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el clisé “No hay casualidad sino causalidad”. Hace entonces
un análisis de hechos azarosos, aquellos accidentes donde
la causalidad y el “propósito” no cumplen papel alguno, y
aborda la frecuente confusión entre causa-efecto y correla-
ción, un error de razonamiento bastante común.
En la segunda parte del libro, Enemigos íntimos, propone
una polémica: No hay alternativas: estás conmigo o estás
contra mí/. Una declaración de George W. Bush tras el aten-
tado del 11-S. Pero que también se le atribuyó a Jesucristo.
¿Por qué uno es un villano y el otro un santo? La respuesta,
para Borgo, está del lado del espectador: “cuando lo dice X
no me gusta, cuando lo dice Y, me encanta”.
En el quinto capítulo Borgo examina la magia en acción:
salió diez veces cara, seguro que ahora sale cruz” y de-
dica varias páginas a diversas falacias a las cuales estamos
acostumbrados; tanto, que no las detectamos: la falacia del
jugador, de la composición, de la división y el trillado “¡mira
quién habla!”.
Quizá el capítulo más controvertido es el que trata so-
bre política, economía y medios masivos de comunicación,
todos campos muy aprovechados por los fabricantes de fa-
lacias. Si bien describe muchas circunstancias de la historia
argentina, es perfectamente potable en otros contextos: la
mayoría de los ejemplos son comprensibles aunque el lector
“no juegue de local”. Tal vez el eje central se puede entrever
cuando Borgo aclara su posición acerca de aquellas cosas
que no pueden regularse por decreto, en otras palabras: el
alcoholismo no disminuirá si establecemos una nueva Ley
Seca.
En el último capítulo, el autor insiste en el rol de la edu-
cación, que a su juicio sigue siendo conservadora y autori-
taria (al menos en la Argentina), y termina con una pregunta
que desde luego no contestaré: ¿es posible la felicidad apli-
cando el pensamiento crítico?
Muchos no estarán de acuerdo con lo que dice Borgo,
como puede suceder en algunos aspectos más bien
filosóficos de su libro, pero si aceptamos que su objetivo
no es imponer su propio discurso como verdad única sino
hacer pensar y promover el libre pensamiento, que no es
precisamente el “todo vale”, leerlo nos ayudará a reflexionar
sobre nuestras propias creencias, incluidas las de quienes
nos autodenominamos, a menudo con un orgullo equívoco,
“escépticos”.
Alejandro Agostinelli
La cara oculta del misterio - Un
viaje desde los aeropuertos
prehistóricos hasta el fin del mundo
Luis Alfonso Gámez
Ilustraciones de Iker Ayestarán. 200 páginas
Editorial Comares (2010)
El principal baluarte del escepticismo español (aunque
existen otros muchos igual de expertos, Gámez es el único
que mantiene una presencia desmitificadora constante en la
prensa diaria, - y también en Internet, con su blog Magonia-)
ha seguido la recomendación de sus fieles seguidores y ha
recogido en un libro los reportajes diarios que en el verano
de 2008 publicó en los periódicos del grupo editorial Co-
rreo, conservando además las oportunas ilustraciones de Iker
Ayestarán, muy conseguidas.
Hay que agradecer su alarde de concisión (en nada exen-
ta de precisión) para rebatir con ironía, inteligencia y datos
muchas de las tonterías que circulan por el mundillo esoté-
rico. Por desgracia, ello no impedirá que sigan circulando y
reciclándose para los lectores más incautos, pero al menos
disponemos ya de una referencia rápida en español sobre esa
cara oculta de tantos misterios inexplicados: el hecho de que
sus divulgadores no están en lo más mínimo interesados en
explicarlos.
En general, los textos son medidos y saben llegar a la cla-
ve del misterio en pocos párrafos e incluso para el lector
especializado -y nadie puede serlo en todos los pretendidos
misterios que nos rodean-, aportan datos curiosos o nove-
dosos.
De todas formas, hasta el mejor amanuense tiene un bo-
rrón, y en esta ocasión estaría en el reportaje dedicado al
Misterio de Tunguska. El propio autor reconoce que sigue
siendo un enigma. Ninguna de las dos hipótesis tradicionales
esgrimidas hasta el momento (asteroide o cometa) parecen
explicar satisfactoriamente todos los rasgos del aconteci-
miento. Quizá por ello, dedica buena parte del reportaje a
poner en solfa la idea del ingeniero ruso Alexander Kazans-
tev, quien, en un relato de ciencia ficción, propuso la idea de
una nave alienígena accidentada. Lo más probable es que
no tenga razón, pero nadie puede negar que tal propuesta
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es la responsable en gran medida de que dicho misterio no
haya quedado relegado a las páginas pérdidas de la historia
con una explicación apresurada. Un último detalle, incluso
esa idea peregrina resulta insuficiente; desde finales de los
años 60 se sabe (al menos entre los investigadores rusos)
que los testigos describen DOS trayectorias distintas unos
noventa grados entre sí, y con sendos objetos muy distintos
en apariencia (1). Es cierto que es habitual que los testigos se
confundan a la hora de recordar los puntos cardinales, pero
tales errores se minimizan si son interrogados en el lugar
de los hechos y se realizan las mediciones oportunas, como
parece haber sido el caso.
Solo nos queda desear el suficiente éxito a esta propuesta
editorial como para que los reportajes de años posteriores
también vayan apareciendo compilados en sucesivos volú-
menes.
(1) Así se recoge en un reciente libro: Vladimir Rubtsov, T
he Tun-
guska Mystery, Springer (2009)
Luis R. González
La mirada cínica.
Ambrose Bierce.
Introducción y traducción de Miguel Catalán.
Ediciones Sequitur, 2010
Ambrose Bierce fue un escritor con una vida envuelta en
el misterio. En 1913 se unió al ejército de Pancho Villa y nun-
ca más se supo de él. Pero también tuvo una prosa cáustica y
un cinismo punzante.
Aunque es mucho lo que se ha publicado de él en este país,
hasta ahora no se había recopilado en un volumen sus aforis-
mos y cuentos más descreídos. La editorial Sequitur ha hecho
un admirable trabajo y el resultado es un libro breve pero de-
licioso con una gran cantidad de máximas para hacer pensar.
Como se dice en el prólogo, citando a Lichtenberg, “Es
casi imposible llevar la antorcha de la verdad a través de
una multitud sin chamuscarle la barba a alguien”. Visto así
el cinismo de Bierce no debe entenderse como una manera
de despotricar contra todo, sino como una forma punzante
de verdad. También se citan en el prólogo la definición de
Wilde de cinismo: “arte de ver las cosas como son” y Lillian
Hellmn “una forma desagradable de decir la verdad”.
Encontramos auténticas perlas de sabiduría dignas de fi-
gurar en cualquier enciclopedia escéptica:
Cuando se presentan a tu consideración dos enunciados
irreconciliables, la forma más segura de elegir es dar gra-
cias al Cielo de que no seamos brutos irracionales, y creer
ambos.
El ignorante no conoce la profundidad de su ignorancia,
pero los sabios si conocen la superficialidad de su conoci-
miento.
La muerte no es el final. Después todavía queda la dispu-
ta por la herencia.
A la pequeña parte de ignorancia que somos capaces de
localizar y clasificar le damos el nombre de Conocimiento.
Se lee con una sonrisa en la boca, porque nada hay mejor
que reírse de la propia condición humana.
Juan Pablo Fuentes
Consideraciones epistémico-
ontológicas para fundamentar la
termodinámica.
Juan Manuel Sánchez Ferrer
Editorial Bubok.
Siempre es una alegría poder reseñar en estas páginas un
libro escrito por uno de nuestros socios. Su tema no es el
escepticismo, pero tampoco podríamos decir que es la di-
vulgación científica, porque requiere un mínimo de nivel
técnico para entenderlo. Así, aunque el autor se explica en
todo momento con claridad y los argumentos son fáciles de
seguir, se incluyen numerosas fórmulas a las que hay que
dedicar atención.
El título es bastante explicativo, pero no está de más traer
aquí la sinopsis:
Se trata de una exposición de carácter filosófico-cientí-
fico orientada a la problemática de la fundamentación de la
termodinámica a partir de la física fundamental, examinan-
do cuestiones candentes de la termodinámica actual. Éstas
son, por ejemplo, el límite entre lo describible macroscópi-
camente y lo no describible macroscópicamente, la supera-
ción de contradicciones presentes entre la teoría termodiná-
mica y la propia física fundamental, entre otras.
Es decir, si las leyes de la física son reversibles ¿Por qué
las leyes de la termodinámica son irreversibles? Este proble-