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ras muchos años en los que desde distintas aso-
ciaciones dimos múltiples muestras de preocu-
pación por el auge de las pseudociencias y en
especial de las pseudoterapias, la Fundación Española
para la Ciencia y la Tecnología (
Fecyt)
publicó su En-
cuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecno-
logía de 2018
1
según la cual, por un lado, la ciudadanía
muestra su confianza en la medicina de base científi
-
ca y en nuestro Sistema Nacional de Salud; pero por
otro lado, existe cierta confusión respecto a qué tra-
tamientos tienen base científica y cuáles no. Así, una
parte considerable de la población española cree en la
eficacia por ejemplo de la acupuntura (32,8 %) o la
homeopatía (25,4 %), y un 19,6 % ha usado alguna
vez terapias alternativas, sea como complemento o en
sustitución de un tratamiento médico efectivo.
El Gobierno de España ha entendido por fin que esto
supone un peligro real para la población, y ha decidido
tomar medidas al respecto. Ya en el editorial del pasa-
do número hablamos del plan en el que los Ministerios
de Sanidad y Ciencia están trabajando para combatir la
pseudociencia y sus efectos, y ahora, meses después,
podemos entrar a valorar su alcance. No obstante,
conviene hacer primero una breve descripción de los
aspectos más interesantes del mismo, para luego pre-
sentar nuestras impresiones al respecto, en forma de
un coloquio real que sostuvimos unos cuantos socios
durante la última asamblea general de ARP-SAPC, ce-
lebrada en Logroño el pasado mes de abril.
Un primer borrador del Plan se presentó en noviem-
bre de 2018, e incluía tres principios básicos:
1) La evaluación de las terapias alternativas, a la
luz del conocimiento científico existente.
2) La difusión de la información entre la ciudada-
nía, para que esta pueda elegir en libertad.
3) Que se haga cumplir la normativa existente y, en
su caso, la de nueva creación.
Respecto al primer punto, ya en 2011 el Ministerio
de Sanidad presentó el documento «Análisis de situa-
ción de las terapias naturales», primer paso para eva-
luar la base científica de 139 técnicas; y en 2012 se
creó la Red Española de Agencias de Evaluación de
Tecnologías Sanitarias y Prestaciones del Sistema Na-
cional de Salud (
Redets
), formada por las agencias de
evaluación de la Administración central y las Comuni-
dades Autónomas, con el objetivo de ayudar a la toma
de decisiones en el Sistema Nacional de Salud. Será
esta la que se encargue de evaluar la base científica
de las técnicas pendientes de evaluación, puesto que
de las mencionadas 139 técnicas, 73 no cuentan con
ensayos clínicos o revisiones sistemáticas publicadas,
de modo que han sido descartadas de antemano:
Análisis somatoemocional, análisis transaccional,
ángeles de Atlantis, armónicos, arolo tifar, ataraxia,
aura soma, biocibernética,
breema
, cirugía energética,
coaching
transformacional, constelaciones sistemá-
ticas, cristales de cuarzo, cromopuntura, cuencos de
cuarzo, cuencos tibetanos, diafreoterapia, diapasones,
digitopuntura, esencias marinas, espinología, fasciote-
rapia,
feng shui
, flores del alba, frutoterapia, gemotera
-
pia, geobiología, geocromoterapia, geoterapia, grafo-
terapia, hidroterapia del colon, hipnosis ericksoniana,
homeosynthesis, iridología, lama-fera, masaje baban-
di, masaje californiano, masaje en la energía de los
chacras
, masaje metamórfico, masaje tibetano, medi
-
cina antroposófica, medicina de los mapuches, medi
-
El
Plan
para la protección
de la salud frente a las
pseudoterapias
Un paso de gigante, que esperemos no tenga los pies de barro
.
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cina ortomolecular, metaloterapia, método de orienta-
ción corporal Kidoc, método Grinberg, numerología,
oligoterapia, orinoterapia, oxigenación biocatalítica,
piedras calientes, pirámide vastu, plasma marino,
posturología, pranoterapia, psicohomeopatía, psychic
healing, quinton, radioestesia, rebirthing, sincroniza-
ción core, sofronización, sotai, tantra, técnica fosfé-
nica, técnica metamórfica, técnica nimmo de masaje,
terapia bioenergética, terapia biomagnética, terapia de
renovación de memoria celular (cmrt), terapia floral de
California, terapia floral orquídeas, terapia regresiva.
Las 66 en evaluación, esto es, de las que existe algún
tipo de estudio científico sobre su eficacia (sea positivo
o negativo), son las siguientes: abrazoterapia, acupre-
sión, acupuntura, aromaterapia, arteterapia, auriculo-
terapia, ayurveda, biodanza, caballoterapia o hipotera-
pia,
Chi-Kung
o
Qi-Gong
, constelaciones familiares,
cromoterapia, crudivorismo, drenaje linfático manual,
enfermería naturista, fitoterapia, Gestalt, hidroterapia,
hipnosis natural, homeopatía, kinesiología, kundali-
ni yoga, linfodrenaje, luminoterapia, macrobiótica,
magnetoterapia, masaje ayurvédico, masaje estruc-
tural profundo, masaje tailandés, medicina naturista,
medicina natural china, meditación, moxibustión, mu-
sicoterapia, naturoterapia, osteopatía,
panchakarma
,
pilates, programación neurolingüística, psicoterapia
integrativa, quiromasaje, quiropraxia, reflexología o
reflexología podal o reflexoterapia,
reiki
, respiración
consciente integrativa, risoterapia, sanación espiritual
activa,
seitai
,
shiatsu
o
shiatsu
namikoshi
, sonoterapia,
tai chi
, técnica Alexander, técnicas de liberación emo-
cional, técnicas de relajación, terapia craneosacral, te-
rapia de polaridad, terapia floral de bach, terapia floral
de Bush, terapia herbal, terapia humoral, terapia nutri-
cional, vacuoterapia, visualización, yoga de polaridad,
yoga,
zero balancing
.
En lo relativo a la publicidad engañosa de las pseu-
doterapias, el Plan prevé modificar la legislación de
centros sanitarios (RD 1277/2003), la de publicidad
de productos de pretendida finalidad sanitaria (RD
1907/1996), la de plantas medicinales (Art. 51.2,
RDL 1/2015) y la de publicidad de medicamentos
que no tengan autorización de comercialización (RD
1416/1994).
En el caso de los centros sanitarios, se tratará de ga-
rantizar que todas las actividades sanitarias se realicen
por profesionales con la titulación adecuada y oficial
-
mente reconocida; y se eliminarán las pseudoterapias
de los mismos, sean estos públicos o privados, para lo
que aclarará qué técnicas pueden entrar en los tipos
U.101 (terapias no convencionales) y U.900 (otras uni-
dades asistenciales) del mencionado RD 1277/2003.
Por último, incidirán en los principios del conoci-
miento científico como base en la formación de los
profesionales sanitarios, en distintos ámbitos:
y
y
En el universitario, para no promover títulos pro-
pios u oficiales sobre pseudoterapias.
y
y
En la formación continua de profesionales del
Sistema Nacional de Salud.
y
y
No otorgando el reconocimiento de interés sani-
tario a actos que promuevan la utilización de pseudo-
terapias.
El primer texto de este Plan tuvo en cuenta las pro-
puestas que se hicieron desde distintas asociaciones
de promoción del pensamiento crítico y el conoci-
miento científico, que fueron Apetp
, Círculo Escép-
Los ministros de Sanidad (Mª Luisa Carcedo) y Ciencia (Pedro Duque), durante la presentación de la campaña #CoNprueba (foto: Juan A. Rodríguez)
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tico, Farmaciencia, RedUNE y ARP-Sociedad para el
Avance del Pensamiento Crítico. Dichas asociaciones
seguimos participando, junto con otros grupos inte-
resados (colegios profesionales sanitarios, sociedades
científicas, asociaciones de pacientes), aportando po
-
sibles mejoras a un texto aún abierto.
Entre las propuestas surgidas desde el movimiento
escéptico, podemos destacar la relativa a la necesidad
de incluir el tipo penal de la persuasión coercitiva, que
acabe con la sensación de impunidad ante el engaño
cuando una víctima de pseudoterapias denuncia. Cabe
destacar también la buena acogida por parte de las
sociedades científicas y los colegios profesionales, si
bien algunos de estos últimos, como el Consejo Ge-
neral de Psicología o algunos colegios de Farmacia,
manifiestan cierta tibieza —cuando no apoyo abier
-
to— ante algunas pseudoterapias, siempre que las
apliquen sus propios colegiados; mientras que en las
asociaciones de pacientes ha habido de todo: desde las
que aún muestran bastante confusión, a las que tienen
una clara postura en contra de las pseudociencias.
Esta es la situación del Plan a junio de 2019, cuyo
primer paso público ha sido la campaña #CoNprueba
de información general a la población sobre las pseu-
dociencias y de divulgación del pensamiento crítico.
Actualmente estamos pendientes de la formación de
un nuevo gobierno tras unas elecciones generales, por
lo que es difícil saber lo que nos deparará el futuro.
Juan A. Rodríguez
Coloquio
Fernando Frías (abogado), Inma León (periodista),
Emilio Molina (informático) y Juan A. Rodríguez (di
-
rector de
El Escéptico
).
IL:
Presentamos aquí una puesta en común de lo
que ha sido un paso de gigante, podríamos decir, en
la lucha contra la pseudociencia y la pseudomedicina
en España, plasmado en la campaña gubernamental
#CoNprueba. Vamos a hablar de cómo se ha llegado
hasta aquí, algo que durante muchos años nos parecía
casi imposible, que es que hubiera una conciencia en
la sociedad y entre los políticos de que existía este
problema; de repente nos hemos encontrado con que
ya nos creen y se han mentalizado. ¿Quieres empezar
tú, Fernando?
FF:
Creo que has dado con una de las claves fun-
damentales: efectivamente ha cambiado la percepción
en buena parte de la sociedad, de los medios de comu-
nicación, de médicos y profesionales de la sanidad…
Por primera vez se están dando cuenta de que efecti-
vamente tenemos un problema, que hay que afrontar-
lo y que necesitamos tomar medidas. Ahora el paso
de gigante, como dices, ha sido que esto haya calado
también en un proyecto político como es el del Plan
contra las Pseudociencias del Gobierno. Y al decir po-
lítico me refiero a que corre a cargo de políticos, no a
que sea de una determinada orientación política, por-
que esto debería ser, como se dice ahora, transversal;
debería ser algo que asumieran todos los partidos y,
afortunadamente, parece que empieza a ser así.
EM:
Por explicar un poco la cronología de cómo
hemos llegado hasta aquí, llevamos años clamando en
el desierto a base de repetir «cuidado con esta gente»;
hablo de charlatanes en sentido amplio, no solo de
pseudoterapias sino pseudociencias en general —te-
rraplanistas, antivacunas...—; en los últimos años es-
tamos viendo un auge sobre todo de la lucha contra las
pseudoterapias, más que nada porque a fuerza de po-
ner, por desgracia, muertos encima de la mesa, se ha
llegado a constatar que esto no es un asunto anecdó-
tico sino un problema sistemático de falta de control
absoluta del Gobierno y de las autoridades sanitarias
en general: de quién está ofertando como terapéuticas
qué cosas a la sociedad. A partir, como decía, de ca-
sos mediáticos que han evidenciado que no se trata de
una tontería que les pase a dos sino algo bastante más
serio, hemos comenzado a tratar con políticos de to-
dos los partidos para, por un lado, acercarles esta cir-
cunstancia: que se encuentran por doquier centros que
no tienen ningún tipo de regulación y están ofertando
abiertamente pseudoterapias; que hay médicos —
siempre decimos médicos, pero nos referimos a profe-
sionales sanitarios en general; de hecho, los médicos
son los que, entre comillas, mejor están comparados
con otras de sus áreas— que están faltando a su códi-
Se tratará de garantizar que todas las actividades sanita-
rias se realicen por profesionales con la titulación adecuada
y oficialmente reconocida; y se eliminarán las pseudotera-
pias de los centros sanitarios públicos y privados.
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go deontológico de manera flagrante, incluso salien
-
do en medios de comunicación exponiendo las más
grandes barbaridades sin que en sus colegios tenga el
menor tipo de repercusión. Y ya ni siquiera hablamos
de los intrusos, sin ningún tipo de formación ni nada,
que están ofertando todo tipo de barbaridades.
Esa idea ha ido calando, y en ese orden: primero,
un poco de conciencia mediática, cuando el periodis-
mo se ha hecho eco de casos. Lo cual ha espoleado,
por supuesto, al estamento político. Por ejemplo, en
el caso de Ciudadanos con Igea, médico y diputado,
quien en seguida vio que era un problema muy serio,
y fue además quien lo llevó al Parlamento. Después
cogió el testigo Carmen Montón en el PSOE de Valen-
cia, partido que acabó generalizando el asunto. Pero
todas las formaciones políticas han aportado algo, a
razón de lo que comentaba Fernando, porque no es
una cuestión de ideología. Víctimas hemos recibido
de todos los colores y de todos los tipos, desde el más
recalcitrante científico que tiene una pareja, un amigo
o un familiar que ha caído en las redes de un pseu-
doterapeuta, hasta el representante del otro extremo
ideológico, que ha acabado exactamente igual. Ahora
viene la incertidumbre de qué va a pasar con los nue-
vos gobiernos, pero aunque se desbaratara la situación
actual, ya hemos dado ese paso y al menos a nivel
político ya están enterados del problema.
IL:
Quizá ya no tenga marcha atrás.
EM:
De hecho, mis expectativas son que, quien-
quiera que retome el asunto, ponga aún más carne en
el asador, porque el plan tiene margen de mejora. Pero
eso habrá que verlo un poco más adelante.
IL:
Juan, ¿cómo resumirías lo que ha venido siendo
la labor de las asociaciones, entre ellas la nuestra?
JR:
Hasta ahora creo que ha sido una labor muy
de hormiguita, de pico y pala, de ir por un sitio y por
otro, sea en redes sociales, sea en las escasas oportu-
nidades que teníamos con políticos, con los colegios
profesionales... con los responsables de la gestión de
la salud pública, en sentido amplio. Luego, lo que de-
cía Emilio también: el dar a conocer casos concretos.
O en el caso por ejemplo de los profesionales sanita-
rios, que hasta ahora parecía que era un asunto que no
iba demasiado con ellos, el hacerles ver que no es ya
que hubiera gente que les estuviera comiendo el te-
rreno sin ningún tipo de titulación, sino que dentro de
sus mismos círculos, gremios, colegios profesionales,
como lo quieras llamar, había mucha gente practican-
do esas cosas.
IL:
Sí, que no es solo intrusismo, sino una cuestión
de salud pública.
JR:
Eso es. Que no era solamente que les afectara
a su profesión o a su bolsillo, sino una cuestión social.
IL:
Fernando, desde el punto de vista legal, ¿qué
habéis propuesto que se haga?
FF:
Nosotros, tanto desde esta asociación como
desde otras e incluso a nivel individual, llevamos mu-
cho tiempo pidiendo reformas legislativas, unas más
concretas y otras más abstractas —en el sentido de pe-
dir una reforma pero no de exponer los términos con-
cretos en que entendíamos que se debía hacer— pero,
en fin, era una inquietud que teníamos desde hacía
bastante tiempo. Aquí hemos coincidido con que en
la Comunidad Valenciana, durante el mandato de Car-
men Montón como consejera de Sanidad, ella misma
y su equipo quisieron poner en marcha una serie de
reformas. Así empezamos una convergencia, porque
teníamos las mismas ideas, pensábamos en hacer más
o menos lo mismo. Y se ha materializado luego en una
serie de proyectos que están tramitándose, no sé si los
veremos aprobados pronto o tendremos que esperar a
ver qué pasa con el nuevo gobierno.
En cualquier caso son modificaciones, sobre todo
de Reales Decretos, porque legislación hay; el proble-
ma fundamental es que alguna no es demasiado clara
y necesita un pequeño lavado, que es lo que se está
haciendo. Y por otra parte, faltaba también la voluntad
de ponerla en marcha. Entrando en detalle, podríamos
decir que hace falta una puesta al día de la normativa
sobre publicidad de productos sanitarios y de produc-
tos con pretendida finalidad sanitaria. Porque tene
-
mos, por ejemplo, un bonito decreto de 1996 —que
está prácticamente sin estrenar— sobre publicidad
de «productos milagro» y productos pretendidamen-
te sanitarios. Casi nunca se ha aplicado, pero es que
además estamos hablando de hace mucho tiempo, de
hace más de dos décadas, tras las cuales los conteni-
dos publicitarios e incluso los propios productos que
se ofrecen han cambiado mucho, y hay que ponerse
al día.
Hay que poner al día también la legislación sobre
centros y establecimientos y servicios sanitarios, que
es algo que ya estaba en marcha con anterioridad, pero
hemos incidido en la necesidad de evitar ambigüeda-
des, sobre todo. La norma establece claramente que
hace falta una titulación sanitaria, hace falta reunir una
serie de requisitos, pero no es tan clara a la hora de de-
cir que eso se aplique a todos los centros y a todos los
servicios que aspiren a tratar enfermos. No vale decir:
«no, como yo no soy un profesional sanitario, quedo
fuera de la ley y al margen de la normativa». No es
eso, y pretendemos que la norma lo deje bien claro.
Es algo que los tribunales ya saben, por ejemplo, pero
que no haga falta llegar hasta los tribunales.
JR:
Y por tu parte, Inma, desde el punto de vista de
los medios, ¿has visto, por lo menos en tu entorno, un
cambio de actitud respecto a estas cosas?
IL:
Sí, clarísimo. Lo hemos dicho aquí al principio.
Hasta hace relativamente poco, en los medios apa-
recía todo tipo de pseudociencias, dándoles además
un valor médico y una respetabilidad asombrosa. Por
ejemplo, la estevia como forma de combatir la diabe-
tes. O que se pusieran en duda las vacunas. Recuerdo,
hará un par de años, que en un telediario se dio voz a
una mujer de la Liga por la Libertad de Vacunación
que dijo tranquilamente que las vacunas podían pro-
ducir daño cerebral, eso se emitió y nadie lo cuestio-
nó. Para mí fue un
shock
que compañeros periodistas
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dieran esto. Y no te hablo solo de los telediarios, sino
de todos los medios. Ahora mismo hemos llegado a un
punto en que, como si hubiera habido un clic, la gente
tiene conciencia de que hay algo que se llama
pseu-
dociencia
, que es peligroso, que hay que combatirlo y
además desacreditarlo. Y eso es muy reciente.
EM:
Sin embargo, todavía está todo por hacer.
Ayer mismo creo que Antena 3 estaba sacando cosas
sobre
wififobia
y luego por la tarde hizo un combo
con no me acuerdo si era el glifosato o qué. Y segui-
mos con la equidistancia mágica en los debates. Al
menos la BBC ya se está planteando no llamar a un
negacionista o a una contraparte en temas en los que
ya no hay ningún tipo de discusión científica, porque
no tiene sentido.
Pero todavía está la casa por barrer en muchos as-
pectos. Un impulso muy fuerte por parte de la Orga-
nización Médica Colegial fue la creación de un obser-
vatorio donde, sin tapujos, se pusieran nombre y ape-
llidos a muchas de las propuestas pseudocientíficas.
Eso ha supuesto un avance, porque estamos repletos
de médicos, de enfermeros… Para poner al lector en
situación: hace nada el Colegio Oficial de Enfermería
de Barcelona lanzaba, con todo orgullo, la noticia de
que se habían cualificado como nivel 2 o nivel 3 de
Flores de Bach. O sea, en lugar de estar luchando con-
tra esto, todavía están en la tesitura no solo de apoyar-
lo sino de darle ese aval público.
Ahora estamos en el momento en que se está decla-
rando una guerra abierta. Son tiempos muy interesan-
tes. La gente está empezando a tener conciencia. Eso
significa que, a la vez, hay muchos que están empe
-
zando a ver peligrar sus negocios, y tenemos constan-
cia de que las ventas y los ingresos de empresas tan
grandes como Boiron y, sobre todo, de muchas de las
más pequeñas, se están viendo gravemente disminui-
dos; y no van a dejarlo pasar, no van a vender su piel
precisamente barata.
IL:
De ahí que estén con esa ofensiva en los tribu-
nales.
EM:
Como suelo decir, ahora mismo estamos vi-
viendo el episodio de
El Imperio contraataca
.
FF:
Sí, es cierto, pero de todos modos soy bastante
optimista, no solo por el cambio que hemos visto sino
porque incluso esos aspectos que decía Emilio, que
haya todavía colegios que defiendan este tipo de co
-
sas —los farmacéuticos sobre todo, que parece que no
tienen remedio—, que programen todavía sus cursos
con el discurso inaugural a cargo de los homeópatas…
ese tipo de cosas siguen estando ahí pero cada vez son
más minoritarias y más criticadas. Antes, aparte de
que la inmensa mayoría de los colegios hacían la vista
gorda o no se metían, los que programaban cursos de
ese tipo no recibían la más mínima crítica por parte
de sus colegas. Ahora es todo lo contrario: ahora es la
mayoría de la profesión médica la que está tomando
conciencia de que ahí hay un problema, de que algu-
nos de sus colegas son parte de ese problema y están
intentando ponerle freno. De la profesión médica y de
otras profesiones sanitarias.
IL:
Estábamos hablando de políticos, de profesio-
nales sanitarios, hemos hablado de periodistas… Pero
Juan, ¿crees que la sociedad, la gente, ha cambiado
también de mentalidad y ya empieza a ser un poquito
más consciente y a tener un poco de espíritu crítico?
JR:
Sí, claro, porque hasta ahora con este tema de
«terapias no-sé-qué» estaban por un lado los que pen-
saban que eso era algo residual, de los curanderos que
se habían quedado en ambientes rurales y, por otro,
quienes tenían estas cosas asumidas como algo ple-
namente válido. Ahora se está tomando conciencia de
que muchas de esas prácticas son muy cuestionables.
Hemos hablado de la sociedad civil, del cuarto po-
der que es la prensa, del poder político, pero otra de las
patas que tiene que funcionar aquí y que entiendo que
todavía no se ha hecho muy a la idea de este proble-
ma es el poder judicial. Hasta ahora, tradicionalmente,
cuando llegaba un caso de este tipo a los tribunales,
solían despacharlo diciendo que si una persona había
optado libremente y en plenitud de sus facultades por
terapias alternativas, pues que no viniera aquí a los
juzgados a pedirnos que le defendiéramos de nada,
que ya era mayorcito, lo cual desde nuestro punto de
vista es un error y una falta absoluta de perspectiva de
la realidad.
Sin embargo ahora no sé yo si, por un lado, que ellos
En los últimos años estamos viendo un auge de la lucha
contra las pseudoterapias porque, a fuerza de poner muer-
tos encima de la mesa, se ha llegado a constatar que no es
un asunto anecdótico sino un problema sistemático.
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también tomaran conciencia sería bueno para que de
verdad vieran que esto es un problema y que hay una
serie de gente que está engañando a personas en situa-
ciones especialmente vulnerables pero, por otro lado,
puede volverse en sentido contrario precisamente por
eso: al haber ya tanta información, al ser un tema tan
del día a día que lo tienes en la prensa y demás, puede
que los jueces incidan en eso y digan: «pero si todo el
mundo sabe que el que te ofrezcan curarte una enfer-
medad bebiendo zumos de fruta es un engaño, ¿cómo
puede usted alegar que le han estafado?».
IL:
La cuestión judicial también tiene otra vertien-
te, y es que los jueces empiezan a dictar sentencias,
por ejemplo, sobre si el glifosato produce cáncer, so-
bre si una persona tiene una enfermedad como la sen-
sibilidad química múltiple que la incapacita… Y en
general la sociedad piensa que, una vez que un juez
ha sentenciado algo, eso tiene valor científico, ¿no,
Fernando?
FF:
Bueno, sí y no. La verdad es que las decisiones
judiciales tienen su prestigio, evidentemente, porque
es un sistema de toma de decisiones muy regulado,
un sistema en el cual una persona preparada para ello,
como es un juez, valora una serie de pruebas que le
ponen delante.
Pero hay que tener en cuenta también que muchas
veces no comprendemos el alcance que pueden tener
determinadas decisiones judiciales a la hora de con-
siderar algo como probado. Tú has puesto el ejemplo
del glifosato. También podemos poner otro más cer-
cano como el reconocimiento de la incapacidad, por
ejemplo, por la famosa electrosensibilidad. Realmente
eso no quiere decir que el juez diga que es cierto que
una persona capta la radiación electromagnética y se
pone enferma por ello. No, lo que está diciendo es que
hay una persona que tiene una enfermedad caracteri-
zada por que piensa que la radiación le produce esos
síntomas. Sea eso cierto o no, esa enfermedad es lo
suficientemente grave como para ser incapacitante y
hay que concederle la baja. Otra cosa es que la causa
en realidad sea el simple miedo, y a la hora de difundir
las noticias sobre electrosensibilidad estamos contri-
buyendo a reforzar ese miedo y a empeorar el estado
de los enfermos. Pero hay que entender que el juez no
ha dicho que eso exista; ha dicho que ese señor está
enfermo, simplemente.
IL:
Y de nuevo, a veces somos los periodistas los
que lo explicamos mal. Bueno, esperemos tener bue-
nas noticias pronto y veamos que esta ofensiva polí-
tica y social contra las pseudociencias da sus frutos.
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