivacunas que, aun siendo minoritarios, ejercen la suficiente influencia como para lograr que se deje de vacunar a niños. Instamos a los padres a que sigan los calendarios de vacunación, a que no presten oídos a los sofismas de los antivacunas y a que rectifiquen su postura si no han vacunado a sus hijos: están a tiempo de evitarles a los niños enfermedades, graves secuelas e incluso la muerte.
En nuestra página web disponemos de documentación suficiente para informar sobre la vacunación, que ponemos a disposición pública para aclarar dudas. Existen también numerosas sociedades científicas que pueden informar y asesorar debidamente. Y, como en tantas otras ocasiones, instamos a los ciudadanos a tomar todas las precauciones a la hora de informarse sobre aspectos fundamentales de salud y a basar sus decisiones en criterios científicos.
Dossier "Vacunación: miedo, rumores y oscurantismo": http://www.escepticos.es/node/3377
Sarampión, una enfermedad peligrosa, por Roald Dahl: http://www.escepticos.es/node/933
Vídeo de Eduardo Martínez Naves en Escépticos en el Pub de Madrid: sobre conspiranoia quimifóbica y vacunación, entre otros temas: http://www.escepticos.es/node/3940
Vacunación y antivacunas: Cartas en El Heraldo de Aragón: http://www.escepticos.es/node/3952