Contactamos con usted en representación de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, asociación sin ánimo de lucro que promueve el uso de la razón y del pensamiento crítico frente a la credulidad ante las afirmaciones pseudocientíficas y paranormales.
Desde la fundación de nuestra asociación hemos trabajado para evitar que se asentaran en nuestra sociedad ideas basadas en nociones anticientíficas. Para mayor información puede consultar nuestra página web http://www.escepticos.es.
Desde el respeto a la libertad de opinión y de expresión, creemos que las persones que leen “El País” merecen el poder disponer de una información basada en datos científicos (que se puedan contrastar fácilmente, tal como tan a menudo publica su diario, con divulgadores científicos de primer nivel) que sirva para dar una réplica adecuada al artículo de Rosa Montero publicado este domingo 4 de junio de 2017 con el título ‘Consumidores engañados y cautivos’, en el que se recogen algunas afirmaciones que no son correctas y que pueden inducir a error.
En primer lugar, la ‘revolución verde’ de los años 50, y la labor entonces de Norman E. Borlaug, es anterior a la existencia de los transgénicos. De hecho, ninguna de las especies que menciona Rosa Montero es transgénica, ni siquiera hoy en día.
Por otra parte, ni haciendo un gran esfuerzo de imaginación podríamos adivinar a qué se refiere Rosa Montero cuando habla de glútenes nuevos que, según dice, “nuestro cuerpo no termina de reconocer”. El gluten es una proteína que de forma natural tienen muchos cereales, y es la responsable de la textura esponjosa de la masa. Afortunadamente, nuestro cuerpo suele tolerar bien el gluten, con la excepción de las personas que padecen celiaquía (mejor diagnosticada hoy que nunca) y cuyos males podrían verse aliviados con una variedad transgénica de trigo desarrollada en Andalucía por el Instituto de Agricultura Sostenible (CSIC) en 2015. Lamentablemente, las trabas legales impuestas a los transgénicos han impedido esta solución. Una lástima, y una oportunidad para una industria alimentaria que no deja de producir alimentos sin gluten, a los que califica publicitariamente de saludables, con lo que se ha producido una muy desaconsejable pauta de abandono del consumo de gluten por parte de personas no celiacas. El consumo de espelta no es una solución tampoco, pues tiene también un alto contenido en gluten que no es inocuo para quienes padecen celiaquía.
Afirmar sentirse mejor por comer o dejar de comer ciertos alimentos es una experiencia anecdótica y muy personal que no sirve para emitir diagnósticos útiles para todo el mundo ni aporta soluciones a problemas complejos.
Siguiendo con el texto de Rosa Montero, lo mismo sucede con el consumo de homeopatía. La misma no es objeto sólo de ataques recientes, sino que ha sido objeto de refutaciones serias recogidas en la literatura científica desde hace muchas décadas. Nuestra organización, con treinta años de existencia, lleva mucho tiempo exponiendo públicamente el problema que supone esa homeopatía que se introduce en las farmacias con una política agresiva de mercadotecnia. La homeopatía, igual que otras prácticas pseudocientíficas, puede alejar a los pacientes de los tratamientos que necesitan. Hemos visto recientemente su peor cara en la muerte de un niño por las complicaciones de una otitis media sin tratamiento médico, atendida sólo mediante homeopatía, la cual carece, no sólo de efectos secundarios, sino de ningún efecto ni eficacia terapéutica, siendo muy grave el abandono por su causa de terapias acreditadas basadas en productos medicinales avalados por ensayos clínicos contrastados.
Que la industria farmacéutica cometa actos reprochables (contra los que sin duda se debe trabajar también) no le resta ni pizca de efectividad a un antibiótico, ni se debilita por ello la acción, por ejemplo, de la capecitabina que toman los enfermos de cáncer. El mecanismo de acción de los medicamentos se debe a sus propiedades, y no a cuestiones de ética empresarial. Por eso son medicamentos, y no pociones mágicas ni bálsamos de Fierabrás. Solo hay que ver cuánto se invierte en I+D y cuánto tiempo se tarda en desarrollar un nuevo producto por una empresa farmacéutica y cuán poco por una de homeopatía para darse cuenta de que algo no cuadra. Hay que perseguir la eficacia en los tratamientos para mejorar la calidad de vida de las personas. Asimismo, hay que perseguir la ineficacia de las pseudoterapias, denunciando públicamente aquellas terapias que jamás han podido superar la más mínima prueba científica.
Las críticas, cuando no se sostienen sobre argumentos racionales, se caen por su propio peso. Que un problema como la celiaquía se despache con una teoría peregrina basada en un anacronismo es algo que un medio como El País no debería permitirse y que transmite una información incorrecta y muy peligrosa al amparo de la credibilidad de un medio de información como el suyo. Esperemos no tener que lamentar en el futuro casos como el mencionado de Italia.
ARP-SAPC trabaja de forma independiente. No recibimos ayudas ni subvenciones de ningún organismo público, ni de empresa privada alguna. Según sus posibilidades trata de informar y de aconsejar a las autoridades y a los medios de comunicación el promover el uso de la razón y de la cultura científica, y que traten en lo posible de evitar la divulgación de afirmaciones sobre terapias o sobre temas de salud en general que no hayan demostrado de forma científica ningún efecto de mejora en los pacientes. También sobre consumo, exigiendo que las afirmaciones al respecto también estén basadas en pruebas científicas que acrediten su veracidad.
Le agradecemos su atención de antemano y quedamos a su disposición, así como a la de la señora Montero, para ampliar o clarificar cualquier información.
Atentamente,
Alfonso López Borgoñoz
Presidente
ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico