ciencia. Pero, además, quedó clara la creciente preocu-
pación de la comunidad científica por el avance de la
superstición y la pseudociencia.
Los miembros de ARP-Sociedad para el Avance del
Pensamiento Crítico que participaron en las jornadas –Fé-
lix Ares, Javier Armentia, David Galadí, Ramón Núñez,
Fernando Savater, Manuel Toharia, Victoria Toro y el au-
tor– lo comprobaron desde la sesión inaugural hasta la lec-
tura de las conclusiones, la denominada ‘Declaración de
Granada’, cuyo último párrafo dice: “Es urgente, pues, in-
crementar la cultura científica de la población. La infor-
mación científica es una fecundísima semilla para el de-
sarrollo social, económico y político de los pueblos. Como
se ha repetido a lo largo del Congreso, el conocimiento debe
ser considerado de enorme valor estratégico. La compli-
cidad entre los científicos y el resto de los ciudadanos es
una excepcional celebración de la democracia. Pero es que
además esa nueva cultura contribuiría a frenar las super-
cherías disfrazadas de ciencia, aumentaría la capacidad crí-
tica de los ciudadanos, derribaría miedos y supersticiones,
haría a los seres humanos más libres y más audaces. Los
enemigos a batir por la
ciencia son los mismos
que los de la filosofía,
el arte o la literatura,
esto es, la incultura, el
oscurantismo, la bar-
barie, la miseria, la
explotación humana”.
Ahora, dos años
después, Manuel Toharia, director del Museo de las Cien-
cias Príncipe Felipe, ha cogido el testigo de Páramo, para
organizar el II Congreso de Comunicación Social de la
Ciencia (más información en http://www.cac.es/congre-
sos). Una cita que no hay que perderse.
(L.A.G.)
DESENMASCARADO
UN
FALSO
TESTIGO
¿Observaron realmente los habitantes de Canterbury, In-
glaterra, la creación de un cráter en la Luna durante el
mes de junio del año 1178? El cráter Giordano Bruno era
hasta la fecha sospechoso de ser el resultado del mencio-
nado impacto. En cualquier caso, recientes estudios han
puesto en tela de juicio dicha observación.
Si un asteroide pequeño chocara contra la Luna, ¿sería-
mos capaces de ver el impacto a simple vista? En sus cró-
nicas de la vida medieval, Gervasio de Canterbury des-
cribió un impactante acontecimiento presenciado en la
tarde del 18 de junio del año 1178: “había casi una bri-
llante Luna Nueva.... y el cuerno superior se partió re-
pentinamente en dos. Del punto medio de esta división se
originó una antorcha llameante, vomitando fuego, ar-
dientes brasas y chispas. El cuerpo de la Luna que esta-
ba debajo se contorsionó, palpitó como una serpiente he-
rida. Después, retornó a su estado habitual. El fenómeno
se repitió una docena de veces o más. [Finalmente] la
Luna... a lo largo de toda su longitud adquirió un aspec-
to negruzco”.
En 1976 el geólogo Jack B. Hartung (Universidad de
Nueva York, EEUU) propuso que este pasaje describía la
creación de Giordano Bruno, un cráter relativamente jo-
ven de 22 km de diámetro y cercano al limbo nordeste de
la Luna. Hartung razonó que visto desde la Tierra, este
cráter aparece cerca del punto medio de un cuarto cre-
ciente reciente.
Tras esta afirmación, los astrónomos argumentaron in-
mediatamente que en la fecha en cuestión la Luna esta-
ba solamente 1,3 días tras la fase de Nueva y, por ello, de-
masiado próxima al Sol para ser fácilmente distinguible.
Por otra parte, los testimonios de Gervasio indican que
había visto la “antorcha llameante” muchas veces, lo que
suena mucho más a las distorsiones atmosféricas ordina-
rias vistas a menudo cerca del horizonte. No obstante, la
hipótesis de Hartung, debido a que era difícil de confir-
mar o refutar por ser limitados los datos sobre el Giorda-
no Bruno y sus alrededores, había sido incluida en mu-
chos libros y artículos de astronomía, como por ejemplo
la misma serie y libro Cosmos, de Carl Sagan.
Ahora, un nuevo análisis demuestra que un suceso tal
que produjera un cráter semejante no habría podido su-
ceder en 1178.
Paul Withers (Universidad de Arizona, también en los
EEUU) alega que un impacto lo bastante grande como
para crear un cráter de 22 km habría hecho caer sobre la
Tierra 10 millones de toneladas de los fragmentos expul-
sados –quizás un billón de meteoritos en total– durante
los días que siguieron. Una lluvia de meteoritos tan im-
presionante como esta durante una semana habría sido
considerada apocalíptica por todos los observadores me-
dievales y, sin embargo, no aparece ninguna mención de
la misma en las crónicas europeas, árabes o asiáticas de
la época.
Experimentos con láser durante los años setenta re-
el esc
é
ptico
otoño - invierno 2000
PRIMER CONTACTO
6
CAC
JPL/NASA
Ubicación en
la Luna del cráter
dedicado a
Giordano Bruno
velaron que la Luna cabecea hacia adelante y hacia atrás
ligeramente –en un movimiento conocido como libración
libre–, sugiriendo a los partidarios de Hartung que el glo-
bo todavía reverbera a causa del impacto. Pero Withers
hace notar que un nuevo análisis de los datos demuestra
que la leve oscilación se produce por movimientos de flui-
dos en el profundo interior selenita.
Además, mientras que el Giordano Bruno es de hecho
el cráter más joven de su tamaño en la Luna, imágenes
multiespectrales de la sonda estadounidense Clementine
demuestran que este impacto tiene que ser mucho más
viejo que los ochocientos años que la hipótesis de Har-
tung indica.
(S.L.B./NASA)
VÍRGENES, PINTORES,
CANTANTES Y
CANTAMAÑANAS
Aunque la virgen sea blanca,
píntale angelitos negros,
que también se van al cielo
todos los negritos buenos.
Pintor que pintas con amor,
¿por qué desprecias su color,
si sabes que en el cielo también los quiere Dios?
Con esta estrofa de Angelitos Negros, escrita por A.
Álvarez Maciste, reclamaba Antonio Machín, a golpe de
maracas y al son de bolero sabrosón, que se pintaran “ange-
litos negros” pues también habían de ir “p’al” Cielo aque-
llos negritos cumplidores y buenos. En realidad, él no lo
sabía pero alguien se había adelantado a su demanda reli-
gioso-igualitaria-antiapartheid y había cubierto solícita-
mente con unas capas de pintura negra el rostro y las
manos, no ya de un simple angelote, sino de la mismísima
madre catalana de Cristo: la Virgen de Montserrat.
Lo sentimos sinceramente por todos aquellos que se
han pasado años escribiendo afirmaciones, cada vez más
peregrinas, sobre el pretendido misterio que envolvía a
las vírgenes negras en general y a la Moreneta en particu-
lar, relacionándolas con la diosa Isis egipcia, con la trans-
misión secreta de arcanos alquímicos, con el Grial y con
los Templarios –que vienen a ser algo así como el cajón
de sastre de los enigmas, reales o ficticios, ubicados en
la Edad Media–.
Lamentamos tanto ingenio y tanta elocuencia en razo-
namientos e hipótesis que han acabado demostrándose
como completamente desperdiciados. Al final, la expli-
cación más sencilla, tal y como el monje franciscano
William de Ockham tantas veces repitiera –Pluralitas non
est ponenda sine neccesitate–, ha sido la verdadera. La
Virgen, en origen, sencillamente no era negra.
Así lo publicó, entre otros, el diario El Mundo el pasa-
do 12 de abril de 2001 como un mero avance del detalla-
do estudio que, sobre la virginal talla estaba realizando
el Servicio de Restauración de Bienes Muebles de la
Dirección General de Patrimonio Cultural de la Generalitat
de Catalunya. Si alguno de los vendedores de misterios
inexistentes hubiese albergado la esperanza de que no se
confirmara dicho anuncio, no habría tardado en ver sus
efímeros anhelos absolutamente defraudados. Con fecha
del 26 de abril de 2001 el mismo periódico publicaba un
reportaje mucho más detallado sobre el mismo tema, ele-
vando en él sus conclusiones a definitivas.
Por de pronto, nunca debieron existir tales afirmacio-
nes paranormales y esotéricas dado que desde 1931, gra-
cias a los estudios del monje Anselm Alvareda, se sabía
que la escultura de la Virgen era originariamente blanca.
La causa de que posteriormente se pintara de negro es
sencilla y a la vez prosaica: ocultar la mugre.
Tal y como ha revelado la investigación, el albayalde
de la pintura original se fue oscureciendo por efecto del
humo del incienso y de los cirios, y por el contacto con
los miles de peregrinos que besaban la imagen. Por ello,
en el siglo XVI se repintó la imagen en color castaño oscu-
ro. Esta nueva capa sufrió el mismo proceso de deterioro
y ya en el siglo XIX es cuando recibió la pintura que es
visible hoy en día y que, de haberlo sabido, tan dichoso
hubiese hecho al cantante cubano.
Ésas son las conclusiones del estudio, para cuya rea-
lización se han empleado avanzadas técnicas de investi-
gación como la reflectometría de infrarrojos o la endosco-
pia. Además, los investigadores han podido constatar que
la imagen se encuentra en perfecto estado de conserva-
ción y que es la imagen original del siglo XII.
Después de esto, los fabricantes de misterios deberían
ir pensando en contratar al insigne Kouznetsov para que in-
tente desprestigiar los resultados de los análisis científicos.
De igual manera que existen los sindonólogos ¿nos en-
contraremos dentro de unos pocos años con una legión de
morenetólogos empeñados en sostenella y no enmendalla?
Todo es posible, pero para la mayoría de la gente ya
sólo queda un interrogante sobre la Virgen de Montserrat:
¿conservamos la pintura negra o la devolvemos a su apa-
riencia original de blancura impoluta?
Si lo primero hubiera hecho feliz a Antonio Machín lo
segundo, a buen seguro, complacería enormemente a
Michael Jackson y no dejaría de ser bien recibido por quie-
nes, mediante la promulgación de leyes de inmigración,
libelos y pasquines difamatorios, parecen obsesionados
por impedir que entren en España unos inmigrantes que
comparten con la Moreneta la negritud de su piel y con
todos nosotros el deseo de labrarse un porvenir digno.
Pensándolo bien, no estaría de más que la Moreneta
continuara haciendo honor a su nombre no ya como ico-
no religioso sino como mero símbolo de mestizaje cultu-
ral y de concordia entre los pueblos.
(J.L.C.B. y P.L.G.B.)
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