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os que me siguen saben que considero que esta de-
claración de derechos ha sido el acto de civilización
cumbre del siglo XX; posiblemente su mayor lega-
do. Hay que tener en cuenta que no solo hay una decla-
ración, detrás hay todo un desarrollo, hay tribunales, hay
formas de denunciar cuando no se cumple con esos dere-
chos... Con todos sus defectos y carencias se trata de la
primera vez que
todos los seres humanos se dotan de unas
reglas éticas. Cada vez que en alguna conferencia digo
esto, siempre hay murmullos de gente que dice «pero no
se cumplen». Es verdad, no se cumplen; pero ahora sabe-
mos lo que no se cumple. Antes ni siquiera sabíamos eso.
Saberlo es el primer paso para producir el cambio y se ha
producido en muchos sitios. Poco a poco, esta declaración
ha entrado en la mayor parte de las constituciones y eso
hace que ahora los ciudadanos podamos protestar si no se
respetan. Los ciudadanos sabemos que no se nos pueden
limitar esos derechos.
Sin duda, esta carta de derechos es un hijo directo de la
Constitución Estadounidense y de la Revolución France-
sa. Por ejemplo, los artículos 10 y 11 de «La Declaración
Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
2
»,
redactada por los revolucionarios franceses, dice:
«X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de
sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas, siempre
que al manifestarlas no se causen trastornos del orden
público establecido por la ley.
XI. Puesto que la libre comunicación de los pensa-
mientos y opiniones es uno de los más valiosos dere-
chos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir
y publicar libremente, excepto cuando tenga que res-
ponder del abuso de esta libertad en los casos determi-
nados por la ley».
Estos dos artículos son copia casi literal de «La Carta de
Derechos» de Virginia, que Jefferson logró introducir en la
Constitución Estadounidense, y en la que se basó Lafayette
–que había luchado en la guerra de independencia de Esta-
dos Unidos– para escribir la carta de derechos que pasó a la
Asamblea Francesa
3
.
En la Francia revolucionaria todo esto fue apoyado con
frases realmente brillantes, por ejemplo, es obligado recor-
dar una cita apócrifa atribuida a Voltaire: «Podré no estar de
acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida para proteger
tu derecho a decirlo
4
».
La insistencia en este derecho ha llevado a muchas per-
sonas a decir que «Todas las ideas son respetables», con
lo que no puedo estar más en desacuerdo. Lo que debe ser
respetado son los derechos de las personas a tener ideas y a
difundirlas, no a que se las respete.
Me explico, defiendo el derecho de los «antivacunas» a
decir que las vacunas son malas y que no quieren vacunar
a sus hijos, pero nunca podré considerar que esa idea sea
respetable. La considero absolutamente peligrosa y antiso-
cial y tengo el derecho de expresarlo así. El aumento de
los casos de sarampión en el mundo, debido en gran parte
a estas ideas, me demuestra que es mala. Una idea horrible
y tremendamente antisocial. Y basándome en mi derecho
a expresarme libremente puedo criticar esa idea y a llamar
egoístas y antisociales a los que las practican.
Nuestro socio Fernando Savater lo ha dicho cientos de
veces por activa y por pasiva: «TODAS LAS OPINIONES
SON RESPETABLES... ¡MENTIRA!
5
».
La libertad de expresión
y derecho a la crítica
Félix Ares
El artículo 19 de la «DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS
1
» dice:
«Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de
no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones,
y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión».
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e oca a oca
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En esa misma página referenciada podemos leer esta
mención a lo que dice Savater: «En nuestra sociedad abun-
dan venturosa y abrumadoramente las opiniones. Quizá
prosperan tanto porque, según repetido dogma que es non
plus ultra de la tolerancia para muchos, todas las opiniones
son respetables. Concedo sin vacilar que existen muchas
cosas respetables a nuestro alrededor: la vida del prójimo,
por ejemplo, o el pan de quien trabaja para ganárselo o la
cornamenta de ciertos toros. Las opiniones, en cambio, me
parecen todo lo que se quiera menos respetables: al ser
formuladas, saltan a la palestra de la disputa, la irrisión,
el escepticismo y la controversia. Afrontan el descrédito
y se arriesgan a lo único que hay peor que el descrédito,
la ciega credulidad. Sólo las más fuertes deben sobrevi-
vir, cuando logren ganarse la verificación que las legalice.
Respetarlas sería momificarlas a todas por igual, haciendo
indiscernibles las que gozan de buena salud gracias a la
razón y la experiencia de las infectadas por la ñoñería seu-
domística o el delirio».
He subrayado lo de que las ideas al ser formuladas, sal-
tan a la palestra de la disputa, la irrisión, el escepticismo y
la controversia. Es decir, si alguien expresa una idea debe
atenerse a sus consecuencias. Debe esperar una réplica y
que no guste a todo el mundo. Es más, creo que el respeto
a ciertas ideas es un error mayúsculo y hay que luchar con-
tra ellas con todas nuestras fuerzas. No hacerlo nos hace
cómplices. Vuelvo al ejemplo de los antivacunas, oír ideas
erróneas, como que causa autismo, y no desmentirlo, no
solo es cobardía, te hace cómplice de la muerte de miles de
niños. Y aquí llegamos a un tema importante. Todos los de-
rechos humanos son importantes y hay que tratar de respe-
tarlos, salvo en situaciones límite, en las que para proteger
los derechos de todos es obligado limitar los derechos de
algunos. Me explico, a un asesino en serie, para proteger
a la sociedad, hay que limitarle su derecho a la libertad,
metiéndole en la cárcel. Hay una gradación de derechos.
Entre el derecho a la vida y el derecho a la libertad de
expresión, es prioritario el primero. Muerto no hay ningún
derecho. La falta de libertad de expresión puede ser tem-
poral y se puede cambiar, la muerte es irreversible. Esto
me lleva a una pregunta ¿es tolerable que queden niños
sin vacunar porque sus padres piensen tonterías? ¿Dispo-
nen los padres de la vida de sus hijos? El no vacunar no
solo pone en peligro la vida del que no se vacuna, también
la pone a otros, ¿es tolerable? Aquí estamos hablando de
dos derechos de niveles diferentes: derecho a creer y el
derecho a la vida. ¿Cuál es más importante? Y sobre todo,
debemos tener en cuenta, que el que cree no es el que sufre
las consecuencias. Cree el padre. Sufre las consecuencias
el hijo.
Todavía recuerdo que en mis años de colegio, al pasear
por la calle, se veían muchos niños y algunas personas
adultas con hierros en las piernas pues habían sufrido po-
liomielitis. La vacuna contra esta enfermedad ha hecho
que esa imagen haya desaparecido. Como soy muy mayor,
también recuerdo las caras picadas por la viruela. Gracias
a un esfuerzo mundial de vacunación hemos logrado erra-
dicar la enfermedad de la tierra y ya no hay que vacunar.
Un proyecto similar estuvo a punto de acabar con el sa-
rampión en el año 2005, pero entonces surgieron dos mo-
vimientos absurdos –tengo todo el derecho del mundo a
llamarlos absurdos– que han impedido que eso ocurra. El
primer movimiento es el de algunos imanes islámicos que
decían que las vacunas eran el método de occidente para
(foto: v4mpir0, www.flickr.com/photos/v4mpir0/, CC)
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dejar estériles a sus hijas, con lo que en algunas zonas de
África dejaron de vacunarse. Y el segundo movimiento es
la estupidez de los antivacunas, promovida por un estudio
mal hecho, en el que se asociaba autismo con las vacu-
nas
6
. Ambos casos me parecen tremendamente tristes, las
ideas, aparentemente inocentes, producen muertes. Hay un
reciente vídeo de Penn y Teller que merece la pena verse
7
.
En él, incluso se admite que las vacunas puedan producir
en algunos casos autismo –diciendo que es falso– pero es
que incluso así, es mucho mejor vacunar.
Críticas a ciertos cursos universitarios
Es conocido que ARP-SAPC, cuando ciertas universida-
des se proponen cursos que están claramente en contra de
los conocimientos científicos, envía cartas, tratando de que
esa barbaridad se pare. Hemos recibido críticas llamándo-
nos intolerantes, nazis, etc.
Se supone que la universidad de ciencias es un lugar
donde se enseñan los conocimientos científicos, por lo que
es un poco paradójico que en ellas se hagan cursos contra
la misma. Hablemos de libertad de expresión. La universi-
dad está en su derecho de incluir astrología en su currícu-
lo. Y nosotros estamos en nuestro pleno derecho de decir
que es una barbaridad y de pensar que, probablemente, los
dirigentes de la universidad no sepan exactamente lo que
han aprobado y estamos en nuestro derecho de enviar una
carta a ellos y a los periódicos informando de lo que están
haciendo, lo anticientífico que es, y decir que en nuestra
opinión no debería impartirse. Ni que decir tiene que la
Universidad tiene pleno derecho a no hacernos caso.
No se trata de intolerancia. Se trata de que la libertad de
expresión va en múltiples direcciones. Uno opina una cosa
y otros opinan otras. Y el derecho a la crítica es básico para
que la sociedad progrese. La crítica. Una carta exponiendo
los hechos. Una carta. No cañones, ni bayonetas, ni leyes
que supriman los derechos, ni coacciones físicas de ningún
tipo, o psíquicas como declararlo pecado mortal que te lle-
va al infierno. Como decía Savater, si la idea se expone, y
así ocurre si trata de impartirse en una universidad, deben
atenerse a la crítica. Y, por supuesto, nos pueden criticar
y no hacernos ni puñetero caso, pero eso no nos hace ni
intolerantes ni nazis.
Asia Noreem, conocida como Bibi, una
mujer católica pakistaní con cinco hijos que
fue condenada el día 8 de noviembre de
2010 a la horca por un tribunal del distrito de
Nankana, por el delito de blasfemia contra el
profeta Mahoma (foto: Archivo)
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EL DELITO DE BLASFEMIA
En nuestro Código Penal hay un artículo aberrante –525–
que nos lleva pensar en épocas medievales.
«Artículo 525
1
. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce me-
ses los que, para ofender los sentimientos de los miem-
bros de una confesión religiosa, hagan públicamente,
de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de
documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o
ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes
los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan pú-
blicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quie-
nes no profesan religión o creencia alguna
8
».
Es evidente que este artículo es un atentado a la libertad
de expresión. Basándose en él se han presentado denuncias
absurdas, como la denuncia contra Javier Krahe por cocinar
un cristo o la de Leo Bassi por crear la iglesia de la Patolo-
gía
9
, que me parece una copia del Pastafarismo
10
.
La verdad es que ambos casos los jueces han actuado ra-
cionalmente y los han absuelto. Simplemente, el hecho de
que hayan tenido que ir a juicio es aberrante. Es un atenta-
do contra la libertad de expresión, pues está coaccionando
jurídicamente –arriesgándose quien lo haga a tener que ir a
juicio y poder perderlo– para que ciertas cosas no se hagan.
Creo que debemos luchar porque esta reliquia de pen-
samiento medieval desaparezca de nuestro Código Penal.
EL PAPA NO ES CHARLIE
Por desgracia, todos conocemos lo ocurrido con el se-
manario Charlie Hebdo. No voy a insistir sobre ello. Voy a
hacerlo sobre las palabras del Papa, que me han decepcio-
nado enormemente. «Si alguien dice una palabrota sobre
mi madre puede esperarse un puñetazo
11
».
Aquí el Papa comete un montón de errores. El primero
es no aplicar lo de «la otra mejilla». El segundo es incitar
a que la mejor respuesta ante el insulto a su madre sea un
puñetazo. Nada de diálogo. Nada de pedir explicaciones.
Nada de ir a un juez. Un puñetazo. ¡Viva la civilización!
El tercero es confundir a su madre –o a su padre– reales,
de carne y hueso, con una creencia mítica sobre un bon-
dadoso dios padre, un virgen que tiene hijos, o un profeta
maravilloso.
Si no nos podemos reír de los mitos vamos a toda veloci-
dad hacia la Edad Media. Todos los logros de la Ilustración
los tiramos por el retrete.
Estimado Papa Francisco: Sí que nos podemos reír de los
mitos, incluso diría que
es nuestra obligación hacerlo. Y,
por mi parte, lo haré con mucho gusto, sea ese mito islámi-
co, cristiano, budista, hindú, inuit, que solo usamos el 10%
del cerebro, o que los ovnis nos han visitado. Un cariñoso
saludo. Le respeto como persona, pero algunas de sus ideas
me parecen totalmente risibles
Notas:
1- www.derechoshumanos.net/normativa/normas/1948-
DeclaracionUniversal.htm
2- es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_los_Derechos_
del_Hombre_y_del_Ciudadano
3- es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Derechos_de_Virginia
4- es.wikipedia.org/wiki/Voltaire
5- miagoraparticular.blogspot.com.es/2010/04/todas-las-
opiniones-son-respetables.html
6- esmateria.com/2014/05/18/estudio-carpetazo-falsa-relacion-
entre-vacunas-y-autismo/
7- www.youtube.com/watch?v=eiJNSBvFENY
8- noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t21.html
9- ccaa.elpais.com/ccaa/2012/12/27/madrid/1356646562_827650.html
10- es.wikipedia.org/wiki/Pastafarismo
11- www.abc.es/sociedad/20150115/abci-papa-atentados-
fieles-201501151317.html