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el escéptico
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De Oca a Oca
L
a idea del locavorismo es muy simple: si comemos
productos producidos localmente, la huella
ecológica producida por nuestra alimentación
será menor. La idea es atrayente, pero como casi todas
las ideas simples peca de eso: de simple.
Locavorismo no es una palabra que la Academia de la
Lengua hay aceptado, pero me caben muy pocas dudas
de que lo hará. La palabra, en inglés, locavorism, fue
creada por la estadounidense Jessica Prentice como
unión de dos palabras latinas: locus cuyo signifi cado
para nosotros es obvio (local) y vorare, que tampoco
nos resulta muy extraño: comer (devorar). Así que
Locavorismo podríamos traducirlo como el ismo que
propone comer productos locales.
No cabe duda de que si hablamos del mismo producto
y de las mismas condiciones de producción el que viaja
menos produce menos huella ecológica. El problema
es que casi nunca se dan las mismas condiciones de
producción y al tener que tenerlas en cuenta el tema
se complica una barbaridad. Tanto que muchas veces
la ecuación se invierte: es más ecológico comer lo que
viene de lejos.
LOCAVORISMOS
Félix Ares
La idea del locavorismo es atrayente, pero
como casi todas las ideas simples peca de
eso: de simple”.
Quiero que se fi jen en esa cifra: 4%. Es decir, que frente al
consumo energético de la producción el transporte desde
el lugar de origen hasta el consumidor es «el chocolate
del loro».
Esta cifra nos indica claramente que lo de comprar lo
producido localmente puede tener otras justifi caciones
—mantener el empleo en nuestros vecinos, que nos
gustan más las variedades de nuestra tierra, ...— pero no
podemos decir que sea para disminuir la huella ecológica.
Al menos, no siempre. Alguna vez, sin duda, será cierto.
Voy a poner un ejemplo muy sencillo, el de los tomates
producidos en España y llevados al Reino Unido (RU)
frente a los producidos en aquel país. Resulta que en
producto tan sencillo como éste, al tener en cuenta todos
los gastos de energía, es mejor llevarlos desde España
que cultivarlos en el RU (
http://www.timesonline.co.uk/
tol/news/environment/article3294448.ece
). La razón
principal es que el RU es mucho más fría que el sur
de España y para cultivarlos se hace en invernaderos
calentados artifi cialmente con el consiguiente consumo
de energía.
En un artículo publicado en la revista Enviromental
Science Technology
, en el número del 16 de abril de
2008 (
http://pubs.acs.org/doi/abs/10.1021/es702969f
),
los investigadores de la Universidad Carnegie Mellon
(Estados Unidos)
Christopher L. Weber (
http://www.
ce.cmu.edu/People/faculty/weber.html
) y
H. Scott
Matthews (
http://gdi.ce.cmu.edu/bios/bio-hsm.html
)
llegan a la conclusión de que la mayor parte de la energía
en los alimentos se consume en la fase de producción. El
transporte, considerando todas sus facetas, por ejemplo
transporte de abonos o de fi tosanitarios, contribuye por
término medio un 11% y si nos atenemos solamente al
transporte desde el productor hasta que llega a la tienda
donde lo compra el consumidor, esa energía debemos
bajarla al 4%.
Jessica Prentice (en primer plano a la derecha) rodeada de
verduras locales y apostando por el Locavorismo. (Archivo).
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He puesto el ejemplo del tomate a propósito pues se trata
de un producto donde habitualmente suele gustar comer
lo local. No he visto ningún lugar en España donde no
me hayan dicho que sus tomates son los mejores del país
(el Raf de Murcia, el Corporalis de Daroca, el Basia de
Huesca, ...) Así que probablemente compremos tomates
locales porque nos gustan más no porque su huella
ecológica sea menor.
Este es un caso claro en el que consumir lejano es mejor
en cuanto a consumo energético y emisión de CO
2
.
El mismo estudio nos dice que la leche producida en el
RU consume el doble de energía que la producida en
Nueva Zelanda (incluyendo el transporte desde NZ a
RU).
En cuanto a las manzanas el estudio es menos concluyente
aunque llega a la conclusión de que energéticamente es
conveniente comprar las de NZ.
El último ejemplo que ponen es el de las humildes cebollas.
Aquí el estudio llega a la conclusión de que producir
cebollas en RU o producirlas y transportarlas desde NZ
vienen a gastar la misma energía; aunque —indican—
que las temporadas de producción son distintas en NZ
y RU (hemisferio norte, hemisferio sur) y si se tiene en
cuenta el costo de almacenamiento en RU para poder
servir en las temporadas que ellos no producen, en esos
momentos es mejor comprar las de NZ. (Aquí veo un
poco el «ascua arrimada a su sardina»).
No quiero insistir mucho más. Simplemente repetir el
mensaje que he querido transmitir: consumir productos
producidos localmente o no depende de muchos factores,
no es tan simple como cerca, más ecológico; lejos,
menos.
Teniendo en cuenta todos los gastos de
energía, resulta que en un producto tan
sencillo como el tomate para un Inglés es
mejor llevarlos desde España que cultivarlos
en el Reino Unido”.
Corderos de Nueva Zelanda de excelente calidad. (Archivo)
Nueva Zelanda es un gran exportador de comida hacia
UK. Las ideas del locavorismo empezaron a causar
mella en la venta de sus productos y la Universidad
Lincoln (Nueva Zelanda) hizo un estudio académico del
tema. Los autores del informe son Caroline Saunders,
Andrew Barber y Greg Taylor. Un «resumen ejecutivo»
del mismo podéis leerlo aquí (
http://www.regsw.org.uk/
content/industryreports/viewitem.aspx?artID=4624
)
y el informe completo aquí (
http://www.regsw.org.uk/
download.aspx?downloadfi le=true&fi d=4624
).
El informe parece muy serio, pero incluso si consideramos
que los investigadores hayan arrimado un poco «el ascua
a su sardina», los números son tan contundentes que
dejan poco lugar a la duda.
El primer producto del que quiero hablar es el de los
corderos. Ya sabemos que el RU tiene fama de muy
buenos corderos. Los corderos de Nueva Zelanda no son
peores; tienen fama de ser de una excelente calidad. El
estudio dice que la emisión de CO
2
por cada kilogramo
de carne, incluyendo el transporte, desde Nueva Zelanda
al RU es un cuarto. O dicho al revés: el CO
2
producido en
el RU es cuatro veces el de Nueva Zelanda.
Tomate Raf, muy valorado en Almería y Murcia por su exclusivo
sabor y gran rentabilidad. (Archivo)