(Verano 2000)
el esc
é
ptico
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cuaderno de bitácora
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H
ace unos
escépticos –en el número 5 concreta-
mente–, Eduardo Giménez narraba el notable fe-
nómeno acontecido en la revista
Enigmas, donde
Juan Jesús Haro Vallejo publicaba un artículo denomi-
nado “Lorca, el dos veces muerto”. Notable porque lo que
en ese texto aparecía como real, y como trabajo de inves-
tigación del autor, no era sino una fabulación, ya publi-
cada e incluso emitida por la televisión, de Juan Bas y Fer-
nando Marías. La cosa, como suele pasar cuando se vul-
neran de manera tan flagrante los derechos de autor,
acabó en juicio, en el Juzgado de Primera Instancia Nú-
mero 42 de Madrid, en concreto, y más en concreto con-
virtiéndose en el proceso 85D-99-C.
El pasado 7 de junio, se publicó el fallo: Haro Vallejo
plagió las obras de Bas y Marías, vulnerando los derechos
de propiedad intelectual de los autores. También culpable
del mismo delito se encuentra a Fernando Jiménez del
Oso, director de la revista, y a la editorial América Ibé-
rica, propietaria de la misma.
La lectura de la sentencia
permite descubrir –cuando
uno logra superar el escollo
que supone la jerga en que
está escrita, ese castellano tan
particular que usa la maqui-
naria judicial y que tan ajeno
es al idioma que creemos co-
nocer– que la estrategia de la
defensa de los acusados
–Haro Vallejo, Jiménez del Oso y la editorial– se basaba
en varias vías cuando menos curiosas. Por un lado, que las
obras de Bas y Marías eran una mezcla de historia y fic-
ción, lo que parece indicar que ni el autor ni el director ni
nadie fueron capaces de darse cuenta de qué era cierto o
qué era falso. Interesante reconocimiento por parte de
quien, como Jiménez del Oso, ha sido presentado a me-
nudo como alguien con mucha información y mucho dis-
cernimiento. Más cuando en la serie de televisión Páginas
ocultas de la historia, en la que aparecía la ficción de Bas y
Marías, al final del capítulo dedicado a Lorca se explici-
taba en los créditos: “Este capítulo es una ficción basada
en una hipótesis histórica, a partir de la novela La Luz
prodigiosa, de Fernando Marías (Ediciones Destino)”.
Suele decirse que no hay peor ciego que el que no quiere
ver... o leer –en el libro de igual título que la serie tam-
bién se hacía mención del carácter de ficción de la obra–.
Pero, además, la editorial y el director de Enigmas de-
claran que no pueden controlar todas las fuentes y docu-
mentación empleadas por sus articulistas. Lo que nos per-
mite conocer así que poco más o menos uno puede colar
en esa revista lo que le dé la gana. Uno se imagina que los
compradores de Enigmas no están al tanto de esto, que
creerán que les venden investigaciones reales... Digo,
claro está, los compradores que se suelen creer ese pro-
ducto editorial pseudocientífico.
Uno podría pensar en que, en aquel número de Enig-
mas, el articulista Haro se la coló a Jiménez del Oso, que
este caso que fue a juicio, y que resultó en plagio, fue un
fenómeno inusual. Me permitirán dudarlo, que es mi de-
recho. Me explico: sin duda, el articulista les coló un pla-
gio. Pero, vista la completa carencia de control, esto po-
dría haber sucedido muchas otras veces.
¿De qué fuentes beben –o copian– los articulistas de
lo paranormal? Una pregunta un tanto retórica, que se
puede hacer ante lo que se ve escrito no solamente en el
Enigmas de Jiménez del Oso, sino en cualquiera de las
otras publicaciones
del ramo. No es la primera vez que
descubrimos que textos presentados como exclusiva mun-
dial –nota perversa: ¿qué pu-
blicación se puede permitir
el lujo de sacar en cada nú-
mero al menos una exclusiva
mundial? Ni siquiera Interviú
lo consigue...– son realmente
refritos, reescrituras o copias
de artículos ya publicados
aquí o allá. Que incluso li-
bros de más o menos exitosos
autores de la pseudociencia
son copias casi literales de otros libros anteriores, incluso
de otros autores –hay quien ha llegado a copiar hasta li-
bros revelados, lo que no deja de tener su mérito–. A na-
die se le escapa que una revista de quiosco, y menos a las
que me refiero, no es una publicación académica, con sis-
tema de arbitraje ni nada parecido. Sucede que quienes
están continuamente vendiendo fenómenos sorprenden-
tes, cuyas implicaciones supondrían muchas veces un
cambio de paradigma que ríete del copernicano, hacen
además muy mal su tarea. Se quejan del escaso respaldo,
cuando no del desdén, que la que ellos llaman la ciencia
oficial o las autoridades correspondientes muestran ante los
temas que manejan. Pero, visto lo visto, lo juzgado, no es
de extrañar que uno sea escéptico de tanto trabajo de
campo, de investigación, de incontrovertibles evidencias
y demás zarandajas que dicen hacer.
Antes de ponerse a vender expedientes insólitos, mis-
terios sorprendentes, maravillas de nuestro mundo y de
los otros, antes de acusar a quienes dudamos de sus fuegos
de artificio, deberían aprender la lección antigua: antes se
pilla al mentiroso que al cojo
Juicios (y valoraciones)
JAVIER E. ARMENTIA
s
Visto lo visto, lo juzgado, no es de
extrañar que uno sea escéptico de
tanto trabajo de campo, de
investigación, de incontrovertibles
evidencias y demás zarandajas que
dicen hacer