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Introducción
La Nueva Era o New Age también podría denominarse
«Vieja Era Carroza», pues sus orígenes se remontan a mo-
vimientos contraculturales en 1967, o incluso al siglo XIX,
según otras fuentes. Consiste en un movimiento sociocul-
tural con múltiples inmersiones en ámbitos pseudosanita-
rios, esotéricos, religiosos (o pseudorreligiosos), artísticos
y educativos, que recoge y retroalimenta nuevas y antiguas
supersticiones y supercherías. Su origen, que nace de la
insatisfacción social y del deseo de un cambio global, ha
favorecido que propugne un fuerte rechazo al sistema. Esto
incluye la oposición al conocimiento adquirido a través de
la ciencia o el rechazo a la medicina y la sanidad conven-
cional, en favor de posiciones «holísticas» y supuestamen-
te alternativas. Se profundiza en soluciones teóricamente
milenarias, aunque también se aceptan métodos novedo-
sos, siempre y cuando tengan una apariencia «integradora»
y sobre todo, que parezcan mínimamente invasivos (diga-
mos «placebos»), aparentemente naturales (o ecológicos) y
respetuosos con el medio ambiente. Se infravalora la razón
en favor de las emociones, y se llama a una supuesta intros-
pección. A partir de la creencia de que el sistema social ha
conducido al fracaso personal, se justificará la necesidad
de un cambio drástico de las actitudes, valores y compor-
tamientos previos. De esta manera, se pueden abandonar
metas e intereses previos para abrazar soluciones místicas
poco reflexivas o, lo que es peor, la obediencia y sumisión
a algún gurú o iluminado.
Brenzano (como se cita en Berzosa, 2015) señala dos co-
rrientes principales: la europea y la norteamericana. La pri-
mera proviene de la sociedad teosófica de Helena Petrovna
Blavatsky y Henry Steel Olcott (1875), como una doctrina
que pretende ser un puente entre Oriente y Occidente, entre
ciencia y religión, entre la razón y la magia, en una su-
puesta búsqueda de libertad y de abandono de los dogmas
tradicionales. La versión norteamericana vendría como re-
acción al materialismo y utilitarismo del siglo XIX. Más
contemporáneamente continúa en línea con la revolución
hippie, tratando de conjugar el bienestar externo con el in-
terno. Extendería así su influencia hacia la alimentación, la
salud, la estética, el arte, la búsqueda del conocimiento, la
espiritualidad, la economía y la ecología. David Spangler
(Rodríguez y Almendros, 2005) transmitió muchas de sus
ideas a partir de 1967.
La Nueva Era se ha convertido en un verdadero cajón de
sastre donde cabe prácticamente todo. Partiendo de creen-
cias astrológicas, consideran que el mundo está en ciernes
de una nueva civilización; se subraya un inminente cambio
de conciencia humana (en realidad, ha pasado tanto tiem-
po que resulta inevitable que notemos muchos cambios, si
bien poco tienen que ver con los movimientos astrales). La
denominada Era de Piscis cesará, dando paso a la Era de
Acuario. Según sus creyentes, esta época traerá una nue-
va religiosidad mundial, capaz de reconciliar y sintetizar
todas las existentes; un nuevo orden mundial, una nueva
humanidad: «comportará una era de amor, concordia y luz,
de verdadera liberación del espíritu» (Berzosa, 2015). En
él retornará un nuevo Cristo denominado Maitreya.
Sus creencias o bases no son nada nuevas: beben de múl-
tiples religiones tradicionales, mezcladas con determina-
das corrientes psicológicas o pseudopsicológicas (terapia
Gestalt) que supuestamente buscan conectar al individuo
Las Sectas
de la Nueva Era
José Miguel Cuevas Barranquero
Profesor de Psicología Social Universidad de Málaga
Vicepresidente de AIIAP, Asociación Ibero-Americana
para la Investigación del Abuso Psicológico
El caldo de cultivo ideal para que se produzcan derivas peligrosas
D
ossier
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consigo mismo y con la naturaleza. Parten de que cada
ser humano es una parte de la Tierra o Gaia y, a la vez,
cada uno puede llegar a ser Dios. Pretenden conjugar todas
las religiones y gobiernos, aspirando a una sola cultura:
un mundo unificado, con conciencia ecológica, repleto de
amor y paz. Utopía bastante lejana a cualquier realidad co-
nocida.
Del hinduismo y el budismo, por ejemplo, extraen ideas
como el karma, los chakras o la visión energética del ser
humano. Maitreya sería el verdadero mesías, que en su
momento habría encarnado a Jesús, y al que en esta Nue-
va Era también le acompañarán doce nuevos apóstoles o
Maestros de la Sabiduría.
Los anuncios proféticos de la Nueva Era, con tintes en
ocasiones mesiánicos y otras, de inducción de falsas espe-
ranzas (según convenga al creyente o al manipulador de
turno), justifican y dan cuerpo a un conjunto sincrético de
contenidos, ideologías, estilos de vida, pseudoterapias, li-
bros, productos de consumo y un largo etcétera. Sus múlti-
ples contenidos permiten muchas aproximaciones distintas
y variadas, si bien todas suelen coincidir en el rechazo al
materialismo, lo que habitualmente se extiende a un recha-
zo del orden social. Se llama a una profundización interior
o espiritual, requiriéndose emprender un camino de apren-
dizaje o iniciación. Es aquí donde cualquier gurú puede
comenzar a sacar partido del creyente.
Si bien no puede negarse que su sincretismo y huida de
la realidad conforman un excelente caldo de cultivo tan-
to para personas vulnerables psicológicamente como para
aquellas otras que pasan por situaciones complicadas, la
realidad es que su expansión sociocultural va mucho más
allá. Así, la Nueva Era ha calado en la población general,
incluyendo también a muchas personas instruidas acadé-
micamente. En el terreno de la medicina o la psicología no
faltan los fanáticos y defensores de esta peligrosa y con-
trovertida corriente, que supone una verdadera involución
a tiempos pretéritos. Su conjunto de creencias muestra la
concepción de un mundo imperfecto, una humanidad que
no ha avanzado en su esencia, abocada al fracaso y a la
destrucción (premisas que en cierto modo pueden resultar
muy creíbles). Esta visión profundamente catastrófica no
es su peor característica, sino que, en vez de abrazar solu-
ciones técnicas o procurar cambios sociales productivos,
abandonan o critican cualquier avance científico. Niegan
y se oponen al conocimiento preestablecido para abrazar
con fuerza la magia y el pensamiento mágico, envolviendo
sus discursos con una retórica efectista, a la par que insus-
tancial. Su planteamiento mesiánico y reformista (en oca-
siones apocalíptico) facilita que muchos grupos sectarios
se alimenten y gocen de sus doctrinas, contribuyendo al
habitual lavado de cerebro: induciendo fobias, llamando a
un necesario cambio radical y, especialmente, oponiéndo-
se frontalmente al sistema social. También lleva implícito
el rechazo a soluciones occidentales como la medicina, la
psicología o, en general, el conocimiento científico, al que
consideran insuficiente y limitado para obtener esta utópi-
ca combinación.
La Nueva Era y el «control mental»
Ferguson (1985), en su libro La conspiración de Acuario,
defiende el uso de algunas de las siguientes herramientas
de transformación, características de la Nueva Era: hipno-
Encuentro Arcoiris en Bosnia, 2007 (foto: Wikimedia Commons)
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sis, autohipnosis, meditación, grupos de ayuda, técnicas de
biofeedback, técnicas chamanistas, seminarios para romper
con la cultura previa, la magia, la teosofía, psicoterapias
alternativas, terapias corporales, bioenergética, disciplinas
orientales, etc. Describe una serie de etapas en la transfor-
mación de la conciencia, propias de cualquier grupo secta-
rio destructivo: 1) despertar, por ejemplo, tras el consumo
de una droga alucinógena o tras la aplicación de una técni-
ca intensiva con capacidad para generar disociación (a tra-
vés de mantras, hipnosis, etc.); 2) exploración del cuerpo y
la mente a través de terapia gestáltica o transpersonal, o a
través de técnicas como el zen, el yoga o la bioenergética;
3) integración de las energías y conexión con el «Todo»,
donde según la autora es habitual que ocurran «fenómenos
místicos», incluyendo encontrarse con ángeles o percibir la
«memoria del Universo»; en esta etapa se supone que los
creyentes se transforman y fusionan con Dios; y 4) cons-
piración, donde se irradia el estado alcanzado hacia todo
lo que le rodea; lo que podría equipararse con la fase de
proselitismo activo, llamando a convertir al medio social
del creyente.
Muchas de estas técnicas hacen prevalecer la emoción a
la razón, hasta el punto de que pensar acaba convirtiéndose
en un obstáculo. Para conseguir la supuesta paz interior o
la transformación se emplea todo tipo de tácticas, utilizan-
do procesos básicos de influencia grupal y aprovechando
las características prosociales de sus integrantes: princi-
pios como la simpatía, el afecto, la familiaridad o el atrac-
tivo; la reciprocidad (si estas personas me están ayudando,
debo confiar en ellas y corresponderles), la conformidad, la
obediencia a la autoridad, la validación social (si todos mis
compañeros lo hacen y dicen que les va bien, a mí también),
etc. También pueden aplicarse distintas técnicas de persua-
sión coercitiva que pueden conducir a una grave alteración
de la personalidad (Cuevas y Canto, 2006; Cuevas, 2011,
2012, 2016), especialmente en lo referente a la identidad y
las metas de la persona. Para incrementar el control, el gru-
po promueve el deterioro y la distorsión de las relaciones,
especialmente con aquellos que no son creyentes o que
son críticos con el cambio (familiares, pareja y otros seres
queridos). El supuesto progreso personal suele conllevar
la implantación o transformación alarmante de hábitos de
conducta: cambios drásticos de dieta (p. ej. alimentación
macrobiótica), en el ocio y tiempo libre (reduciendo o eli-
minando actividades consideradas «materialistas» o «va-
cías») y en las aspiraciones personales y laborales. Otras
señales de alarma son el incremento de gastos económicos;
la inversión excesiva de tiempo en seminarios, retiros, for-
mación y pseudoterapias; el sometimiento o cesión de las
decisiones a gurús o supuestos expertos que le guían en su
«camino de perfeccionamiento»; las relaciones afectivas o
sexuales guiadas o dirigidas; la alteración de la emociona-
lidad (por ejemplo, aplanamiento afectivo, insensibilidad
social y a la vez, hipersensibilidad hacia aspectos propios
del grupo; fomento de la culpa, la vergüenza o el miedo);
abandono de tratamientos médicos (incluyendo a veces el
rechazo a la vacunación o el negacionismo de enfermeda-
des) en favor de «terapias alternativas» u otras soluciones
mágicas; sensación de pertenecer a un grupo o a un cono-
cimiento elitista poseedor de la verdad absoluta (lo que los
aparta más de «lo mundano» y «lo materialista»); creencia
en formar parte de una misión o un propósito especial (en
perjuicio de sus verdaderas metas y de la relación con su
mundo previo); etc. En ocasiones, algunos de estos rituales
o cambios conllevan un componente obsesivo patológico,
incluyendo actividades que les suponen una gran inversión
de tiempo, dinero y esfuerzo, o un importante temor aso-
ciado. Por ejemplo, resulta frecuente la falsa creencia de
que todas las enfermedades provienen por hábitos alimen-
tarios considerados inadecuados (como por ejemplo, co-
mer carnes, productos que no son ecológicos u otros estric-
tos códigos normativos), o exagerando las consecuencias
o los riesgos de determinados comportamientos sociales.
Al margen del temor descrito, otro riesgo es que la per-
sona pueda creer, erróneamente, estar prevenida contra
determinadas enfermedades, al considerar que su vida es
saludable. Esto la expondría más a determinados compor-
tamientos de riesgo que no son percibidos como tales (por
ejemplo, andar descalzos o poco abrigados, exponerse a
riesgos ante la «madre naturaleza», no medicarse ante una
infección o mantener relaciones sexuales sin protección).
También se pueden emplear técnicas disociativas, llama-
das a generar importantes cambios de conciencia: activida-
des implosivas, exposición a temores exacerbados (de una
manera drástica, inmediata y excesiva; por ejemplo, meter
en un ataúd a alguien con fobia a la muerte), «bombardeo
de amor», mantras u oraciones repetitivas, sesiones mara-
tonianas y sin descanso, prolongación de la vigilia, consu-
mo de estupefacientes o drogas «naturales» en un contexto
ritualístico (peyote, ayahuasca, DMT, etc.).
¡ALERTA, NUEVA ERA!
Como ya se ha indicado, al haberse convertido en una
especie de cajón de sastre, resulta difícil describir todos
La Nueva Era se ha convertido en un verdadero cajón de
sastre donde cabe prácticamente todo.
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los conceptos, imágenes o ideas vinculadas a la Nueva Era.
Vamos a tratar de resumir algunos de ellos:
● Concepción del mundo o intervenciones «holísticas»:
todo está interconectado, todos somos parte de uno, trata-
miento global que sana cuerpo, mente y espíritu…
● Ecología y planeta Gaia: formamos parte de un todo,
la Tierra es un ser vivo interrelacionado…
● El mundo es peligroso y desinforma a sus habitan-
tes: desconfianza de todo lo terrenal, especialmente de las
tecnologías (sostienen que radiaciones como las de los
móviles o el wifi son cancerígenas o perjudiciales), creen
en grandes conspiraciones corporativas y mundiales (el
mundo lo controlan unas pocas personas, muy poderosas
y malvadas; las farmacéuticas controlan totalmente la me-
dicina y el avance científico; enferman deliberadamente a
la humanidad para seguir vendiendo nuevos tratamientos;
nos gasean desde los aviones con intereses ocultos mani-
pulativos —chemtrails—), etc.
● Subrayan el desarrollo espiritual y la «energía huma-
na», frente a las visiones mecanicistas. Existe un mundo
mágico y misterioso dentro de cada ser humano. Los mi-
lagros existen.
● Podemos ser dioses, los ángeles nos guían y acompa-
ñan; contactos espirituales o con otros seres místicos, etc.
● El contacto con lo natural puede ser curativo en sí
mismo: sanación a través de minerales o cristales, terapia
vibracional, hidroterapia, limpieza de colon… Relaciones
afectivas e intensas con la madre naturaleza.
● La alimentación «inadecuada» y las emociones nega-
tivas son las principales causantes enfermedades graves y
mortalidad.
● La alimentación debe ser natural, orgánica, ecológica
y libre de transgénicos. Todo ha de ser biodegradable (por
ejemplo rechazo del uso de compresas o preservativos de
látex), hay que evitar utilizar productos «químicos» en la
vida diaria, etc.
● Habitualmente, destacan y se centran excesivamente
en el papel de las emociones o en el control del estrés (me-
ditación o mindfulness), si bien dichas técnicas y el manejo
de las emociones pueden emplearse de forma normalizada
y efectiva.
● «Terapias» de nueva generación con escasas eviden-
cias de su eficacia, y algunas de ellas peligrosas para la
salud. Algunas con elementos mágicos o esotéricos: cons-
telaciones familiares, rebirthing, psicología «cuántica»,
terapias regresivas (incluso a supuestas vidas pasadas), te-
rapias con intenso contacto físico o sexual, etc.
● Parto en casa como la mejor alternativa; doulas que
orientan, guían e incluso asisten partos en casa (a veces
sin titulación sanitaria alguna), además de que imparten
extrañas recomendaciones esotéricas o místicas. Algunas
son poco higiénicas o saludables (parto de loto, comer la
placenta, etc.).
● Todo lo que suena a oriental, milenario o tradicional
parece mejor y más efectivo.
En conclusión, la Nueva Era, que surgió como míni-
mo hace casi medio siglo, ha conseguido irrumpir e influir
en los estilos de vida de la población general. Su marco
ideológico es irracional, irreflexivo y contrario al avance
científico; lo que unido a su excesivo enfoque hacia po-
siciones tradicionales y místicas la convierte en una base
ideológica peligrosa. Si bien la Nueva Era en sí misma no
puede considerarse una secta, sí podemos afirmar que mu-
chas derivas y grupos sectarios beben y se alimentan de su
doctrina y de sus derivados.
Referencias
Berzosa, R. (2015). ¿Qué es la «Nueva Era»?. En L.
Santamaría (ed.). Esoterismo, sectas, Nueva Era. 50 pre-
guntas y respuestas (pp. 131-138). Madrid: Perpetuo So-
corro.
Cuevas, J.M. (2011). Cómo funcionan las sectas destruc-
tivas: la persuasión coercitiva o técnicas de control mental.
En J.M Cuevas y M. Perlado, Abuso psicológico grupal y
sectas destructivas (pp. 29-42). Barcelona: AIIAP.
Cuevas, J.M. (2012). Aspectos psicosociológicos de las
sectas destructivas. Situación de las sectas en España y
formas de combatirlas. Características de los líderes y los
miembros del grupo. En S. Delgado (Dir.). Tratado de Me-
dicina Legal y Ciencias Forenses, volumen IV (pp. 1471-
1501). Barcelona: Bosch.
Cuevas, J.M. (2016). Evaluación de persuasión coerciti-
va en contextos grupales. (Tesis doctoral sin publicar). Uni-
versidad de Málaga.
Cuevas, J.M. y Canto, J.M. (2006). Sectas: cómo fun-
cionan, cómo son sus líderes, efectos destructivos y cómo
combatirlas. Málaga: Aljibe.
Ferguson, M. (1985). La conspiración de Acuario. Barce-
lona: Kairós.
Rodríguez, C. y Almendros, C. (2005). Ladrones de liber-
tad. Pseudoterapias «religiosas» New Age. Madrid: Edicio-
nes UAM.
Muchas de estas técnicas hacen prevalecer la emoción a
la razón, hasta el punto de que pensar acaba convirtiéndo-
se en un obstáculo.