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mos que la gente de Ikea no
haya imitado al pie de la letra
las cucharas, ya que en ese
caso sería muy peligroso sen-
tarse en él. Sólo faltaría que la
empresa tuviera que indemni-
zar por daños y perjuicios a
cientos de clientes lesionados
por el colapso de las patas de
los taburetes.
Vista la obsesión de Geller
por los pleitos, podría pensarse
que atraviesa problemas eco-
nómicos, así que James Randi
le ha ofrecido el premio de un
millón de dólares que la Fun-
dación Randi tiene preparado
para quien sea capaz de probar
sus facultades paranormales en
condiciones de laboratorio.
Geller ha rechazado tan gene-
rosa oferta. Curiosamente, a
pesar de seguir adelante con la
demanda a Nintendo, dice que
no conviene que la mente se
concentre en pensamientos ne-
gativos y asegura que su obje-
tivo es mostrar al público el
poder curativo de la mente.
Sobre eso trata precisamente
su último libro, que parece es-
tar intentando promocionar a
golpe de pleito judicial. Espe-
remos que ahora no le dé por
demandar a algún fabricante
de cucharillas de diseño o al de
unas divertidas cucharillas de
nitinol que se doblan cuando
se calientan.
BORJA MARCOS
Místico,
astrólogo y
sinfónico
E
n http://geocities.com/
swnadhin, encontramos la
web del swami Anand Nadhín,
un completo muestrario de
teorías acuarianas: chakras, re-
lajación, reiki, tai chi... Por
aquello de comenzar por el
principio, podemos pulsar en
curriculum para enterarnos de la
vida y milagros del autor. Así
podemos informarnos de que
“swami Anand Nadhin es un
místico forjado entre gurus,
swamis, roshis, chamanes, yo-
guis, lamas, sufis. Durante su
formación, él tuvo más de un
maestro y ahora es él quien im-
parte enseñanzas aunque dice
no tener discípulos, él sólo en-
seña”. ¡Así nos gusta! Las cosas
claras y el chocolate espeso.
Enseña, pero no tiene discípu-
los. Quizá dicte sus lecciones a
las piedras del campo, podría
pensar algún abominable es-
céptico. De eso nada, porque
“Sabemos que algunos de sus
alumnos han establecido cen-
tros terapeúticos y místicos en
varios lugares del mundo”.
Un poco confusos –hemos
de confesarlo–, proseguimos la
lectura: “Hizo estudios de
postgrado en Informática y Ad-
ministración de Empresas; fue
gerente de éxito en varias em-
presas de elevado nivel nacio-
nal e internacional”. Pues nos
alegramos mucho; pero ¿qué
tiene que ver esto con la mís-
tica? Después nos tildarán de
malpensados... “Sobre un solar
de mil metros cuadrados, swami
Nadhin ha edificado una rús-
tica pequeña pirámide de
nueve metros por lado en su
base, levantada a escala propor-
cional de la Gran Pirámide; allí
se expone y enseña los mismos
temas que compartimos en esta
página web”. Lamentamos tal
desperdicio de superficie. Tiene
un solar de mil metros cuadra-
dos y se limita a edificar una
rústica pirámide de nueve me-
tros de base, 81 metros cuadra-
dos.
Pero el polifacético swami
no sólo es místico, asesor de
empresas y patrocinador de
construcciones neofaraónicas a
escala. También es compositor
de “música New Age, todos
anti estrés y en ondas alfa” y
como tal nos informa de sus
discos, entre los que figura:
“Voces del Alma: bellas y apaci-
bles melodías con sonidos de la
naturaleza y helicópteros, avio-
nes jet, que le dan una
inusual armonía especial para
la práctica de la meditación, tai
chi chuan, ambientación”. No
hay más que preguntar a cual-
quiera que posea un piso cerca
del aeropuerto de Barajas.
Nada tan relajante, tan armo-
nioso como el cantarín son de
un Boeing 747 a las cinco de la
madrugada. ¡Y todavía hay
quién protesta...! Desagradeci-
dos. Seguro que, cuando hayan
alcanzado un nivel de cons-
ciencia superior, comenzarán a
apreciar la íntima belleza del
sonido de los helicópteros y los
aviones jet.
Estimamos en gran medida
el claro y racional pensamiento
del swami Anand Nadhin. Por
desgracia, otros aspectos de su
persona aparecen un poco tur-
bios: “Utiliza sólo el seudónimo
de Nadhín y ocasionalmente el
de swani Anand Nadhín, sin
pretender obstentar el grado de
swami, que significa maestro,
sólo como un seudónimo” Va-
mos, que el swami Anand Nad-
hín no es, realmente, un swami
y no se llama Nadhín. ¿Lo de
Anand sí es auténtico o es otro
pseudónimo? A ver si va a ter-
minar llamándose José Pérez
García.
el circo paranormal
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Con estas dudas, accedemos
al artículo de bonsais y allí lee-
mos: “Lo más importante es el
contacto con un ser vivo y se
puede conversar con estos árbo-
les y, si hemos logrado el estado
de la meditación, podremos
captar muchas respuestas a la
vez que fuerzas energéticas, ya
que a pesar de su pequeño ta-
maño, éstos son árboles que en-
cierran encapsulada una gran
potencia, empleándose para sa-
nar diversas dolencias físicas y
psicológicas”. ¿Hablar con un
árbol? ¡Qué insospechadas posi-
bilidades abre esta afirmación!
¿Se abrirán academias de idio-
mas especializadas en dialectos
vegetales? Por otra parte, es una
lástima que no nos aclare qué
bonsais son los que poseen un
diálogo más interesante. ¿Los
alcornoques, quizá? Por desgra-
cia, esta actividad puede ser pe-
ligrosa: “El interés no es el de
conversar con las plantas, mal
haríamos en crear un hobby que,
aunque sea cierto, muchos nos
tildarían de locos”. Pues no sé
por qué lo dice. Una persona
hablando con una lechuga es
una escena de lo más habitual,
lo extraordinario sería que la le-
chuga contestase.
Algo mosqueados, empeza-
mos la lectura del artículo as-
trología: “Algunas de las críti-
cas más punzantes tendentes a
desprestigiar a la astrología
empiezan por definirla como
ciencia a medias y acaban desco-
nociendo su validez”. No,
hombre, no. Ésas son las críti-
cas bondadosas. Las mordaces se
limitan a negar su carácter
científico y, si desconocen su
validez, es por la sencilla razón
de que ésta no existe. El autor
prosigue: “El error, grave y le-
sivo, que ha contribuido al des-
crédito, parece haber sido el
echar en un solo saco todos es-
tos variados intereses de mer-
cado irreverentemente mezcla-
dos con tradiciones tan anti-
guas del acervo cultural de la
Humanidad”. Siempre me ha
hecho gracia esa mención a la
antigüedad de la astrología
como, si por sí misma, otorgara
credibilidad a esta actividad.
Como sigamos por este camino
nos encontraremos algún día
con grupos de neoantropófagos
o de neoesclavistas, que tam-
bién pueden presumir de haber
formado parte del acervo cultu-
ral de la Humanidad.
“En 1927, Evangeline
Adams publicó el best seller
Your place in the sun, que marcó
el punto de partida para el re-
nacimiento de la astrología en
Estados Unidos, y desde allí al
resto del mundo. Tres años des-
pués, Evangeline había hecho
un total de 150.000 horóscopos
por encargo, y un año más
tarde tenía una demanda de
4.000 en promedio diario”. ¿En
tres años realizó 150.000 ho-
róscopos? Realicemos una sim-
ple operación aritmética y ob-
tendremos que Adams confec-
cionaba casi 137 horóscopos
diarios. Suponiendo que Evan-
geline se dedicara a esta activi-
dad durante diez horas diarias,
obtendremos que efectuaba un
horóscopo cada ¡¡cuatro minu-
tos y medio!! Eso es rapidez de
cálculo y lo demás son histo-
rias. Por cierto, ¿cuántos de
esos horóscopos fueron acerta-
dos? ¿O es que ese dato es in-
trascendente?
“¿Es una ciencia la Astrolo-
gía? Definitivamente que sí: lo
es desde la más remota antigüe-
dad. Cuenta con cálculos mate-
máticos, observaciones experi-
mentales y leyes demostrables
por la ciencia actual”. Pues,
nada, que empiece por formular
una teoría contrastable para ex-
plicar por qué las constelacio-
nes influyen en la vida del re-
cién nacido y después seguimos
hablando. Ya puestos, también
puede explicarnos científica-
mente la causa por la que esa
influencia se produce en el mo-
mento del nacimiento y no en
la de la concepción o el motivo
por el que la astrología ha te-
nido a bien ignorar la precesión
de los equinoccios.
El artículo concluye con una
afirmación curiosa, teniendo en
cuenta que defiende la validez
de la astrología. “Todo depende
de lo que queramos hacer de
nuestras vidas: ¿construir una
pequeña casa o el gran edificio
de nuestra evolución superior?
La decisión es sólo nuestra”. La
decisión ¿no debería depender
de nuestra carta astral? Vamos,
digo yo.
JOSÉ LUIS CALVO BUEY
el circo paranormal
ERNESTO J. CARMENA