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el esc

é

ptico

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Otoño-Invierno 2017

A

cabo de venir de Rumanía, país que me ha sor-

prendido por muchos motivos. El primero es 

que el aeropuerto de su capital, Bucarest, se 

llama Henri Coandă. Un ingeniero y científico al que 

debemos los motores de reacción, los túneles de viento 

y que fue descubridor del llamado «efecto Coandă», 

que es uno de los fenómenos que explican el vuelo de 

los aviones.

Que un aeropuerto tenga el nombre de un científico 

para mí siempre es positivo. El guía que nos llevó por 

Rumanía también nos enseñó en Bucarest el Instituto 

del Dr. Victor Babes, y nos habló de sus investigacio-

nes médicas. Tampoco es muy usual que los guías nos 

hablen de un científico. Después visitamos los prime-

ros yacimientos de petróleo que hubo en Europa. Todo 

sorprendente.

Y luego empezamos a visitar preciosos monasterios 

pintados, como el de Bucovina o el de Sucevita. 

Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que inclu-

so en pueblos muy pequeños siempre había un mínimo 

de tres iglesias: la ortodoxa, la protestante y la católica. 

Nuestro guía nos habló de la pugna existente entre ca-

tólicos y protestantes. Si primero se hizo la iglesia pro-

testante, se procuraba que la católica fuera más alta, y 

viceversa. En los pueblos un poco más grandes tam-

bién había sinagogas —hay una gran población judía 

en Rumanía— y posiblemente un templo evangélico. 

En las ciudades más grandes no falta la mezquita.

Fuimos viendo cientos de iglesias. Y el guía nos 

contó que, tras la muerte del dictador Nicolae Ceauces-

cu, en Rumanía ha habido una enorme proliferación de 

nuevas iglesias. Nos habló de que se habían llegado a 

inaugurar tres al día. Es posible, pero eso no nos da la 

dimensión real de la construcción. Tessa Dunlop, de la 

BBC

1

,

 

nos decía en 2013 que se construía una iglesia 

cada tres días. Ese el motivo de que viéramos cientos 

de iglesias viajando por las carreteras rumanas.

Me sorprende que tras la caída del comunismo, que 

se suponía ateo, surjan con enorme fuerza movimien-

tos religiosos de todo tipo. Esa misma sensación me 

dio hace unos meses cuando visité Polonia, aunque allí 

no había tanta variedad; allí el catolicismo era clara-

mente el dominante. 

Me dan miedo los resurgimientos religiosos que, 

muchas veces, tienen un cierto toque fanático. La his-

toria de Europa y del mundo está llena de guerras re-

ligiosas: las cruzadas contra todo aquel que no fuera 

cristiano, las «guerras santas» contra los no musulma-

nes, los católicos contra los protestantes y viceversa…

Un aspecto positivo de lo que pasa en Rumanía es 

que aparecen iglesias de muchas confesiones a la vez. 

Ello parece indicar que hay una cierta tolerancia y que 

han aprendido a vivir unos con otros. Pero no estoy 

muy seguro de ello. Eso no se aprecia en un viaje tu-

rístico. Ojalá sea cierto.

Mi ateísmo racionalista ve con preocupación el cre-

cimiento de las creencias irracionales que dan priori-

dad a la fe sobre las pruebas. Para alguien que cree por 

fe, ninguna prueba le hará cambiar de idea. Es terrible, 

pero es así. ¿Qué podemos hacer frente a los que creen 

que un viejo libro anticuado y con ideas retrógradas 

fue escrito por Dios?

1-  Dunlop, Tessa. http://www.bbc.com/mundo/

noticias/2013/08/130807_economia_iglesias_rumania_nc

D

e oca a oca

                                     

Félix Ares

Sorprendente 

Rumanía

 

(Romania)

Monasterio de Putna, en Bucovina, Rumanía. (Foto: Félix Ares)