¿Debe compartir Arsuaga estantería con los libros falaces de Iker Jiménez? ¿Merece Feynman ser situado junto a los desvaríos acientíficos de los geobiólogos? ¿Es el la tontada chorrievolutiva de Cardeñosa, El Código Secreto, una obra sobre antropología? Para los encargados de la Fnac de Madrid, la respuesta parece ser que sí.
En el pequeño espacio que dedican a la ciencia y a la divulgación -lugar incómodo, siempre lleno de gente-, la Fnac engaña al comprador al colocar, en la misma categoría, a escritores de la talla de Gardner, Paulos, Sagan o Hawkins, junto a ecólatras que critican la ciencia, geobiólogos y gurús del esoterismo. Errores imperdonables, habida cuenta de que la librería dispone de varias secciones dedicadas a los desvaríos de la razón: Esoterismo, Ciencias ocultas, Espiritualidad. Podemos imaginarnos qué ocurrirá con aquella persona que quiere aprender algo sobre ciencia, se acerca a la sección de divulgación y compra un libro de Feng Shui...
No está mejor el área de antropología -situado físicamente junto a Ciencias ocultas-, donde Cardeñosa e Iker Jiménez campan a sus anchas, junto a obras serias. Así, con esa manifiesta falta de criterio a la hora de ordenar los libros en los estantes que les corresponden, los compradores nos encontramos ante la elección de comprar aquello que ya conocemos, o arriesgarnos a errar en la adquisición de un libro, y sentir que nos han vendido gato por liebre.
Probablemente, esta carencia de criterio, se deba al desconocimiento de los propios responsables de la Fnac sobre qué es ciencia y qué es anticiencia, de qué es un libro que habla de cosas serias y cuál un libro que sólo nos cuenta mentiras. Mal servicio pueden prestar a su público, si ni siquiera son capaces de desempeñar una labor, a priori, tan simple. Los responsables de la Fnac dicen, en su publicidad, conocer qué es lo que sus clientes buscan, aunque intenten engañarnos haciéndonos creer que el ser mitad hombre, mitad pez de Jiménez tenga la misma validez científica que los ensayos evolutivos de Gould.