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(Primavera 2000)
quienes, en sus ansias por ven-
der misterios increíbles, tratan
de disfrazarse de investigado-
res objetivos y críticos, pero
no dudan en achacar a extra-
terrestres desapariciones de
aviadores, en hablar de los
doce triángulos de la muerte o
en volver a repetir la mentira
de que en la zona de las Ber-
mudas desaparecen muchísi-
mos más barcos que en cual-
quier otra región de los océa-
nos terrestres. Por si alguien lo
dudaba, el escape de metano
nocturno del 19 de mayo, que
no hundirá un programa ne-
fasto en el que se intenta equi-
parar ciencia y anticiencia
mezclándolas, deja bien claro
que la fiabilidad de otro de los
colaboradores del espacio –un
Bruno Cardeñosa que, entre
otras lindezas, traduce silicon
por silicona y no por silicio–
no es un accidente, sino la
norma entre los expertos a los
que da pábulo Juan Antonio
Cebrián, quien cualquier día
nos informará de que el hom-
bre ha llegado a la Luna.
Se me olvidaba un detalle.
Tras informarnos de la última
teoría del triángulo de las Ber-
mudas, La Rosa de los Vientos
dio ese mismo día otra exclu-
siva: el ufólogo Antonio Ri-
bera iba a publicar un nuevo
libro. Me quedé de piedra
cuando me enteré del título de
la obra, algo que nos adelanta-
ban los perspicaces informa-
dores. Se trataba de Cartas de
tres herejes. Volví a mirar el
calendario: estábamos a 19 de
mayo. Fui a la estantería y lo
comprobé en el propio libro
de Ribera: estaba a la venta
desde diciembre pasado. Está
claro, a pesar de su apestoso
hedor, el género del comercio
de Ordenalfabétix, el pesca-
dero de la aldea gala por exce-
lencia, es bastante más freco
que las últimas noticias de La
Rosa de los Vientos.
L.A.G.
‘Cucharoquinesia’
H
ay un chiste muy bueno
que no puedo dejar de re-
cordar en estos momentos. En
una función de títeres, una
princesita está echando una
bronca tremenda a un príncipe
mientras la emprende a garro-
tazos con él. Le dice que es un
calzonazos, un vago, un inútil,
y que parece un ...
1
En ese mo-
mento, se levanta un hombre
entre el público, se acerca al
teatrillo y se dirige a la prin-
cesa: “Mira, me has hecho mu-
cho daño, me siento insultado.
Entérate de que soy doctor in-
geniero y abogado, y tengo un
MBA de la Universidad de
Georgetown, así que no tienes
ningún derecho a decir que
seamos tontos o nada pare-
cido”. Uno de los titiriteros
sale de detrás del teatrillo y
pide disculpas al espectador
ofendido, quien le agarra por el
cuello y le grita: “¡Y tú cállate,
imbécil, hablaba con la prince-
sita!”.
Llama la atención la falta de
sentido del humor de los para-
normales. Como ejemplo, en un
debate televisivo al que asistí
como invitado, un humorista
hizo una divertida parodia de
las artes adivinatorias leyendo
el futuro del presentador en
unos cacahuetes esparcidos so-
bre una mesa –y una avellana
infiltrada, cosa que alarmó pro-
fundamente al esforzado pito-
niso–. Una vez terminado el
número de la frutosecología –di-
vertidísimo, por cierto–, el hu-
morista ofreció su mano a una
vidente que se encontraba en
el plató, quien la retiró negán-
dole el saludo, y apartando la
mirada.
Esta vez la demostración de
sentido del humor viene de la
mano de uno de los grandes,
uno de los mitos vivientes: Uri
Geller. En una reciente visita a
Tokio, fue asaltado por un
grupo de niños que quería su
autógrafo en unos cromos de
personajes del videojuego Po-
kémon, de Nintendo, basado
en los dibujos animados japo-
neses que causan furor en casi
todo el mundo. En estos cro-
mos, aparece un personaje –lla-
mado Un-Geller en Japón y
Kadabra en el resto del
mundo– que va dejando a su
paso un rastro de cucharillas
dobladas y es capaz de provocar
dolores de cabeza a sus adversa-
rios por telepatía. El famoso
doblador de cucharas mediante
el poder de la mente –cuya ca-
pacidad los simples mortales
empleamos solamente en un
10%– se ha sentido herido y ha
tomado una drástica decisión:
reclama al fabricante de video-
juegos una indemnización de la
friolera de 100 millones de dó-
lares. Afirma que la casa Nin-
tendo ha creado un personaje
con un notorio parecido a él
–¿será físico el parecido?–, uti-
lizando su nombre y perjudi-
cando su imagen sin su consen-
timiento. El dotado incluso
dice haber recibido llamadas y
cartas en las que admiradores
le felicitan por el dinero que
habrá ganado por derechos de
imagen al haber autorizado a
Nintendo a utilizar su imagen.
Nintendo no es la primeras
víctima de la ira de Geller. Ya
demandó al fabricante de relo-
jes Timex porque en un anun-
cio aparecía un dotado que no
lograba parar un reloj con el
poder de su mente. Los aboga-
dos de Geller afirman, además,
que están estudiando deman-
dar a la cadena de venta de
muebles Ikea por vender un ta-
burete llamado El Uri con las
patas dobladas y retorcidas,
por el evidente parecido con
sus famosas cucharas. Espere-
el circo paranormal
1
Aquí puede ponerse guipuzcoano, bil-
baíno, lepero... Depende de quién
cuente el chiste, hay para todos los
gustos.
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mos que la gente de Ikea no
haya imitado al pie de la letra
las cucharas, ya que en ese
caso sería muy peligroso sen-
tarse en él. Sólo faltaría que la
empresa tuviera que indemni-
zar por daños y perjuicios a
cientos de clientes lesionados
por el colapso de las patas de
los taburetes.
Vista la obsesión de Geller
por los pleitos, podría pensarse
que atraviesa problemas eco-
nómicos, así que James Randi
le ha ofrecido el premio de un
millón de dólares que la Fun-
dación Randi tiene preparado
para quien sea capaz de probar
sus facultades paranormales en
condiciones de laboratorio.
Geller ha rechazado tan gene-
rosa oferta. Curiosamente, a
pesar de seguir adelante con la
demanda a Nintendo, dice que
no conviene que la mente se
concentre en pensamientos ne-
gativos y asegura que su obje-
tivo es mostrar al público el
poder curativo de la mente.
Sobre eso trata precisamente
su último libro, que parece es-
tar intentando promocionar a
golpe de pleito judicial. Espe-
remos que ahora no le dé por
demandar a algún fabricante
de cucharillas de diseño o al de
unas divertidas cucharillas de
nitinol que se doblan cuando
se calientan.
BORJA MARCOS
Místico,
astrólogo y
sinfónico
E
n http://geocities.com/
swnadhin, encontramos la
web del swami Anand Nadhín,
un completo muestrario de
teorías acuarianas: chakras, re-
lajación, reiki, tai chi... Por
aquello de comenzar por el
principio, podemos pulsar en
curriculum para enterarnos de la
vida y milagros del autor. Así
podemos informarnos de que
“swami Anand Nadhin es un
místico forjado entre gurus,
swamis, roshis, chamanes, yo-
guis, lamas, sufis. Durante su
formación, él tuvo más de un
maestro y ahora es él quien im-
parte enseñanzas aunque dice
no tener discípulos, él sólo en-
seña”. ¡Así nos gusta! Las cosas
claras y el chocolate espeso.
Enseña, pero no tiene discípu-
los. Quizá dicte sus lecciones a
las piedras del campo, podría
pensar algún abominable es-
céptico. De eso nada, porque
“Sabemos que algunos de sus
alumnos han establecido cen-
tros terapeúticos y místicos en
varios lugares del mundo”.
Un poco confusos –hemos
de confesarlo–, proseguimos la
lectura: “Hizo estudios de
postgrado en Informática y Ad-
ministración de Empresas; fue
gerente de éxito en varias em-
presas de elevado nivel nacio-
nal e internacional”. Pues nos
alegramos mucho; pero ¿qué
tiene que ver esto con la mís-
tica? Después nos tildarán de
malpensados... “Sobre un solar
de mil metros cuadrados, swami
Nadhin ha edificado una rús-
tica pequeña pirámide de
nueve metros por lado en su
base, levantada a escala propor-
cional de la Gran Pirámide; allí
se expone y enseña los mismos
temas que compartimos en esta
página web”. Lamentamos tal
desperdicio de superficie. Tiene
un solar de mil metros cuadra-
dos y se limita a edificar una
rústica pirámide de nueve me-
tros de base, 81 metros cuadra-
dos.
Pero el polifacético swami
no sólo es místico, asesor de
empresas y patrocinador de
construcciones neofaraónicas a
escala. También es compositor
de “música New Age, todos
anti estrés y en ondas alfa” y
como tal nos informa de sus
discos, entre los que figura:
“Voces del Alma: bellas y apaci-
bles melodías con sonidos de la
naturaleza y helicópteros, avio-
nes jet, que le dan una
inusual armonía especial para
la práctica de la meditación, tai
chi chuan, ambientación”. No
hay más que preguntar a cual-
quiera que posea un piso cerca
del aeropuerto de Barajas.
Nada tan relajante, tan armo-
nioso como el cantarín son de
un Boeing 747 a las cinco de la
madrugada. ¡Y todavía hay
quién protesta...! Desagradeci-
dos. Seguro que, cuando hayan
alcanzado un nivel de cons-
ciencia superior, comenzarán a
apreciar la íntima belleza del
sonido de los helicópteros y los
aviones jet.
Estimamos en gran medida
el claro y racional pensamiento
del swami Anand Nadhin. Por
desgracia, otros aspectos de su
persona aparecen un poco tur-
bios: “Utiliza sólo el seudónimo
de Nadhín y ocasionalmente el
de swani Anand Nadhín, sin
pretender obstentar el grado de
swami, que significa maestro,
sólo como un seudónimo” Va-
mos, que el swami Anand Nad-
hín no es, realmente, un swami
y no se llama Nadhín. ¿Lo de
Anand sí es auténtico o es otro
pseudónimo? A ver si va a ter-
minar llamándose José Pérez
García.
el circo paranormal