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El PSA-PSOE recurre
al éxito popular de la
medicina alternativa
para reivindicarla en
la Sanidad pública
El Partido Socialista de Andalu-
cía anunció a mediados de julio
que impulsará en el Parlamento
de dicha comunidad autónoma
la inclusión de la homeopatía, la
acupuntura y otras terapias si-
milares en la Sanidad pública.
El portavoz del grupo socialista
en la Cámara, José Caballos, ar-
gumentó que, con su iniciativa,
el PSA-PSOE pretende “hacer
normal en el Servicio Andaluz de
Salud y en las leyes lo que es
normal en la calle”, donde en
Andalucía hay 2.500 licenciados
en Medicina se ganan la vida con
este tipo de prácticas, en las que
un 25% de la población gasta
anualmente 4.000 millones de
pesetas.
La propuesta de los socialis-
tas andaluces se basa en crite-
rios que pueden dar lugar a abe-
rraciones, tal como indicó ARP-
Sociedad para el Avance del
Pensamiento Crítico en una nota
de prensa emitida a finales de
julio. Dado que el 46% de los
españoles consulta habitual-
mente el horóscopo y el negocio
de la adivinación del futuro mo-
vía en 1993 en nuestro país
unos 180.000 millones de pese-
tas, el erario público debería cu-
brir la consulta a brujos antes
que la acupuntura, la homeopa-
tía... “Que los llamados médicos
alternativos entren en la sanidad
pública tiene tanto fundamento
como que lo hagan Rappel o
Aramis Fuster; es decir, ningu-
no”, ha sentenciado Javier Ar-
mentia.
El presidente de ARP ha des-
tacado que la iniciativa socialis-
ta no se fundamenta en pruebas
científicas, “las únicos válidas
cuando estamos hablando de la
salud de la población”, como lo
demuestra el hecho de que el
PSA-PSOE propugna la creación
de una comisión de expertos no
para dictaminar sobre la validez
real de estas técnicas, sino para
que defina cuáles son las más
demandadas y aplicadas, cómo
homologar su enseñanza univer-
sitaria y cómo normalizar su
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(Verano 1999)
el escéptico
primer contacto
Evolución: más allá de
la duda razonable
FRANCISCO J
.
AYALA
L
a teoría de la evolución sostiene que la evolución ha ocurri-
do y explica cómo. La evolución biológica es un hecho esta-
blecido más allá de la duda razonable. Los seres vivos des-
cienden de otros organismos más y más diferentes según retroce-
demos en el tiempo. Nuestros ancestros de hace muchos millones
de años no eran humanos. Estamos emparentados con simios y
otros animales por ancestros comunes. La evolución biológica es
un hecho establecido con el mismo grado de certeza que la rota-
ción de los planetas alrededor del Sol o la esfericidad de la Tierra.
La teoría de la evolución explica, partiendo de pruebas científi-
cas, la organización funcional de los organismos como el resulta-
do de la selección natural. De un modo similar, los científicos usan
la gravedad para explicar los movimientos de los planetas. Muchos
detalles de la explicación
por ejemplo, si el grado de cambio es
más o menos desigual
son objeto de debate entre los científicos,
y algunos puntos de vista cambian con el tiempo. Igualmente, los
científicos han pasado de la mecánica newtoniana a la teoría de la
relatividad como mejor explicación para el movimiento de los pla-
netas.
Ningún otro concepto biológico ha sido más puesto a prueba y
más fehacientemente corroborado que el origen evolutivo de los or-
ganismos vivos a través de millones de años de descendencia con
modificaciones. Además, nada en la moderna biología se entiende
si no es a la luz de la evolución.
Muchos creyentes aceptan el hecho evolutivo. Es posible admi-
tir que Dios es el Creador del mundo sin rechazar la evolución bio-
lógica, como es posible aceptar que el ser humano es una criatu-
ra de Dios sin rechazar que se ha desarrollado desde un huevo fer-
tilizado y embrión por un proceso natural.
Mantener que las afirmaciones del Génesis son verdades cien-
tíficas supone negar toda la evidencia. Enseñar estas afirmaciones
en las escuelas como si fueran ciencia puede hacer un daño incal-
culable a la educación de los estudiantes americanos, que necesi-
tan la educación científica para prosperar en un país que depen-
de del progreso científico para su seguridad nacional y para la
salud de sus ciudadanos y su desarrollo económico.
El Consejo de la Academia Nacional de Ciencias ha declarado
que “religión y ciencia son territorios independientes y mutua-
mente excluyentes del pensamiento humano, cuya presentación
en un mismo contexto lleva al mal entendimiento de ambos, la teo-
ría científica y la creencia religiosa”.
El razonamiento científico y la creencia religiosa son distintos
modos de pensamiento. Dejemos a la ciencia y a la religión seguir
sus caminos por separado. Es el estilo americano. Y sólo con ra-
cionalidad y sentido común sobrevivirá nuestro país.
Francisco J. Ayala
es genetista, profesor de Ciencias Biológicas y
Filosof´ía de la Universidad de California y miembro del Comité de
Asesores sobre Ciencia y Tecnología del presidente Clinton.
Este artículo fue publicado en 1987, con motivo de la vista sobre evolucio-
nismo y creacionismo del Tribunal Supremo de Estados Unidos, por el Co-
mité para la Investigación Científica de los Supuestos Hechos Paranorma-
les (CSICOP), en The Skeptical Inquirer, y se reproduce con autorización.
Versión española de Luis Alfonso Gámez.
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el escéptico (Verano 1999)
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aplicación. Los socialistas equi-
paran, de hecho, la medicina al-
ternativa a la científica cuando
lo cierto es que no existen prue-
bas concluyentes de que este ti-
po de tratamientos sea efectivo
más allá del efecto placebo.
Que un responsable del Co-
legio de Médico de Sevilla, Rafael
Cobos, haya indicado que la Sa-
nidad pública se ahorraría dine-
ro introduciendo estas técnicas y
aumentaría, al mismo tiempo, la
calidad de vida de la población
evidencia hasta qué punto algu-
nas instituciones están dispues-
tas a falsear la realidad para de-
fender los intereses de colectivos
que han encontrado en la prácti-
ca alternativa un jugoso negocio.
Decir, después de que hayan si-
do excluidos de la Seguridad So-
cial fármacos por su dudosa o
nula efectividad, que los presu-
puestos del Estado deben cos-
tear prácticas pseudocientíficas
porque lo demande el público
revela una desfachatez y un cor-
porativismo preocupantes.
“Cualquier procedimiento o
fármaco financiado por la
Seguridad Social debe tener pro-
bada efectividad, y no hay que
introducri terapias con fines
electoralistas o siguiendo políti-
cas populistas”, ha manfiestado
Pedro Caba. Para este ex vice-
presidente de la Organización
Mundial de la Salud, la propues-
ta socialista “conmueve por su
ingenuidad o ignorancia”.
ARP manifestó en julio que
“considera lamentable que, des-
de posturas políticas progresis-
tas, se dé pie al oscurantismo
más recalcitrante”; denunció “la
grave irresponsabilidad en que
incurren algunos colegios de mé-
dicos y universidades que dan
respaldo a este tipo de técnicas
[las medicinas alternativas] no
por su validez científica, nunca
demostrada, sino porque un
amplio colectivo de médicos en
paro ha encontrado en las mis-
mas su sustento”; y advirtió que
“la inclusión en la Sanidad
pública de cualquier terapia de-
be fundarse, exclusivamente, en
su efectividad real demostrada
científicamente, y no en una de-
manda social, en unos intereses
corporativistas y en unos intere-
ses empresariales
multinacio-
nales farmacéuticas
como su-
cede con esta propuesta”.
La iniciativa socialista en An-
dalucía revela, amén de que la
batalla por dotar de credibilidad
al margen de la ciencia a las
medicinas alternativas no ha
hecho más que comenzar, un
preocupante avance del populis-
mo, que no entiende de siglas, y
saca a la luz la necesidad de que
la comunidad científica y acadé-
mica permanezca vigilante ante
las tropelías propugnadas desde
el poder político, exija que todos
los productos y prácticas que
vaya a financiar la Sanidad pú-
blica se midan con la misma va-
ra y no dude en denunciar los
intereses que se ocultan tras ini-
ciativa que se presentan como de
interés general cuando en reali-
dad responden únicamente a
intereses lucrativos y pueden ir
en detrimento de la salud de la
población.
LUIS ALFONSO GÁMEZ
Un premio Nobel
apuesta por educar
a los niños para que
“pidan pruebas,
en lugar de creer”
Es casi un tópico acusar a los
científicos y a la ciencia de estar
aislados del mundo, indiferentes
en su torre de marfil a las conse-
cuencias prácticas de sus inves-
tigaciones y teorías, expresadas
en una complicada jerga que re-
sulta incomprensible a la socie-
dad. Ésta, por su parte, contem-
pla los avances de la ciencia con
recelo, cuando no con abierta
hostilidad; una situación peli-
grosa de la que los profesionales
de la investigación
la de ver-
dad
no son o no quieren ser
conscientes.
Ambos tópicos se rompen
cuando tropezamos con perso-
nas de la talla de León M. Leder-
man, premio Nobel de Física en
1988 y premio Enrico Fermi en
1993. Sin que fuese obstáculo
para una dilatada carrera cientí-
fica
catedrático en la Univer-
sidad de Columbia, director de
los Laboratorios Nevis en Irving-
ton y del famoso Fermilab, del
que es hoy director emérito
, Le-
derman siempre se ha mostrado
preocupado por la educación de
la sociedad, fruto de la cual es el
Centro para la Educación en la
Ciencia Leon M. Lederman, la
principal apuesta educativa del
Fermilab. El Nobel se dedica hoy
activamente a la organización de
la enseñanza de las ciencias en
las escuelas primarias de barrios
periféricos, así como a la colabo-
ración en programas educativos
en el Tercer Mundo.
Lederman es consciente de la
crítica imagen de la ciencia en
tre la opinión pública. En una
entrevista concedida a Alicia Ri-
vera, publicada en El País el pa-
sado 28 de julio, respondía a
este problema sin ocultar la par-
te de responsabilidad de los pro-
pios científicos: “Es cierto. Tenga
en cuenta que la ciencia estuvo
implicada en el armamento nu-
clear y eso no se ha olvidado. La
tecnología procedente de la cien-
cia es positiva, pero también ha
tenido aspectos negativos. Si mi-
ra la ecología, los daños a la
biosfera, a la capa de ozono, el
calentamiento global, etcétera,
todo eso viene de una utilización
muy despreocupada y descuida-
da de la tecnología”. Y todo ello
ayuda al desarrollo de actitudes
y creencias pseudocientíficas,
cuando no abiertamente anti-
científicas.
Al hablar del auge de la
pseudociencia, lejos de conside-
rarlo un asunto sin importancia,
Lederman se manifiesta con con-
tundencia: “Sí, y es un proble-
ma. Las abducciones por extra-
terrestres, la astrología, los adi-
vinos y todo eso son fundamen-
talismos radicales. Hay funda-
mentalismo no sólo en Irán, en
Irak o en Israel; también en las
calles de las ciudades norteame-
ricanas o europeas. Los funda-
mentalismos son lo opuesto a la
ciencia, son sistemas rígidos de
creencias que no toleran discu-
sión alguna”. Un buen aviso el
que nos da este premio Nobel
sobre la importancia y el peligro
de la proliferación de creencias,
inocuas en apariencia, pero que
revelan un trasfondo de irracio-
nalidad y de plena asunción de
postulados abiertamente absur-
dos. Un fundamentalismo ideo-
lógico que abre el camino a pai-
sajes tenebrosos que desearía-
mos evitar. Para ello, el arma
fundamental es la educación en
el sentido crítico y el escepticis-
mo. “Cuando educas a los niños
indica Lederman
les enseñas a
ser escépticos, a pedir pruebas
primer contacto