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el escéptico (Verano 1999)
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aplicación. Los socialistas equi-
paran, de hecho, la medicina al-
ternativa a la científica cuando
lo cierto es que no existen prue-
bas concluyentes de que este ti-
po de tratamientos sea efectivo
más allá del efecto placebo.
Que un responsable del Co-
legio de Médico de Sevilla, Rafael
Cobos, haya indicado que la Sa-
nidad pública se ahorraría dine-
ro introduciendo estas técnicas y
aumentaría, al mismo tiempo, la
calidad de vida de la población
evidencia hasta qué punto algu-
nas instituciones están dispues-
tas a falsear la realidad para de-
fender los intereses de colectivos
que han encontrado en la prácti-
ca alternativa un jugoso negocio.
Decir, después de que hayan si-
do excluidos de la Seguridad So-
cial fármacos por su dudosa o
nula efectividad, que los presu-
puestos del Estado deben cos-
tear prácticas pseudocientíficas
porque lo demande el público
revela una desfachatez y un cor-
porativismo preocupantes.
“Cualquier procedimiento o
fármaco financiado por la
Seguridad Social debe tener pro-
bada efectividad, y no hay que
introducri terapias con fines
electoralistas o siguiendo políti-
cas populistas”, ha manfiestado
Pedro Caba. Para este ex vice-
presidente de la Organización
Mundial de la Salud, la propues-
ta socialista “conmueve por su
ingenuidad o ignorancia”.
ARP manifestó en julio que
“considera lamentable que, des-
de posturas políticas progresis-
tas, se dé pie al oscurantismo
más recalcitrante”; denunció “la
grave irresponsabilidad en que
incurren algunos colegios de mé-
dicos y universidades que dan
respaldo a este tipo de técnicas
[las medicinas alternativas] no
por su validez científica, nunca
demostrada, sino porque un
amplio colectivo de médicos en
paro ha encontrado en las mis-
mas su sustento”; y advirtió que
“la inclusión en la Sanidad
pública de cualquier terapia de-
be fundarse, exclusivamente, en
su efectividad real demostrada
científicamente, y no en una de-
manda social, en unos intereses
corporativistas y en unos intere-
ses empresariales
multinacio-
nales farmacéuticas
como su-
cede con esta propuesta”.
La iniciativa socialista en An-
dalucía revela, amén de que la
batalla por dotar de credibilidad
al margen de la ciencia a las
medicinas alternativas no ha
hecho más que comenzar, un
preocupante avance del populis-
mo, que no entiende de siglas, y
saca a la luz la necesidad de que
la comunidad científica y acadé-
mica permanezca vigilante ante
las tropelías propugnadas desde
el poder político, exija que todos
los productos y prácticas que
vaya a financiar la Sanidad pú-
blica se midan con la misma va-
ra y no dude en denunciar los
intereses que se ocultan tras ini-
ciativa que se presentan como de
interés general cuando en reali-
dad responden únicamente a
intereses lucrativos y pueden ir
en detrimento de la salud de la
población.
LUIS ALFONSO GÁMEZ
Un premio Nobel
apuesta por educar
a los niños para que
“pidan pruebas,
en lugar de creer”
Es casi un tópico acusar a los
científicos y a la ciencia de estar
aislados del mundo, indiferentes
en su torre de marfil a las conse-
cuencias prácticas de sus inves-
tigaciones y teorías, expresadas
en una complicada jerga que re-
sulta incomprensible a la socie-
dad. Ésta, por su parte, contem-
pla los avances de la ciencia con
recelo, cuando no con abierta
hostilidad; una situación peli-
grosa de la que los profesionales
de la investigación
la de ver-
dad
no son o no quieren ser
conscientes.
Ambos tópicos se rompen
cuando tropezamos con perso-
nas de la talla de León M. Leder-
man, premio Nobel de Física en
1988 y premio Enrico Fermi en
1993. Sin que fuese obstáculo
para una dilatada carrera cientí-
fica
catedrático en la Univer-
sidad de Columbia, director de
los Laboratorios Nevis en Irving-
ton y del famoso Fermilab, del
que es hoy director emérito
, Le-
derman siempre se ha mostrado
preocupado por la educación de
la sociedad, fruto de la cual es el
Centro para la Educación en la
Ciencia Leon M. Lederman, la
principal apuesta educativa del
Fermilab. El Nobel se dedica hoy
activamente a la organización de
la enseñanza de las ciencias en
las escuelas primarias de barrios
periféricos, así como a la colabo-
ración en programas educativos
en el Tercer Mundo.
Lederman es consciente de la
crítica imagen de la ciencia en
tre la opinión pública. En una
entrevista concedida a Alicia Ri-
vera, publicada en El País el pa-
sado 28 de julio, respondía a
este problema sin ocultar la par-
te de responsabilidad de los pro-
pios científicos: “Es cierto. Tenga
en cuenta que la ciencia estuvo
implicada en el armamento nu-
clear y eso no se ha olvidado. La
tecnología procedente de la cien-
cia es positiva, pero también ha
tenido aspectos negativos. Si mi-
ra la ecología, los daños a la
biosfera, a la capa de ozono, el
calentamiento global, etcétera,
todo eso viene de una utilización
muy despreocupada y descuida-
da de la tecnología”. Y todo ello
ayuda al desarrollo de actitudes
y creencias pseudocientíficas,
cuando no abiertamente anti-
científicas.
Al hablar del auge de la
pseudociencia, lejos de conside-
rarlo un asunto sin importancia,
Lederman se manifiesta con con-
tundencia: “Sí, y es un proble-
ma. Las abducciones por extra-
terrestres, la astrología, los adi-
vinos y todo eso son fundamen-
talismos radicales. Hay funda-
mentalismo no sólo en Irán, en
Irak o en Israel; también en las
calles de las ciudades norteame-
ricanas o europeas. Los funda-
mentalismos son lo opuesto a la
ciencia, son sistemas rígidos de
creencias que no toleran discu-
sión alguna”. Un buen aviso el
que nos da este premio Nobel
sobre la importancia y el peligro
de la proliferación de creencias,
inocuas en apariencia, pero que
revelan un trasfondo de irracio-
nalidad y de plena asunción de
postulados abiertamente absur-
dos. Un fundamentalismo ideo-
lógico que abre el camino a pai-
sajes tenebrosos que desearía-
mos evitar. Para ello, el arma
fundamental es la educación en
el sentido crítico y el escepticis-
mo. “Cuando educas a los niños
indica Lederman
les enseñas a
ser escépticos, a pedir pruebas
primer contacto
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en lugar de creer. ¿Que has visto
platillos volantes y extraterres-
tres? ¡Venga ya!”. En eso esta-
mos, respetado amigo, en eso
estamos.
JOSÉ MARÍA BELLO
La divulgación de la
ciencia y el auge de
la pseudociencia,
objeto de debate
en Gran Canaria
El hotel Gloria Palace de San
Agustín, en el Sur de la isla de
Gran Canaria, acogió el curso
“Ciencia y pseudociencia en la
sociedad del conocimiento” del 5
al 7 de julio, dentro de la progra-
mación de la Universidad de Ve-
rano de Maspalomas. El objetivo
del curso, coordinado por la
autora de estas líneas, era refle-
xionar sobre la curiosa y preocu-
pante paradoja que se da en las
sociedades desarrolladas y pos-
tindustriales: cada vez depende-
mos más para nuestra supervi-
vencia y bienestar cotidianos de
los productos del conocimiento
científico y tecnológico, pero, al
mismo tiempo, predomina más y
más la ignorancia científica y la
superstición más burda; y, en el
discurso de los medios de comu-
nicación social que conforma la
opinión pública y la voluntad
ciudadana, coinciden en un
mismo plano de credibilidad las
versiones científicas y pseudo o
anticientíficas de multitud de
fenómenos y acontecimientos.
Luis Angel Fernández Herma-
na, director de En.red.ando y co-
rresponsal científico de El Pe-
riódico de Catalunya, abrió las
jornadas con una interesante
charla sobre “La ciencia entre la
opinión pública y la opinión per-
sonal”, en la que hizo un repaso
crítico de la situación del perio-
dista científico y de la comunica-
ción de la ciencia en los medios
de comunicación tradicionales y
reflexionó sobre los cambios que
podrían acontecer con la revolu-
ción que supone la implantación
de la sociedad de la información
o del conocimiento
. Para Fer-
nández Hermana, la comunica-
ción social de la ciencia no esca-
pa de la tendencia actual hacia
el espectáculo de la información
y la información como espectá-
culo, que está teniendo como re-
sultado el descenso del número
de lectores de los periódicos y la
caída de la credibilidad de los
medios escritos.
A continuación, Luis Alfonso
Gámez, periodista de El Correo y
director de esta revista, convirtió
la charla anunciada como “El
periodismo y la crítica a las
pseudociencias: una asignatura
pendiente” en “Hacer frente a la
tentación demoniaca: una cues-
tión de supervivencia”. El men-
saje, sin embargo, era el mismo:
la necesidad de estimular la alfa-
betización científica y el pensa-
miento crítico frente al auge de
las peseudociencias y las su-
persticiones. Dicha alfabetiza-
ción, a su juicio, descansa sobre
tres pilares: los científicos
que
no son muy dados a hacer divul-
gación de sus disciplinas y espe-
cialidades
, los educadores y los
periodistas
más activos en la
divulgación de las supercherías
que de la ciencia
. Gámez fue
especialmente crítico con su pro-
pio sector, el de los medios de
comunicación, a los que acusó
de no tratar los fenómenos para-
normales con las mismas herra-
mientas con las que tratan otros
asuntos, como la contrastación
de fuentes.
Javier Armentia, director del
Planetario de Pamplona y presi-
dente de ARP-Sociedad para el
Avance del Pensamiento Crítico,
dedicó su charla
con el suge-
rente título de “¿Por qué cree-
mos en cosas increíbles? Un
marciano telépata consulta el
horóscopo mientras se medica
homeopáticamente”
a hacer un
repaso del origen de las distintas
creencias pseudocientíficas y a
ahondar en las causas que expli-
can su pervivencia y expansión
en la cultura contemporánea. La
astrología, la ufología, la telepa-
tía, la telequinesis, la premoni-
ción, la adivinación, la parapsi-
cología y las distintas creencias
pseudomédicas fueron objeto de
un análisis crítico, y con fre-
cuencia irónico, del que no esca-
pó la propia práctica científica
cuando se convierte en artículo
de fe.
Completó la segunda jornada
la charla de Francisco Rubio Ro-
yo, catedrático de Física Apli-
cada de la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria y rector
honorario de la misma, acerca
de “La educación superior en la
sociedad del conocimiento”. Par-
tiendo de los profundos cambios
sociales que se están sucediendo
primer contacto
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(Verano 1999)
el escéptico
Javier Armentia y Teresa González de la Fe, durante la intervención del prime-
ro en la Universidad de Verano de Maspalomas.