background image
el circo paranormal
el escéptico (Verano 1999)
41
tes de pequeños electrodomés-
ticos, como por ejemplo planchas,
indican que se use solamente
agua destilada? Obviamente, por-
que “los minerales y las sustan-
cias que contiene el agua común
embotan y corroen el interior del
aparato”. Y, claro, la siguiente
pregunta resulta evidente: ¿qué es
más digno de cuidado, nuestro
cuerpo o la plancha?
Después de esto, no puedo
sentirme más avergonzado por
haberme reído despiadadamente
de la obsesión del general Jack D.
Ripper, de Teléfono rojo: volamos
hacia Moscú, por mantener puros
e intactos sus preciados fluidos
corporales. Aunque, bien mirado,
su método parece más natural de
acuerdo con el espíritu de los
tiempos, y en un sitio donde llue-
ve tanto... sale más económico
que comprar la maquinilla.
B
.
M
.
Un enigma ovni
inflado
¡Qué cosas! Resulta que fui pri-
vilegiado testigo, según Iker Ji-
ménez y Lorenzo Fernández, de
uno de los “macroavistamientos
[de ovnis] de la década y, posi-
blemente, de los cincuenta años
de era ovni en nuestro país” y yo
sin saberlo. Me enteré de la
buena nueva leyendo, en el nú-
mero de agosto de la revista
Enigmas, lo que las manos dere-
cha e izquierda de Jiménez del
Oso escribían en su sección “50
años de ovnis en España”. Sobra
decir que me embargó el gozo: yo
también era un elegido de los
marcianos. Eso pensé al princi-
pio, porque claro, al final, mi go-
zo acabó en un pozo cuya pro-
fundidad es sólo equiparable a la
falta de rigor de los escuderos
del psiquia-
tra de lo pa-
ranormal.
Hace casi
cinco años,
el 1 de di-
ciembre de
1994, miles
de cánta-
bros, vascos
y navarros
s i g u i e r o n
desde las 17
horas hasta
el anochecer
las evolucio-
nes de un
objeto que, a
gran altura,
se desplaza-
ba en senti-
do Oeste-
Este. Fue-
ron numero-
sísimas las
llamadas a
la comisa-
rías de Poli-
cía y a los
medios de
c o m u n i c a -
ción, en los
que los pe-
riodistas in-
t e n t a r o n ,
contra el re-
loj, ver qué
había de
misterioso
en el asun-
to. Al día si-
guiente, to-
dos los periódicos, citando fuen-
tes diversas, coincidían en que
se había tratado de un globo es-
tratosférico. Por mi parte, tuve
confirmación directa, y así se
publicó, en el diario El Correo el
2 de diciembre, que el ingenio
había sido lanzado por el Insti-
tuto Nacional de Técnica Aeroes-
pacial (INTA). Dado lo avanzado
de la tarde, hubo que esperar
veinticuatro horas antes de con-
tar con la información concreta
sobre el lugar de lanzamiento, el
objetivo del mismo, etcétera, que
se publicó con pelos y señales en
El Correo el 3 de diciembre.
Pues bien, ahora vuelven so-
bre la historia los ufólogos de
Enigmas y, en un alarde de pro-
fesionalidad, sólo citan la infor-
mación errónea que pudieron
dar otros medios, ignoran la faci-
litada por el principal diario vas-
co y afirman falsamente que el 2
de diciembre “nadie había dado
una explicación y el enigma se
extendía por el País Vasco y
Cantabria”. Sólo a quien no co-
nozca el mundillo de las revistas
esotéricas puede sorprender tal
desfachatez, tanta manipula-
ción, y que los autores de esta
fantasía y otros “jóvenes investi-
gadores que hoy desempeñan
sus cargos y labores en las revis-
tas nacionales de periodismo de
lo insólito” argumenten que ese
mismo día hubo avistamientos
que, en ningún caso, podían te-
ner que ver con el citado globo
estratosférico. Conviene recor-
dar que Bruno Cardeñosa, uno
de esos investigadores, dedujo la
fecha de la segunda venida de
Jesucristo tras la estudiar la ob-
servación de un bólido en febre-
ro de 1988, y que otro, Josep
Guijarro, actual director de Kar-
ma.7, habló en su día de un
“avistamiento masivo ocurrido el
2 de diciembre” para referirse al
que estamos comentado en estas
líneas. Y es que estos profesio-
nales de la pseudociencia ni si-
quiera saben que el diario de hoy
publica lo que ayer fue noticia.
“¿Ovni o globo?”, se pregun-
tan Iker Jiménez y Lorenzo Fer-
nández en Enigmas. La respues-
ta es clara: un globo inflado has-
ta dimensiones cósmicas por
quienes han hecho de la crea-
ción y el engorde de misterios
inexistentes su modus vivendi.
Ni más ni menos.
L
.
A
.
G
.
ERNESTO J. CARMENA