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ste es el nombre de un evento de divulgación 

científica  que  se  centró  en  los  conceptos  y 

prácticas pseudocientíficas que se hacen pasar 

por terapéuticas haciéndose llamar medicina alterna-

tiva. Se realizó en el Aula Ortiz Vázquez del Hospital 

Universitario de La Paz, en Madrid, el 18 de febrero 

de 2017, y contó con un elenco de científicos y pro-

fesionales sanitarios. Estuvo organizado por las aso-

ciaciones Fisioterapia Sin Red y ARP-Sociedad para 

el Avance del Pensamiento Crítico. El acto apareció 

publicitado en diversos medios de comunicación, y 

consiguió ser trending topic el propio día de su ce-

lebración.

La jornada se dividió en cuatro bloques temáti-

cos: Medicina, Fisioterapia, Nutrición/Oncología y 

Psicología/Psiquiatría, consistentes en unas cuatro 

o cinco ponencias de unos 10 minutos de duración, 

seguidas de una mesa redonda en la que se transmi-

tían también a los ponentes preguntas realizadas por 

el público asistente. Presentamos a continuación los 

resúmenes de la mayor parte de las charlas, ofrecidos 

por los propios ponentes, junto con el correspondien-

te enlace a YouTube en el que se puede acceder a la 

grabación en vídeo de cada bloque.

1. BLOQUE DE MEDICINA

https://youtu.be/bBosCXSsN80

Moderadora: Inma León Cobos
Creo, creo, creo en las vacunas

Rafael Tímermans del Olmo, médico del traba-

jo y médico de familia. H.U. Fundación Alcorcón.

Es terrible escuchar cómo la gente «no cree en las 

vacunas», pero tanto como cuando «creen en las va-

cunas». No se trata de un problema de fe. En los me-

dicamentos no se cree. No hay que creer en el para-

cetamol o en la amoxicilina. Sabemos que funcionan 

Terapias 

Peligrosas

Parasitando la Salud

Es terrible escuchar cómo la gente «no cree en las 

vacunas», pero tanto como cuando «creen en las vacunas». 

No se trata de un problema de fe.

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porque la ciencia, los estudios y ensayos en labora-

torio, en animales, y en personas, además del segui-

miento de todo medicamento aprobado, así lo dicen.

 Cada medicamento tiene sus indicaciones, que 

vienen en su ficha cuando se aprueban por la auto-

ridad correspondiente. Además, en este tipo especial 

de medicamentos, las autoridades sanitarias mundia-

les lo recomiendan, lo indican. La OMS, los CDC, 

los ECDC, el NHS… todo el que es alguien y sabe 

lo dice.

Pero no; hay quien cree que puede dudar. Incluso 

que encuentra un estudio en el Dr. Google que habla 

de los efectos secundarios. Porque ellos, en la sole-

dad de su móvil o de su ordenador, llegan a donde 

todas las autoridades, los comités, las asociaciones, 

no son capaces de llegar. Creo que es más peligroso 

un médico con Google que un paciente con él, porque 

encima cree que sabe de todo solo por ser médico. El 

ego médico, apenas importante…

El problema principal no es que haya quien dude, 

incluso que existan antivacunas, sino que haya mé-

dicos, sanitarios antivacunas. Que no vacunan a los 

grupos en los que está indicado, o que seleccionan 

cuál usar y cuál no, sin seguir las indicaciones cien-

tíficas.

Peor  aún:  que  aunque  las  sociedades  científicas 

siempre han tenido clara la necesidad de la vacuna-

ción (incluyendo la de los trabajadores sanitarios para 

no contagiar a sus pacientes ya sensibles enferme-

dades), las instituciones colegiales y profesionales, 

en general, no solo no han animado a la vacunación, 

sino que han justificado la no vacunación.

 Las vacunas, junto con la potabilización del agua 

y las medidas de higiene pública, son las que han pro-

longado y mejorado la vida y la prosperidad de la 

población, amenazada por enfermedades que tendían 

a la desaparición, y por actitudes irresponsables de 

algunos.

Farmaciencia

Jesús Fernández, farmacéutico y miembro fun-

dador de Farmaciencia.

Farmaciencia (farmaciencia.org) la constituimos 

un grupo de farmacéuticos que espontáneamente, y 

sin pertenecer a ninguna organización que nos agru-

para, decidimos el 25 de septiembre de 2016, coinci-

diendo con el Día Mundial del Farmacéutico, publi-

car una carta abierta dirigida a nuestros representan-

tes para pedirles que la homeopatía saliera del mundo 

de la farmacia.

Como falsa terapia que es, sin avales científicos y 

aprovechándose de la laxitud de la ley que la intenta 

regular, se introduce en nuestro ejercicio a muchos 

niveles: farmacias que la dispensan y recomiendan, 

universidades que se atreven a enseñarla (pocas afor-

tunadamente);  sociedades  que  se  llaman  «científi-

De izquierda a derecha, Tania Estapé, Virginia Gómez, Emilio Molina y, en su intervención, Julio Basulto (foto: Inma León)

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cas», como la SEFAC, que la incluyen en sus guías 

terapéuticas; y nuestro más importante órgano repre-

sentativo, el Consejo General de Colegios Oficiales 

de Farmacéuticos, que la acoge sin pudor y le da una 

oficialidad que no debe tener.

Por primera vez, un grupo de profesionales repre-

sentativo, y con el único interés de mejorar nuestro 

ejercicio profesional, se pronuncia al respecto de esta 

terapia que nunca lo ha sido y pide expresamente a 

sus representantes que actúen para que no forme par-

te de nuestro ámbito de trabajo.

Es el inicio de más actividades, en las que se in-

cluirán a otros colectivos como estudiantes, médicos, 

fisioterapeutas, matronas, químicos, físicos… y todo 

aquel que tenga criterio para confirmar que la homeo-

patía no es más que un engaño que lleva doscientos 

años con sus artes, pero que tiene los días contados.

La relación en la consulta médica con el paciente 

que utiliza terapias alternativas

Vicente Baos Vicente, médico de familia. Pro-

motor de la iniciativa #NoSinEvidencia. http://vi-

centebaos.blogspot.com.es/

En la mayoría de las consultas médicas de nuestro 

país no se habla del uso de terapias no convenciona-

les (TNC). Los pacientes que las utilizan tienden a 

ocultar a sus médicos dicho uso, desde las infusiones 

más inocuas y las terapias basadas en el efecto pla-

cebo hasta aquellas que contengan un claro riesgo. 

Salvo un pequeño porcentaje de personas que usan 

exclusivamente la medicina alternativa como aborda-

je de enfermedades graves, la mayoría de los usuarios 

de TNC comparten el uso de la medicina con las otras 

técnicas.

Es importante que los médicos entendamos que 

crear un ambiente adecuado para que el paciente ten-

ga la posibilidad de hablar sobre sus dudas, incluida 

la del uso de TNC, es hacer una buena práctica clí-

nica. Cuando se plantean preguntas directas de los 

pacientes sobre la posible utilidad de las TNC para 

su caso particular, en una relación entre médico y pa-

ciente de confianza y abierta —como pretendo hacer 

en mi consulta—, se podrá matizar y explicar lo que 

pueden o no pueden ayudar a dicho paciente las TNC. 

Debemos conocer las motivaciones, expectativas y 

razones que hacen que un paciente desee usar TNC. 

Rechazar de plano, con expresiones del tipo «eso no 

vale para nada», «usted, o me hace caso o aquí no 

vuelva», etc., crean una barrera de comunicación que 

impedirá razonar la visión del médico crítico con las 

TNC. 

El uso de TNC no está relacionado ni con el nivel 

de formación académica ni con el acceso a la informa-

ción de calidad; más bien al contrario: las creencias 

culturales, la influencia del ambiente o las experien-

cias previas determinan más que otros condicionan-

tes la creencia en la utilidad de las TNC. Escuchar las 

razones que potencian el efecto beneficioso percibido 

por el paciente sería la mejor manera de aproximarse. 

Explicando lo que la ciencia conoce de esas terapias, 

explicando cómo nuestro cerebro interpreta hechos 

que parecen causales y no lo son; es decir, median-

te un abordaje científico de lo que son o no son las 

TNC, podemos explicar porqué las pseudociencias 

son simulaciones de tratamientos y no constituyen un 

abordaje científico de la enfermedad. Si en la conver-

sación se detecta algún grave riesgo para el paciente 

por el uso de TNC, claramente, la actitud debe ser 

firme y clara al explicar sus riesgos.

También es posible que en la consulta se presente 

una situación extrema: un familiar pide tu ayuda por-

que el enfermo rechaza el tratamiento médico ofre-

cido al creer en un abordaje diferente de la enferme-

dad, y donde se detecta un riesgo muy grave para su 

pronóstico. Realmente, estamos ante un dilema ético 

importante. Si un paciente con patología psiquiátrica 

grave  manifiesta  pensamientos  de  realizar  activida-

des que sean peligrosas para sí mismo o para otros, 

los sanitarios tenemos la capacidad legal de forzar 

su ingreso hospitalario. Sin embargo, en una situa-

ción donde el paciente, por voluntad propia, decide 

no efectuar un tratamiento con altas posibilidades de 

eficacia, no tenemos capacidad para cambiar esa de-

cisión, aunque la familia se manifieste en desacuerdo 

y genere un gran sufrimiento. La legislación sobre 

la autonomía del paciente es muy clara, y la única 

actitud ética posible es la de informarle de las conse-

cuencias de sus actos y ofrecer una ayuda permanen-

te, esté como esté su situación clínica. El rechazo o el 

desprecio son, además de inútiles, dañinos. Y puede 

ser que dicho paciente se arrepienta de su situación 

en la evolución de la enfermedad. Siempre ayudar de 

la forma que se pueda. 

La lucha contra las pseudociencias, y sobre todo 

las que generan creencias peligrosas, está en el 

ám-

bito social. A cualquier persona vulnerable, siempre 

ayudarla.

Enfermería holística, o: ¿por qué lo llaman 

ho-

lismo cuando quieren decir modelo biopsicosocial?

Azucena Santillán, enfermera del H. U. de Bur-

gos y directora del Máster Enfermería Basada en 

Evidencias e Investigación. www.ebevidencia.com

Si buscamos en la RAE el adjetivo holístico, nos 

lo describe como «perteneciente o relativo al holis-

mo»; y holismo como «doctrina que propugna la con-

cepción de cada realidad como un todo distinto de la 

suma de las partes que lo componen».

La concepción holística de los cuidados de enfer-

mería nació hace décadas, y ha habido grandes refe-

rentes en la historia de los cuidados, como Madeleine 

Leininger y su teoría de la enfermería transcultural

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que evidencian la preocupación de las enfermeras 

por el enfoque global del ser humano. Otro modelo 

de enfermería que muestra el interés por el enfoque 

global del cuidado es el que propone Virginia Hen-

derson a través de su teoría de las necesidades, en 

la cual describe catorce necesidades del ser humano, 

que van desde las más básicas (oxigenación, nutri-

ción, eliminación, sueño…) hasta otras igual de im-

portantes como son «vivir según sus valores y creen-

cias» o «aprender, descubrir y satisfacer curiosidad». 

Marjory Gordon ofrece también otro marco de actua-

ción a través de sus once patrones funcionales, que 

sirven de guía para hacer valoraciones que abarcan 

los aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Es 

decir, cualquier enfermera actualmente trabaja según 

el modelo bio-psico-social. Por tanto, no es ninguna 

novedad asegurar que los cuidados de enfermería son 

holísticos, porque lo son desde el momento en el que 

aceptamos trabajar bajo los actuales modelos

1

.

El modelo biomédico tradicional, hegemónico has-

ta mitad del siglo XX, se caracterizó por el dualismo 

cuerpo-mente, la focalización causa-efecto y la rela-

ción clínica basada en la autoridad del profesional. La 

OMS ya rechazó este enfoque y apostó por el modelo 

holístico, el biopsicosocial, ya que ofrece mejores re-

sultados en salud y es el que actualmente enmarca la 

asistencia sanitaria en España. Esto no quita para que 

sea necesaria una revisión de la implementación del 

modelo biopsicosocial en la práctica, especialmente 

cuando se identifican circunstancias que dificultan la 

valoración holística individual y grupal, como es en 

el caso de la elevada presión asistencial o la excesiva 

tecnificación de los procesos

2

.

Pero sucede que el concepto enfermería holística 

está sufriendo una suerte de perversión. Desde hace 

unos años se asocia lo holístico con lo naturalalter-

nativo complementario. En la literatura científica

3

 

se puede leer incluso que el interés por las terapias 

complementarias surge en contraposición del men-

cionado modelo biomédico tradicional, cuando es el 

modelo biopsicosocial el que ha adoptado este rol. 

O que dichas «alternativas» se caracterizan porque 

tienen como uno de sus objetivos la atención integral 

y la promoción de la salud, cuando estos objetivos los 

tiene también la medicina tradicional.

El caso es que, poniendo el foco en las dificultades 

que hay para llevar a la práctica el modelo biopsico-

social, se está tratando de justificar prácticas carentes 

de evidencia científica. Por ejemplo, con el auge de 

la «humanización» de la sanidad parece que se están 

prodigando en los centros sanitarios pseudoterapias 

como el reiki.

Desgraciadamente, son los propios Colegios Pro-

fesionales, sindicatos de índole sanitaria, etc., los que 

ayudan a cimentar este nuevo concepto de la palabra 

holístico a través de jornadas científicas y formativas 

al respecto. Craso error, ya que para justificar estas 

actividades insisten en que las terapias complemen-

tarias mejoran la salud de las personas a través de un 

abordaje holístico

4

.

Las palabras construyen la realidad, y parece que 

lo que se pretende es convencer a la población de que 

estas  pseudoterapias  sin  rigor  científico,  y  muchas 

veces sin siquiera plausibilidad biológica, son la so-

lución a un sistema de salud saturado que supuesta-

mente carece de un enfoque integral. 

Recordemos pues tres cosas:

1. El sistema sanitario actual apuesta por el enfo-

que integral. 

2. Los profesionales sanitarios apostamos por el 

modelo biopsicosocial, es decir, por el modelo ho-

lístico. 

3. Y además los profesionales sanitarios debemos 

apostar por las prácticas basadas en evidencias.

Así pues, llamemos a las cosas por su nombre y 

no permitamos que las pseudociencias se infiltren a 

través de las grietas que dejan las carencias de nues-

tro sistema; porque esas grietas se pueden solucionar 

mejorando la gestión sanitaria, y no con pensamiento 

mágico.

Referencias:

1. Hernández Cortina Abdul, Guardado de la Paz Ca-

ridad. La Enfermería como disciplina profesional holís-

tica.  Rev Cubana Enfermer  [Internet]. 2004  Ago [cita-

Con el auge de la «humanización» de la sanidad parece 

que se están prodigando en los centros sanitarios 

pseudoterapias como el reiki.

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do  2017  Mar  12] ;  20( 2 ): 1-1. Disponible en: http://

scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-

03192004000200007&lng=es.    

2. F. Muñoz Cobos. Cambio de modelo de atención sa-

nitaria. Med Fam Andal, 17 (2016), pp. 49-64

3.  Ceolin  T.,  Heck  R.M.,  Pereira  D.B.,  Martins  A.R., 

Coimbra V.C.C., Silveira D.S.S.. Inserción de terapias 

complementarias en el sistema único de salud atendien-

do al cuidado integral en la asistencia. Enferm. glob.  [In-

ternet]. 2009  Jun [citado  2017  Mar  12] ;  ( 16 ). Dis-

ponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_

arttext&pid=S1695-61412009000200017&lng=es.

4. La Voz de Talavera. El Sindicato de Enfermería de 

Talavera  ultima  su  VI  Jornada  Nacional  [Internet].  2014  

Dic [citado  2017  Mar  12] Disponible en: http://www.la-

vozdetalavera.com/noticia/38792/talavera/el-sindicato-de-
enfermeria-de-talavera-ultima-su-vi-jornada-nacional.html

2. BLOQUE DE FISIOTERAPIA.

https://youtu.be/EYunbJlNYmA

Moderadora: Aurora Araujo
De cráneo

Rubén Tovar, fisioterapeuta. Profesor de la Uni-

versidad Internacional de La Rioja.

La osteopatía craneal (OC) se basa en la asunción 

de que los huesos del cráneo se mueven de una ma-

nera rítmica, junto al cerebro, médula, meninges y 

hueso sacro debido a las fluctuaciones del líquido ce-

falorraquídeo (LCR). Fue postulada por el osteópata 

William Sutherland a finales del siglo XIX, aunque 

algunos autores sostienen que Sutherland se basó en 

los principios de Swedenborg, un teólogo previo al 

propio fundador de la osteopatía, Andrew Taylor Still.

La OC es un auténtico despropósito palpatorio. 

Pretender sentir el LCR es como pretender sentir las 

pepitas de una sandía sin abrirla. No es más que una 

ilusión, una alucinación estereoagnósica. La palpa-

ción del movimiento del LCR bajo el concepto de 

movimiento respiratorio primario (MRP) no tiene 

fiabilidad  ni  inter  ni  intraexaminador.  De  hecho,  la 

fiabilidad es aproximadamente cero. Y no solo eso, 

sino que tanto la fiabilidad diagnóstica como la efec-

tividad terapéutica son inexistentes.

El movimiento que los osteópatas aseguran perci-

bir de los huesos del cráneo ha sido cifrado, en los 

estudios más optimistas, en micras; y en cualquier 

caso, los estudios sugieren 

flexibilidad en las suturas 

craneales, más que movimiento. Percibir un movi-

miento con esas dimensiones mediante el tacto pare-

ce ciencia ficción. Dicha percepción táctil podría ser 

un automatismo producido por ellos mismos: el fenó-

meno psicológico conocido como efecto ideomotor

presente en la ouija, en el péndulo o en la vara de los 

zahoríes.

La evidencia científica en contra, junto a la falta 

absoluta de plausibilidad biológica y de fundamenta-

ción teórica y la insistencia en mantener su práctica, 

hacen encajar la OC en el campo de las pseudocien-

cias. Algunos sectores de la osteopatía han pedido 

que la parte craneal sea eliminada de su cuerpo de 

conocimiento, pero sigue gozando del beneplácito 

del grueso de la profesión.

Terapia inalámbrica

Raúl Ferrer, Fisioterapeuta, Profesor Titular 

CSEU La Salle, Univ. Autónoma de Madrid. Pre-

sidente de Fisioterapia Sin Red.

Dentro de las terapias alternativas o complemen-

tarias, como les gusta identificarse, se engloban toda 

una serie de falsos principios activos, mecanismos 

de actuación de dudosa plausibilidad biológica y 

un sinfín de explicaciones mágicas a fenómenos no 

tan esotéricos o espectaculares como hacen creer las 

personas que defienden sus beneficios para la salud. 

Una de las más conocidas por el público general es 

el reiki. Esta supuesta terapia basa su actuación en el 

principio de transmisión de lo que los «maestros» y 

«terapeutas reiki» denominan energía vital universal

a través de la imposición de manos, con el fin de fa-

cilitar la «autosanación» del receptor. 

Su creador, Mikao Usui, a principios del siglo XX, 

tras lo que él mismo definió como una experiencia 

mística, comenzó a utilizar este ritual de sanación en 

el que la energía (supuestamente) entra en el cuerpo 

a través del chacra de la corona, situado en el ápex 

craneal (punto más alto de la cabeza) y se distribuye 

La relajación es el principal motivo de alivio relacionado 

con el reiki, y en ningún caso se requiere de un contexto 

mágico o energético para su realización.

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por todo el cuerpo del «terapeuta», siendo este ca-

paz de transmitirlo en un primer nivel de aprendizaje 

mediante la imposición de manos, tras un ritual de 

iniciación en el que «abren» el canal que le capaci-

ta para transmitir la energía universal. Más adelante, 

con la incorporación de distintos símbolos al ritual y 

avanzando en lo que los practicantes denominan «ni-

veles», se adquiere la supuesta habilidad de «enviar» 

esa energía universal a distancia, sin la necesidad de 

estar presente el receptor de la técnica físicamente 

frente al terapeuta durante la sesión, es decir, una 

«Terapia Inalámbrica». Esta técnica no solo puede 

dirigirse a personas, sino también a animales u obje-

tos con el fin de «mejorar» su funcionamiento, según 

dicen.

En el año 1998 se publicó un estudio en la pres-

tigiosa revista de la Asociación Médica Americana, 

JAMA, en la que una niña de 9 años, en un experi-

mento en el colegio, había conseguido demostrar que 

la supuesta habilidad de los terapeutas reiki para en-

viar esa energía mediante la imposición de sus manos 

era inexistente, y que por tanto la capacidad de estos 

para identificar cuándo alguien le está transmitiendo 

esa energía no era superior al propio azar (Rosa et al., 

1998). Sin embargo, a pesar de que su principio de 

actuación místico fue desmontado tan sencillamente, 

esta pseudociencia gana adeptos a nivel internacio-

nal, principalmente por la sencillez de acceso a su 

uso y por la ausencia de efectos secundarios en su 

aplicación. 

Sin embargo, otro motivo importante por el que 

esta pseudoterapia sigue ganando adeptos es porque 

tanto los terapeutas como los pacientes dicen «notar» 

los efectos, y no van del todo desencaminados. De 

algunas partes del ritual que se realiza en esta técnica 

sí se pueden deducir algunos efectos potencialmen-

te beneficiosos para la salud, pero por explicaciones 

biológicas que nada tienen que ver con la transmisión 

de la hipotética energía universal, tal y como se ex-

trae de una revisión sistemática publicada por Van-

derVaart et al. (2009). En esta revisión, los autores 

concluyen que los estudios que hay sobre los efectos 

terapéuticos del reiki son escasos y de calidad baja, 

pero a pesar de esa gran limitación, 9 de los 12 traba-

jos analizados referían «efectos terapéuticos».

Algunos de estos efectos ya habían sido analizados 

en un estudio de 2001, en el que se observó que todos 

los efectos que se producen en el paciente receptor de 

la terapia son similares a los producidos por la rela-

jación, y se centran principalmente en la modulación 

de variables relacionadas con el sistema nervioso au-

tónomo (SNA) (Wind et al., 2001), que es el principal 

encargado de mantener el equilibrio de muchas de las 

funciones básicas corporales (homeostasis). 

Otra vía de actuación plausible es la activación de 

áreas corticales relacionadas con el efecto placebo, 

(foto: pxhere.com/en/photo/626294, CC0 Public Domain)

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que se ha relacionado de manera detallada en la li-

teratura con mecanismos de recompensa y con me-

canismos inhibitorios descendentes que modulan la 

percepción dolorosa (Lidstone et al., 2005). Estudios 

de Benedetti (2012) relacionan la capacidad del pro-

pio ritual terapéutico con la activación de la respuesta 

placebo, y estas respuestas placebo son capaces de 

modular la actividad del SNA (Meissner, 2011). To-

das estas vías de activación y relación entre el efecto 

placebo, el SNA y la percepción de efecto terapéuti-

co se han descrito de igual manera por la acción de 

la meditación y la concentración (Tang et al., 2009), 

de manera individual, sin la necesidad de la acción 

de ningún intercambio de «energía universal» a tra-

vés de un pseudoterapeuta que imponga sus manos 

para desencadenar las respuestas descritas. Por tanto, 

los posibles efectos asociados a la relajación, la con-

centración y meditación sobre sistemas endógenos 

que generan analgesia, y las respuestas de sistemas 

de recompensa relacionadas con vías dopaminérgi-

cas y serotoninérgicas, vinculadas a la sensación de 

bienestar; no se pueden atribuir a la interacción del 

terapeuta más allá del ritual con tintes orientales y 

místicos, y por tanto a las propias expectativas del 

receptor sobre la técnica en cuestión. 

En casos como este en los que el paciente perci-

be un beneficio relacionado con la respuesta place-

bo, los riesgos principales del uso e implementación 

en entornos sanitarios de este tipo de pseudoterapias 

pueden desencadenar la respuesta sustitutiva de otros 

procedimientos que sí han demostrado tener un efec-

to terapéutico sobre condiciones concretas. Al ser 

una técnica de fácil acceso para cualquiera que quie-

ra aplicarlo, permite que personas sin ninguna for-

mación sanitaria se crean con la facultad de actuar 

sobre procesos de enfermedad, con el evidente riesgo 

que conlleva; y la ausencia de efectos secundarios (y 

primarios) derivados de su uso puede incidir en un 

sesgo de confirmación por parte del pseudoterapeu-

ta, que le lleve a creer que en los casos de mejoría 

relacionados con la regresión a la media, o con el 

curso normal de la enfermedad, su acción sobre el 

paciente ha sido clave para el resultado obtenido, y  

que esto le capacite de algún modo para buscar otras 

estrategias pseudocientíficas, que tienen riesgos más 

directos sobre la salud de las personas, al aplicarse en 

contextos de enfermedades más severas, por ejemplo, 

en las que una acción sanitaria es imprescindible para 

la correcta evolución del problema.

En resumen, la relajación es el principal motivo de 

alivio relacionado con el reiki, y sí que ha demostra-

do tener ciertos efectos beneficiosos sobre la salud en 

distintas condiciones patológicas, aunque no se man-

tienen en el tiempo (Dunford and Thompson, 2010); 

pero en ningún caso se requiere de ningún contexto 

mágico o energético para su realización, ni por su-

puesto habilita a nadie para realizar intervenciones 

con objetivo terapéutico sin una titulación sanitaria 

adecuada, pues pueden generar situaciones de riesgo 

para la salud de los pacientes que se someten a ellas.

Referencias:

Benedetti, F., 2012. Placebo-Induced Improvements: How 

Therapeutic Rituals Affect the Patient’s Brain. J. Acupunct. 
Meridian Stud
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Dunford, E., Thompson, M., 2010. Relaxation and 

Mindfulness in Pain: A Review. Br. J. Pain  4,  18–22. 

doi:10.1177/204946371000400105

Lidstone, S.C., de la Fuente-Fernandez, R., Stoessl, A.J., 

2005. The placebo response as a reward mechanism. Se-
min. Pain Med
. 3, 37–42. doi:10.1016/j.spmd.2005.02.004

Meissner, K., 2011. The placebo effect and the autono-

mic nervous system: evidence for an intimate relationship. 
Philos. Trans. R. Soc. Lond. B. Biol. Sci.  366,  1808–17. 

doi:10.1098/rstb.2010.0403

Rosa, L., Rosa, E., Sarner, L., Barrett, S., 1998. A Close 

Look at Therapeutic Touch. JAMA 279, 1005–1010.

Tang, Y.-Y., Ma, Y., Fan, Y., Feng, H., Wang, J., Feng, 

S., Lu, Q., Hu, B., Lin, Y., Li, J., Zhang, Y., Wang, Y., Zhou, 

L., Fan, M., 2009. Central and autonomic nervous system 

interaction is altered by short-term meditation. Proc. Natl. 
Acad. Sci.
 106, 8865–8870. doi:10.1073/pnas.0904031106

Que un paciente acuda a una consulta con un dolor 

de hombro y se vaya con la idea de que aparte de un 

problema en el hombro tiene un «problema funcional» en 

su hígado es engañarlo.

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el esc

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ptico

41

Anuario 2017

vanderVaart, S., Gijsen, V.M.G.J., de Wildt, S.N., Koren, 

G., 2009. A Systematic Review of the Therapeutic Effects 

of Reiki. J. Altern. Complement. Med.  15,  1157–1169. 

doi:10.1089/acm.2009.0036

Wind, D., Phd, W., Associate, R., Engebretson, J., Rnc, 

D., Wardell, D.W., Engebretson, J., 2001. Biological correla-

tes of Reiki Touch(sm) healing. J Adv Nur 33, 439–45.

Belivers (osteopatía visceral)

Eduardo Fondevila, Fisioterapeuta, MSc. Prof 

Asociado EUF Gimbernat-Cantabria (Univ. Can-

tabria).

La víscera, ¿es fuente de dolor y nocicepción?

Sin duda, y es sabido científicamente desde finales 

del siglo XIX con los trabajos de Head. Como cual-

quier residente de urgencias comprueba día a día, son 

numerosos los cuadros clínicos de dolor somático re-

feridos a una fuente visceral, y suelen estar asociados 

a patología severa: litiasis renal, infarto miocárdico, 

patología hepática severa, etc.

Existen no obstante, algunas corrientes de terapia 

manual que consideran un tipo de «lesión visceral», 

encuadrada en el concepto de «fallo posicional» como 

fuente de dolor visceral referido somático, algunos 

tan peregrinos como el túnel del carpo o implicacio-

nes  espúreas de este «fallo posicional» en cuadros 

como el síndrome de estrés postraumático.

No son ni mucho menos todos los fisioterapeutas y 

osteópatas que trabajan terapia manual en la zona del 

vientre los que operan bajo estos predicados, pero sin 

duda constituyen un subgrupo no menor, y este para-

digma goza de indudable arraigo en algunos planes de 

estudios universitarios de grado y de postgrado.

No existe evidencia de que el concepto de fallo 

posicional visceral exista y, en cualquier caso, estas 

pequeñas alteraciones mecánicas en ligamentos o fas-

cias viscerales no son fuente de nocicepción: la no-

cicepción visceral ocurre en fenómenos de isquemia, 

inflamación o gran distensión mecánica en el caso de 

las vísceras huecas, por lo que estos predicados de 

nocicepción víscero-somática por alteraciones posi-

cionales carecen, además, de plausibilidad biológica.

Que un paciente acuda a una consulta con un dolor 

de hombro y se vaya con la idea de que aparte de un 

problema en el hombro tiene un «problema funcional» 

en su hígado es engañar al paciente. Que una paciente 

acuda a consulta por un problema de infertilidad y se 

le diga que es por la malposición de su útero, es enga-

ñar a la paciente: siga usted probando en los próximos 

meses mientras le vamos tratando a ese nivel. En unos 

meses, quizá por regresión a la media, la paciente se 

haya podido quedar embarazada… para mayor gloria 

y ganancia en la cuenta corriente del avispado tera-

peuta visceral que se pone la medalla y se erige en 

artífice del «milagro» de la concepción. 

Hacemos nuestra la máxima de  que afirmaciones 

extraordinarias requieren pruebas extraordinarias. Si 

la terapia manual visceral puede ser un tratamiento 

coadyuvante para cuadros clínicos concomitantes, 

como por ejemplo algunos cuadros de dolor lumbar, 

etc., puede ser debido a factores de tipo mixto 

mecánico neurofisiológico y merecen ser estudiados, 

como nos consta que hacen algunos grupos de trabajo, 

de una manera seria y científica para brindar la mayor 

excelencia en la atención clínica de nuestros pacientes.

3. BLOQUE DE NUTRICIÓN/ONCOLOGÍA

https://youtu.be/goPBZ50hNPk

Moderador: Emilio Molina
Terapeutas  ortomoleculares,  dieta  alcalina  y 

otros milagros de la nutrición.

Por Virginia Gómez, dietista-nutricionista (Die-

tista Enfurecida, en las redes sociales).

Los temas de nutrición y alimentación son actual-

mente un fértil campo de cultivo para las pseudo-

ciencias; por ello decidí centrar el tema, más incluso 

que en nutrición ortomolecular, en la llamada «dieta 

alcalina».

Me pareció especialmente grave cuando por prime-

ra vez vi que se recomendó a un paciente con cáncer 

de colon desde un famoso hospital público valencia-

no. No lo podía creer, y lo peor es que desde muchos 

sitios se sigue recomendando; por desconocimiento, 

quiero pensar.

La dieta alcalina propugna, ni más ni menos, la 

posibilidad de alterar a nuestro antojo los pH corpo-

rales a través de la alimentación, y se vale de una ex-

plicación que parece científica (es claramente psue-

docientífica, porque sencillamente no funciona así), 

pero que para quien no tenga una formación básica 

en ciencias puede resultar creíble; de ahí mi sorpresa 

cuando veo a profesionales sanitarios recomendán-

dola y quedarse tan anchos.

Y la explicación, a grandes rasgos y con falacia de 

autoridad, falsa, pero incluida, es:

El cáncer se desarrolla en un medio ácido, así que 

si a través de nuestra alimentación creamos un entorno 

alcalino, el cáncer no se desarrollará o tardará más 

en hacerlo. Esto nos lo dijo Otto Warburg, que ganó 

el Premio Nobel gracias a este gran descubrimiento.

No, mira; ni Otto Warburg ganó el Premio Nobel 

por eso, ni dijo eso, ni eso funciona así.

1. Otto Warburg ganó el Premio Nobel en 1931 por 

su «descubrimiento de la naturaleza y modo de ac-

ción de la enzima respiratoria»; aunque es cierto que 

continuó investigando sobre el metabolismo celular 

y tumoral.

2. Respecto a lo de que el cáncer tiende a acidifi-

car su entorno, es cierto; pero 

no es la acidificación 

del entorno lo que «crea» un cáncer; no es causa, es 

consecuencia.

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42

Anuario 2017

3. Afortunadamente para quienes creen en esto, no 

podemos variar nuestro pH a antojo. Una mínima va-

riación en el pH sanguíneo nos llevaría a la muerte y, 

por supuesto, antes de ello se ponen en marcha nues-

tros sistemas de tamponamiento en caso de acidosis o 

alcalosis, para que el pH se quede justo donde debe. 

Además, variaciones en el pH intestinal o vaginal po-

drían causar una seria disbiosis; no es una buena idea.

A todo esto, siempre puede surgir alguien alegan-

do amimefuncionismo: «¡Pues yo me encuentro mu-

cho mejor desde que hago la dieta alcalina!». Por su-

puesto. La dieta alcalina se basa en el consumo abun-

dante de frutas, verduras, proteína vegetal y grasas 

saludables. Claro que es una opción sana; de hecho, 

casi cualquier dieta medianamente decente mejoraría 

la alimentación de la población. Claro que la salud 

puede mejorar, sea con dieta alcalina, con dieta ve-

getariana, con dieta paleo, con dieta mediterránea… 

mejorar lo presente es muy fácil. Que funcione para 

el cáncer, o que funcione para la salud por el meca-

nismo que se alega, lo siento, pero no.

Mis (descabelladas) recetas anticáncer

Julio Basulto, dietista-nutricionista. www.julio-

basulto.com

Cuanto más éxito tiene un libro que divulga con-

ceptos erróneos relacionados con la salud, mayor es 

el peligro de que se produzca un daño poblacional, 

especialmente en grupos vulnerables

1

. Es lo que pue-

de suceder, sin duda, al seguir las descabelladas pro-

puestas (más adelante hablamos de algunas de ellas) 

que aparecen en el best-seller Mis recetas anticáncer.

El libro está escrito por una médica llamada Odi-

le Fernández, quien sobrevivió a un cáncer. Lo hizo 

gracias a los avances médicos, pero ella no duda en 

atribuirse el mérito a sí misma

2

. Antes de valorar el 

libro es conveniente entrar en la página web de la 

autora, donde leemos una entrada titulada «Allan Ta-

ylor, un abuelo de 78 años se cura de un cáncer ter-

minal solo con una dieta anticáncer»

3

. Se trata de una 

afirmación peligrosa y rotundamente falsa, que nos 

da una idea del rigor científico de una persona que 

pretende que sigamos sus «recetas anticáncer» para 

hacer frente a esta enfermedad. 

Fomentar un método «anticáncer» es engañoso, 

pero además vulnera el Real Decreto 1907/1996, de 

2 de agosto, sobre publicidad y promoción comercial 

de productos, actividades o servicios con pretendida 

finalidad  sanitaria,  que  prohíbe  «cualquier  clase  de 

publicidad o promociones (directas o indirectas, ma-

sivas o individualizadas), de […] métodos con pre-

tendida finalidad sanitaria […] que se destinen a la 

prevención, tratamiento o curación de enfermedades 

transmisibles, cáncer y otras enfermedades tumorales 

[…]»

4

. El Real Decreto se vulnera tanto en el inte-

rior del libro («Métodos anticáncer para consumir los 

alimentos», página 357) como en su contraportada, 

donde leemos «[…] tú puedes tomar un papel activo 

en la prevención y en la curación de una enfermedad 

que, a día de hoy, alcanza las proporciones de epide-

mia». Esta última frase, además, vulnera otro aparta-

do del citado Real Decreto, que prohíbe proporcionar 

«seguridades de alivio o curación cierta».

Que las propuestas del libro son descabelladas 

(fuera de orden, concierto o razón, según la RAE) 

es algo que se puede comprobar simplemente leyen-

do su índice, donde encontramos la referencia a ca-

pítulos como los siguientes:«el ajo: el “curalotodo”» 

(página 248), «Las algas, la quimioterapia del mar» 

(p. 252), «Las setas invitan a nuestro cuerpo a eli-

minar el cáncer» (p. 261), «El jengibre: la raíz que 

acaba con el cáncer» (p. 301), «La leche materna: el 

alimento perfecto que mata las células cancerosas» 

(p. 306). En todo caso, en las páginas 217 a 219 ha-

llamos afirmaciones no ya descabelladas, sino direc-

tamente abominables:

¿Cómo convertir a nuestra agua en sanadora? 

[…] Emoto afirma que el agua puede curarnos (y 

también enfermarnos), para ello sólo tenemos que 

transmitirle esa intención. ¿Y cómo podemos ha-

cerlo? Compra una botella de cristal transparen-

te, vierte en ella tu agua filtrada o mineral y con 

un bolígrafo permanente escribe en la botella tu 

mensaje positivo y sanador. […] Después deja tu 

botella al sol para que se vitalice, pierda el cloro 

y reciba toda la energía lumínica de nuestro gran 

astro.  Y  ya  tienes  lista  tu  agua  sanadora.  […] 

¿Has  visto  qué  medicina  más  barata  e  inocua? 

Efectos  secundarios,  cero.  Efectos  positivos…, 

inimaginables, no hay límites. El límite lo pones 

tú y tus pensamientos.

Dejando de lado los peligros de que un paciente 

con cáncer tome agua sin cloro, y dejando de lado la 

frustración y culpabilidad que pueden generar las an-

teriores afirmaciones, es necesario citar aquí una co-

nocida frase de David Hume: «Las afirmaciones ex-

traordinarias requieren evidencias extraordinarias». 

Porque no existe ninguna clase de prueba científica, 

ni ordinaria ni extraordinaria, que sustente tales bar-

baridades

5

.

La autora repite una y otra vez su experiencia, 

como que acudió a una dieta vegana para hacer fren-

te a la enfermedad, algo que desaconseja un recien-

te consenso

6

. Sin olvidar que, parafraseando al Dr. 

Richard Doll, uno de los epidemiólogos más impor-

tantes del siglo XX, «Los tratamientos médicos que 

surgen de la propia experiencia suelen tener “efectos 

variables” e ineficaces»

7

.

El libro no se conforma con dar falsas expectativas 

con respecto al papel de la dieta en el cáncer, tam-

bién se atreve con las «terapias naturales», del todo 

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43

Anuario 2017

desaconsejables para abordar esta enfermedad

8-12

. Un 

ejemplo lo tenemos en la página 420: «Reiki, terapias 

energéticas y su efecto sanador sobre los pacientes 

con cáncer». No hallamos ni una sola prueba científi-

ca de la supuesta capacidad de «sanar» el cáncer me-

diante estas terapias

5

. Es más, en palabras del repu-

tado experto Edzard Ernst, los pacientes con cáncer 

que utilizan «terapias alternativas» mueren antes

10

.

Es momento de citar algunos de los riesgos que 

acompañan a este libro o a otros similares: rechazar 

o postergar un tratamiento eficaz para el cáncer, ge-

nerar una falsa sensación de seguridad, exacerbar los 

sentimientos de superación, fomentar un descrédito 

de la medicina tradicional, generar efectos adversos, 

provocar interacciones indeseadas, promover dietas 

desequilibradas y hacer perder tiempo, dinero y es-

peranzas

13

.

En suma: afirmar, o incluso sugerir, que existe un 

planteamiento dietético que puede curar el cáncer es 

falaz, es antiético y, sobre todo, es peligroso.

Referencias:

1. Basulto J, Manera M, Baladia E, Miserachs M, Rodrí-

guez VM, Mielgo-Ayuso J, Amigó P, Blanquer M, Babio N, 

Revenga J, Costa A, Lucena-Lara M, Blanco E, Pardos C 

(Autores), Sauló A, Sotos M, Roca A (Revisores). «¿Cómo 

identificar un producto, un método o una dieta “milagro”?» 

Noviembre de 2012 (actualizado: 12 diciembre de 2012). 

[Monografía en internet]. Disponible en: www.fedn.es/

docs/grep/docs/dietas_milagro.pdf 

2. Fernández O. «Mi cura del cáncer fue un milagro 

muy currado». Entrevista en Smoda  de  El País. 14 de 

octubre de 2013. Mis recetas anticáncer (blog). En línea: 

http://www.misrecetasanticancer.com/2013/10/mi-cura-

del-cancer-fue-un-milagro-muy.html

3. Fernández O. «Allan Taylor, un abuelo de 78 años se 

cura de un cáncer terminal solo con una dieta anticáncer». 

21 de septiembre de 2012. Mis recetas anticáncer (blog). 

En  línea:  http://www.misrecetasanticancer.com/2012/09/

allan-taylorun-abuelo-de-78-anos-se.html  Nota:  Acaba-

mos de comprobar que poco después de la intervención 

de Julio Basulto en el evento «Terapias peligrosas: pa-

rasitando la salud», en el que hizo alusión a este texto, 

la autora lo retiró de su página web. En todo caso, se 

puede consultar en este enlace: https://web.archive.org/

web/20160731160659/http://www.misrecetasanticancer.

com/2012/09/allan-taylorun-abuelo-de-78-anos-se.html

4. Real Decreto 1907/1996, de 2 de agosto, sobre pu-

blicidad y promoción comercial de productos, actividades 

o servicios con pretendida finalidad sanitaria.

5. Ernst E. «Patient education: Complementary and al-

ternative medicine treatments (CAM) for cancer (Beyond 

the Basics)». UpToDate. 5 de mayo de 2016. En línea: 

https://www.uptodate.com/contents/complementary-and-

alternative-medicine-treatments-cam-for-cancer-beyond-

the-basics 

6. Ernst E. «Integrative medicine: more than the pro-

motion of unproven treatments?». Med J Aust. 2016 Mar 

21;204(5):174-174e1.

7. Basulto J. «Cáncer y terapias alternativas, conceptos 

antagónicos». 3 de junio de 2015. Espacio Abierto. En lí-

nea: http://psicologiaynutricion.es/?p=985

8. Ernst E. «Cancer patients who use alternative medi-

cine die sooner». 18 de abril de 2013. Edzard Ernst (Blog). 

En línea: http://edzardernst.com/2013/04/cancer-patients-

who-use-alternative-medicine-die-sooner/ 

9. Yun YH1, Lee MK, Park SM, Kim YA, Lee WJ, Lee 

KS, et al. «Effect of complementary and alternative medici-

ne on the survival and health-related quality of life among 

terminally ill cancer patients: a prospective cohort study». 
Ann Oncol. 2013 Feb;24(2):489-94. doi: 10.1093/annonc/

mds469. Epub 2012 Oct 30.

10. Risberg T, Vickers A, Bremnes RM, Wist EA, Ka-

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ne predict survival from cancer?» Eur J Cancer.  2003 

Feb;39(3):372-7.

11. Basulto J. «¿Existe una dieta para curar el cáncer?» 

13  de  agosto  de  2013.  Consumer. En línea: http://www.

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12. Caccialanza R, Pedrazzoli P, Cereda E, Gavazzi 

C,  Pinto  C,  Paccagnella A,  et  al.  «Nutritional  Support  in 

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tificial Nutrition and Metabolism (SINPE)». J Cancer. 2016 

Jan 1;7(2):131-5.

13.  Doherty  S.  «History  of  evidence-based  medici-

ne. Oranges, chloride of lime and leeches: barriers to 

teaching old dogs new tricks». Emerg Med Australas

2005;17:314-21

Afirmar, o incluso sugerir, que existe un planteamiento 

dietético que puede curar el cáncer es falaz, es antiético y, 

sobre todo, es peligroso.

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Anuario 2017

Creencias pseudocientíficas frente al cáncer, fac-

tores de riesgo psicosocial

Tania Estapé, Psicóloga clínica y psicoterapeuta, 

directora de Psicooncología de la Fundación FE-

FOC y docente en las Universidades de Manresa, 

Oberta de Catalunya Barcelona. www.fefoc.org

Hoy en día, la consideración de curación incluye 

no solo la erradicación de la enfermedad, sino tam-

bién aspectos de tipo psicosocial que conforman el 

bienestar del paciente como persona. Hablamos del 

impacto que tiene esta enfermedad en la vida del su-

jeto que la padece, en su familia y en entorno social, 

incluido el personal sanitario que le atiende. Este im-

pacto viene dado por dos factores (Estapé, 2013):

1) La consideración del cáncer como enfermedad 

tabú.

2) Las repercusiones de la enfermedad cancerosa y 

de los tratamientos que requiere en la calidad de vida 

del paciente. Este factor no lo desarrollamos aquí, 

pues es un tema no central en el desarrollo que pre-

tendemos. No obstante, de forma tangencial tiene una 

influencia clara en la tendencia de los pacientes a de-

cidirse por terapias no probadas. La ansiedad genera-

da por la incertidumbre o la desesperación de algunos 

enfermos es la puerta de entrada a terapias peligrosas.

Sobre el cáncer como tabú se refiere a la persis-

tencia de miedos y temores en la población que se 

prolongan aún en nuestros días. Vienen de cuando 

los pacientes, curables o no, recibían tratamientos 

con efectos secundarios muy adversos, que, además, 

solían dejar secuelas físicas o estéticas. Las fases ter-

minales de los enfermos no curables solían ser largas, 

dolorosas y llenas de sufrimiento. Todo ello está en 

la base de ese equivalente cáncer=muerte que toda-

vía hoy perdura en el sentir de la población (Estapé, 

2013; Holland et al., 2010).

El tabú del cáncer es tal que está rodeado de una 

serie de creencias erróneas que comportan determi-

nadas actitudes y conductas. Una de estas creencias 

es el considerarla una enfermedad contagiosa, atri-

buir la enfermedad a un castigo divino —lo que a ve-

ces subyace a frases que el propio paciente puede ex-

presar, como «no me lo merezco», «por qué yo...»—. 

Esto tiene sus repercusiones a nivel psicológico. 

También hay toda una serie de confusiones respecto a 

la causa y curación de la enfermedad, rodeada aún en 

el siglo XXI de actitudes mágicas y curanderismo. El 

broche de oro que cierra este aspecto más social de la 

enfermedad es el continuado uso de la palabra cáncer 

como adjetivo peyorativo, muestra de la equivalencia 

cognitiva de la población sobre el cáncer como algo 

horrible (Burton y Watson, 1998; Estapé y Estapé, 

2013).

La relación del cáncer con la muerte y el sufri-

miento hace que sea una enfermedad especialmente 

temida. El ser humano no tiene explicación para su 

causa y a menudo esto puede llevarle a inventarla. La 

incertidumbre que provoca el diagnóstico de cáncer 

se traduce fácilmente en ansiedad y desesperación, 

sobre todo en casos sin curación. Por otro lado, nu-

merosos estudios muestran las barreras de comunica-

ción con el médico al hablar del uso de terapias alter-

nativas. En algunos estudios hemos constatado cómo 

los pacientes, aunque han decidido probar terapias no 

basadas en la evidencia, no se han atrevido a contarlo 

a su oncólogo (Estapé et al., 2015). Ello nos lleva a 

enlazar con un aspecto primordial, que es la comu-

nicación con el médico. Los estudios muestran que 

la capacidad comunicativa del médico puede inducir 

a aceptar un tratamiento; inversamente, una falta de 

habilidades comunicativas induce a incertidumbre y 

a incrementar la ansiedad por parte de los pacientes y 

familiares. Estos buscan alternativas que se salen del 

circuito oficial y que, además, están bien dispuestas 

a dedicar mucho tiempo y afecto al enfermo. En ab-

soluto es nuestra intención señalar al médico como 

culpable, ni siquiera causante, de la búsqueda de tra-

tamientos milagro; pero hay que analizar las cosas 

desde diversos puntos de vista: la falta de tiempo, 

la presión asistencial y a veces la falta de formación 

en habilidades comunicativas son factores señalados 

como relacionados con la búsqueda de alternativas 

por parte de los pacientes. Algunos autores señalan 

que los médicos (como es lógico) sienten incomodi-

Es necesario incorporar en nuestro trabajo cotidiano 

recursos que nos ayuden a no enfrentarnos con pacientes 

firmemente convencidos de su elección.

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el esc

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ptico

45

Anuario 2017

dad ante estos temas y rechazo a la hora de responder 

a preguntas relacionadas. En determinados sujetos, lo 

que hace es enrocarlos más en su posición (Schofield 

et al., 2010).

Creemos que hoy en día hay una crisis muy impor-

tante de lo establecido, y la industria farmacéutica es 

uno de estos valores en cuestionamiento. A menudo 

la población  confunde la gestión económica de estas 

empresas con el respaldo científico debido al ensayo 

clínico, lo que promociona la huida hacia otras opcio-

nes nada recomendables, pero que se venden como 

las verdaderas por estar fuera del «sistema».

Para acabar, tenemos que incluir un riesgo muy 

importante, fruto de un recurso muy positivo. Nos 

referimos a la navegación por internet. Esta es una 

opción muy interesante. Una de las consultas más 

frecuentes por internet tiene que ver con el binomio 

salud/enfermedad. Y dentro del mismo, sin duda una 

de las enfermedades más introducidas en los busca-

dores es el cáncer. Asimismo se calcula que alrede-

dor de un 60 % de pacientes usa internet para buscar 

información sobre su enfermedad o el tratamiento 

(Bylun & Gueguen, 2010). Este hecho, que puede 

ser considerado positivo, ofrece su cara oscura por la 

falta de discriminación de los resultados obtenidos y 

por la facilidad que ha ofrecido a curanderos y char-

latanes de ampliar sus redes sin prácticamente coste 

alguno. Hoy día una web o un grupo de intercambio 

de información pueden pasar por «serios» si no se 

mira con tiento el contenido. Aunque hay muchos in-

tentos de generar guías de buenas prácticas, la verdad 

es que es difícil diferenciar. Retomando el factor an-

terior, veremos que a veces algunos profesionales son 

reacios a que sus pacientes les lleven información de 

internet. Creemos que la red es un mundo paralelo al 

nuestro, por lo que hay que aceptar que está aquí y 

usarlo en nuestro favor (Estapé et al., 2014).

Como conclusiones, diremos que el uso de tera-

pias peligrosas es un hecho en Oncología y que es 

necesario un análisis profundo de la situación. Hay 

diversos factores explicativos y debemos ser caute-

losos y autocríticos con ello. El diálogo seguramente 

está siendo a niveles diferentes y está claro que el uso 

de cifras y datos no nos sirve para promover cambios 

que tienen que ver con aspectos emocionales. Es ne-

cesario incorporar en nuestro trabajo cotidiano recur-

sos que nos ayuden a no enfrentarnos con pacientes 

firmemente convencidos de su elección.

Referencias:

Burton, M., & Watson, M. (1998). Counseling people with 

cancer (1st. ed.). Chichester, England: John Wiley & sons.

Bylon, C.L., Gueguen, J.A. «The effect of internet use on 

the doctor-cancer patient relationship», Kissane, D. (Ed.). 

(2011). Handbook of communication in oncology and pallia-
tive care
. Oxford University Press.

Cella, D. F., Tulsky, D. S., Gray, G., Sarafian, B., Linn, 

(foto: www.flickr.com/photos/arselectronica/)

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Anuario 2017

E., Bonomi, A., ... & Brannon, J. (1993). «The Functional 

Assessment of Cancer Therapy scale: development and 

validation of the general measure». Journal of Clinical On-
cology
, 11(3), 570-579.

Estapé, T. (2004). Estudio de la evolución de la calidad 

de vida en pacientes diagnosticadas de cáncer de mama

tesis doctoral.

Estapé, T;. (2013). «Supportive treatment and palliative 

care». Internal Medicine, II, 18, 1173-1176. (Farreras-Roz-

man, Ed.) Barcelona, Barcelona, Spain: Elsevier.

Estapé, T.,  &  Estapé,  J.  (1993).  Oncología y cuidados 

paliativos. Controversias en Oncología. Barcelona: Doyma.

Estapé, J., & Estapé, T. (2013). 703 preguntas, 703 res-

puestas: La odisea del cáncer de mama (1ª ed.). Terrassa 

(Barcelona): Momentum.

Estapé, T., Estapé, J., Soria-Pastor, S., & Díez, A. (2014). 

«Uso de internet para evaluar el distrés psicológico en pa-

cientes con cáncer de mama». Psicooncología,  11(2-  3), 

271- 283.

Estapé, T., Estapé, T., Valverde, E. (2016) «Psychologi-

cal aspects in prostate cancer patients. Abstracts». Psycho-
Oncology
, 25: 3–195. doi: 10.1002/pon.4272.

Holland JC, Breitbart W, Jacobsen PB. (2010), Psychoon-

cology (2nd ed). New York: Oxford University Press.

Osoba,  D.,  Zee,  B.,  Pater,  J.,  Warr,  D.,  Latreille,  J.,  & 

Kaizer, L. (1997). «Determinants of postchemotherapy nau-

sea and vomiting in patients with cancer. Quality of Life and 

Symptom Control Committees of the National Cancer Ins-

titute of Canada Clinical Trials Group». Journal of Clinical 
Oncology
, 15(1), 116-123.

Schofield,  P.,  Diggens,  J.,  Hegarty,  S.,  Charleson,  C., 

Marigliani,  R.,  Nehill,  C.  Jefford,  M.  Kissane,  D.  (Ed.). 

(2011). Handbook of communication in oncology and pallia-
tive care
. Oxford University Press.

Watson, M., & Kissane, D. W. (Eds.). (2011). Handbook 

of psychotherapy in cancer care. John Wiley & Sons.

4. BLOQUE DE PSICOLOGÍA/PSIQUIATRÍA

https://youtu.be/JAOlnnraLGc

Moderador: Juan A. Rodríguez
Terapias pseudocientíficas en psicología y su difi-

cultad para distinguirlas

Eparquio Delgado, psicólogo general sanitario. 

www.eparquiodelgado.com

Uno de los hitos más importantes en la medicina 

del siglo XX ha sido la aparición de la llamada Me-

dicina Basada en la Evidencia (MBE, que más bien 

debería llamarse Medicina Basada en las Pruebas). 

Los profesionales necesitaban establecer un criterio 

para determinar qué terapias son realmente eficaces 

y diferenciarlas de aquellas que no lo son, aunque en 

ocasiones los pacientes puedan percibir lo contrario. 

La propuesta de la MBE ha sido utilizada por otras 

disciplinas, dando lugar a la Psicología Basada en la 

Evidencia (PBE), la Fisioterapia basada en la Evi-

dencia, etc. 

La PBE parece un buen criterio para comenzar a 

diferenciar aquellas terapias psicológicas eficaces de 

aquellas que no lo son, y su uso ha permitido tanto 

a los profesionales como a los pacientes una indica-

ción para elegir qué procedimientos utilizar a la hora 

de resolver los problemas psicológicos. Sin embargo, 

las propias características de las terapias psicológicas 

hacen que los procedimientos para establecer su efec-

tividad sean diferentes a los que se utilizan en me-

dicina, especialmente cuando hablamos de terapias 

farmacológicas. Cuando hacemos terapia psicológica 

no podemos utilizar una «intervención placebo» en la 

mayoría de los casos, ya que la terapia psicológica es 

fundamentalmente una interacción entre el paciente y 

el profesional. Esto supone una limitación importan-

te para determinar qué elementos de la intervención 

son los que realmente resultan eficaces y cuáles no. A 

pesar de ello, se han establecido métodos para poder 

determinar la eficacia de estas terapias, y hoy en día 

contamos con varias publicaciones en las que se re-

sume cuáles son las terapias psicológicas disponibles 

que han demostrado eficacia.

Pero el problema no acaba de estar resuelto. Los 

criterios para determinar si una terapia psicológica es 

eficaz y su concepción de los problemas psicológicos 

como trastornos enfermedades mentales han sido 

tomados del modelo biomédico y se apoyan funda-

mentalmente en la concepción de síntomas a reducir 

o eliminar. Los investigadores en psicología han uti-

lizado hasta el momento estos criterios de la medici-

na para poder medirse con las terapias farmacológi-

cas siguiendo sus mismas reglas, con resultados muy 

favorables para las terapias psicológicas en compara-

ción con las médicas. 

Sin embargo, esta forma de concebir los proble-

mas psicológicos y de medir la eficacia de las terapias 

ha sido puesta en entredicho en los últimos años, y 

han aparecido nuevas propuestas para ambas cues-

tiones, que van desde la propuesta de los RDoC del 

NIMH estadounidense hasta la búsqueda de factores 

transdiagnósticos en psicología, pasando por la re-

consideración de la eficacia de las terapias bajo otros 

modelos no centrados en el síntoma y el debate sobre 

«eficacia-efectividad».

Junto a estas circunstancias, es importante tener en 

cuenta que los criterios de la PBE no son suficientes 

para establecer la cientificidad de una terapia psico-

lógica. Para ello debemos tener en cuenta cómo con-

cibe los fenómenos psicológicos y su explicación de 

la mejora terapéutica, ya sea considerada como re-

ducción de síntomas o de otra manera. Podemos en-

contrarnos  con  terapias  psicológicas  eficaces  cuyas 

concepciones de lo psicológico y de los cambios en 

determinadas respuestas pueden ser completamente 

pseudocientíficas a pesar de que podrían resultar efi-

caces o efectivas.

Todo esto hace que sea especialmente difícil tener 

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un criterio de demarcación que nos sirva para dife-

renciar las terapias psicológicas eficaces de las que 

no lo son y aquellas que pueden ser consideradas 

científicas de las que consideraríamos como pseudo-

científicas.

Antipsiquiatría, «cuñaos» y pseudociencia

Daniel Orts, médico y divulgador científico so-

bre salud mental, neurociencia y medicina.

La psiquiatría es una especialidad médica con si-

glos de evolución, puesto que la enfermedad mental 

como resultado de las deficiencias cerebrales es con-

sustancial al ser humano. Sin embargo, no es hasta 

principios del siglo XX cuando se integra de forma 

sólida en el cuerpo científico de la Medicina Basada 

en la Evidencia, y como doctrina científica, resulta 

una disciplina joven y no exenta de errores y aspectos 

por mejorar.

Las terapias pseudocientíficas, en su afán por apro-

vecharse de las carencias del sistema y lucrarse de los 

pacientes más vulnerables, utilizan los defectos de la 

psiquiatría para vender numerosos remedios contra 

diversas patologías que los profesionales clínicos en-

cuentran difíciles de manejar, como la ansiedad, el 

insomnio o los trastornos del estado del ánimo. Gra-

cias a clásicos y trasnochados argumentos del estilo 

«los psiquiatras solo saben arreglar los problemas 

con pastillas» o «la industria farmacéutica se inven-

ta enfermedades para luego vender la cura», muchos 

charlatanes han erigido todo un movimiento contra-

cultural llamado Antipsiquiatría, que pretende des-

montar y exponer la falsedad de una especialidad mé-

dica con la misma validez y evidencia científica que 

cualquier otra. Pero a pesar de su extraña ambición 

negacionista, existen numerosos argumentos que se 

esgrimen con una sofisticada lógica y unos razona-

mientos certeros. En consonancia con el viejo refrán 

de «ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún 

más cerca», esta charla analiza las grandes críticas 

que los charlatanes empuñan contra la Psiquiatría, 

para así aprender de ellas, reforzar y mejorar los fun-

damentos científicos de esta especialidad.

Electrosensibilidad, radiestesia y otras chorradas

Víctor Pascual, ingeniero técnico en telecomu-

nicaciones.

El zahorismo es una antigua pseudociencia que 

se aplicaba para encontrar pozos de agua. El zaho-

rí, sabiendo que cuanto más caves, más probable 

es que encuentres agua, engañaba a los agricultores 

diciéndoles que era capaz de encontrar agua usando 

una rama o un péndulo. Según ellos, son capaces de 

encontrar agua, petróleo y minerales debido a los 

campos electromagnéticos y energéticos que emiten. 

Ante el suculento negocio de la salud, empezaron a 

practicar la pseudomedicina aplicando las mismas 

técnicas que usaban para encontrar agua. El zahorí ha 

evolucionado, ha inventado lo que se conoce como 

geobiología —no confundir con el campo científico 

interdisciplinario—, y vende productos y servicios 

para protegerse de las ondas electromagnéticas y que 

la vivienda absorba las energías «naturales»: un nue-

vo engaño que mezcla el zahorismo y el feng shui con 

tintes cientifistas y un nicho de consumidores con un 

alto miedo a los campos electromagnéticos (CEM). 

La  geobiología  es una de las principales promoto-

ras del miedo a los CEM y, debido a ello, de un alto 

número de personas que sufren electrosensibilidad. 

Porque recordemos que la electrosensibilidad no tie-

ne que ver con la exposición a los campos electro-

magnéticos, sino con la percepción del paciente del 

posible daño que le estén causando.

Irradiando miedo

Alberto Nájera, Profesor de Radiología y Me-

dicina Física de la Univ. de Castilla-La Mancha.

En las últimas décadas, el desarrollo de la Socie-

dad de la Información y el incremento de las comu-

nicaciones inalámbricas han conllevado un aumento 

de la preocupación de la población ante fuentes de 

radiación electromagnética de radiofrecuencia como 

Podemos encontrarnos con terapias psicológicas eficaces 

cuyas concepciones de lo psicológico y de los cambios 

en determinadas respuestas pueden ser completamente 

pseudocientíficas.

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el esc

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antenas de telefonía móvil, wifi, Bluetooth, etc. En 

primer lugar debemos conocer el espectro electro-

magnético y los diferentes tipos de radiación elec-

tromagnética a los que estamos sometidos en nuestro 

día a día, clasificándolos por su frecuencia/energía. 

Asimismo se debe entender cómo afecta a la expo-

sición que recibimos, algunas características de la 

radiación como la intensidad de la señal, la distancia 

o el tiempo de exposición. En la última década, son 

numerosos los estudios que han determinado el nivel 

de exposición de la población a estos campos electro-

magnéticos, encontrándose en todos los casos que los 

niveles son muy inferiores a los límites que la Agen-

cia Internacional para la protección ante radiación no 

ionizante (ICNIRP) recomienda, siendo estos valores 

de entre 10.000 y 100.000 veces inferiores a estos 

límites a los cuales sabemos que podrían producirse 

efectos térmicos. Además, todos los estudios realiza-

dos que buscaban una relación entre antenas de tele-

fonía móvil y salud, en particular especialmente cán-

cer, han concluido que a las intensidades habituales 

es prácticamente imposible que exista una relación.

No obstante, y a pesar de lo que dice la ciencia, se 

ha desarrollado todo un negocio de empresas, funda-

ciones y supuestos especialistas que han hecho del 

desconocimiento y, sobre todo, del miedo, su modus 

vivendi. Así, es fácil encontrar «profesionales» que 

diagnosticarán enfermedades como la hipersensibi-

lidad electromagnética, achacándola a la presencia 

de estos campos no ionizantes (y a pesar de que la 

Organización Mundial de la Salud ha indicado que 

se trata de un trastorno psicosomático en el que los 

afectados achacan sus dolores a un agente que real-

mente no les hace ningún mal). Otros «especialistas» 

lucharán en los tribunales para que esta enfermedad 

inexistente sea causa de invalidez permanente, o nos 

venderán ropa, medidores, pintura o cortinas para 

protegernos de un agente que, según ellos, pone en 

claro riesgo nuestra salud. Pero como ocurre con los 

charlatanes, es fácil desmontar sus mentiras, que en 

general usan un lenguaje pseudocientífico, y dejar en 

evidencia sus intenciones destacando lo ridículo de 

los productos que ofrecen y denunciando el daño que 

hacen sobre quienes creen en su charlatanería y caen 

en sus garras, pues en la mayor parte de los casos 

no son más que vulgares estafadores buscando una 

víctima, a poder ser enferma, para aprovecharse mi-

serablemente de su debilidad.

Sectas 2.0. El origen emocional de la enfermedad

María Fernández Muñoz, estudiante de fisiote-

rapia y miembro de RedUNE.

Como introducción, se definirán dos conceptos: el 

primero, el de méthodes psychologisantes, empleado 

por la Miviludes (Misión Interministerial de Vigilan-

cia y Lucha contra las Derivas Sectarias, Gobierno de 

Francia)

1

, resumible en tres premisas:

• Culpabilizar al paciente de su enfermedad o ma-

lestar. 

• La angustia causada por la enfermedad. 

• La búsqueda del bienestar frente a una sociedad 

individualista y materialista. 

 El segundo, el de grupo de manipulación psico-

lógica (West y Langone, Congreso de Wingspread, 

Wisconsin, 1985)

2

 según los cuales, un grupo de ma-

nipulación psicológica es aquel

grupo o movimiento que exhibe una gran o ex-

cesiva  devoción/dedicación  hacia  una  persona, 

idea y objeto y que, mediante el uso de técnicas 

de persuasión coercitiva busca perseguir unos fi-

nes que benefician a los líderes del grupo en de-

trimento de los fines de sus miembros, familias y 

entorno en el que se mueven.

Este resumen incluye tres movimientos o prácticas 

que encajarían con la definición de méthodes psycho-

logisantes, por ser los que cuentan con mayor difu-

sión en España: 

1. Germanische Heilkunde (Nueva Medicina Ger-

mánica, NMG). Se basa en varias «leyes», la más 

importante de las cuales es la llamada «Ley de hie-

rro»: Las enfermedades graves se originan por un 

acontecimiento  interno  e  inesperado,  un  «conflicto 

biológico» que desencadena un foco de actividad en 

En la Antipsiquiatría existen numerosos argumentos 

que se esgrimen con una sofisticada lógica y unos 

razonamientos certeros.

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el cerebro detectable en un escáner en forma de cir-

cunferencias concéntricas («focos de Hamer»). Ryke 

Geerd Hamer, especialista en Medicina Interna, pier-

de la licencia para ejercer la medicina en 1986. En 

Alemania, es condenado a 19 meses de prisión por 

la muerte de tres pacientes de cáncer. En 2001 será 

condenado en Francia a otros 18 meses de prisión por 

la muerte de tres enfermos de cáncer. En 2007 huye 

a Noruega.  

2.  Biodescodificación  (Descodificación  Biológi-

ca Original). Una de las ramificaciones de la NMG, 

creada por Claude Sabbah, médico. Integrando di-

versas  pseudociencias,  con  ideas  propias,  define  la 

Biología  Total. Fue suspendido de la profesión en 

Francia en 2007 por la muerte de un paciente con 

cáncer. En noviembre de 2015 fue condenado a dos 

meses de cárcel y a una cuantiosa multa por publici-

dad engañosa, de nuevo por la muerte de un paciente 

con cáncer. 

3. Bioneuroemoción (BNE). La Bioneuroemoción 

es una marca comercial, registrada por el psicólo-

go Enric Corbera para ejercer una práctica similar 

a  la  Biodescodificación,  lo  que  le  ha  supuesto  una 

demanda por plagio. La BNE constituye una amal-

gama de pseudoterapias, entre ellas la Nueva Medi-

cina  Germánica,  la  Biodescodificación,  el  libro  Un 

curso de milagros, la Programación Neurolingüística 

(PNL), las Constelaciones Familiares y la Hipnosis 

Ericksoniana. También incluye herramientas y co-

nocimientos que son considerados válidos, pero con 

una visión y una práctica totalmente distorsionadas. 

Un somero análisis de sus principales premisas de 

«ciencia de vanguardia», deja patentes sus graves 

carencias haciendo uso de simples conocimientos de 

Bachillerato. 

 Como conclusión, se propone monitorizar estre-

chamente a aquellas organizaciones que pudieran es-

tar empleándose como tapaderas de las prácticas des-

critas, de acuerdo con el Art. 515.2 del Código Penal: 

«Son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo tal 

consideración: Las que, aun teniendo por objeto un 

fin lícito, empleen medios violentos o de alteración 

o control de la personalidad para su consecución».

Referencias:
1. www.derives-sectes.gouv.fr/quest-ce-quune-dérive-

sectaire/où-la-déceler/les-dérives-sectaires-dans-le-do-
maine-de-la-santé/quell

2. Almendros, Carmen; Gámez-Guadix, Manuel; Carro-

bles, José Antonio; Rodríguez-Carballeira, Álvaro (2001) 
«Abuso psicológico en grupos manipuladores». Psicolo-
gía Conductual
, 1: 157-182

(foto: pxhere.com/en/photo/626294, CC0 Public Domain)