LEYENDAS
URBANAS
EN ESPAÑA
Antonio Ortí y Josep Sampere
Editorial Martínez Roca, 2000
Estamos ante la primera obra en español dedicada a la ca-
talogación de las llamadas leyendas urbanas. Sólo por ello
ya merecería nuestra atención, pero, además, el periodista
Antonio Ortí y el escritor Josep Sampere han realizado una
obra amena y documentada. A partir de los casi 1.000 cues-
tionarios remitidos por sus colaboradores, han establecido
una clasificación basada en su semejanza temática.
Así, podremos encontrarnos con capítulos como “Signos
de los tiempos”, “Imprevistos impensables”, “Zoología
fantástica” o “Fantasías sexuales”. Dentro de ellos se re-
cogen y explican esos relatos que todos hemos escucha-
do pero que no sabíamos si respondían a la realidad o a
la ficción. Desde los más conocidos como los caimanes al-
binos gigantes que viven en las alcantarillas de Nueva
York (y su variante hispana, boas en los sumideros de El
Ferrol) o las calcomanías impregnadas de LSD (que re-
cientemente han vuelto a salir a la luz demostrando que
las buenas historias se resisten a morir) a otras mucho me-
nos divulgadas como el perro que resulta ser una rata mu-
tante (o de una especie desconocida) o la del ladrón que
fallece de un infarto al confundir el rostro de una mujer
con una mascarilla hidratante con el de un espectro.
Hasta donde ello es posible, los autores documentan
el origen de esta muestra de folclore actual, encontrando
sus orígenes lejanos en noticias distorsionadas, chistes,
cuentos tradicionales de transmisión oral e incluso en la
literatura. Dado que, como antes dijimos, lo del LSD se ha
vuelto a poner de actualidad, no nos resistimos a citar
como ejemplo los orígenes de este caso. El emplear me-
dios perversos para “enganchar” nuevos clientes a la dro-
ga ya había sido empleado literariamente por Ramón Gó-
mez de la Serna en su obra Automoribundia en la que cita
el caso de los cines de Londres y otras ciudades inglesas
en las que, presuntamente, los drogadictos inyectaban es-
tupefacientes a las descuidadas espectadoras con el re-
sultado de que: “Ante la voluptuosidad inoculada irre-
mediablemente buscan esos inyectadores solapados
nuevas parejas para esa nueva religión oscura y apre-
miante”. De ahí a las calcomanías alucinógenas no había
más que un paso que vino dado por una mala interpreta-
ción del hecho de que el “ácido” solía venderse en papel
secante decorado con figuras como Mickey Mouse vesti-
do de aprendiz de brujo al parecer por una lectura en cla-
ve psicodélica de la película Fantasía. Esto se mezcló en
el caso español con la antigua leyenda anticlerical de los
profesores de religión que repartían caramelos envene-
nados a los niños y que quizás tuviera su origen en la his-
toria del siglo XIX en que se acusó a la iglesia madrile-
ña de haber envenenado las aguas de la capital en 1834
(en realidad se trató de una epidemia de tifus, lo que no
evitó que varios religiosos fueran linchados).
Sin embargo, los autores no se limitan a citar las le-
yendas y sus orígenes. También, haciendo gala tanto del
sentido crítico como del sentido del humor, se ocupan en
desmentir la realidad de los supuestos hechos. Siguiendo
con el ejemplo de las calcomanías, recogen que desde un
punto de vista químico el papel de las calcomanías no
puede impregnarse con LSD y que, además, este no tie-
ne la suficiente capacidad adictiva como para poder “en-
ganchar” a los niños.
Si unimos a ello una completa bibliografía podemos
decir que estamos ante una obra muy interesante a la que
sólo podemos poner un pero, la falta de un estudio de con-
junto sobre las leyendas urbanas, algo de lo que sólo se
trata (con excesiva brevedad) en la introducción a la obra.
(J. L. C. B.)
ERRORES,
FALACIAS
Y
MENTIRAS
Peter Villanueva Hering
Colección Palabras Mayores
Ediciones del Prado, 1998
Debemos comenzar por una aclaración previa. No estamos
ante una obra que pretenda ser un estudio erudito sobre el
tema de los errores. No lo es ni ésa fue la pretensión del au-
tor. Nos encontramos ante una recopilación de anécdotas
de todo tipo (desde lo ridículo hasta lo trágico) propicia-
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EL SILLÓN ESCÉPTICO
das por una falta de sentido crítico. Por tanto, recuerda
mucho más al antiguo género (hoy casi inexistente) de los
florilegios o antologías de otros textos que al del ensayo.
En ello reside buena parte del interés (y de los defectos) de
esta obra.
Las anécdotas se encuentran agrupadas en capítulos te-
máticos. “Un pasado dudoso” sobre los errores históricos,
“Inventos y ocurrencias”, “La mentira como una de las
Bellas Artes”... La brevedad de cada capítulo permite in-
troducir múltiples temas. Además de los citados, hay
apartados para astronomía, biología, física, matemáticas,
medicina, geografía... Como vemos, un completo mues-
trario de los frutos de la excesiva credulidad humana o de
su capacidad de autoengaño.
Aunque en las obras de este tipo resulta casi inevita-
ble que la calidad sea muy variable, el autor ha hecho una
buena selección entre las innumerables que podía elegir
como ejemplos. No ha cometido el error de quedarse sólo
con las más divertidas (aunque también las hay) sino que
también ha incluido equívocos que tuvieron consecuen-
cias trágicas e incluso funestas. Veamos un ejemplo de
cada una de ellas:
En la segunda década del siglo XX uno de los miem-
bros de una familia de canteros italiana, los Riccardi, de-
cidió realizar una falsificación de una escultura etrusca.
Para ello, sencillamente, decidió aumentar el tamaño de
una estatuilla auténtica. Sin embargo, entre otros errores,
no calculó bien el tamaño de la terracota, de manera que
cuando iba por la cintura se encontró con que no cabría
en su estudio así que tuvo que modificar las proporciones.
Como resultado, la escultura quedó claramente rechon-
cha. A pesar de la “chapuza” cuando el Metropolitan, de
Nueva York (EE.UU.), tuvo conocimiento de su existencia
no dudó en pagar por ella la fabulosa cantidad de 40.000
dólares (esto sucedía en 1921) así como en crear una nue-
va galería para la exposición de tan fraudulenta antigüe-
dad. Así hasta 1933, en que uno de los Riccardi confesó
la falsificación. Como suele suceder, entonces todo el
mundo se asombró de que hubieran podido aceptar como
auténtica una obra tan manifiestamente falsa aunque,
como también acostumbra a pasar, el director del
Metropolitan se negó
a aceptar que hubie-
ran timado de esa
manera a la institu-
ción que él represen-
taba. Hasta 1.960 la
pieza continuó siendo
expuesta. En ese año,
un nuevo director de-
cidió realizar pruebas
químicas de la com-
posición de la arcilla
encontrándose en ella
trazas de bióxido de
manganeso, compuesto que no se empleó hasta el siglo
XVII. Desde entonces, la terracota está guardada en el al-
macén del museo.
Veamos un ejemplo de errores trágicos. En 1932 la po-
licía de Hamilton (Nueva York) recibió la llamada de que
un yeti se encontraba durmiendo en una cabina. Por ab-
surdo que pueda parecer la policía se tomó en serio el avi-
so, así que se personaron en el lugar varios agentes que
comprobaron la existencia de algo en la cabina. Después
de varios avisos y de un intento de huida del supuesto
yeti, la policía abrió fuego resultando muerto el abomi-
nable hombre de las nieves que, en realidad era un men-
digo que se había cubierto con varias pieles de animales
para combatir el frío.
Sin embargo, estos aciertos se ven perjudicados por
varios errores. Uno de ellos, es una bibliografía muy re-
ducida que impide el profundizar en el estudio de las ci-
tadas anécdotas. Otro error es que por una equivocación
incomprensible, el índice onomástico que la obra inclu-
ye resulta totalmente inútil. En las páginas a que nos re-
mite, no encontraremos ninguna mención al término bus-
cado. Esperemos que en próximas ediciones se subsanen
ambas deficiencias.
(J. L. C. B.)
TEMPLARIOS,
HOSPITALARIOS,
TEUTÓNICOS.
DE LA CABALLERÍA Y LAS ÓRDENES
MILITARES A LA ROSACRUZ, EL
SANTO GRIAL Y EL OCULTISMO.
LAS SECTAS Y LAS SOCIEDADES
SECRETAS A TRAVÉS DE LA
HISTORIA, VOL. 1
Santiago Valentí Camp
Ediciones Alcántara, 2000
Con tan largo título se presenta el primero de los cinco vo-
lúmenes con que se ha reeditado recientemente la obra ori-
ginal (Las Sectas y las Sociedades Secretas a través de la
Historia. Barcelona, 1912) de D. Santiago Valentí. Es de
agradecer que se haya puesto al alcance del gran público
un texto interesante por cuanto fue el primero que trató de
este tema en nuestro idioma. Sin embargo, los casi noven-
ta años transcurridos desde su publicación han dejado me-
lla en sus contenidos.
No decimos que carezca de interés (que lo tiene y mucho)
sino que algunas afirmaciones y citas que contiene hoy en
día se sabe que son completamente erróneas. Así sobre el
espiritismo nos dice que: “...como cualquier otro sistema
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