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Confusiones en torno a los posicionamientos filosoficos sobre la ciencia. El relativismo el instrumentalismo y el realismo

Por admindrupal, 6 Abril, 2024
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Confusiones en torno
a los posicionamientos
filosóficos sobre
la ciencia:
el relativismo
el instrumentalismo
y el realismo
1

Pablo Soler Ferrán
ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico

Debatiendo entre lo burdo y lo sutil

E

l objeto de este artículo es dar cuenta de algunas confusiones que se pueden producir
respecto a los tres posicionamientos filosóficos clásicos sobre la ciencia: el relativismo,
el realismo y el instrumentalismo, siempre en los tres
casos con el «apellido» científico. Asimismo, ofrecemos una solución a algunos malentendidos relacionados, en defensa de la racionalidad científica y, por
tanto, en contra de las seudociencias. En este sentido
defiendo aquí que tanto el realismo como el instrumentalismo están basados en la racionalidad científica y son alternativas válidas al relativismo científico,
posicionamiento este último que considero una base
filosófica para el auge de las seudociencias y seudoterapias. Para cumplir con este objetivo conviene primero repasar brevemente estas tres concepciones2.
El realismo científico postula que las entidades
abstractas y/o teorías científicas tienen una correspondencia con la realidad y se confirman o refutan
con criterios de verdad o falsedad. Por ejemplo, la
el escéptico 40

teoría electromagnética postula la existencia de ondas electromagnéticas que existen realmente y que se
propagan, realmente, según se indica en la ecuación
de propagación de ondas derivada de las ecuaciones
de Maxwell del electromagnetismo. También postula, por ejemplo, que los electrones son entidades que
existen en la naturaleza. El realismo defiende que se
pueden caracterizar dichas entidades describiendo
cómo son, es decir, cómo es su naturaleza. Normalmente los protagonistas de la física clásica, entendiendo por tal también la relativista, han sido realistas. El
caso más conocido es el de Albert Einstein, que siempre se opuso a las consecuencias de la interpretación
probabilística de la mecánica cuántica, considerándola válida pero incompleta hasta que se pudiera desarrollar una nueva teoría que diera cuenta de su visión
realista de la física. Normalmente el realismo en física
va asociado a lo que se denomina el sentido común, es
decir, que nuestro sistema perceptivo pueda construir
una imagen conceptual de cómo funcionan las cosas.
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El instrumentalismo científico considera, en cambio, que las teorías científicas se limitan a dar cuenta
de relaciones entre fenómenos, de tal forma que estas
serán correctas si funcionan y realizan predicciones
contrastables experimentalmente3, sin plantearse si
dichas teorías se corresponden o no con la realidad.
Su criterio de validez está asociado a la capacidad
predictiva y no a criterios de verdad o falsedad, de
tal forma que el avance científico no implicaría una
visión más precisa de la realidad, sino solo una mejora en la capacidad predictiva de fenómenos. En cuanto a las entidades, el instrumentalismo no se plantea
describir cómo es su naturaleza, sino que esta se postula en función de las interacciones que mantienen,
sin establecer que esa supuesta naturaleza de la entidad se corresponda con la realidad, o mejor dicho,
sin considerar si esa naturaleza es acorde o no con la
realidad; de tal modo, los científicos instrumentalistas
se limitan a dar cuenta de las interacciones de dichas
entidades. En el realismo basado en el sentido común
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las teorías científicas se asocian con imágenes mentales en el espacio y el tiempo, pero en el instrumentalismo se renuncia a este propósito. Los físicos que
desarrollaron la física clásica originariamente solían
ser realistas, pero entre los actuales investigadores
en el ámbito macroscópico suele haber tanto realistas
como instrumentalistas. En cambio, entre los físicos
que desarrollaron la mecánica cuántica y los actuales
investigadores en esta disciplina, suele predominar el
instrumentalismo. El Premio Nobel de Física Richard
Feynman da una clase maestra de instrumentalismo,
sin citarlo, cuando afirma respecto de la electrodinámica cuántica:
[…] mientras yo les estoy describiendo cómo funciona la Naturaleza, Vds. no entenderán por qué funciona así. Pero nadie lo entiende. No puedo explicar
por qué la Naturaleza se comporta de esta forma peculiar. Finalmente, existe esta posibilidad: que después de decirles algo, Vds. no se lo crean. No puedan
aceptarlo. No les gusta. Un velo cae sobre Vds. y ya
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no escuchan más. Voy a describirles cómo es la Naturaleza, y si no les gusta, esto va a interferir con su forma de comprender. Es un problema que los físicos han
aprendido a manejar: han aprendido a percibir que el
que les guste o no una teoría no es el punto esencial.
Más bien lo que importa es si la teoría proporciona
o no predicciones en consonancia con los experimentos. No es cuestión de si la teoría es una delicia
filosófica, o es fácil de entender, o es perfectamente
razonable desde el punto de vista del sentido común.
La teoría de la electrodinámica cuántica describe a la
naturaleza de manera absurda desde el punto de vista
del sentido común. Y concuerda completamente con
los experimentos. De manera que espero que acepten
la Naturaleza como es, absurda4.
Por otro lado, el relativismo científico postula que
la validez o no de las teorías científicas depende del
marco social, moral o de otros aspectos externos a la
ciencia en los que se encuadran, como determinadas
condiciones o circunstancias específicas en el tiempo
y en el espacio. En cuanto a las entidades, defiende
que son constructos sociales o propuestas ad hoc útiles, de tal forma que cualquier teoría o entidad científica puede ser válida según determinadas condiciones
y todas merecen el mismo respeto o consideración
científica. En realidad no existirían criterios de validez o no de las teorías y entidades científicas, ni en
cuanto a su correspondencia con la realidad, ni, aunque los relativistas no suelan indicarlo expresamente,
en su valor predictivo, ya que este puede ser producto
de diferentes causas que no se han considerado.
En mi opinión, este posicionamiento está en la base
de las seudociencias y seudoterapias, en el sentido de
no aceptar la evidencia y el consenso científico, o en
el de no usar una metodología propiamente científica.
Así por ejemplo, el diseño inteligente sería una alternativa perfectamente válida al evolucionismo darwinista y debería ser enseñado en el entorno académico
al mismo nivel. De esta forma es muy normal oír ha-

blar a los relativistas de ciencia occidental o ciencia
oriental, cuando en realidad el resultado de una teoría
científica es ajeno al lugar en el que se haya desarrollado. Es obvio que el relativismo implica una visión
externalista de la ciencia, frente a la internalista que
suponen el realismo y el instrumentalismo. Que yo
sepa, no hay y no ha habido científicos profesionales que sostengan el relativismo, de cuya defensa se
han encargado un grupo de sociólogos y filósofos de
la ciencia. Los más representativos son los miembros
del denominado «programa fuerte de sociología del
conocimiento», Barry Marnes y David Bloor, entre
otros. Es cierto que estos autores no se denominan a
sí mismos relativistas, pero sí constructivistas respecto a la ciencia, y aquí consideramos el relativismo y
el constructivismo como equivalentes5, aunque esta
asociación puede no tener consenso, precisamente
entre algunos constructivistas; por ejemplo, un caso
interesante es el de Bruno Latour, al que Sokal califica como relativista, si bien él mismo ha renegado del
uso de sus ideas para cuestionar la evidencia científica
respecto, por ejemplo, al cambio climático6.
Una primera confusión que se puede producir es
la supuesta exclusión mutua entre el realismo y el
instrumentalismo respecto a las entidades. Para ello
hay que considerar estas últimas no solo en cuanto a
su existencia, sino además en cómo es su naturaleza,
en definitiva, en cómo son. De esta forma creo que
no se puede dudar de la existencia de los electrones;
desde este punto de vista, seríamos realistas respecto
de la «entidad electrón», pero en cambio no podemos
definir de una forma precisa cómo es un electrón, incluso puede ser algo distinto en cuanto a su naturaleza cuando está dentro del átomo o cuando circula
libremente por un medio conductor produciendo una
corriente eléctrica. Ciertamente, un electrón confinado en un átomo no es una bolita que gira alrededor del
núcleo, no sabemos exactamente cómo es, ni parece,
según la teoría cuántica, que podamos saberlo, ya que

Es muy normal oír hablar a los relativistas
de ciencia occidental o ciencia oriental,
cuando en realidad el resultado de una
teoría científica es ajeno al lugar en el que
se haya desarrollado

el escéptico 42

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lo manejamos como si fuera una función de onda de
probabilidad —en palabras de mi admirado Juan José
Millás, signifique lo que signifique el término función
de onda—; incluso puede que su naturaleza sea diferente cuando un electrón forma parte de un chorro de
millones de electrones que circulan en un conductor
metálico. Desde este punto de vista podemos ser realistas respecto a los electrones en cuanto a que realmente existen pero instrumentalistas en cuanto a su
naturaleza, es decir, en cuanto a cómo son. Y esto no
es ninguna contradicción, pues entra dentro de la pura
lógica científica. Igualmente, en mi opinión, se puede ser realista respecto de algunas teorías científicas,
como la del electromagnetismo en el ámbito macroscópico, e instrumentalista respecto de otras como la
mecánica cuántica.
Otra confusión, tal como parece deducirse en el
famoso Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora,
es asociar el relativismo epistemológico, que sería el
científico, con el escepticismo. Sostiene Ferrater que
«Algunos autores estiman que, en el nivel epistemológico, el relativismo brota de una actitud escéptica»7,
remitiendo el diccionario al término escepticismo. En
realidad, es un error equiparar relativismo con escepticismo, ya que este último se basa en la racionalidad
científica, de hecho etimológicamente escepticismo
sería «mirar con cuidado, con cautela». Aunque es
cierto que el escepticismo en el ámbito general de la
filosofía defiende que no hay ningún saber firme, en
el ámbito científico se refiere más bien a no aceptar
directamente ninguna teoría científica que no se base
en el método científico, que incluye la correspondiente confirmación experimental. Precisamente se puede
considerar que tanto el realismo como el instrumentalismo científico cumplen con este escepticismo, digamos, racional o moderado. En cambio, el relativismo
sería una especie de escepticismo radical8.
Otro malentendido puede ser el de interpretar el
instrumentalismo científico como una suerte de rela-

tivismo moderado, de tal forma que el primero sería
un posicionamiento intermedio entre el realismo y el
relativismo. En mi opinión esto es un grave error, ya
que tanto el instrumentalismo como el realismo están
radicalmente separados del relativismo. El instrumentalismo en ningún caso admite que la validez de una
teoría científica dependa de factores extracientíficos,
sino que se basa en que instrumentalmente funcione
como teoría predictiva de hechos y resultados que se
pueden contrastar experimentalmente. Esto es coincidente con el realismo, solo que este último asocia
a dicha teoría una correspondencia con la realidad,
lo que no hace el instrumentalismo. Es decir, ambos,
realismo e instrumentalismo, están basados en el método científico y, por tanto, en la racionalidad científica. Asociada a esta confusión, hay otra en la que solo
se plantea el debate realismo-antirrealismo en ciencia,
como por ejemplo hace Ian Hacking en su obra Representar e intervenir, sin considerar el instrumentalismo
o incluso de forma ambigua confundiendo el instrumentalismo con el relativismo9.
Son conocidos los debates filosóficos en torno a la
ciencia, lo que se ha dado en llamar la «guerra de la
ciencia»10. Para Alan Sokal habría dos tipos de debates: un debate burdo y un debate sutil11. El debate burdo sería entre el relativismo y el realismo. El debate
sutil sería entre el realismo y el instrumentalismo. De
esta forma, el que realmente interesa y es enriquecedor es el sutil, y se puede ignorar perfectamente el
debate burdo en torno al relativismo. De hecho, esta
es la posición del filósofo de la ciencia Andrés Rivadulla, uno de los autores que más han analizado el instrumentalismo científico y contribuido a su difusión12.
En sus amplias aportaciones ha ignorado completamente el relativismo, al considerarlo sin base racional
alguna y sin contenido merecedor de un análisis filosófico riguroso, en definitiva, exento completamente
de rigor epistemológico y metodológico13. Rivadulla
se ha centrado exclusivamente en el debate realismo-

Que yo sepa, no hay y no ha habido
científicos profesionales que sostengan
el relativismo, de cuya defensa se han
encargado un grupo de sociólogos y
filósofos de la ciencia

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instrumentalismo, posicionándose claramente por el
instrumentalismo científico, pero sin mencionar, ni siquiera de pasada, el relativismo, omisión que implica
un silencio más que significativo.
Antes citaba la defensa del supuesto carácter externalista de la ciencia por parte de los relativistas o constructivistas Aquí creo que se puede producir otro malentendido. No cabe duda de que, a lo largo del tiempo,
se han priorizado determinadas investigaciones sobre
otras por la influencia social, política o económica del
momento. Un claro ejemplo son las recientes investigaciones sobre las vacunas contra la covid; otro anterior es la investigación en energía nuclear, tanto en sus
aplicaciones bélicas como pacíficas. En este aspecto
no cabe dudar del carácter externalista en cuanto a las
directrices investigadoras. Aunque no siempre, este
carácter externalista se produce más bien en la ciencia
aplicada. Ahora bien, una vez que disponemos de una
teoría científica o un producto o servicio tecnológico
como consecuencia de la aplicación de dicha teoría, el
carácter de la misma no puede ser más que internalista, es decir, su validez —o no— depende de que dicha
teoría sea válida por sí misma, sin espacio para factores externos que la validen o no. Por tanto, no hay
que confundir el carácter externalista de la prioridad
en investigar en determinadas áreas con el supuesto
carácter externalista del producto científico o tecnológico conseguido.
Una aportación que permite aclarar el debate es la
del filósofo Ian Hacking al considerar la ciencia con
una doble cara: la de la representación y la de la intervención14. En cuanto a la ciencia como representación, es decir, pensar cómo es el mundo, puede haber matices que se nos escapen para decidirnos por el
realismo o el instrumentalismo. En cambio, al considerar la ciencia como intervención, desde el momento en que intervenimos en la naturaleza, modificando fenómenos e incluso creando nuevos fenómenos
inexistentes —es decir, modificando el mundo—, no

podemos negar el carácter realista de la ciencia. Un
buen ejemplo lo tenemos en una onda electromagnética que contiene información. Modulando una señal
eléctrica, podemos emitir ondas electromagnéticas
que se propagan de acuerdo a una determinada ley de
propagación, conteniendo una información concreta
que luego podemos recibir, decodificar y convertirla
a un modo perceptible por nuestros sentidos, como
una información de audio o de vídeo. Todo esto no
solo implica que hay una intervención en la naturaleza (donde no hay ondas electromagnéticas con información inteligente, porque estas son un producto
humano), sino que además esa intervención funciona,
de tal forma que podemos estar sentados en nuestro
sofá, sea en Oriente u Occidente, viendo una entrevista o espectáculo en directo a miles de kilómetros,
bien en el Norte o bien en el Sur. Por tanto, parece que
«algo» debe de haber en esas ondas electromagnéticas
para que la cosa funcione, y en ese algo, si repasamos
la historia del electromagnetismo, hay ciencia básica
teórica, ciencia básica experimental, ciencia aplicada, desarrollo científico-tecnológico y, por último, un
producto que, voilà, funciona.
Notas:
1. Agradezco los comentarios de Andrés Rivadulla
Rodríguez, Cristina Polo Usaola y Diego Soler Polo a
un borrador previo de este artículo.
2. A la hora de indicar ejemplos me centraré en el
campo de la física, que es el que conozco y considero
más clarificador. Por otra parte, no es posible profundizar aquí en todos los matices de cada posicionamiento y sus interacciones, para ello remitimos a la
bibliografía indicada a lo largo del texto. Ciertamente
existe el riesgo de caer en el sesgo de considerar la
filosofía de la física como extensible a toda la filosofía
de la ciencia. En otras disciplinas, como las ciencias
biomédicas o la antropología, hay todavía más matices y no es tan obvio delimitar claramente los diferentes posicionamientos filosóficos. Agradezco al físico

Se puede ser realista respecto de
algunas teorías científicas, como la
del electromagnetismo en el ámbito
macroscópico, e instrumentalista respecto
de otras como la mecánica cuántica

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Imagen de Pete Linforth en Pixabay

teórico Diego Soler su larga e instructiva conversación al respecto, de la que he aprendido mucho.
3. No tenemos espacio para analizar todas las sutilezas del asunto, ya que por ejemplo en el ámbito de
la astrofísica no siempre la capacidad predictiva es
un baremo tan contundente del éxito de la teoría, ya
que el elemento observacional tiene un peso mayor
que en otras áreas de la física; algo similar ocurre con
la biología evolutiva.
4. R. Feynman, Electrodinámica cuántica, Alianza
Editorial, Madrid, 1988, p. 12, . El destacado en negrita es mío.
5. Siguiendo a Alan Sokal y Jean Bricmont en Imposturas intelectuales, Paidós, Barcelona, 2008. Los
autores refutan con éxito, en mi opinión, a autores
constructivistas o relativistas como, además de los
indicados anteriormente, Jacques Lacan, Julia Kristeva, Luce Irigaray o Guilles Deleuze, entre otros. Además señalan con acierto el mal uso o, mejor dicho, el
abuso por malinterpretación supuestamente favorable al relativismo, de las ideas de Kuhn en su famosa
Estructura de las revoluciones científicas.
6. B. Latour, Why Has Critique Run out of Steam?
From Matters of Fact to Matters of Concern, Critical
Inquiry, 30, 2004, pp. 225-248.
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7. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Alianza
Editorial, Madrid, 1979 p. 3059
8. Sokal, Más allá de las imposturas intelectuales,
Paidós, Barcelona, 2009, pp. 299-315.
9. Obra por otra parte magnífica en mi opinión, y
muy esclarecedora salvo precisamente en este aspecto.
10. Hacking, ¿La construcción social de qué?,
Paidós, Barcelona, 2001; Sokal, Op. Cit. 2009, pp.
335-460. Más duro o, si se prefiere, políticamente
incorrecto, aunque personalmente lo suscribo completamente, en su ataque al relativismo es el texto
del catedrático emérito de Física Teórica José Adolfo
Azcarraga «Contra el relativisme», Mètode, n.º 23,
1999 (versión en español https://www.uv.es/azcarrag/
pdf/1999%20Metode%20Contra%20el%20relativismo.pdf)
11. Sokal, Op. cit. 2009, pp. 295-298.
12. A. Rivadulla, Éxito, razón y cambio en física. Un enfoque instrumental en teoría de la ciencia,
Trotta, Madrid, 2004; Meta, método y mito en ciencia,
Trotta, Madrid, 2015.
13. Comunicación privada al autor.
14. I. Hacking, Op. cit. 1996.
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