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C

uando acudimos a un sanitario por un proble-

ma de salud, la primera herramienta que sue-

le utilizar para paliarlo es un medicamento. Y 

aunque pensemos que todos los medicamentos, por el 

hecho de prescribirlos o recomendarlos un profesio-

nal con amplios estudios, son eficaces y seguros, no 

siempre es así.

Nos podemos encontrar medicamentos muy útiles 

que tienen eficacia, seguridad y costes muy adecua-

dos. Afortunadamente, son los más utilizados. Otros 

hay que no reúnen estas condiciones, pero aun así se 

utilizan por profesionales que no están bien (in)for-

mados. Y los peores son los falsos medicamentos que, 

como la homeopatía, se cuelan en la sanidad a través 

de las mentes poco críticas de algunos de sus profe-

sionales.

Afortunadamente los homeopáticos no suponen ni 

un 0,3%

1

 de los vendidos en farmacia. No trataremos 

aquí las falsificaciones, tan comunes ahora en el ám-

bito de Internet.

Seguridad y eficacia de los medicamentos

Hay que pensar que la farmacología moderna no 

se inicia hasta 1960, con la llamada «catástrofe de la 

talidomida»

2

. Hasta entonces no se exigía a los medi-

camentos una demostración de su seguridad en emba-

razadas (madre y feto), y en muchos países causaron 

daños irreparables a miles de recién nacidos, salvo la 

honrosa excepción de Estados Unidos, donde gracias 

a la Dra. Frances Oldham, de la fda, se prohibió su 

comercialización.

En los siguientes veinte años irán apareciendo fár-

macos de gran utilidad en muchas áreas: antibióticos, 

analgésicos, para el sistema circulatorio o el corazón, 

contra el rechazo en trasplantes… 

Al final de la década de los ochenta del siglo pasado 

comienzan a aparecer fármacos muy eficaces frente a 

patologías crónicas y agudas, hasta esos momentos 

de mal pronóstico y tratamientos poco eficaces o con 

muchos problemas: hipertensión, dislipemias (con-

centración anormal de colesterol y triglicéridos en 

el organismo), diabetes, asma, úlcera gástrica y duo-

denal, analgesia, párkinson, anestesia… La industria 

farmacéutica vive una «edad de oro» que la dota de 

medios económicos para seguir obteniendo fármacos 

eficaces en un mundo casi feliz (al menos el primer 

mundo), que demanda calidad de vida y longevidad.

Excelentes fármacos como el captoprilo, la cime-

tidina, la metformina, el budesónido, la lovastatina, 

el propofol, el piroxicam, etc., llegaron a un mercado 

casi desierto y, con su gran eficacia y bajo perfil de 

efectos secundarios, consiguieron que sus fabricantes 

obtuvieran  beneficios  inmensos. Además,  se  encon-

traron las arcas de la sanidad pública llenas en países 

donde el erario público las financia, o donde los bol-

sillos de ciudadanos ricos, como los estadounidenses, 

están dispuestos a pagarlos. Tampoco había un con-

trol exhaustivo sobre las actividades comerciales de 

los laboratorios ni sobre los estudios clínicos. Hasta 

hace poco era frecuente esconder los desfavorables y 

alardear de los que arrojaban buenos resultados. Las 

revistas médicas de alto impacto eran el escaparate de 

Medicamentos 

útiles

,

medicamentos 

para evitar

falsos

 medicamentos

Suso Fernández Pérez

Licenciado en Farmacia. Máster en Periodismo Científico

Breve historia y actualidad de la farmacología moderna

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estos últimos y su principal fuente de ingresos.

De estos «cabezas de serie» fueron surgiendo deri-

vados con pequeñas modificaciones en sus estructuras 

químicas que, en ocasiones, mejoraban aspectos como 

la eficacia, los efectos secundarios, las interacciones, 

la comodidad de las tomas… y generalmente, eran di-

ferentes compañías a las primeras las que lo obtenían. 

No por ello bajaban el precio, sino que casi siempre 

conseguían uno superior. A estos medicamentos se los 

ha llamado me too (yo también), y algunos han pre-

valecido sobre los originales: ranitidina sobre cimeti-

dina, enalaprilo sobre captoprilo, atorvastatina sobre 

lovastatina…. El coste de la investigación era muy in-

ferior, al aprovecharse de lo ya hecho por las iniciales, 

y los beneficios eran notablemente superiores.

Es aquí cuando los laboratorios tienen que realizar 

estudios comparativos para demostrar esas ventajas y 

así conseguir la prescripción del médico y la financia-

ción pública. Al menos, en teoría.

No olvidemos que las empresas farmacéuticas no 

tienen como misión salvar vidas, sino dar el mayor 

beneficio a sus accionistas y directivos. Al igual que 

en otros sectores como la banca y el automóvil, el de 

los medicamentos no ha escapado de la codicia y ha 

sobrepasado la ley comprando voluntades de pres-

criptores y falseando o malempleando estudios clí-

nicos. La primera década de este siglo está llena de 

noticias de sanciones a compañías farmacéuticas por 

estas prácticas

3

.

Pero, ¿quién se atreve a quitar la música en esta 

fiesta cuando todos están bailando y pasándolo bien? 

Porque hay que pensar que el medicamento no lo paga 

el que lo prescribe y, en países como España, frecuen-

temente tampoco lo paga el que lo va a tomar. Con 

presupuestos de marketing que superan a los de inves-

tigación, la maquinaria de los laboratorios se vuelca 

en los prescriptores para, antes de que la patente cadu-

que (tienen unos diez años desde la comercialización), 

obtener todos los tratamientos posibles y mejorar sus 

cuentas de beneficios.

Ya en 1972, el epidemiólogo británico Archie Co-

chrane empezó a comparar estudios sobre actuacio-

nes farmacológicas. El más famoso, y cuyo resultado 

gráfico es el logotipo de la Colaboración Cochrane

4

 

(organización sin ánimo de lucro que investiga para 

ayudar en la toma de decisiones sobre terapéutica mé-

dica), mostraba que una práctica poco común de ad-

ministrar un corticosteroide en partos donde había su-

frimiento fetal salvaba un 40% la vida de niños recién 

nacidos. No fue hasta 1989 cuando se implantó en las 

guías de los obstetras; mientras, miles de niños murie-

ron o sufrieron graves lesiones, a pesar de disponerse 

de una herramienta tan accesible para evitarlo.

Luego podemos señalar la década de 1990 como 

el comienzo de la medicina basada en las pruebas (la 

palabra evidencia, mala traducción del inglés, no tie-

ne el mismo significado). Y es desde entonces cuando 

muchos fármacos son analizados por organismos pú-

blicos, privados sin ánimo de lucro y empresas, con la 

intención de que los sanitarios dispongan de la mejor 

 

www.cochrane.org

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herramienta farmacológica para con sus pacientes. 

Empiezan a publicarse guías de práctica clínica 

guías de consenso de tratamiento de enfermedades

en las que se recogen los mejores medicamentos para 

cada forma que puede presentar una enfermedad.

Veamos  el  caso  del  piroxicam.  Este  antiinflama-

torio fue lanzado al mercado en 1980 como un gran 

avance frente a lo existente (aspirina, indometacina), 

por su potencia y posología, pues puede tomarse solo 

una vez al día, frente a las tres o cuatro de otros. Du-

rante 25 años fue el medicamento más prescrito de su 

grupo, y se utilizaba con profusión.

La aparición a principios de este siglo de los nue-

vos  antiinflamatorios  (llamados  inhibidores de la 

COX2, otro chasco farmacológico

5

) hizo que se pusie-

ra la lupa en clásicos como el piroxicam. Y en 2007, la 

Agencia Europea del Medicamento decide que es un 

fármaco peligroso que causa graves perjuicios a los 

pacientes. De usarse en todos los pacientes y prescri-

birse por todos los médicos, queda reducido a un uso 

hospitalario, por determinados especialistas y muy li-

mitadamente. ¿Cuántos pacientes habrán sufrido sus 

graves efectos secundarios, entre los que se incluye 

la muerte?

Que un medicamento se use profusamente no im-

plica que sea eficaz o seguro; pero de eso nunca se ha 

ocupado la industria farmacéutica que los descubre y 

vende. Usando un símil periodístico: que un buen me-

taanálisis no te estropee un mal medicamento.

Otro caso claro lo constituyen los llamados mucolí-

ticos: medicamentos indicados cuando hay exceso de 

mucosidad en las vías respiratorias, ya sea de forma 

aguda (bronquitis, resfriado) o crónica (enfisema pul-

monar). La acetilcisteína y la bromhexina se siguen 

utilizando con profusión en procesos respiratorios 

donde hay acumulación o sobreproducción de moco. 

Apenas hay estudios que demuestren su eficacia, y sin 

embargo ambos se vienen usando desde 1965. Aun 

así, el paciente suele referir una mejoría, y lo deman-

da con frecuencia. La publicidad ayuda notablemente 

también a esa percepción.

Para facilitar toda esta información al personal sa-

nitario, existen instituciones públicas y privadas que 

recopilan y trabajan para que el profesional pueda 

tomar la mejor decisión para el paciente, utilizando 

toda la información disponible en el momento sobre 

el medicamento o la patología.

Son de destacar la francesa Prescrire

6

, impecable, 

extensa, intensa y, sobre todo, independiente. Su co-

mité editorial no acepta ninguna influencia que no sea 

la científica. Anualmente publica su lista de «medi-

camentos para evitar». La canadiense Therapeutics 

Initiative también publica su lista Drugs to avoid

7

, de 

la que recogemos un fragmento en el cuadro adjunto.

En ella aparecen medicamentos de hace más de tres 

décadas, durante las que han proporcionado pingües 

beneficios  a  sus  comercializadores,  junto  con  otros 

que apenas llevan ocho años comercializados, con in-

formación de su indicación, el motivo por el que no 

se recomienda el uso y la alternativa. Porque se puede 

recomendar evitar un medicamento principalmente 

por estas causas:

● El riesgo es muy superior al beneficio que aporta.

● Su eficacia es muy baja (incluso no superior al pla-

cebo) y hay alternativas más eficaces.

● Sus efectos adversos son muy graves.

● Son muy nuevos, y desconocemos aspectos impor-

tantes sobre su seguridad.

● El coste es superior a otros de eficacia y perfil de 

seguridad similares.

Si miramos el comentado cuadro, encontramos un 

medicamento que se usó muchísimo a finales del si-

glo xx para tratar los niveles altos de colesterol y tri-

glicéridos en sangre: el bezafibrato. Superado por las 

llamadas estatinas, lo importante es que ha demos-

trado bajar el colesterol en sangre pero no reducir los 

eventos cardiovasculares, que es el objetivo último 

de dicha bajada de niveles. Un claro ejemplo de me-

dicina basada en las pruebas; de nada sirve mejorar 

un parámetro analítico si no aumenta la superviven-

cia de los pacientes tratados, que es la finalidad de 

dicho tratamiento.

En España destaca la labor de la Sociedad Espa-

ñola de Optimización de Farmacoterapia (sedof) 

8

La primera década de este siglo está llena de noticias de 

sanciones a compañías farmacéuticas por malas prácticas.

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prolija en talleres y actividades para profesionales 

sanitarios. También las consejerías de sanidad de las 

Comunidades Autónomas suelen editar sus propios 

boletines. r a m es el que edita la Comunidad de Ma-

drid, con especial hincapié en las reacciones adver-

sas a medicamentos; de aquí recibe su nombre

9

.

Una excelente página española es la del farmacéu-

tico granadino Carlos Fernández Oropesa, que en su 

blog El Rincón de Sísifo

10

 no deja de sorprendernos 

con su mordaz, actual y amplia visión de la terapéu-

tica farmacológica. Miles de suscriptores esperamos 

sus últimas entradas para empaparnos de buena cien-

cia.

Cada vez más, grupos de sanitarios compuestos por 

médicos y farmacéuticos trabajan para crear estrate-

gias que permitan al profesional encontrar la aguja 

de la terapia farmacológica eficaz entre la paja de la 

información sesgada de las compañías farmacéuticas. 

Prescripción prudente es uno de ellos, y lo hace con 

documentos tan útiles como el póster adjunto.

Inmunoterapia: una terapia controvertida

Otro caso claro de tratamientos médicos de efica-

cia dudosa es la hiposensiblización (o desensibiliza-

ción) con alérgenos, más conocida como las «vacu-

nas antialérgicas»; aunque no tienen la categoría de 

medicamentos sino de productos sanitarios, se usan 

con profusión en enfermos alérgicos en España. Es-

tos preparados son prescritos casi exclusivamente 

por especialistas en alergia en nuestro país (y en otros 

como Estados Unidos y Francia); pero curiosamente, 

en otros están prohibidos (en Reino Unido, solo se 

permiten los de vacunas contra himenópteros —avis-

pas y abejas—, vacunas que sí funcionan). Es raro 

el paciente que pasa por un servicio de alergología o 

especialista en España y no salga, si el resultado de la 

alergia es positivo, con una de estas «vacunas». 

Son difíciles de administrar (la mayoría son inyec-

tados), requiere hacerse en un centro médico con so-

porte vital y personal entrenado por el alto riesgo de 

ataques de asma severo o choque anafiláctico, caros 

(entre 150 y 250 € cada pauta) y además, como pue-

de verse en revisiones Cochrane

11

, poco eficaces: hay 

que tratar a entre tres y cuatro pacientes para observar 

mejoría en uno. Si a los pacientes se les explicase 

esta simple estadística, seguro que muchos rechaza-

rían el tratamiento.

Homeopatía: el falso medicamento

Y dedico el final a lo que las autoridades sanitarias 

se empeñan en llamar medicamento, sin tener ningu-

na de sus propiedades y que supone una 

clara false-

dad: los preparados homeopáticos.

Nuestra Ley del Medicamento de 24 de julio de 

2016 define:

Medicamento de uso humano: Toda sustancia o 

combinación de sustancias que se presente como po-

seedora de propiedades para el tratamiento o pre-

vención de enfermedades en seres humanos o que 

pueda usarse en seres humanos o administrarse a 

seres humanos con el fin de restaurar, corregir o mo-

dificar las funciones fisiológicas ejerciendo una ac-

Fragmento de la lista «Drugs to avoid», de Therapeutics Initiative 

(www.ti.ubc.ca/2018/01/04/108-drugs-avoid/).

prescripcionprudente.wordpress.com

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ción farmacológica, inmunológica o metabólica, o de 

establecer un diagnóstico médico.

Aunque no se podía haber hecho más confusa, aquí 

no cabe ningún preparado homeopático porque, como 

muchos organismos, autoridades, universidades, aca-

demias, gobiernos afirman, carece de toda actividad 

terapéutica más allá del placebo.

Y mientras la Ley de Garantías y Uso Racional del 

Medicamento (Real Decreto 1/2015 de 24 de julio)

12

exige a los que lo son de verdad lo que se expresa 

en sus más de 90 páginas, los «medicamentos» ho-

meopáticos los despacha con cuatro párrafos en su 

Art. 50. Todo ello por imposición de la «locomotora» 

franco-alemana,  que  elabora  más  del  90%  de  estos 

preparados usados en todo el mundo a través de la 

directiva 2001/83-CE

13

, y que obliga a los estados 

miembros a regular esta falsa terapia y dotarla de la 

categoría de medicamento.

 Y de este breve artículo, destaco el último párrafo, 

que reza:

4. El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e 

Igualdad establecerá un código nacional que facilite 

su pronta identificación y, asimismo, exigirá que sus 

números o claves figuren en el envase, etiquetado y 

embalaje de los medicamentos homeopáticos con el 

mismo criterio que en los demás medicamentos.

A fecha de la redacción de este artículo, el Centro 

de Información del Medicamento del Ministerio de 

Sanidad no tiene 

ningún «medicamento» homeopá-

tico registrado. Nuestro compañero Fernando Frías, 

en su excelente blog La Lista de la Vergüenza

14

, se 

encarga de mantenernos al día al respecto.

Aun así, los fabricantes de esta falsa terapia colocan 

sus preparados en las farmacias españolas, dotándolos 

de mágicas indicaciones inventadas y no descubiertas 

por ningún estudio clínico, a pesar de la oposición de 

todas  las  sociedades  científicas  farmacéuticas  y  del 

último informe de la Real Academia de Farmacia

15

con el beneplácito de las autoridades sanitarias (Mi-

nisterio de Sanidad y Consejerías de Sanidad de las 

Comunidades Autónomas) y el apoyo incondicional 

de los Colegios de Farmacéuticos y su Consejo Gene-

ral que, en vez de sonrojarse y perseguir esta práctica, 

cobijan en sus colegios actividades y personas que de 

lo único que pueden alardear es de su ignorancia.

Algo está empezando a fraguarse en la sanidad es-

pañola para que se acabe con este engaño. Los Cole-

gios de Médicos y su Consejo General están recha-

zando frontalmente la práctica de la homeopatía por 

sus miembros, y han creado un observatorio de falsas 

terapias

16

 donde hasta los pacientes pueden denunciar 

estas prácticas.

Falta que las autoridades sanitarias, a quienes debe-

ría importarles poco lo que franceses y alemanes quie-

ran imponer acorde a sus intereses económicos, aca-

ben con la denominación de medicamento de algo que 

no lo es, y que estos preparados acaben en tiendas de 

brujería y esoterismo, al lado de productos similares.

Atentos.

Notas:

1- Datos IMS y facturación laboratorios homeopáticos 

en 2014

2- https://es.wikipedia.org/wiki/Talidomida

3- https://cincodias.elpais.com/cincodias/2012/07/02/

empresas/1341395940_850215.html  https://elpais.com/

diario/2009/09/03/economia/1251928806_850215.html

4- http://www.cochrane.org/

5- https://elrincondesisifo.org/2018/01/26/que-fue-de-

los-coxibs/

6- http://www.prescrire.org/Fr/Summary.aspx

7- http://www.ti.ubc.ca/2018/01/04/108-drugs-avoid/

8- http://www.sedof.es/

9- http://www.madrid.org/cs/Satellite?pagename=Portal

Salud%2FPage%2FPTSA_pintarContenidoFinal&languag

e=es&cid=1163519345420

10- https://elrincondesisifo.org/about/

11- http://www.cochrane.org/CD001186/AIRWAYS_aller-

gen-immunotherapy-for-the-treatment-of-chronic-asthma

12- https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-

A-2015-8343

13- http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/

PDF/?uri=CELEX:02001L0083-20121116&from=ES

14- http://listadelaverguenza.naukas.com/

15- http://www.ranf.com/images/pdf/academicos/articu-

los/Homeopatiacompleto.pdf

16- http://www.cgcom.es/observatorio_omc_pseudo-

ciencias_intrusismo

Falta que las autoridades sanitarias, a quienes debería im-

portarles poco lo que franceses y alemanes imponen, acaben 

con la denominación de 

medicamento de algo que no lo es.