el esc
é
ptico
70
llamados “conocimientos fundamentales”, que son aquéllos
que el niño aprende sin interacción con los adultos. Se for-
man antes de los 3 años de edad y son la base del desarrollo
futuro de los mecanismos de aprendizaje escolar.
Los conocimientos fundamentales de la física incluyen la
idea de que el mundo está formado por objetos materiales,
los cuales tienen un volumen y una existencia independiente
en el espacio.
Los conocimientos fundamentales de biología se pueden
definir como una visión adaptativa de la búsqueda de ali-
mento y la evitación de infecciones. Así, incluso una cultura
que no tuviera ninguna base científica en cuanto a biología,
sería capaz, gracias a esos conocimientos fundamentalmente
intuitivos, de evitar parte de los riesgos para la salud deriva-
dos de las infecciones o de los alimentos. Un niño de cua-
tro años distingue si determinados productos están en buen
estado o contaminados sin que haya señales visibles de esa
contaminación.
P
ara buena parte de la sociedad, la existencia de un mundo
invisible de poderes paranormales es un hecho. En su
opinión, sólo falta descubrir cómo funciona. Bajo esta idea
subyacen la superstición y el pensamiento mágico, ambos
muy extendidos. Por ejemplo, casi el 40% de los habitantes
de Estados Unidos cree
en el diablo, en los fantasmas o en
las curaciones milagrosas.
Una primera dificultad que debe resolver el científico que
se asoma a la cuestión de las supersticiones y las creencias
paranormales es la de definir qué abarcan estos términos. No
hay acuerdo sobre el significado de “superstición”, “creencia
en lo paranormal” o “pensamiento mágico”, y lo habitual es
definirlos con una serie de ejemplos. No es fácil precisar en
qué se diferencian estos términos entre sí ni respecto a otras
falsas creencias (por ejemplo, “las ballenas son peces”). El
objetivo de este artículo es proponer una línea de definición
teórica de esas creencias y a la vez una explicación compro-
bable por el método experimental.
Conocimientos fundamentales y superstición
La mayoría de los autores abordan lo paranormal desde la
magia o intentan explicar las creencias como errores, como
fallos del pensamiento analítico.
Nuestro enfoque es diferente y se basa sobre todo en estu-
dios recientes de psicología del desarrollo; y, más concreta-
mente, en la noción de conocimientos fundamentales (“core
knowledge”).
Según los psicólogos, hay tres tipos de conocimientos que
estructuran la comprensión del mundo en la infancia: la físi-
ca intuitiva, la psicología intuitiva y –con algunas reservas–
la biología intuitiva. Una parte de ellos se engloba en los
Un modelo reciente de psicología cognitiva
El origen de las
Supersticiones
Marjaana Lindeman y Kia Aarnio
“No hay duda de que existe un mundo invisible; la cuestión es
si queda lejos del centro y a qué hora cierra.”
Woody Allen
Un niño racional puede convertirse
en un adulto supersticioso por la
aplicación entremezclada e inco-
rrecta de sus “conocimientos fun-
damentales”.
el esc
é
ptico
71
Los conocimientos fundamentales de psicología, por su
parte, incluyen la idea de que los entes animados tienen una
voluntad, un “espíritu”. Alrededor de los 18 meses de edad,
los niños comprenden que los animales pueden actuar sobre
los objetos y desplazarse sin influencia exterior. Además,
comprenden que los elementos del espíritu –pensamientos,
ideas, creencias– son inmateriales y que no poseen las pro-
piedades de aquello a lo que hacen referencia: el concepto de
perro no muerde.
¿Cómo se convierte un niño “racional” en un adulto su-
persticioso? Una posible explicación es que los conoci-
mientos fundamentales de los tres tipos se entremezclan y,
fuera de su categoría, se aplican irracionalmente. En conse-
cuencia, los procesos naturales de una categoría dan origen
a creencias sobrenaturales en otra categoría. La confusión
entre unos tipos y otros lleva a atribuir a los pensamientos
propiedades físicas, y así se cree que pueden tocar otros ob-
jetos (psicokinesia) o desplazarse (telepatía). Si un fenóme-
no biológico como el contagio lo aplicamos a la psicología,
podemos deducir que el jersey de Hitler contiene su maldad
1
.
En este universo mágico se encuentra también la idea de que
la voluntad tiene una ubicación física
2
. Los acontecimientos
y entidades físicos y biológicos ya no son inanimados sino
que gozan de voluntad propia, tienen intenciones.
Supersticiones, magia, creencias paranormales
Proponemos definir las supersticiones (sinónimo, para no-
sotros, de las creencias paranormales y del pensamiento má-
gico) como una confusión de categorías dentro de las creen-
cias fundamentales. Por supuesto, no toda confusión de ca-
tegorías es una superstición. Para engendrar una superstición
es necesario que intervengan conocimientos fundamentales.
Y, claro está, un error de categoría sólo es una superstición
en la medida en que se toma al pie de la letra. Aquí no se
incluyen las metáforas o las expresiones alegóricas (“una
buena memoria es una mina de oro”).
Aunque los niños sean asombrosamente perspicaces, muy
a menudo cometen esos errores de categoría que llevan a la
superstición. Sin embargo, decir que las creencias irracio-
nales de los adultos se parecen a los errores infantiles no
significa de ninguna manera que el adulto que las tiene sea
cognitivamente un niño. Esta cuestión hay que situarla en el
marco de la teoría de la doble vía cognitiva, según la cual se
intenta poner de acuerdo dos modos de pensar, que son, en
líneas generales, el pensamiento intuitivo y el pensamiento
analítico. De acuerdo con esta teoría, durante el desarrollo
no se sustituye la intuición por la razón analítica. Al contra-
rio, los dos tipos de pensamiento crecen juntos. Por lo tanto,
no es raro encontrar en el adulto ideas contradictorias, algu-
nas científicamente comprobadas (la muerte es definitiva) y
otras no (el alma sigue viviendo después de la muerte).
¿Cómo verificar nuestra hipótesis?
Para probar nuestra teoría de la creencia hemos querido ve-
rificar varias hipótesis. En comparación con los individuos
escépticos, los creyentes deberían atribuir con más frecuen-
cia características físicas o biológicas a entes psicológicos, y
viceversa. Deberían confundir más fácilmente los procesos
intencionados con los que no lo son. La superstición en sus
diversas formas debería ir ligada a una confusión en los co-
nocimientos fundamentales, que a su vez debería ir unida a
una tendencia a fiarse del razonamiento intuitivo. Para ter-
minar, pensamos que estas confusiones y el razonamiento
intuitivo deberían tenerse más en cuenta como indicadores
de superstición que los que se suele sugerir habitualmente,
como la debilidad del razonamiento analítico y la inestabili-
dad emocional.
Para comprobar nuestras hipótesis reclutamos a 239 vo-
luntarios divididos en dos grupos (creyentes y escépticos),
la mayoría estudiantes de diversas materias. Para medir la
frecuencia de las confusiones nos basamos en una escala de-
sarrollada por Chi y su equipo en 1994. En esta prueba se les
presentaron a los sujetos 34 frases en las cuales se atribuían
a una categoría rasgos de otra.
Se les pedía a los sujetos que valoraran, en una escala del
1 al 5, si entendían la frase de forma totalmente metafórica
(1), totalmente literal (5) o entre lo uno y lo otro (2-4). En
la mitad de las frases se relacionaban atributos psicológicos
con entidades materiales, como por ejemplo “los muebles
“El sueño de la razón produce monstruos” grabado de Goya.
En comparación con los individuos
escépticos, los creyentes deberían
atribuir con más frecuencia carac-
terísticas físicas o biológicas a en-
tes psicológicos, y viceversa.
el esc
é
ptico
72
antiguos saben mucho del pasado” o “en verano las plantas
quieren florecer”. Estas frases permiten medir la mentaliza-
ción de la materia. Otras sirven para medir la reificación
3
o cosificación de lo mental, como por ejemplo “el pensa-
miento de un hombre inestable se disgrega”. Por último, la
biologización de lo mental se medía con frases como “la
maldad es contagiosa”. Y finalmente había frases de control:
unas totalmente metafóricas (“el viento toca la flauta en los
árboles”), otras absolutamente literales (“el agua que fluye
es líquida”).
Para determinar el grado de confusión entre hechos delibe-
rados y no deliberados utilizamos una lista de acontecimien-
tos de la vida cotidiana. En cada uno de ellos el sujeto debía
decir si, en su opinión, el acontecimiento tenía una razón,
otorgando una puntuación del 1 al 5. Los hechos descritos
no tenían nunca una razón, sólo causas. Unos eran positi-
vos, otros negativos y otros neutros. En algunos casos eran
aleatorios (sacar una carta buena o mala en un juego); otros
tenían una causa física (“el freno de tu coche no funciona”)
o natural (“cae un rayo sobre un árbol”). Finalmente, cuatro
frases describían hechos intencionados.
Igualmente medimos las creencias en lo paranormal, los
tipos de pensamiento y la inestabilidad emocional
4
.
El pensamiento analítico e intuitivo se ha medido según
el REI –Rational-Experiential Inventory– (Pacini y Epstein,
1999), que proporciona dos puntuaciones: una mide la cali-
dad del pensamiento lógico racional; la otra, la tendencia a
utilizar y fiarse del razonamiento intuitivo, de las analogías,
de las asociaciones.
En cuanto a la inestabilidad emocional, se ha medido según
la subescala de Neurosis del NEO Five-Factor Inventory
(Mc Crae y Costa, 1987). Este test permite medir la ansie-
dad, la depresión, la conciencia de uno mismo, la vulnerabi-
lidad, la impulsividad y la hostilidad.
Conclusión
Comparados con los escépticos, los creyentes tienen más
tendencia a atribuir rasgos físicos o biológicos a fenómenos
mentales. Y viceversa: atribuyen en mayor medida caracte-
rísticas mentales a los objetos (no metafórica sino literal-
mente). En lo relativo a acontecimientos aleatorios o climá-
ticos, afirman con más frecuencia que los escépticos que se
producen por una razón.
Nuestra experiencia también ha permitido mostrar que al-
gunas manifestaciones de creencias, como la astrología, el
Feng Shui y los fenómenos ”psi”, suelen ir asociadas a una
confusión entre los conocimientos fundamentales, a una ma-
yor tendencia a fiarse de la intuición y –aunque más ligera-
mente– a un pensamiento menos analítico y una mayor ines-
tabilidad emocional. De todo ello deducimos que las creen-
cias infundadas nacen de un excesivo uso del pensamiento
intuitivo, más que de errores de razonamiento analítico.
Nuestra definición de las supersticiones pone en tela de jui-
cio la clasificación de algunas creencias como supersticio-
nes. Por ejemplo, creer en la grafología o en los biorritmos
no entra en el marco que hemos establecido y, por tanto, las
consideraremos creencias infundadas pero no supersticio-
nes. Por el contrario, creer que se puede hacer sufrir a al-
guien clavando agujas en un muñeco sí es una superstición.
La confusión de géneros en los conocimientos fundamen-
tales es denominador común de un amplio abanico de creen-
cias, desde el animismo al más moderno Feng Shui, pasando
por la telequinesia. Nuestra definición debería permitir un
estudio específico de las supersticiones.
Podríamos relacionar esta confusión con lo que algunos
investigadores señalan como uno de los fundamentos de la
creencia en lo paranormal: la idea de que categorías distintas
tengan una esencia común. Por ejemplo, los antropólogos
piensan que el nexo entre las numerosas creencias del pue-
blo Hua de Nueva Guinea está en la noción de nu, la esencia
vital. Esa esencia vital representa la idea de que en el cosmos
todo está interconectado y se deriva del mismo principio
fundamental. Sin duda, es una clara muestra de confusión de
géneros entre los tres tipos de conocimientos fundamentales.
Bibliografía
Chi, M. T. H., Slotta, J. D. & de Leeuw, N. From Things to Proces-
ses: A Theory to Conceptual Change for Learning Science Con-
cepts. Learning and instruction, 1994. 4, 27-43
Evans, J. S. B. T. In TWo Minds: Dual-Process Accounts of Rea-
soning. Trends in Cognitive Science, 2003. 7, 454-459
“Credulidad, fanatismo y superstición”, grabado de William Hogarth
Las creencias infundadas nacen
de un excesivo uso del pensamien-
to intuitivo, más que de errores de
razonamiento analítico.
el esc
é
ptico
73
tigadores ven en ello la idea implícita de que el mal es una sustan-
cia. (Nota del traductor al francés)
2
Lo cual recuerda también la teoría de los campos mórficos de
Sheldrake, concebida para explicar la supuesta posibilidad de “sen-
tir una mirada” o de transmitir el pensamiento. Según esta teoría,
la mirada cobra vida, se convierte en materia. (Nota del traductor al
francés)
3
La reificación consiste en considerar concreto un objeto abstrac-
to.
4
Las creencias en lo paranormal se han medido según la última
versión de la PBS: la RPBS –Basic Paranormal Belief Scale– (Toba-
cyk, 2004), a la cual hemos añadido algunos puntos porque el cues-
tionario no tiene en cuenta todos los aspectos de la superstición.
Falon, A. E., Rozin, P., & Pliner, P. The child’s conception of food:
The development of food rejections with special reference to dis-
gust and contamination sensitivity. Chid Development, 1984. 55,
566-575
Kelemen, D. Function, Goals and Intention: Children’s Teleogical
Reasoning About Objects. Trends in Cognitive Science, 1999. 3,
461-468
McCrae, R. R., & Costa, P. T. Validation of the Five-Factor Model
of Personality Across Instruments and Observers. Journal of Perso-
nality and Social Psychology, 1987. 52, 81-90.
Nemeroff, C. J. Magical Thinking About Illness Virulence: Concep-
tio of Germs From ‘safe’versus ‘dangerous’ others. Health Psycho-
logy, 1995. 14, 147-151
Pacini, R., & Empstein, S. The Relation of Rational and Experi-
mental Information Processing Styles to Personality, Basic, Beliefs,
and the Ratio-bias Phenomenom. Journal of Personality an Social
Psychology, 1999. 76, 972-987.
Rakison, D., & Poulin-Dubois, D. Developmental Origin of the
Animate-Inanimate Distinction. Psychological Bulletion, 2001. 127,
209-228.
Rice, Tom W. Believe it or not: Religious and other paranomarl
beliefs in the United States. Journal for the Scientific Study of Reli-
gion 42(1), 2003. 95-106.
Rosengren, K. S., Johnson, C. N., & Harris, P. L. Eds. Imagining
the Impossible. Magical, Scientific and Religious Thinking in Chil-
dren. Cambridge: Cambridge University Press, 2000.
Spelke, E. Core Knowledge. American Psychologist, 2000. 55,
1233-1232
Tobacyk, J. J. A Revised Paranormal Belief Scale. The Internatio-
nal Journal of Transpersonal Studies, 2004. 23, 94-98.
Notas:
1
Referencia a un famoso experimento de Nemeroff (1995) que
marcó el inicio de las investigaciones sobre las supersticiones: la
gente (en su inmensa mayoría) se niega a ponerse un jersey limpio
si se les ha dicho que perteneció a un asesino en serie. Los inves-
Teoría de la evolución y superstición
Muy a menudo las supersticiones adoptan la forma de una imaginaria relación causa-efecto: por
ejemplo, se puede creer que existe esa relación entre ver pasar un gato negro y sufrir un golpe de
mala suerte. Una idea ya antigua de los psicólogos, especialmente los evolucionistas, es que esas
creencias o comportamientos supersticiosos han podido, aun siendo irracionales, difundirse entre
la población porque quizá representan una ventaja selectiva. Imaginemos que en la prehistoria
algunos humanos desarrollaron la creencia de que el ruido del viento en los árboles anunciaba
la llegada de un depredador. Es una idea falsa, pero como si hay ruido es más difícil oír a los
depredadores, el hecho de correr a refugiarse cuando se produce ese ruido puede suponer el salvar
la vida. Por tanto, la selección natural pudo favorecer a los supersticiosos.
En un artículo reciente, Kevin Foster, de la universidad de Harvard, y Hanna Kokko, de la
universidad de Helsinki, proponen una formulación matemática elemental de esta idea
1
. Y así
muestran, con un caso sencillo, que un comportamiento supersticioso puede surgir por selección
natural… y continuar incluso cuando ya ha desaparecido el motivo que lo generó.
1
Foster, K. & Kokko, H. (2008). The evolution of superstitious and superstitious-like behaviour. Proceedings of the Royal Society.
http://ww.people.fas.harvard.edu/~kfoster/FosterKokko2008%20Proc%20B%20superstition.pdf