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Cien ediciones de EEEP Tenerife

Por admindrupal, 6 Abril, 2024
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Primer contacto
Coordinación: Juan A. Rodríguez, Marisa Marquina y Antonia de Oñate

Cien ediciones de EEEP Tenerife
La edición número 100 de Escépticos en el pub
tuvo lugar en el bar Sócrates, en San Cristóbal de La
Laguna, el pasado viernes 14 de abril. Lo que empezó hace 12 años y dos meses, con una pandemia de
por medio, lo hizo con la misma temática que en esta
ocasión: la medicina. La charla contó con la participación del doctorando Isidro Miguel Martín Pérez y
del profesor Fidel Rodríguez Hernández, del Área de
Radiología y Medicina Física de la Universidad de La
Laguna, quienes explicaron los avances en las investigaciones y el tratamiento oncológico en Tenerife.
En el ambiente relajado de un bar, entre caña y
caña, empezó a hablar el doctorando Martín Pérez.
Comenzó recordando otra fecha importante. Sesenta
años desde que el doctor Martin Luther King pronunció las famosas palabras «I have a dream…» en las
escaleras del Monumento a Lincoln. De la misma manera que Luther King perseguía su sueño de un país
en el que los blancos y los afroamericanos pudieran
sentarse en la misma mesa, libres de los rencores del
pasado, los doctores también han tenido varios. Uno
de ellos, tal vez el más importante, es el de encontrar
una forma de ver el interior del cuerpo. «Es el sueño
de convertir lo interno en externo».
El doctorando transportó a todos los que nos encontrábamos en aquella sala por un viaje a lo largo
de la historia, empezando por los oscuros años de la
Edad Media hasta llegar a la Modernidad.
Muchos nombres importantes en la historia de
la medicina y de la ciencia aparecieron durante esta
línea temporal imaginaria. Jean-Nicolas Corvisart,
médico de Napoleón, que puso en práctica la técnica de la percusión torácica. René Laënnec, inventor
del estetoscopio. El descubrimiento de los rayos X de
Wilhelm Röntgen. Es este último el que propició la
entrada de la mujer en la ciencia, con figuras tan importantes como Marie Curie.
A pesar de lo que podría parecer, Canarias no se
mantuvo al margen del descubrimiento de los rayos
X. «Por primera vez en muchos aspectos, Canarias
estaba a la altura de Europa», aseguró el doctorando.
Fue en las Islas donde se usaron por primera vez para
diagnosticar un embarazo. Si bien esto en la actualidad resulta una locura, fue la acción precursora de
la ecografía, treinta años antes de que se usara esta
técnica.
De este descubrimiento también derivó uno muy
importante por sus aplicaciones en medicina y concretamente para la lucha contra el cáncer: la radioterapia.
El profesor Rodríguez-Hernández es experto en este
campo, así la charla pasó a tenerlo como protagonista.
El profesor definió dicha enfermedad como una
sola célula alterada genéticamente y predispuesta a
el escéptico 6

crecer de una forma desmesurada, lo que la lleva a
ser dañina en el organismo. Si bien esta es todavía
una enfermedad de la que se desconocen muchos
aspectos, las herramientas existentes permiten a los
profesionales de la salud ser muy eficaces a la hora
de atacar el tumor. Los avances que se producen son
esperanzadores, según comentó Hernández.
Entre los más espectaculares se encuentran sustancias que pueden dañar el tumor, potenciando así los
efectos de la radiación. Este tipo de descubrimientos
llevó al profesor Hernández a afirmar que «El futuro
está en los aparatos de radioterapia».
Hernández tiene buenas razones para considerarlo
de esta manera. La radioterapia funciona especialmente bien con células proliferativas, por lo que las
células de los tumores se ven muy afectadas por la
radiación, influyendo negativamente en su desarrollo.
Entre las cosas que ha podido descubrir a lo largo
de su carrera, Hernández destacó la importancia de
los vasos sanguíneos. El tumor necesita algún medio
Invierno 2024

para poder nutrirse y para moverse por el cuerpo, causando así la metástasis. Las células cancerígenas encuentran la respuesta a estas necesidades en la sangre.
«El cúmulo de células era inocuo hasta que llegaban
los vasos sanguíneos. Estos le proporcionaban la vía
para nutrirse y desplazarse. No saben la cantidad de
patologías que el cuerpo puede curar o mitigar naturalmente si no se recibe la influencia de los vasos sanguíneos», reflexionó el profesor.
Otro elemento que contribuye a la aparición de esta
patología es la edad. El sistema inmune va decayendo con los años, por lo que el cuerpo se vuelve más
ineficiente para combatir las enfermedades. Como la
población está envejeciendo, la probabilidad de desarrollar cáncer aumenta, lo que supone un factor de
riesgo junto con otros muy comunes, como la exposición a la luz ultravioleta, la contaminación o el tabaco. Con respecto a este último, el profesor Hernández
advirtió a toda la sala: «Ni dos cajas ni una. Déjenlo.
El tabaco mata».
Después de tanta información sobre el pasado y el
futuro, surge la pregunta: ¿Qué se está haciendo ahora? El doctorando explica que los resultados de su estudio, Exercise-based rehabilitation on functionality
and quality of life in head and neck cancer survivors.
A systemic review and meta-analysis, muestran que el
ejercicio físico resulta muy beneficioso en la disminución del dolor y también mejora la calidad de vida de
los pacientes de cáncer de cabeza y cuello.
El doctorando mantiene la hipótesis de que esto
se produce porque la actividad física ayuda a mantener los músculos en buen estado, lo que aumenta
las probabilidades de poder recuperarse de la enfermedad. Además, hacer ejercicio al aire libre también
beneficia el estado emocional de las personas. «Quien
hace ejercicio mientras atraviesa una enfermedad está
comprando un seguro de vida», asegura el experto.
Lo cierto es que todavía hay mucho que no se sabe
del cáncer, por lo que la investigación, según coinciden ambos especialistas, resulta vital para lograr ese
sueño que mencionaron al inicio de la charla. «Toda la
sociedad tiene un sueño, el de poder curar el cáncer».
Luis Alberto Pérez López
¡Joder, qué tropa!
La célebre frase atribuida a Romanones nos viene a
la mente a raíz de una serie de acontecimientos vividos recientemente en el mundo de la psicología, que
reflejan el divorcio, de momento irreconciliable, que
parece existir entre la psicología básica, fruto de investigaciones científicas, y su aplicación en el mundo
profesional.
El primero, y más personal, ocurrió hace unos meses, cuando acudimos al aniversario de la promoción
de psicólogos de una universidad pública española de
rancio abolengo. En dicha celebración se dio pie a que
algunos de los antiguos alumnos contasen su experiencia profesional desde que acabaron la carrera. PreInvierno 2024

vio a ello, un profesor concluyó su breve discurso de
bienvenida diciendo algo así como «ahora veamos si
sirvió de algo lo que intentamos enseñaros hace unos
años», y a continuación empezamos a ponernos al día
de la situación de la psicología «ahí fuera»: quienes
trabajaban con menores problemáticos, en el mundo
de los recursos humanos, en la clínica… Hasta que
llegó quien hacía ver que a lo aprendido en los años
de Facultad no le había sacado demasiado partido y
que había descubierto todo un mundo de posibilidades que, por supuesto, pasaban por la terapia Gestalt
y similares, incluyendo, entre otras cosas, el uso de
tambores chamánicos, que a la terapeuta en cuestión
le habían ido personalmente fenomenal y no dudaba
en aplicarlos en las sesiones con sus pacientes, aclarando, eso sí, que empezaba a reconciliarse, al menos
en parte, con las terapias cognitivo-conductuales. Nadie en la sala, salvo quienes esto escribimos, parecía
dar síntomas de incomodidad; la cara del menciona7 el escéptico

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