Al autoproclamado Día Internacional de la homeopatía le ocurre lo mismo que a los productos homeopáticos: que carece de fundamento.
Los Días Internacionales y los Días Mundiales los concede la Organización de Naciones Unidas. Consulten el calendario de Días Internacionales y Días Mundiales de la ONU, y observarán que el 10 de abril está vacante .
Los Días Internacionales no se celebran por decisión de los gabinetes de imagen de grandes laboratorios homeopáticos, ni por lo que digan algunos grupos profesionales. ¿Por qué hay, entonces, quien proclama al 10 de abril como -ni más ni menos- Día Internacional de la homeopatía? Porque Hahnemann, inventor de la homeopatía, nació un 10 de abril.
Nadie puede culpar a la ONU de cometer el desvarío de otorgar un Día Internacional a la homeopatía el 10 de abril, el mismo mes en que se conmemora el Día Mundial del Paludismo.
Celebrar en el mismo mes de abril un autoproclamado Día Internacional de la homeopatía, es de una ironía macabra. Es macabra porque el reloj de la homeopatía se paró mucho antes del descubrimiento de agentes patógenos como los que causan terribles enfermedades como el paludismo. Y macabra, porque abundan los portavoces partidarios de la homeopatía que afirman que sus productos son útiles para prevenir, aliviar o curar esas enfermedades. Enlazamos a un artículo de nuestra compañera Esther Samper, licenciada en Medicina e investigadora médica, donde encontrarán información sobre una afirmación disparatada sobre tratamientos de paludismo. Una simple búsqueda en Internet pone en contacto al lector con ofertas de “vacunas” homeopáticas contra esas enfermedades, y tratamientos igualmente temerarios.
Este año, afortunadamente, hemos visto como algunas asociaciones médicas hablaban alto y claro para evitar malentendidos, y como algunas universidades han eliminado los estudios de homeopatía. Esperamos que sean cada vez más los colegios médicos que adoptan posturas claras en favor de la medicina científica y que no consienten que sus instituciones se vean invadidas por prácticas que no han demostrado eficacia superior a la del placebo. Y, ojalá, esto termine influyendo a esos colegios de farmacéuticos que han abierto las puertas de par en par a los actos de marketing de Boiron.