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L
a patética historia del doctor Ricardo Soto de-
muestra cuán necesario es un movimiento es-
céptico activo. El relato es breve, pero no por
ello menos preocupante: este médico cirujano de la
Universidad de Chile, una de las más prestigiosas del
país, tenía un espacio en el programa matutino «Bien-
venidos» de Canal 13. En él, a lo largo del año 2017
cometió toda clase de tropelías y atentados contra
la salud pública, como acusar a los padres de niños
enfermos de cáncer de ser los responsables de la en-
fermedad de sus hijos, asegurar que las mujeres con
cáncer de mama contrajeron la enfermedad por vivir
una «vida llena de odio» y recomendar como remedio
el MMS (Miracle Mineral Solution), un producto quí-
mico altamente tóxico que es vendido en varios países
como curalotodo y cuyo consumo como medicamen-
to está prohibido en Chile por el Instituto de Salud Pú-
blica (ISP).
La no menos recurrente presencia de personajes
como el Dr. File, un individuo que difunde toda clase
de conspiraciones por televisión; o la de Aroldo Ma-
ciel, un brasileño con supuestos estudios en lingüística
que se dedica a predecir terremotos, harían necesaria
la existencia de un movimiento escéptico potente. Sin
embargo, la charlatanería campea y rara vez obtiene
las respuestas que se hacen necesarias. Y eso tiene que
ver con la renuencia de la comunidad científica a in-
miscuirse en estos asuntos, pero también con la deses-
peración con la que se busca obtener rating a costa de
cualquier estupidez. Y en esa lógica, la refutación y el
pensamiento racional no tienen cabida.
Digamos, sí, que a Maciel se lo ha confrontado
abiertamente en televisión y congresos de especia-
listas, porque llegó a hablar de terremotos a un país
donde hay sismos todos los días. Sin embargo, eso
no ha evitado que este pseudoexperto siga contando
con vitrina en la prensa. ¿Sería más difícil para este
tipo de personajes el trabajo si encontrara a su paso
las barreras de un movimiento escéptico fuerte? Sin
ninguna duda. El problema es que la misma historia
del escepticismo en Chile muestra que se trata de es-
fuerzos más bien aislados y que no consiguen generar
redes ni siquiera a nivel nacional. No hablemos, pues,
de contactos a nivel internacional.
A fines de la década del 90 existía en Chile apenas
uno que otro grupo universitario que buscaba coordi-
nar los esfuerzos en la lucha contra las pseudociencias.
Recién en el año 2000 hubo una voz fuerte que, con
el tiempo, logró aglutinar en su entorno a un pequeño
grupo de personas dispuestas a trabajar fuerte por la
difusión científica y el combate contra las pseudocien-
cias. Se trata de la revista La Nave de los Locos, que
si bien se centró en el campo de la ufología, amplió su
mirada a lo largo de sus siete años de existencia y fue
citada de forma recurrente en medios a la hora de dar
una mirada sensata en este tipo de temas.
Gracias a La Nave de los Locos fue posible generar
contactos internacionales, que permitieron la partici-
pación de Chile en proyectos como la revista Pensar,
publicada por el CSICOP (hoy CSI) para su público
hispanoparlante. Asimismo, algunos de sus miem-
bros (Sergio Sánchez, Marcos González y quien es-
Escepticismo en Chile:
todo por hacer
Diego Zúñiga C.*
Periodista
No falta el entusiasmo, pero sí muchas veces los medios. La desaparición de la revista La Nave de los
Locos dejó un vacío que no ha podido ser llenado. Sin embargo, el surgimiento de iniciativas como
Etilmercurio invitan a la esperanza
R
ed Escéptica Internacional
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cribe, por ejemplo) participaron en conferencias, tanto
en Chile como en el extranjero, y lograron instalarse
como referentes para los medios. Su desaparición en
2006, sin embargo, dejó un vacío que no se ha podido
llenar hasta la actualidad.
En 2010 surgió la Asociación Escéptica de Chile
(AECH), quizás el esfuerzo más concreto por gene-
rar un grupo dedicado exclusivamente a la difusión
del pensamiento crítico. Por desgracia, y a pesar de su
denodado trabajo, sus podcasts y actividades de difu-
sión, numerosas y encomiables todas ellas, AECH no
ha logrado posicionar a un «rostro» que se convierta
en un interlocutor reconocible a nivel masivo. Actual-
mente AECH cuenta con una veintena de miembros
y realiza un fuerte trabajo de difusión a través de las
redes sociales.
Una sana bocanada de aire fresco fue la aparición,
en 2016, de Etilmercurio, un grupo de científicos e in-
teresados en la divulgación que, desde el sentido del
humor y el trabajo reflexivo dirigido a un público más
amplio, intenta desbaratar la hegemonía pseudocien-
tífica y han conseguido generar espacios. Se trata de
especialistas hablando de los temas que les gustan y
refutando la desinformación existente en torno a las
vacunas, el cáncer, la homeopatía y otros temas. Son
invitados a programas de radio, escriben columnas y
tienen una gracia que es sumamente necesaria a la hora
de llegar más allá del cerrado círculo en el que sole-
mos movernos los escépticos.
La gran tragedia del escepticismo chileno es su des-
organización: no se edita una revista, no hay espíritu
de conexión internacional e incluso ha recurrido en los
últimos años al efectismo visual, con puestas en esce-
na discutibles, en un intento vano por ganar atención
mediática. Etilmercurio, al menos, se aleja de esa lí-
nea, demostrando que se puede hacer refutación seria
sin pecar de aburridos y, por supuesto, sin caer en la
ofensa gratuita ni en el monotema del «charlatán» o
del «chanta», calificativos que no hacen sino alejarnos
más del público al que, en teoría, pretendemos llegar
con nuestro mensaje.
La gran ventaja de la situación actual del escepti-
cismo chileno es que está todo por hacer y eso, más
que una deprimente constatación de la realidad, es una
firme invitación a mirar todo lo que podemos alcanzar.
Notas:
AECH en Internet: www.aech.cl
AECH en Twitter: @a_esceptica
AECH en Facebook: www.facebook.com/escepticos
Etilmercurio en Internet: www.etilmercurio.com
Etilmercurio en Twitter: @etilmercurio
Etilmercurio en Facebook: www.facebook.com/etilmercurio
*Diego Zúñiga C. es periodista (Universidad de Chile)
y editó la revista escéptica La Nave de los Locos. Fue el
representante en Chile de Pensar y ha escrito para Skeptical
News, El Escéptico, Magonia y otras publicaciones. Es au-
tor, además, del libro Noticias de Marte, sobre el rol de la
prensa en la difusión de la creencia en los ovnis. Actualmen-
te se desempeña profesionalmente en Deutsche Welle (Ale-
mania).
Asociación Escéptica de Chile (Foto: Carlos F.G., www.aech.cl)