el esc
é
ptico
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primavera-verano 2018
C
on frecuencia, las pseudoterapias se presentan
como una alternativa ética a la medicina cien-
tífica, a la que acusan de no ser más que un
oscuro negocio controlado por la «malvada industria
farmacéutica» o farmafia, que dicen algunos. Así, a
aquellos que defendemos una medicina de base cien-
tífica frente a la proliferación de pseudoterapias se nos
ha acusado de apoyar a esas grandes empresas, cuan-
do no directamente de estar pagados por ellas.
Pero no es así: exigir pruebas a lo que se afirma no
implica en absoluto el ser complaciente con las prác-
ticas poco éticas (o quizá incluso ilegales) de nadie.
Quizá por ello, nos planteábamos desde hacía tiem-
po realizar en la revista un dossier crítico con todo
lo oscuro que envuelve la industria farmacéutica, y
es lo que presentamos aquí. Tratamos de involucrar
a distintos expertos, de los cuales contamos con va-
rios y muy buenos en arp-sapc. Todos ellos acepta-
ron de buena gana, y suministraron unos textos que,
por su cantidad, extensión e interés, desbordaron lo
que es un número usual de El Escéptico. Tanto, que
hemos tenido que dividir este dossier en dos partes:
presentamos aquí la primera, y el siguiente número
recogerá la segunda, que tratará otros importantes as-
pectos como son los psicofármacos o en qué consisten
y cómo funcionan los mecanismos de las patentes en
farmacología.
Ya con la recepción de los primeros borradores
empezamos a darnos cuenta de que algo fallaba res-
pecto a lo planteado inicialmente: había críticas a la
industria, sí, pero no parecían tajantes. No había unos
buenos y unos malos, no se podía calificar las cosas
de blanco o negro. Empezando, como nos dice Carlos
Soler, por que no hay grandes conspiraciones secre-
tas de la industria, sino una serie de problemas muy
variados, nada específicos, y asociados a nuestro con-
texto socioeconómico: conflictos de intereses, grupos
de presión, sesgos en los ensayos clínicos (a lo que
se dedica el artículo de Carlos López Borgoñoz), vín-
culos financieros entre asociaciones de pacientes y la
industria… valga aquí recordar, por cierto, que arp-
sapc se financia exclusivamente de las cuotas de sus
socios y suscriptores.
Como resultado tenemos, y así nos lo muestra Suso
Fernández, unos medicamentos que son muy útiles,
otros que no lo son tanto y otros que directamente no
deberían llamarse así; nos referimos a los homeopáti-
cos, de plena actualidad ante la tentativa del Ministe-
rio de Sanidad español de regularizarlos. Respecto a
esto último, nada mejor que estar atentos al blog La
lista de la vergüenza, de Fernando Frías, para estar
bien informados de en qué consiste y qué supondría
dicha regularización, o de si es tan inevitable como
nos cuentan.
También tratamos el asunto tan de moda acerca de
los medicamentos como supuesta tercera causa de
muerte en ee.uu. El texto de J.M. Gómez es bastante
claro, aunque quizá no fuera tan necesario centrarse
en analizar y criticar un estudio defectuoso en el que
se afirmaba tal cosa ante algo evidente: daría igual
que los medicamentos fueran incluso la primera causa
de muerte; comparemos cuáles eran la esperanza de
vida o las causas más habituales de muerte antes de la
llegada de los medicamentos para tener bastante claro
que, a pesar de todos los efectos negativos que pudie-
ran tener, compensan de largo lo que ocurriría en caso
de no disponer de ellos.
Un número muy interesante acompañado con nues-
tras secciones habituales, un paseo por el escepticis-
mo chileno y una nueva entrega filatélica, esta vez de-
dicada a Isaac Asimov. Y por último, debemos aclarar
que, por supuesto, ya sabemos que evidencia en es-
pañol no significa siempre lo mismo que evidence en
inglés, pero su uso en el sentido de ‘prueba’ o ‘argu-
mento’ está ya tan extendido que no nos atrevemos a
corregir los textos, y suponemos que tarde o temprano
la rae también se hará cargo de este nuevo significa-
do, ya aceptado para el mundo jurídico.
E
ditorial
Juan A. Rodríguez