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ace 20 años...

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ay cosas que no cambian en veinte años… por suer-

te. Seguimos sin conseguir subvenciones ni apoyo a 

nuestras actividades culturales pero, inasequibles al 

desaliento, seguimos dando charlas a la menor oportunidad.  

Y la novedad del movimiento “Escépticos en el pub”, ofrece 

nuevas formas exitosas de acercarse al público en general.

Un extenso artículo de Luis A. Gámez se centra en el fa-

moso caso ruso de Voronezh, divulgado “urbi et orbe” por 

la  afamada  agencia  gubernamental  TASS.  En  plena  “per-

estroika”, los medios de comunicación fueron los primeros 

en caer por el tobogán del sensacionalismo. Gámez hace un 

repaso cronológico de lo sucedido, y podemos ser testigos 

de excepción del proceso habitual en este tipo de revelacio-

nes: la exagerada versión inicial se va rebajando con el paso 

de los días (las decenas de testigos acaban reducidos a tres 

niños,  los  científicos  analistas  resultan  no  serlo,  los  mate-

riales extraterrestres se demuestran triviales, etc.), mientras 

los ufólogos hacen declaraciones cada vez más injustifica-

das. También contribuyó el detalle de que hubiese una cierta 

oleada ovni en marcha, quizá como reacción a las censuras 

del pasado.  

Lo que no podía saber Gámez entonces eran las curiosas 

repercusiones del incidente entre la ufología nacional. Algu-

nos, todavía hoy, siguen insistiendo en que el ovni visto allí 

era ummita porque uno de los niños incluyó su famoso ana-

grama al dibujar la nave, olvidando que esa “hache barrada” 

es similar a una letra del alfabeto cirílico, parte del nombre 

de Voronezh. Pero además, quiso la casualidad, que apenas 

dos días después, cinco jóvenes gaditanos fueran testigos en 

Conil de cómo los tripulantes de un ovni se transformaban 

¡en humanos! Poco importa que alguien que también estu-

vo presente asegure (y demuestre en su libro “Humanoides 

en Conil”, Fundación Anomalía, 2004) que se trató de una 

confusión con unos submarinistas instalando un cable suba-

La Alternativa Racional

 

número 17

Luis R. González

Del Editorial (Junio 1990)

“LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA COLA 

`No podemos hacer nada porque no tenemos dinero, y no tenemos dinero porque no hacemos 

nada”. Ese ha sido el dilema al que se ha enfrentado ARP desde que naciera como el sueño loco 

de una noche de verano.

(…)

“Estamos dispuestos desde este mismo momento a ir a dar conferencias donde vosotros nos 

pidáis.  No  queremos  dinero,  sino  foros.  Viajaremos  a  cargo  del  grupo  -si  alguna  vez  hubiera 

dinero para ello- o de nuestros bolsillos -como hemos hecho siempre-; nos alojaremos donde 

podamos y lo haremos a gusto. Si en el colegio de vuestros hijos han organizado un ciclo de 

conferencias pseudocientíficas -cosa habitual- y queréis una réplica, contad con nosotros. Si el 

colegio contribuye algo a los gastos, estupendo; si no, también iremos -somos muy tercos-. Si en 

vuestro grupo cultural quieren conocer la otra cara de la moneda respecto de las supersticiones 

contemporáneas; contad con nosotros. Si vuestra entidad bancaria quiere organizar actos 

culturales y traer a personajes de relevancia del otro lado del “charco”, contad con nosotros. Si 

en vuestra iglesia hablan de creacionismo y están dispuestos a escuchar a los evolucionistas 

-darwinianos o no-, contad con nosotros. Si.., contad con nosotros.

Si sois capaces de colaborar en este proyecto cultural -mal que les pese a los “burrócratas” que 

rigen nuestro país consultando a pitonisas y astrólogos-, hacédnoslo saber. Necesitamos vuestra 

ayuda. Escribidnos ya. Os necesitamos.”

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cuático. Desde entonces, en los ambientes ufológicos ibéri-

cos, ambos incidentes se utilizan para apoyarse mutuamente 

como pruebas de visitas alienígenas. 

El otro artículo principal de este número está tomado del 

Skeptical Inquirer y dedicado a la fusión fría. Me quedo con 

uno de los consejos del autor, Milton A. Rothman, y su frase 

final:

5.- Sed cautos con los científicos (y los economistas, y 

los teólogos) que se enamoran perdidamente de sus propias 

teorías.

En definitiva, la controversia puede haber resultado po-

sitiva.  La  publicidad  ha  ayudado  al  público  a  ver  que  la 

ciencia no es simple y que los científicos son seres huma-

nos. Cuando se ponen en la balanza millones o billones de 

dólares, los científicos pueden ser tentados por el sinsentido 

tan fácilmente como pueden serlo los especuladores de mer-

cancías”.

Para mí, lo mejor de este ejemplar es la primera entrega 

de las aventuras de Richard Feynmann en los márgenes de 

la  ciencia.  Fue  muy  instructivo  ver  la  forma  de  actuar  de 

este eminente físico frente a una máquina de movimiento 

perpetuo.

Aparte de las secciones habituales sobre libros y artículos 

recomendados, Mercedes Quintana responde al editorial de 

Félix Ares en el número anterior, recomendando la aplica-

ción de unas llamadas “Propuestas para evitar el sexismo en 

el lenguaje”. Lo malo es que muchas de tales propuestas re-

sultan ser más sexistas que el original, como demuestra “por 

reducción al absurdo risueño (sin acritud)”, Félix. Algunos 

ejemplos: “artisto”, “déspoto”, “surfisto”, etc