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Nuevas Pedagogías:

 

Unas alternativas y 

otras alteradas

Patricia Largo Baraja

Licenciada en Psicología

El posmodernismo impera en la civilización con sutil desenfado, 

a la vez que deja una huella devastadora. El rechazo hacia la 

ciencia propio de este movimiento ha hecho posible lo impensa-

ble: que en una cultura avanzada tengan cabida ocurrencias «al-

ternativas» en cualquier ámbito sin que salte ninguna alarma.

D

ossier

Foto: https://www.flickr.com/photos/nooccar/

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as pedagogías alternativas utilizan nociones 

pseudocientíficas para contenidos didácticos y 

objetivos específicos en el aula. Están arropa-

das por versiones varias de un esoterismo inmune al 

razonamiento y, como pseudociencias, enlazan con 

la New Age: escuelas Waldorf (secta de la antropo-

sofía), método Asiri (secta de los niños índigos), 

educación holística o pedagogía 3000. En la pedago-

gía formal (la clásica, la de toda la vida) han calado 

especialmente estos usos pseudocientíficos New Age 

con la etiqueta «neurociencia», como por ejemplo la 

estimulación temprana o el brain gym. De este modo, 

la pedagogía formal adopta neuromitos y los con-

vierte en programación didáctica del aula: educar en 

inteligencia emocional, potenciar la creatividad, etc. 

La inteligencia emocional, lejos de ser una novedosa 

teoría de la mente, funciona más bien como una es-

pecie de religión e incluso presenta aspectos típicos 

sectarios

. Potenciar la creatividad como competen-

cia de trabajo es un dislate aún más flagrante, ya que 

acepta la lateralidad cerebral en el reparto de tareas 

como un hecho pese a no tener evidencias científicas. 

En el artículo de Soledad Luceño publicado en este 

mismo número, se da información clave de los mitos 

sobre neurociencias presentes en pedagogía y entre 

los docentes.

La inteligencia emocional (IE) es un mero oxímo-

ron y, por ende, una entelequia ininteligible. Aun así, 

ha marcado un hito en la esfera de los libros de au-

toayuda y le sirvió a un gurú para vivir de la fabri-

cación, comercio y exportación de humo. La noción 

de IE vino destilada de un libro de H. Gardner, en el 

que exponía y defendía su idea de las inteligencias 

múltiples. Y digo destilada porque antes de eso, ya 

en 1990, J.D. Mayer y P. Salovay utilizaron el tér-

mino inteligencia emocional. Con su libro, Gardner 

pretendía desmontar las teorías entonces vigentes y 

científicamente  avaladas  sobre  la  inteligencia.  Pero 

llevó a término su pretensión dando la espalda al 

método  científico  y  guiándose  por  su  imaginación; 

seguramente ese fue el motivo por el que su trabajo 

fue despachado de pleno por la comunidad científica. 

Más tarde, D. Goleman le tomó el relevo a Gardner y, 

tras tunear el testigo —a la inteligencia intrapersonal 

la denominó inteligencia emocional―, en 1995 pu-

blicaba Inteligencia emocional (todo un best seller). 

Después de aquel top ventas, Goleman escribió más 

libros estultos, además del prólogo a Mindsight, un 

libro de D.J. Siegel, su colega a nivel de escritor y de 

divulgador de pseudociencia.

El prólogo aquel le permitió echar la zarpa a ese 

jugoso negocio de autoayuda que es el mindfulness

Después de su boom en varias editoriales, Goleman, 

aparte de ganar una pasta gansa, poco más hizo ―o 

mejor dicho, desbarató— en el mundo de la psico-

logía. Y aunque su libro no debiera servir más que 

para calzar mesas que cojeen, el gurú de la emoción 

sigue promocionando su libro alrededor del mundo 

dando charlas sobre la IE (y también recibiendo, pero 

en metálico). La explicación de Goleman sobre la IE 

es una telaraña de datos difusos con palabras agra-

dables en la que poder quedarse atrapado. Porque la 

IE es simple y fácil de entender: no es más que au-

tomotivación; y también es autoconocimiento; y es 

autogestión; y, por supuesto, es desplegar tus habili-

dades sociales; sin olvidar que también es reconocer 

las emociones de los demás (he visto yincanas más 

sencillas). Así pues, parece ser que la IE lo cubre todo 

sin alcanzar nunca la explicación de nada.

Todo el mundo ha oído hablar de la IE, aunque na-

die sepa realmente lo que significa; y es que es impo-

sible tener la imagen mental de la cuarta dimensión. 

Lo que sí está claro es que en su descripción de la IE, 

Goleman utiliza un lenguaje obtuso, con esquemas 

que guardan la apariencia de sencillez, pero da un 

todo imposible de montar. Con ello consigue captar 

la atención del público y lo lleva a su terreno. Entre 

ellos, la gran mayoría es consciente de que lo que 

dice es ininteligible, pero nadie dice nada por no que-

dar mal, tal y como se narra en El traje nuevo del 

emperador.

1

En España se ha elaborado un test para medir la 

IE (el test MSCEIT) publicado por el monopolio-em-

presa TEA Ediciones. Este hecho resulta aún más in-

comprensible que la propia fabulación de la IE; nadie 

entiende cómo se puede medir algo que no existe, ni 

qué datos puede arrojar un test más flojo que los de la 

Cosmopolitan. Está demostrado que la utilidad de un 

test depende de su capacidad para demostrar su cali-

dad y rigor y, por ello, en los últimos años se vienen 

realizando una serie de cuestionarios de evaluación 

de calidad de los test (CET) por distintas comisiones 

En la pedagogía formal han calado los usos pseudocientífi-

cos 

New Age que llevan la etiqueta «neurociencia».

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de expertos en psicometría, tanto en Europa como en 

América. El objetivo de tales cuestionarios es ofre-

cer guías profesionales veraces sobre el contenido y 

calidad de los test, lo suficientemente robustas como 

para no dejar nada al azar ni a la libre interpretación.

Hasta ahora los CET han evaluado 33 test de todos 

los editados en España (Hernández et al., 2016) y, 

de todos ellos, los que medían inteligencia fueron los 

mejor puntuados con diferencia. Las informaciones 

aportadas por esos cuestionarios de evaluación mar-

can cuáles son los test y pruebas con mayor rigor y 

calidad psicométrica, y no dejan espacio a posibles 

fabulaciones de ningún psicólogo que, aprovechan-

do el tirón de la IE, haya comenzado a profesar la 

religión de moda; los hay que incluso se han espe-

cializado en un área sin objeto de estudio y aseguran 

que la IE es lo que predice realmente el éxito laboral, 

cuando los datos psicométricos con los que contamos 

hoy en día no avalan tales predicciones. Sin duda, los 

CET  son  la  forma  científicamente  más  contrastada 

para corroborar test y datos psicométricos; un verda-

dero avance en psicología y psicometría.

Con respecto a la creatividad, este sí es un com-

ponente cognoscitivo más o menos identificado, y se 

refiere a un tipo de operación mental: la producción 

divergente. Se trata de un dato que se aporta desde la 

psicología básica (estudio de los procesos básicos de 

la mente humana), y no se justifica que la pedagogía 

busque potenciarla. El desmedido interés que existe 

hacia la creatividad puede que se deba a la impostura 

Parece ser que la inteligencia emocional lo cubre todo sin 

alcanzar nunca la explicación de nada.

La seño le acaba de decir que hoy van a trabajar solo con el hemisferio derecho (Foto: Wen White, unsplash.com)

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pseudocientífica que dice que cada hemisferio aco-

mete distintas tareas e incluso personalidades (he-

misferio  izquierdo,  analítico-funcional;  hemisferio 

derecho, creativo). Esto es un auténtico despropósito 

donde los haya, yo no conozco a nadie capaz de con-

ducir cogiendo el volante con una mano mientras que 

con la otra se va abanicando. (¡No intente repro-

ducir esto en casa!

 En el coche tampoco. Ni solo ni 

acompañado). En los centros escolares, educadores 

deficientemente formados consideran veraz tal idea y 

la difunden a la vez que convencen a los padres, quie-

nes obviamente se preocupan por el bienestar de su 

hijo más que por la veracidad de lo que les cuentan.

La creatividad es un tipo de operación que forma 

parte del conjunto de aptitudes que componen el 

constructo inteligencia, y se caracteriza por la crea-

ción de alternativas nuevas y lógicas. Por otra parte, 

no es cierto que la creatividad sea una cualidad es-

pontánea; es fruto de un trabajo mecánico consistente 

en repasar incesantemente los datos hasta dar con una 

respuesta. Así pues, y según datos fiables, la creati-

vidad y el factor g de inteligencia general, aunque 

son independientes, también muestran correlación: 

es cierto que, a mayor CI, se observa mayor creati-

vidad. Además, las técnicas de neuroimagen también 

han tirado por tierra la hipótesis de los dos cerebros 

a través de imágenes del cerebro que muestran que el 

cuerpo calloso contiene multitud de conexiones in-

terhemisféricas.

Como bien apunta Andrés Carmona en su artícu-

En los centros escolares, los educadores consideran veraz 

la idea del hemisferio creativo y la difunden.

(Foto: Wen White, unsplash.com)

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lo publicado en este mismo número, parece difícil 

lograr alcanzar una EBE (Educación Basada en la 

Evidencia). Además, y visto que se publican test para 

rastrear fantasmas, una PBE (Psicología Basada en 

la Evidencia) le sería de gran ayuda a la EBE siem-

pre que la psicología prosiga su buen quehacer como 

disciplina  científica.  Por  ejemplo,  según  la  historia 

de la inteligencia, la teoría de las inteligencias múl-

tiples no obtuvo respaldo por parte de la comunidad 

científica. En cuanto a una correlación psicométrica-

mente validada entre IE y éxito laboral, es falso que 

se haya demostrado tal relación. Está claro que para 

atajar prácticas tendenciosas dentro de la pedagogía 

es imprescindible mantener una actitud escéptica y 

crítica. Como se ha visto, la pseudociencia de la New 

Age es un altavoz pernicioso de concepciones pará-

sitas y, además, parece ser que tampoco le cuesta en-

contrar ningún impedimento para colonizar docentes 

y escuelas. Pero, ¿cómo es que a nadie se le ocurrió 

comprobar la veracidad de los contenidos? ¿Acaso 

hubo personas conocedoras del engaño que callaron 

y no hicieron nada para evitar estas falacias?

En la convención sobre los derechos del niño cele-

brada en 1989, el Artículo 29.1a recoge: «Los estados 

partes convienen que la educación del niño deberá 

estar encaminada a desarrollar la personalidad, las 

aptitudes y la capacidad mental y física del niño has-

ta el máximo de sus posibilidades».

Para  potenciar  al  máximo  algo,  no  basta  con  de-

searlo; hay que dedicarle tiempo y esfuerzo. Se nece-

sita más ética científica y también sentir humano que 

no deje desprotegidos a los más débiles: los niños. 

Y esto es de suma importancia porque, si bien una 

pedagogía sin eficacia probada no interfiere en la sa-

lud física, sí es posible que lo haga en el desarrollo 

intelectual y humano de quienes la reciben, aunque 

no hay datos concluyentes al respecto.

La medición del constructo inteligencia se remonta 

a antes de 1905, cuando A. Binet publicó el primer 

test de inteligencia y, desde entonces, no ha cesado la 

investigación para construir test de CI cada vez más 

precisos. Estadísticamente, el CI es un buen indica-

dor para predecir el éxito académico según los años 

de escolaridad; esto es, la variable independiente (el 

CI), explica el 0,70 de la varianza de la variable de-

pendiente (el éxito académico reflejado en número de 

años cursados) en el análisis de regresión (hablamos 

de correlación estadística, no de relación causa-efec-

to en ninguno de los dos sentidos). Este dato pone de 

relieve la necesidad de una pedagogía centrada que 

responda a las necesidades y no a las intenciones, ya 

que, por muy happyflower que sean los New Age, no 

dejan de promover una pseudociencia que entorpece 

los objetivos para lograr una auténtica pedagogía ba-

sada en la evidencia.

Bibliografía

Guilford, J. P. (1977). La naturaleza de la inteligen-

cia humana. Buenos Aires: Paidós.

Hernández, A.; Ponsoda, V.; Muñiz, J.; Prieto, G. y 

Elosua, P. (2016) «Revisión del modelo para evaluar 

la calidad de los tests utilizados en España». Pape-

les del Psicólogo,  37(3):  192-197  http://www.pape-

lesdelpsicologo.es/pdf/2775.pdf

Sternberg,  R.  J.  y  Detterman,  D.K.  (1988).  ¿Qué 

es la inteligencia? Enfoque actual de su naturaleza y 

definición. Madrid: Pirámide.

Algunos enlaces interesantes:

Efecto McGuffin: http://efectomcguffin.blogspot.com.

es/2015/07/pseudociencia-en-la-escuela-3-las.html

El mito de los hemisferios cerebrales: http://www.

psicosaludtenerife.com/y-tu-eres-mas-de-hemisferio-

derecho-o-de-izquierdo/ 

Sobre la secta de la inteligencia emocional: https://

lautopsia.wordpress.com/2014/02/22/el-arroz-y-la-

inteligencia-emocional/#more-1070 

1- El traje nuevo del emperador, de Andersen, narra 

cómo un grupo calla ante una obviedad: no existe ningún 
traje, y guardan silencio por miedo a que otros piensen que 
no entienden lo que ven: la desnudez del rey. La moraleja 
es que no hay pregunta estúpida.

Se necesita más ética científica y también sentir humano 

que no deje desprotegidos a los más débiles: los niños.