36 (2004) el escéptico
L
a Sra. Ministra de Sanidad
,
doña Ana Pastor, asegura que
existen “suficientes justificacio-
nes de tipo científico, jurídico y ético
como para evitar en estos momentos
la investigación con embriones
humanos.”
1
Es evidente que sí existe un pro-
blema jurídico, la legislación españo-
la prohíbe esa experimentación
(mejor dicho, la limita de tal forma
que a efectos prácticos equivale a
ello), pero la cuestión es, precisa-
mente, si esa situación debería cam-
biar o si hay motivos científicos y/o
éticos para que continúe vedada a la
investigación.
Centrémonos en el segundo
apartado. ¿La investigación con
embriones es contraria a la ética?
Sospechamos que la Sra. Pastor ha
confundido dos términos distintos,
moral y ética. No dudamos en que es
contraria a
su moral, es decir, al con-
junto de valores que ella considera
como buenos. Tampoco dudamos
que su opinión es compartida por
otras muchas personas puesto que la
premisa de que un embrión es un
ser humano es defendida por la
Iglesia Católica y otras confesiones
religiosas; pero eso no es ética.
La ética no es el conjunto de nor-
mas más o menos arbitrarias sobre
lo que es bueno o malo sino la refle-
xión racional sobre por qué lo consi-
deramos así. Moralmente, la Sra.
Pastor puede decir que la investiga-
ción con células embrionarias es
mala porque así lo dice el Papa que
está iluminado por el Espíritu Santo
y ella lo acepta, pero si es incapaz de
defender esa postura de una forma
racional, su juicio no puede ser con-
siderado como éticamente válido.
Cuando George Edward Moore
publicó en 1903 sus
Principia
Ethica, dio comienzo a la llamada
filosofía moral analítica. Su funda-
mentación es clara: “Una conclusión
correcta siempre se puede obtener
de un razonamiento falaz, y la vida
buena y las máximas virtuosas de un
hedonista no demuestran de ningu-
na manera que su filosofía ética sea
también buena. A mí sólo me intere-
sa esta filosofía ética. Lo que discuto
aquí es la eminencia del razona-
miento, no la eminencia del carácter
del hedonista como persona ni
siquiera su eminencia como maestro
de moral.”
2
Para evaluar si una
acción es ética o no,
lo que debemos
preguntarnos es si
racionalmente tiende
a un fin ideal y si
existe una proporción
entre el fin buscado y
los medios empleados.
¿Qué es lo ideal?
Aquello que contenga
el mayor número de
cosas con valor
positivo.
Así, para evaluar si una acción es
ética o no, lo que debemos pregun-
tarnos es si racionalmente tiende a
un fin ideal y si existe una propor-
ción entre el fin buscado y los
medios empleados. ¿Qué es lo
ideal? Aquello que contenga el
m ayor número de cosas con valor
positivo.
Todos estaremos de acuerdo en
que la enfermedad y el dolor son
claramente negativos, por tanto una
vida sana y sin sufrimientos innece-
sarios es un ideal. Como consecuen-
cia de ello, si la experimentación con
células embrionarias fuera
anti-ética,
lo sería por los medios empleados,
nunca por su fin, puesto que preten-
de lograr nuevas técnicas de repara-
ción de lesiones hoy incurables, así
como la obtención de órganos para
transplantes sin problemas de dispo-
nibilidad de donantes ni de recha-
zos.
¿Lo son sus medios? Puesto que
la pretensión moderna de la ética es
la de que tiene que ser lo más obje-
t
i
va y racional posible porque, de
otra forma, no existiría una ética
general, no podemos aplicar la lógi-
ca sobre premisas inciertas. El que
un embrión sea un ser humano no
se sostiene desde un punto de vista
científico. Así, Francisco Ayala, cat
e-
drático de ciencias biológicas en la
Universidad de California, en Irvine
(EE.UU.), ha dicho: “En realidad, un
embrión congelado es una especie
de morita que tiene el tamaño de la
Ética y clonación
JOSÉ LUIS CALVO
George Edward Moore
(11/04/1873-10/24/1958). (Archivo)
el escéptico (2004) 37
cabeza de un alfiler.” “Esas moritas
no son seres humanos. Un embrión
congelado no es un ser humano.”
3
Por tanto, al no ser el embrión un
ser humano no se puede aducir una
desproporción entre fines y medios.
No existe colisión de derechos por-
que sólo los seres humanos somos
titulares tanto de deberes como de
derechos. Entonces, los únicos dere-
chos que deberían tenerse en cuenta
son, por un lado, el derecho a la libre
investigación y, por otro, el derecho a
la salud de los enfermos a los que
esta prohibición absurda puede
impedir su curación.
Sin embargo se habla de que la
curación podría lograse igualmente
mediante el empleo de células madre
obtenidas de, por ejemplo, cordones
umbilicales o de la médula espinal,
las llamadas células madre adultas
por contraposición a las células
m adre embrionarias. No obstante,
eso no es así. Las células madre adul-
tas son
pluripotentes pero no son
totipotentes como las embrionarias.
Es decir, sí pueden ser útiles para
regenerar algunos tipos de células,
pero no todas. En palabras de
Francisco Ayala: “En nuestro organis-
mo, hay células madre que reprodu-
cen parte de las células del sistema
inmune y los glóbulos rojo. Pero una
célula madre adulta no puede con-
vertirse en cualquiera de las del orga-
nismo, como las embrionarias.”
3
Aunque pudiéramos sentir algún
tipo de desagrado por la destrucción
de embriones congelados sobrantes
de técnicas de fertilización
in vitro,
¿qué se piensa hacer con ellos? En
España hay unos 40.000 que no se
van a emplear para reproducción (en
las técnicas de fertilización se fecun-
dan varios óvulos de los que no todos
se emplean), pero tampoco se permi-
te su empleo para investigación. Su
destino más probable es el de ser
destruidos sin provecho alguno.
¿Quién está
manteniendo una
postura anti-ética?
¿Los que nos
mostramos favorables
a dicho
experimentación con
la esperanza de que
de ella se derive un
gran bien o los que se
oponen a ella por
motivos derivados de
su creencia religiosa?
Por ello no es de extrañar que
desde diversos estamentos se haya
protestado por esta situación. Por
ejemplo, Carlos Martínez, del CSIC
(Consejo Superior de Investigaciones
Científicas), declaró: “España no
debería quedarse atrás [
en la investi-
gación sobre células madre]” y “pero
el sueño es que todas, o al menos,
una buena fracción de las enferme-
dades podrían curarse con esta
nueva estrategia.”
1
Así las cosas, es lícito que nos
preguntemos ¿quién está mante-
niendo una postura
anti-ética? ¿Los
que nos mostramos favorables a
dicho experimentación con la espe-
ranza de que de ella se derive un
gran bien o los que se oponen a ella
por motivos derivados de su creencia
religiosa? Creemos que la respuesta
está clara.
Nos sumamos, pues, no sólo a
los que piden que se derogue la pro-
hibición del uso de embriones para
la investigación de la clonación tera-
péutica sino que también queremos
l
evantar nuestra voz contra los inten-
tos de imponer una ética que es sólo
una moral basada en prejuicios reli-
giosos. ■
Francisco J. Ayala, el día de la entrega
del premio Mario Bohoslavsky el año
pasado, acompañado por Ana Román.
(ARP-SAPC)
1.
Citados en http://www.terra.es/ciencia/articulo/html/cie772 7.htm.
2.
Citado en
Ética y Filosofía Política, Francisco Fernández Buey (http://www.upf.es/iuc/buey/eticac/tema1.htm).
3.
Citado en la entrevista realizada por Luis Alfonso Gámez y publicada en
El Correo el 4 de octubre de 2002.
Se coloca una célula que contiene el material genético del donante dentro de la
zona pelucida (capa de glucoproteína que envuelve el ovocito; se cree que esta
estructura no celular es producida tanto por el ovocito como por sus células circun-
dantes durante el comienzo del desarrollo folícular) de otra célula. Entonces se apli-
ca un pulso eléctrico a las dos células, provocando que sus membranas se fundan,
formando así una sola célula completa. (ACT)
El oocito receptor se halla sobre una pipeta de cristal (a la izquierda de cada ima-
gen), mientras una aguja de cristal extrae el material genético durante el proceso de
enucleación. (ACT)