background image

el esc

é

ptico

38

Verano 2019

D

ossier

L

as patentes de medicinas no dejan de ser un 

caso particular de las «patentes». Sabemos 

que en este momento hay conflictos con ellas, 

al igual que con las de 

software

. Pero las patentes de 

software 

no interesan para el propósito de este trabajo. 

Así que las voy a dejar de lado, lo mismo que la enor-

me maraña de patentes de telefonía móvil que hacen 

tremendamente difícil que surja un nuevo competidor 

en lo que es casi un oligopolio de hecho.

Todos hemos oído alguna historia en la que se nos 

dice —y es cierto— que muchas personas están mu-

riendo de enfermedades que tienen cura porque no 

tienen dinero para pagarlas. Un caso ejemplarizante 

es el 

Sovaldi 

(sofosbuvir), una medicina contra la he-

patitis C que funciona muy bien, pero a la que tienen 

acceso muy pocas personas por el astronómico precio 

impuesto por la empresa propietaria de la patente: 

Gi-

lead

. Esa imagen es tremendamente emotiva y mu-

chas veces nos hace pensar en lo terriblemente malas 

que son las multinacionales farmacéuticas.  Además, 

las 

ong

 Médicos Sin Fronteras, Médicos del Mundo 

y otras han iniciado una campaña para que la Unión 

Europea rechace tal patente

1

. Las razones que expo-

nen creo que son de peso. Aliénor Devalière, Asesor 

de política de la 

ue

 para la Campaña de Acceso de 

msf

, nos lo explica: «Las patentes sobre algunos de 

estos medicamentos pueden (y deben) ser impugna-

das; 

la ciencia detrás de 

sofosbuvir

 no es nueva

2

». 

Si la ciencia no es nueva, parece un fallo de la Oficina 

de Patentes haberla admitido. Pero no voy a ir más 

allá, entre otras cosas porque no tengo ni información 

ni conocimientos suficientes y porque creo que no es 

relevante para mis razonamientos. Me caben pocas 

dudas de que el producto que vende 

Gilead 

tiene un 

precio muy alto; sin embargo, a veces los que protes-

tan de los altos precios hacen cálculos muy simplistas 

de lo que «realmente» cuesta el producir el fármaco; 

y al ver la abismal diferencia entre el costo de produc-

ción y el de venta, llaman poco menos que «diablos» 

a las farmacéuticas.

Ante esta realidad hay dos posturas claramente en-

frentadas: por un lado están los que ven que las far-

macéuticas al mantener unos precios tan altos están 

matando a miles o millones de personas, y por otro 

están las farmacéuticas que nos vienen a decir que 

esos precios se deben a que los costos de investiga-

ción son muy altos y que la mayoría de los proyec-

tos salen mal: la medicina que triunfa tiene un precio 

alto porque hay que pagar la investigación tanto de 

las medicinas que triunfan como de las que fracasan. 

Ni que decir tiene que cada una de las posturas tiene 

una parte de razón. Como es habitual, en el mundo no 

hay blancos y negros sino muchos matices de gris y, a 

veces, un destello de color.

Me gustaría que reflexionásemos un momento so

-

bre el origen de las patentes, para qué eran, a quién 

protegían. Muchas de las personas con las que he ha-

blado de este tema piensan que se crearon para defen-

der al empresario; sin embargo, mi visión es un poco 

distinta: 

las patentes se crearon para defender a la 

sociedad

, y esta incluye al empresario.

Las patentes

 

en medicina

Prof. Dr. Félix Ares de Blas

ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico

Legisladores: ¡a pensar!

background image

el esc

é

ptico

39

Verano 2019

Un poco de historia

Cojamos nuestra máquina del tiempo y trasladé-

monos a una época anterior a las patentes. Por ejem-

plo, vayamos a Tiro, la capital donde se producía el 

carísimo tinte «púrpura de Tiro

3

». Tan caro que solo 

podían comprarlo los potentados (los «purpurados»). 

Los fenicios lo vendían por el Mediterráneo a precios 

astronómicos, por dos razones. La primera es que la 

producción del tinte era realmente cara; para producir 

un gramo de púrpura se necesitaban novecientos ca-

racoles marinos de la especie 

Murex brandaris

, cuyo 

excelente sabor podéis disfrutar en muchos bares an-

daluces, que los venden con el nombre de 

cañaíllas

Coger novecientos caracoles marinos, sacarlos de la 

concha y buscar la glándula hipobranquial en la que 

se encuentra el tinte era sin duda costoso. La segunda 

razón es que los fenicios mantenían en secreto la fór-

mula. De no haber sido así, hubieran surgido competi-

dores y, con seguridad, habría bajado el precio.

Para nuestro segundo ejemplo, vayamos a la Chi-

na del siglo 

xxvii

 antes de nuestra era. Fue entonces 

cuando China empezó a producir seda. Durante tres 

mil años fue una de sus exportaciones más importan-

tes. Sus precios eran astronómicos, por los dos mis-

mos motivos que con la púrpura. El primero es que 

hacer un tejido de seda implica criar gusanos, esperar 

a que hagan su capullo y después ahogarlos en agua 

caliente y obtener el magnífico hilo con que están he

-

chos. El resultado todos lo conocéis, una tela suave y 

brillante como no había otra en la tierra. Se necesitan 

muchos gusanos para hacer un vestido de seda. El se-

gundo motivo es que los chinos mantenían en secreto 

su fabricación; había una ley imperial que condenaba 

a muerte a cualquiera que tratase de exportar los gu-

sanos de seda o sus huevos

4

.

Cuando comienza a vislumbrarse la industrializa-

ción, surgen situaciones muy similares. Por ejemplo, 

un empresario descubre un método para conseguir ha-

cer de modo mejor algo. Se tiene algo que hace que su 

producto se venda más, la empresa va viento en popa, 

y el único que conoce el secreto es el empresario. De 

repente, este empresario muere y con él también mue-

re el conocimiento; la empresa quiebra. Pero lo que es 

más importante: la sociedad pierde un conocimiento 

útil.

Para evitar esta situación, surgen las patentes: el 

empresario hace públicos sus secretos; a cambio de 

ello, el Estado le reconoce un derecho de uso exclu-

sivo por X años. La ventaja para el empresario es que 

el Estado le defenderá ante copias. La ventaja para 

la sociedad es que, pasados 

x

 años, ese conocimiento 

pasa a ser de dominio público, no se pierde y cual-

quiera podrá usarlo. El empresario gana seguridad; 

la 

sociedad gana que los conocimientos no se pierdan

Tal como se dice en este mismo número nuestro buen 

amigo Carlos López Borgoñoz: la alternativa a las pa-

tentes es el secreto, la ocultación.

Entre los tiempos de la no-patente —del secreto— 

y las auténticas patentes del siglo 

xix

, hay un «inte-

rregno» que voy a llamar de los 

privilegios de inven-

ción

. «Los privilegios por invención, antecedentes de 

las actuales patentes, fueron iniciados en las repúbli-

background image

el esc

é

ptico

40

Verano 2019

cas italianas de Florencia y Venecia en el siglo 

xv

, ex-

tendiéndose en todo el mundo occidental a lo largo del 

xvi

, como una forma de protección de los inventores. 

A pesar de ello, la inseguridad seguía siendo la tóni-

ca de los técnicos, que veían a menudo copiadas sus 

creaciones y que preferían tomar otras precauciones 

para mantenerlas en secreto. Un caso muy conocido 

fue el de Leonardo da Vinci, ninguna de cuyas inven-

ciones llegó a patentar, pero mantuvo a resguardo de 

la mirada de curiosos sus cuadernos de anotaciones

5

».

España copió pronto la idea italiana. En 1478, Isa-

bel la Católica concede un «privilegio de invención» a 

Pedro Azlor, al parecer médico de la reina, para cons-

truir molinos de viento en toda Castilla. Hasta donde 

yo sé, esta es la primera «patente» concedida en Espa-

ña, y su periodo de duración fue de veinte años.

Un personaje que me parece fantástico, y sobre el 

que he escrito varios artículos y he dado varias confe-

rencias, es Jerónimo de Ayanz y Beaumont

6

. Alguien 

fascinante que, entre otras cosas, inventó un traje de 

buceo, un submarino y una máquina de vapor. La 

patente de la máquina de vapor es de 1606

7

. Lo cu-

rioso es que los ingleses, esos señores que se creen 

que han inventado todo y que los españoles pudimos 

mantener, sin ciencia, un imperio que abarcaba toda 

la tierra, consideran que una de las primeras máquinas 

de vapor, si no la primera, es la de Thomas Savery, 

que fue patentada en 1698. Sí, ¡92 años después

8

! Lo 

curioso y sorprendente es que los dibujos de Savery 

son casi idénticos a los de Ayanz. Al ver los dibujos 

de ambos, la idea del plagio se me vino a la cabeza. 

Pero no nos alejemos del tema. Ayanz recibió en 1606 

el privilegio de invención por 48 inventos, concedido 

por el rey Felipe 

iii

, con una duración de 50 años.

El problema de estos privilegios de invención era 

que se concedían más o menos a capricho del rey. 

Quien dice rey dice parte de la administración pública 

del estado.

Sin embargo, con las medicinas ocurre algo un poco 

distinto. Nadie quiere que un remedio se pierda cuan-

do muere el inventor y surge otra figura importante, 

una especie de 

protocolegio 

de médicos, que quiere 

saber la composición para dictaminar si es saludable 

o no, pues tras el secreto se podía ocultar alguna sus-

tancia dañina. Por eso se hace un tratamiento especial 

de estos productos. En la 

Novísima recopilación de 

las leyes de España

9

publicada en 1805, se establecen 

para las medicinas privilegios de por vida, más diez 

años para los herederos

10

.

Las razones para inventar eran sumamente varia-

das. Podría tirarme páginas y páginas describiendo 

casos curiosos, pero no aportaríamos nada. Voy a ha-

blar de dos cosillas que me han llamado la atención. 

La primera es la de un cura, D. Juan Cristóbal Manza-

nares, que obtiene el privilegio de invención para una 

nueva máquina que facilita la trilla. Nada más obtener 

el privilegio, hace un librito con los planos e invita a 

todos los campesinos a copiarla y mejorarla sin pedir 

ninguna recompensa; solo se reserva el derecho de 

publicar el librito. Por otra parte, están las Reales So-

ciedades de Amigos del País, que establecen premios 

muy importantes para quien resuelva algún problema 

de interés. Una especie de 

X-Prize 

de la Ilustración 

española.

Lo que quiero destacar es que las patentes, a lo lar-

go de la historia y en distintos países, ha adquirido 

características muy diversas. En algunos casos es la 

comunidad —muchas veces en nombre del rey— la 

que se adueña de la invención y pasa un cierto pago 

periódico al inventor; otras veces se consigue un mo-

nopolio de por vida (en el caso de las medicinas, de 

por vida más diez años) y en muchos casos no se con-

cede ningún privilegio, con el argumento de que, si 

el invento es bueno, se venderá mucho y el inventor 

ganará lo suficiente.

Las patentes modernas

Tenemos que esperar a principios del siglo 

xix

 para 

que aparezcan las primeras leyes modernas sobre pa-

tentes. Alguien tiene una buena idea, la patenta y ob-

tiene un privilegio de exclusividad durante un cierto 

periodo de años. Después, todo el mundo es libre de 

usar esa idea, producto o lo que sea. Ganancia para 

todos. Esa es la gran idea que hay detrás. En mi opi-

nión no es mala; al contrario, es excelente para evitar 

que el conocimiento se pierda. Al menos era una gran 

¿Las actuales leyes de patentes siguen siendo un método 

válido para incentivar la innovación o necesitan algún re-

toque? ¿Se vislumbra un método alternativo más eficaz?

background image

el esc

é

ptico

41

Verano 2019

idea en los dos siglos anteriores; hoy con millones de 

personas dedicadas a la investigación —de hecho, el 

90% de los científicos que ha habido en el mundo es

-

tán vivos hoy en día—, y con el conocimiento —el 

conjunto de artículos publicados y de patentes acep-

tadas— duplicándose cada nueve años, es posible que 

las viejas leyes ya no sirvan y tengamos que repensar 

el asunto. Hay dos preguntas básicas: la primera, ¿las 

actuales leyes de patentes siguen siendo un método 

válido para incentivar la innovación o necesitan algún 

retoque?; la segunda, ¿

se vislumbra un método al

-

ternativo más eficaz

?

No me cabe la menor duda de que el actual siste-

ma de patentes ha contribuido al bienestar de la hu-

manidad. Y tampoco me cabe la menor duda de que 

la industria farmacéutica es una de las que más han 

contribuido a ese bienestar. No solo a eso; también 

ha contribuido al cambio de la sociedad. Por poner 

un ejemplo, la píldora anticonceptiva es uno de los 

elementos que han contribuido a la liberación de la 

mujer y con ello a conseguir el doble de cerebros pen-

sando en nuevas cosas, en nuevas formas de bienestar. 

Que no se me interprete mal, no estoy diciendo que la 

píldora es la única razón de la liberación de la mujer; 

estoy diciendo que es 

una

 de las razones. Y ahora que 

me oigo diciendo «de la mujer» algo me dice que me 

quedado corto: de la mujer, del hombre, de los niños y 

de toda la sociedad

.

Tengo claro que debemos gran parte de esos avan-

ces sociales y en bienestar a las grandes empresas far-

macéuticas. Me viene ahora a la memoria la historia de 

la terramicina y de los laboratorios 

Pfizer

. Para enten-

derla debemos remontarnos a la extraña historia de la 

penicilina. Según la leyenda, Fleming, con el descubri-

miento de la penicilina, salvó a millones de personas 

de una muerte segura. Es cierto que la penicilina salvó 

millones de vidas; pero no lo es tanto que fuera debi-

do a Fleming; él descubrió que el hongo 

penicillium

 

mataba muchas bacterias, pero de un modo con el que 

obtener una dosis era astronómicamente caro. Si que-

ríamos que fuera útil, necesitábamos una producción 

masiva y barata; esos dos «detalles» se los debemos 

a Ernst Boris Chain y a Howars Walter Florey.  Una 

de las armas de la Segunda Guerra Mundial era la me-

dicina. El bando que lograra solucionar el problema 

de las infecciones tendría enormes ventajas para ga-

nar la guerra: los alemanes tenían las sulfamidas

11

; los 

aliados iban a tener la mejor arma contra infecciones 

por heridas, el tifus y otras enfermedades debidas a las 

aglomeraciones de soldados: la penicilina.

Un pequeño laboratorio, 

Pfizer

, adoptó las técnicas 

de Chain y Florey y produjo enormes cantidades de 

penicilina. La mayor parte de los soldados que el día 

D entraron en Francia llevaban entre sus suministros 

médicos penicilina producida por los laboratorios 

Pfi

-

zer

. Los aliados ganaron. Pero el precio de la penicili-

na cayó por los suelos, por lo que 

Pfizer 

apenas sacaba 

rendimiento de su inversión y empezó una búsqueda 

titánica para conseguir otros medicamentos. Y, por 

suerte para todos, lo consiguió. El nuevo antibiótico 

se llamaba 

terramicina

, y era eficaz donde la penici

-

lina fallaba. 

Pfizer 

pasó de ser un pequeño laborato-

rio a una Gran Farmacéutica (

gf

). ¿Algo que objetar? 

Podemos considerar que una parte del triunfo de los 

aliados contra el nazismo se lo debemos a este labora-

torio. Y no solo eso, el triunfo de 

Pfizer 

hizo que otros 

laboratorios entrasen en la búsqueda de nuevos anti-

bióticos, y muchos de nosotros les debemos la vida.

Pfizer 

apostó dinero. Pudo perder y arruinar a sus 

accionistas, pero, por suerte para todos, desarrolló un 

nuevo antibiótico y se convirtió en uno de «los Gran-

des». Y, no voy a seguir con las alabanzas a 

Pfizer

simplemente diré que entre sus muchos descubri-

mientos está la 

Viagra

, y el valor que usted quiera dar 

a esta droga es muy personal. Gracias a la patente de 

la terramicina, los accionistas recibieron muy buenos 

dividendos, y 

Pfizer 

pudo seguir investigando. 

Las  patentes  demostraron  que  podían  servir 

para crear innovación

 No todo el mundo está de acuerdo en que las pa-

tentes 

hoy en día,

 y es fundamental subrayar 

hoy en 

día

, sirvan para aumentar la innovación. Por ejemplo, 

la prestigiosa revista 

The Economist

, poco sospechosa 

de defender posturas antisistema, en un artículo del 8 

de agosto de 2015, con el título «Una cuestión de uti-

lidad», lleva la sorprendente entradilla que dice: «Las 

patentes están protegidas por los gobiernos porque se 

establecen para promover la innovación. Pero hay mu-

chas pruebas de que no lo hacen

12

». En el texto cita a 

los economistas Michele Boldrin y David Levine, que 

investigaron sobre el tema y publicaron los resultados 

en un libro de 2008 (

Against Intellectual Monopoly

13

y en un trabajo para el Federal Reserve Bank de St 

Louis que se titulaba 

The Case Against Patents

14

. No 

me parece que a Reserva Federal de St. Louis sea una 

creación de los antisistema. En estos trabajos ellos ar-

gumentan que «

las patentes no son tan buenas para 

recompensar la innovación ni tan útiles para pro-

pagarla como se afirma

». En sus trabajos, muestran 

que las patentes y la propiedad intelectual no son nada 

más que una de las muchas formas de compensar a un 

autor por sus descubrimientos.

El artículo de

 The Economist

 menciona varios ca-

sos, entre ellos el de Alemania, que hasta 1967 no 

permitía patentar moléculas sino solo el modo de 

obtenerlas; de esta forma, el esfuerzo se centraba en 

obtener la misma molécula por otros procedimientos,

 

aumentando la creatividad

. Otro caso es Italia, que 

no tenía patentes para los medicamentos hasta 1978 

y en aquellos años producía gran cantidad de nuevas 

medicinas; mucho más que en la actualidad. Tam-

bién mencionan el caso de las fotocopiadoras 

Xerox

mientras se mantuvo el monopolio, los avances fue-

background image

el esc

é

ptico

42

Verano 2019

ron mínimos; nada más acabar las patentes, hubo una 

lluvia de nuevas ideas que hicieron que el precio de 

las fotocopias bajase una barbaridad. Los veinte años 

de monopolio de 

Xerox

 dieron mucho dinero a la em-

presa pero, sin duda, perjudicaron al consumidor. La 

impresoras láser que hoy tenemos por menos de cien 

euros pudieran haber estado en el mercado quince 

años antes si no hubiera sido por la nefasta política de 

Xerox 

de no ceder la patente a cambio de 

royalties

 y 

de mantener un monopolio. En cuanto se liberó la pa-

tente, los precios cayeron. A mí me caben pocas dudas 

de que la política de 

Xerox 

tal vez fuera buena para los 

accionistas, pero fue catastrófica para la sociedad. Me 

parece un buen ejemplo de que las patentes ayudan 

a la innovación, pero necesitan algunos perfecciona-

mientos.

En un excelente artículo de Eduardo Porter en el 

New York Times

, de 25 de abril de 2016

15

, se vuel-

ve a poner en duda que el actual sistema de patentes 

sea el que más promueva la innovación. El título del 

trabajo es un buen resumen de lo que dice:

 

«Cuando 

las patentes obstaculizan la lucha contra las enferme-

dades y el cambio climático». Insisto en que esto lo 

está diciendo el 

New York Times

, y no un panfleto de 

activistas antisistema. Y creo que también es muy im-

portante la crítica que hace a las patentes secundarias, 

«que abarcan ligeras variantes con poco o nulo valor 

médico». Estas no son nada más que un recurso para 

prolongar la vida de una patente que está a punto de 

caducar. Incuso se le ha dado un nombre significati

-

vo: «

rejuvenecimiento

». Las trampas no me gustan, 

y desde luego no se trata de juego limpio. Alguna 

gf 

—no todas, y probablemente sean tan solo una mino-

ría—, trata de poner trabas legales en vez de dedicarse 

a lo suyo: a innovar. Pagan a un ejército de abogados 

en vez de a uno de investigadores. Un poco más aba-

jo, cuando trate del contencioso entre 

Novartis

 y el 

gobierno indio, quedará más claro qué es eso de las 

patentes secundarias.

Quisiera destacar que una empresa mercantil, por 

definición, debe perseguir los beneficios para sus ac

-

cionistas. Me parece bien. Es una forma de motivar a 

la innovación. Pero que nadie se confunda con lo que 

voy a decir a continuación. Ni soy un antisistema, ni 

me parece mal que las empresas persigan el beneficio, 

ni me parece mal que las patentes impliquen un mo-

nopolio durante unos pocos años.

He escrito en varios sitios que uno de los descubri-

mientos más trascendentes del siglo 

xxi

 es la tecno-

logía 

crispr-cas9

 de edición del código genético. Es 

una tecnología fabulosa que, estoy seguro, va a permi-

tir avances espectaculares en las medicinas de nuestro 

siglo; pero hoy por hoy se usa muy poco, pues hay 

una guerra de patentes entre varios grupos que quie-

ren llevarse parte de la tajada. Un resumen pueden 

verlo el un artículo de

 El Independiente

, firmado por 

nuestra amiga América Valenzuela

16

. Lo más triste es 

lo que apunta Valenzuela en el texto: dado que hay un 

lío de patentes endemoniado, muchos laboratorios no 

quieren ni oír hablar de él. Prefieren hacer las cosas de 

la forma antigua, más lenta

 pero sin dudas jurídicas

Este tipo de sucesos no dice nada bueno del actual 

sistema de patentes. Y lo que es más triste, en esa lu-

cha de patentes todo el mundo se ha olvidado del ali-

cantino Francis Mojica

17

, que fue el pionero. Espero 

que en un futuro Nobel estén Mojica

18

, Charpentier

19

 

y Doudna

20

. Esto me hace preguntarme: en las inves-

tigaciones actuales tan sumamente complejas, donde 

intervienen decenas de laboratorios, ¿quién debe lle-

varse el mérito? La ley dice que el primero que pre-

senta la patente; pero, ¿es eso justo? Evidentemente, 

no. Graham Bell se las arregló para que la patente del 

teléfono recayera en él, cuando era claramente un in-

vento de Antoni Meucci. O más importante, desde mi 

punto de vista: 

¿eso contribuye a la innovación?

Las patentes secundarias y los plazos

India ha mantenido durante muchos años una 

pugna con la farmacéutica suiza 

Novartis

, debido al 

imatinib

, una medicina contra el cáncer. La historia 

es muy compleja y tiene muchos recovecos. Primero 

Novartis

 patenta el 

imatinib

; después, cuando la pa-

tente está cercana a su fin, patenta

 imatinib mesilato

 

y, cuando vuelve a ocurrir lo mismo, trata de patentar 

imatinib mesilato en forma cristalina beta

. El Tri-

bunal Supremo de India,

 

que está en Madrás, en una 

En las investigaciones actuales tan sumamente complejas, 

donde intervienen decenas de laboratorios, ¿quién debe lle-

varse el mérito?

background image

el esc

é

ptico

43

Verano 2019

sentencia magníficamente documentada, dice que no 

acepta las patentes de 

imatinib mesilato 

ni de

 imatinib 

mesilato en forma cristalina beta

 porque

 

Novartis 

no 

ha demostrado que sean más eficaces

. Este Tribu-

nal apunta a algo importantísimo que, si lo adoptan 

otros países, puede mitigar el infierno de las patentes 

secundarias: para que sean patentables, los pequeños 

cambios en las moléculas deben demostrar sin dudas 

que son mejores para luchar contra la enfermedad que 

la formulación original. Esto es, «los consumidores 

no deben ser forzados a pagar precios más altos solo 

por la nueva forma química de un medicamento, 

menos  que  implique  nuevos  beneficios  terapéuti

-

cos

. No está diciendo que no se puede patentar una 

nueva forma. Lo que está diciendo es que bajo la ley 

en vigor [en India] no puede ser patentado, a menos 

que sea terapéuticamente más eficaz

21

». A mi me pa-

rece de cajón de madera de palo.

La verdad es que estos estudios me han abierto los 

ojos a un mundo nuevo. Siempre había creído que las 

patentes aumentaban la innovación y que no había 

otro modo mejor, pero si no es así, o al menos no es 

así en todos los casos, y pocas dudas me quedan de 

que hay que modificarlas —no digo anularlas, ni can

-

celarlas— basándonos en experiencias, en pruebas. 

Eso sí, no lo podemos hacer de un día para otro; hay 

que hacer muchos estudios y muchas pruebas y des-

pués decidir. Y, desde luego, hay que conseguir que el 

autor de una idea obtenga un beneficio de ella. Ahora 

mismo me viene a la mente el caso hipotético de un 

laboratorio farmacéutico que crea una nueva medici-

na y la patenta. De ese modo consigue un monopo-

lio de producción para veinte años. Pensemos que su 

forma de fabricarlo sea tremendamente ineficaz; pero, 

como no hay competencia, no tiene ninguna necesi-

dad de innovar sus procesos de producción. Tal vez la 

empresa sea muy buena en el descubrimiento de nue-

vos fármacos, pero sus sistemas de producción pue-

den ser catastróficos. 

En este caso hipotético, el mo

-

nopolio inhibe la creatividad

. ¿Podemos mejorarlo 

de alguna forma? Me resisto a pensar que no. Algún 

detalle, algún matiz… En algún sitio, que ahora no 

recuerdo, he leído que la razón de que India produzca 

fármacos muy baratos no solo es que sean genéricos, 

sin patente, y que su mano de obra especializada sea 

más barata que la nuestra, sino que han realizado una 

reingeniería de procesos muy inteligente para lograr 

que cada paso de fabricación sea menos costoso y más 

eficaz. India está innovando. Casi me atrevería a decir 

que está haciendo lo contrario que ha hecho España. 

Cuando una empresa empieza a sufrir los efectos de 

la competencia teniendo que conservar unos costos 

salariales fijos, debe hacer reingeniería de procesos, 

buscar nuevos productos, nuevos mercados y nuevas 

formas de distribución… en definitiva, innovar. Pero 

si la solución que se apunta desde el gobierno es la 

bajada de salarios, no hay ninguna presión para inno-

var, seguimos haciendo los mismos productos, de la 

misma forma y vendiéndolos de la misma manera. El 

beneficio procede de que los trabajadores ganan me

-

background image

el esc

é

ptico

44

Verano 2019

nos. 

Lo que ha hecho España al bajar salarios es 

inhibir la innovación

.

Volvamos a las medicinas y a nuestro sistema ac-

tual de patentes. Un laboratorio crea una cura para la 

enfermedad 

z

, pero el precio que pone a su producto 

es astronómico. Tan solo los multimillonarios pueden 

pagarlo. A todos nos duelen los millones de muertos 

por una enfermedad para la que hay cura.

Pero si somos pacientes, si esperamos los veinte 

años que dura la patente, esa medicina se podrá pro-

ducir como un genérico, tal vez en algún laborato-

rio  indio,  a  precios  infinitamente  más  asequibles

22

Habremos esperado veinte años, tal vez soportando 

precios abusivos, pero tras ellos podemos lograr que 

la humanidad se beneficie de la nueva medicina. Al 

escribir esto me he dado cuenta de que chirría, he-

mos permitido que durante veinte años la gente haya 

muerto por las patentes. Chirría, duele, y sufrimos por 

ello, pero vamos a darle un poco la vuelta al argumen-

to: si no fuera por la esperanza de unos beneficios al

-

tos, ¿se habría invertido para desarrollar la medicina 

en cuestión? ¿No es la esperanza de unos beneficios 

desorbitados uno de los motores de la innovación? 

Creo que nadie estará en contra de lo que voy a de-

cir ahora: los beneficios desorbitados son uno de los 

motores de la innovación. Una prueba de ello es que 

ninguna 

gf

 ha invertido en enfermedades de pobres, 

que es lo que hubieran hecho si lo que persiguieran 

fuera la salud. ¡Cuidado, no confundan mis palabras! 

He dicho que es 

uno

 de los motores de la innovación, 

bajo ningún concepto he dicho que sea el único ni 

que sea el mejor. Es preferible tener una medicina 

a precios asequibles veinte

23

 años más tarde que no 

tenerla nunca. Con esto tampoco quiero decir que las 

leyes deban transigir con abusos y artimañas de otro 

tipo. Hay que defender al consumidor de abusos; por 

ejemplo, de las patentes en serie (secundarias), que 

grosso modo

, consisten en que, cuando está a punto 

de vencer una patente, se patenta un detalle nuevo o 

una nueva versión que vuelve a dar vida a la patente, 

prolongando  artificialmente  su  vigencia.  Es  el  caso 

de las llamadas 

patentes sobre dosificación

. Cuando 

está a punto de caducar la patente de la medicina, se 

patenta la dosificación de la misma; por ejemplo, una 

vez a la semana; tres veces al mes, lo que sea. Teóri-

camente, una vez caducada la patente, se puede fabri-

car el genérico; pero como su dosificación acaba de 

patentarse, no se puede usar. Un caso real lo podéis 

ver en 

24

 y 

25

. Y el ejemplo no es de Estados Unidos, 

sino de nuestra vieja y civilizada Europa. La defen-

sa de la farmacéutica es que el saber la dosificación 

exacta es en sí una investigación. A mi no me cabe 

duda de que esa investigación merece una recompen-

sa —¿una patente?—;  pero los tiempos (

timing

) de 

salida de las patentes hacen sospechar un intento de 

prolongar la vida de la misma. A mí me suena —no 

digo que lo sea— a abuso, y creo que la sociedad 

debe luchar contra ese tipo de prácticas. Como debe 

hacerlo con patentes tan genéricas que son realmente 

absurdas. ¿Recuerdan cuando 

Apple 

intentó patentar 

los bordes redondeados de los móviles

26

? Algunas 

gf

 

utilizan también una maraña de patentes y de aboga-

dos para prolongar artificialmente la duración de las 

mismas. Podemos admitir precios abusivos cuando 

sean un incentivo a la creatividad; pero debemos exi-

gir juego limpio. Cuando la patente se ha acabado, se 

ha acabado y pasa a ser de la sociedad y tenemos que 

pedir a nuestros legisladores que castiguen a los que 

hacen juego sucio.

¡

Cuidado

!

No estoy diciendo que todas las 

gf

 sean un poco 

inmorales. Estoy diciendo que algunas 

gf

 no son todo 

lo éticas que a mí me gustaría. Pero quiero insistir en 

dos ideas fundamentales. La primera es que pienso 

que la mayor parte de las 

gf

 son éticas, las «malas» 

son una minoría. Pero también soy consciente de que 

a nadie le gusta pagar impuestos. Si la ley presenta un 

resquicio, probablemente intentemos colarnos por él. 

Que una 

gf

 se aproveche de las leyes para pagar me-

nos impuestos o prolongar una patente no me parece 

lo más ético del mundo, pero es correcto. En estos ca-

sos, que nadie nos pida ser santos; lo más probable es 

que las leyes estén mal hechas y debamos cambiarlas.

Las razones por las que los humanos innovamos 

son muy variadas, y la esperanza de obtener unos be-

El tema de la salud es tan importante que creo que no po-

demos prescindir de ninguna de las motivaciones para in-

novar, por mucho que nos duela o nos parezca poco noble.

background image

el esc

é

ptico

45

Verano 2019

neficios astronómicos es una de ellas. No es la razón 

que más admiro, pero es poderosa. El tema de la salud 

es tan importante que creo que 

no podemos prescin-

dir de ninguna de las motivaciones para innovar

por mucho que nos duela o nos parezca poco noble.

Lo que no puedo digerir es lo siguiente: un grupo 

universitario, formado esencialmente por becarios 

que no llegan a cobrar ni el sueldo mínimo, realiza 

una investigación trascendental en medicina. Como 

no tienen recursos económicos, no pueden pagar to-

das las fases necesarias para la aprobación de un nue-

vo fármaco. Por eso venden sus patentes a una 

gf

al igual que ha ocurrido con los 

omg

27

. Esta 

gf

 hace 

todas las fases necesarias para la aprobación y lanza 

al mercado un producto carísimo y se forra, mientras 

que los que han realizado la investigación reciben 

migajas, y, probablemente, los que la han financiado 

no reciban nada. Lo curioso es que la investigación 

se ha hecho con dinero público de la universidad, 

de los fondos de investigación estatales, de funda-

ciones altruistas… y los beneficios se los lleva una 

empresa concreta, multinacional o no. Esto ocurre 

diariamente y sí que me parece un abuso; legal, pero 

carente de ética. En mi opinión, si la investigación 

es en su mayoría pública, el beneficio debe serlo tam

-

bién, pero si no es así, es por la enorme corrupción 

de nuestros políticos que permiten que el fruto de la 

investigación pública se traslade al beneficio priva

-

do. ¿Por qué un grupo universitario debe vender sus 

derechos —nuestros derechos— a una 

gf

 a precio de 

saldo? Esa es una de las cosas que hay que evitar. 

¿Cómo? No lo sé, pero los legisladores a los que pago 

su abultado sueldo deben trabajar en ello y encon-

trar una solución. Tras muchas canas en mi barba, he 

llegado a la conclusión de que la iniciativa privada 

es extraordinaria consiguiendo ciertas cosas, no hay 

nada más que ver nuestro nivel de vida y compararlo 

con el de hace cien años. Pero muchas veces se tuerce 

y es incapaz de dar respuesta a nuestros problemas 

—¿basta como ejemplo el astronómico precio de la 

vivienda debido a legislaciones absurdas?—; en esos 

casos, el Estado debe tomar las riendas. Todas las in-

vestigaciones financiadas de algún modo por dinero 

público deberían tener la 

posibilidad

 de terminar sus 

investigaciones en una empresa pública —o en una 

privada  con  certificación  ética—,  cuyos  beneficios 

fueran a la sociedad. Concretando con las medicinas: 

debería haber unas agencias estatales que analizaran 

las propuestas de los centros de investigación finan

-

ciados con dinero público y, si las estimaran viables, 

pusieran el dinero para realizar las últimas fases de 

desarrollo de fármacos, o traspasárselo a empresas 

privadas  que  tuvieran  la  certificación  de  éticas.  De 

ese modo, todo quedaría en casa: la sociedad paga 

y la sociedad recibe. Establecer las pautas para que 

una empresa privada tenga la calificación de ética es 

una de las tareas que pido a nuestros políticos. Ahora 

hay certificaciones como la B-corp

28

 o la norma SA-

8000

29

, pero no sé si son suficientemente serias o si 

son una forma de maquillarse la conciencia. Pido a 

nuestros políticos que, con la ayuda de los expertos 

pertinentes, estudien el tema y creen un certificado 

que demuestre que de verdad es una empresa ética, 

que no significa que no tenga beneficios; significa que 

estos, por abultados que sean, los consigue con juego 

limpio.  Un  gran  beneficio  normalmente  es  síntoma 

de una empresa saludable. Y si el mundo privado no 

puede hacerlo, deberá hacerlo el público. Recuerdo 

la  fiebre  de  la 

Responsabilidad Social Corporativa 

y los muchos certificados. Algunas veces, esos cer

-

tificados realmente se daban a empresas implicadas 

en el desarrollo de la sociedad; otras, era simplemen-

te un maquillaje para poder hacer mejores anuncios. 

¿Hay que recordar que algunas de esas empresas cer-

tificadas eran Cajas de Ahorros cuyos directivos, mu

-

chas veces políticos, se estaban haciendo millonarios 

a base de desfalcarlas? Sin olvidar que no todas las 

Cajas eran corruptas.

No debemos eliminar ninguna opción de innova-

ción, por repulsiva que parezca. Siempre que sea le-

gal, naturalmente. Las patentes son una gran fuerza 

de innovación; hay que permitirlas, aunque sea con 

precios abusivos, siempre que el abuso contribuya a 

la innovación. Fíjense que no digo que haya que aca-

bar con el precio abusivo, digo que ese abuso debe 

contribuir en algo. Si algunos solo se motivan para 

innovar con la esperanza de mucho dinero, que lo ha-

gan. Pero la condición 

sine que non 

es que el abuso 

contribuya a la innovación. No debemos tolerar si-

tuaciones en las que el abuso es solo eso: abuso, sin 

que contribuya en nada a la innovación o incluso que 

haga lo contrario: que la anule.

Otras posibilidades

Recientemente hemos visto una serie de premios 

a la innovación; quizá uno de los más sonados fue 

el 

Darpa Challenge

 del Departamento de Defensa 

estadounidense, en el que premiaban coches que se 

conducían solos. Había un premio importante y eso 

incentivó a muchas universidades y empresas. La 

idea era ir de un punto a otro de un desierto de Es-

tados Unidos sin conductor. En el primer concurso 

(2004) ningún coche llegó a la meta; al año siguiente 

ya fueron varios los que lo consiguieron, y en 2007 

el concurso se hizo en una ciudad

30

, algo mucho más 

complejo que el desierto. En tres años el salto cuali-

tativo fue impresionante.

A imitación de estos premios de 

Darpa

 han sur-

gido muchos otros. La financiación es muy variada: 

filántropos, empresas, … Los llamados 

Xprize

31

 están 

en esa línea. 

L Prize

32

 pretende aumentar los lúmenes 

de las bombillas de estado sólido sin aumentar el con-

sumo… ¿Por qué no un 

(?)Prize 

para una medicina 

contra algún tipo de cáncer?

background image

el esc

é

ptico

46

Verano 2019

Recientemente ha surgido un movimiento de 

crowdfunding

 para desarrollo de nuevos fármacos. 

No creo que vaya muy lejos, pues pocos de nosotros, 

al menos en España, estamos dispuestos a dar dinero 

para investigar con escasas posibilidades de retornos 

de la inversión, pero es una fuente más de innova-

ción, y más en países donde no hay una seguridad so-

cial como la nuestra, que, a pesar de los esfuerzos de 

algunos políticos por cargársela, sigue funcionando, 

y por eso con frecuencia no somos conscientes del 

costo de las medicinas.

Los voluntarios son otra gran fuente de innova-

ción. Sin ir más lejos podríamos pensar en Linux, un 

magnífico sistema operativo que surge de la solidari

-

dad. ¿Por qué no van a surgir de la solidaridad medi-

cinas contra el cáncer, el sida o la gripe?

El Estado, por su parte, debería reforzar la innova-

ción en sus últimas fases, las más caras, cuando un 

medicamento sea prometedor.

Para terminar, quiero hablar de las Cajas de Aho-

rros, esos bancos sociales a los que la Unión Euro-

pea y el Banco de España han eliminado de la faz 

de nuestro país y que quizá haya que volver a crear. 

Tuve la inmensa suerte de trabajar en el departamen-

to social de Kutxa, la Caja de Guipúzcoa. Ambas, la 

Caja y el departamento, sin ánimo de lucro y eso hay 

que resaltarlo: ¡Sin ánimo de lucro! De las muchas 

cosas buenas que allí vi, me van a permitir que les 

hable del desarrollo de medicinas para enfermeda-

des huérfanas. Ya saben ustedes: esas enfermedades 

que afectan a una minoría, y que, por ello, no son 

el objetivo de los laboratorios farmacéuticos. Kutxa 

financió todas las fases de investigación de varias de 

esas enfermedades: pagaba la investigación básica, 

el desarrollo y, por fin, las fases II y III de pruebas 

clínicas. Recuerdo vagamente —por lo que los datos 

pueden no ser excesivamente fieles— un tratamiento 

para mejorar la vida de los «niños mariposa

33

», para 

fístulas anales y alguna cosa más. E insisto en la idea 

de 

sin ánimo de lucro

.

Aquí tienen otra forma de sufragar las investiga-

ciones: las Cajas de ahorro o las Fundaciones. Que 

Rato, Blesa o M.ª Dolores Amorós hayan dejado la 

imagen de las Cajas por el suelo no significa que to

-

das las cajas fueran malas, ni que su idea fundacional 

lo fuera. Y Kutxa es un ejemplo de buen hacer.

Resumiendo

Creo que debemos potenciar 

todas

 las vías de in-

novación, desde las más egoístas, basadas en un gran 

beneficio, hasta las más altruistas, fundamentadas en 

investigadores que quieren contribuir al bienestar de 

la sociedad. Y no debemos olvidar que hay muchas or-

ganizaciones sin ánimo de lucro que pueden contribuir 

decisivamente a la obtención de nuevos fármacos.

Lo que sí debe evitar nuestra legislación es que 

ciertas grandes farmacéuticas, por suerte no la ma-

yoría, se aprovechen de la investigación de pequeños 

grupos  de  investigación  universitarios,  financiados 

con dinero público, a cambio de unas migajas. El 

problema no es que compren la investigación de la 

universidad, sino que lo compren a precios ridículos. 

Que una multinacional farmacéutica haga un gran 

descubrimiento y le ponga un precio abusivo no es 

lo ideal, pero lo considero una forma de potenciar la 

innovación, y en veinte años pasará a ser de domi-

nio público. Pero no lo es que se aprovechen de la 

debilidad de nuestros grupos de investigación para 

financiar las fases clínicas finales para ponerlas en el 

mercado. Ellos no han arriesgado prácticamente nada. 

Pido a nuestros políticos que piensen en una forma en 

la que el Estado pueda sustituir a las multinacionales 

en esas fases finales 

cuando sea necesario

. Y si un 

solo país no tiene recursos suficientes, pido que pien

-

sen en la solidaridad de otros países. Y, desde luego, 

cualquier actitud que se base en la corrupción debe 

ser perseguida hasta las últimas consecuencias. Si hay 

mucho riesgo, entiendo que haya grandes incentivos; 

pero si el riesgo lo ha corrido la sociedad, creo que 

es de justicia que el beneficio sea para la sociedad. Y 

no olvidemos que hay muchas formas de incentivar 

la innovación, quizá el próximo 

(?)-Prize 

debería ser 

cómo aumentar la innovación.

Me gustaría que nuestros legisladores estudiaran 

el problema, que se juntaran con historiadores de la 

ciencia y tratasen de ver la correlación entre los distin-

¿Por qué un grupo universitario debe vender sus derechos 

—nuestros derechos— a una GF a precio de saldo? Esa es 

una de las cosas que hay que evitar.

background image

el esc

é

ptico

47

Verano 2019

tos modelos de patentes y la creatividad. Seguro que 

se descubren pautas que nos dicen qué sistemas de 

patentes son los que mejor promueven la innovación. 

También deberían hablar con psicólogos y sociólogos 

para ver cómo las personas podemos contribuir más y 

mejor a la innovación.

Hoy en día, España ha firmado muchos tratados in

-

ternacionales sobre patentes, por lo que la libertad que 

tenemos es muy pequeña. Pero todavía tenemos cierto 

margen, como demuestra India. Pero además, no de-

bemos olvidar que los organismos internacionales de 

patentes no son monolíticos, hay reuniones y cumbres 

para promover cambios. Si se demuestra con histo-

riadores, psicólogos, sociólogos... ¿

patentólogos

? que 

hay formas mejores, seguro que las leyes se pueden 

perfeccionar.  Los puntos esenciales que tenemos que 

lograr son los siguientes:

1. Mayor innovación en la creación de productos, 

en la fabricación y en la distribución.

2. Aumentar la competencia en todas las fases.

3. Apunto una idea, que habrá que afinar y matizar: 

Considerar que un precio más bajo es beneficioso para 

la sociedad. Incluso en casos extremos, considerar que 

precios muy distintos significan productos diferentes, 

aunque la molécula base sea la misma. Un ejemplo 

lo podemos tener entre un ordenador de finales de los 

sesenta y uno de principios de los noventa. Básica-

mente hacían lo mismo, pero el precio del segundo 

era mil veces inferior. Un precio mil veces inferior 

es, sin duda, otro producto, aunque las bases sean las 

mismas. Debemos establecer un punto de corte, diga-

mos 1/1000, en el cual si una medicina lo supera no 

deberá pagar el 100% de los 

royalties de invención

,

 

sino

 

unos 

royalties

 disminuidos (la disminución debe 

venir determinada por ley). Me explico: si el labora-

torio creador vende una pastilla por mil euros, cuando 

otro laboratorio lo venda por un euro no debería pagar 

el 100% de los 

royalties

,

 

sino un porcentaje disminui-

do. De ese modo, creo, que se potencia la innovación 

en producción y hace que los precios vayan bajando, 

beneficiando a la sociedad.

Tal vez pequeños retoques a las leyes de patentes 

existentes, tal vez una nueva ley de patentes, tal vez 

una nueva figura, tal vez incentivos a la invención, tal 

vez patentar otras cosas, tal vez…

Legisladores: ¡A pensar!

Notas:

Enlaces verificados en marzo de 2018

1 «Hépatite C: Médecins du Monde conteste le brevet 

du laboratoire Gilead pour faire baisser les prix».  http://

fr.finance.yahoo.com/actualites/h%C3%A9patite-c-

m%C3%A9decins-monde-conteste-brevet-laboratoire-

gilead-101454441--finance.html

2 «MSF Joins Europe-Wide Action Challenging Patent 

on Key Hepatitis C Drug». Médecins Sans Frontières 

(MSF) International. http://www.msf.org/en/article/msf-

joins-europe-wide-action-challenging-patent-key-hepatitis-

c-drug

3 https://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%BArpura_de_Tiro

background image

el esc

é

ptico

48

Verano 2019

4 https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Historia_

de_la_seda

5 García Tapia,, Nicolás (1997) «Pedro Azlor, médico 

de Isabel la Católica y su patente de invención». Asclepio. 

Revista de historia de la medicina y de la ciencia, 49 (1). 

http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/article/

view/384/382

6 https://es.wikipedia.org/w/index.

php?title=Jer%C3%B3nimo_de_Ayanz_y_Beaumont

7 http://spainillustrated.blogspot.com.es/2011/10/maqui-

na-de-vapor-de-jeronimo-de-ayanz-y.html

8 ¿Recuerdan ustedes las islas Malvinas, según los 

ingleses descubiertas en 1592 por John Davis? Yo mismo, 

investigando sobre la Atlántida, encontré en la Biblioteca 

Nacional un mapa de 1520, hecho por Andrés de San Mar-

tín en el que figuraban dichas islas; incluso ya figuran en 

algunos portulanos de 1502. Cada vez estoy más conven-

cido de que para los ingleses el año 1592 sucedió antes 

que el 1520.

9 https://es.wikipedia.org/w/index.

php?title=Nov%C3%ADsima_Recopilaci%C3%B3n

10 González,, J. y Patricio Sáiz (1995) Propiedad in-

dustrial y revolución liberal: historia del sistema español de 

patentes (1759-1929). Oficina Española de Patentes. p.48

11 https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Sulfamida

12 «A question of utility». The Economist, 8/08/2015. 

http://www.economist.com/node/21660559

13 BOLDRIN, Michele, et al. Against intellectual mono-

poly. Cambridge: Cambridge University Press, 2008.

14 Boldrin, Michele; Levine, David K. The case aga-

inst patents. 2012. https://files.stlouisfed.org/files/htdocs/

wp/2012/2012-035.pdf

15 «Cuando las patentes obstaculizan la lucha contra 

las enfermedades y el cambio climático». https://www.

nytimes.com/es/2016/04/25/cuando-las-patentes-obsta-

culizan-la-lucha-contra-las-enfermedades-y-el-cambio-

climatico/

16 «La guerra de patentes por CRISPR, el invento 

científico del siglo». El Independiente (blog), 19/11/2017. 

https://www.elindependiente.com/futuro/2017/11/19/la-

guerra-de-patentes-por-el-invento-cientifico-del-siglo

17 Información. «Francis Mojica: “El Nobel caerá en 

algún momento para el CRISPR”». http://www.diarioin-

formacion.com/cultura/2017/10/04/francis-mojica-tendra-

esperar-nobel/1942820.html

18 https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Francisco_

Juan_Mart%C3%ADnez_Mojica

19 https://en.wikipedia.org/w/index.

php?title=Emmanuelle_Charpentier

20 https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Jennifer_

Doudna

21 «Patentes y medicamentos genéricos: las conse-

cuencias del caso Novartis en la India. Dossier». Sin Per-

miso, 5/5/2013. http://www.sinpermiso.info/textos/patentes-

y-medicamentos-genricos-las-consecuencias-del-caso-

novartis-en-la-india-dossier

22 «Medicamentos para ricos y medicamentos para 

pobres». Ventana de la Ciencia, 24/02/2007. https://jose-

manuelruiz.wordpress.com/2007/02/24/medicamentos-

para-ricos-y-medicamentos-para-pobres/

23 El número de años de la patente es variable. De-

pende de cómo se haga. Pueden verse los detalles en: 

«De la duración de una patente» De lo vivido, observado, 

escuchado y leído. http://blog.kinrel.es/de-la-duracion-de-

una-patente/

24 «La maraña de patentes como estrategia en la 

empresa farmacéutica innovadora». Patentes y Marcas. 

22/11/2017. http://www.madrimasd.org/blogs/patentesy-

marcas/2017/la-marana-de-patentes-como-estrategia-en-

la-empresa-farmaceutica-innovadora/

25 «Redes profesionales - crecimiento económico 

y sector privado - AECID - Patentes sobre dosificación 

de medicamentos: el adalimumab y los biosimilares». 

6/03/2017 http://www.redes-desarrollo-aecid.org/index.

php/classifieds/88/810/patentes-sobre-dosificacion-de-m

26 «Apple patenta los rectángulos con bordes redon-

deados: ¿A donde vamos a llegar?» El Androide Libre, 

8/11/2012 https://elandroidelibre.elespanol.com/2012/11/

apple-patenta-el-formato-43-con-bordes-redondeados-a-

donde-vamos-a-llegar.html

27 «La patente española del trigo para celíacos ten-

drá que buscarse la vida en el extranjero. Noticias de 

Tecnología». El Confidencial. https://www.elconfidencial.

com/tecnologia/2015-11-11/la-patente-espanola-del-trigo-

para-celiacos-tendra-que-buscarse-la-vida-en-el-extranje-

ro_1089210/

28 Riveros, Erika. «Las empresas sociales, certificadas 

con el sello B Corp». https://www.compromisoempresarial.

com/rsc/2016/02/las-empresas-sociales-certificadas-con-

el-sello-b-corp/

29 «Certificación sa8000: el auténtico compromiso de 

ética empresarial más allá de la calidad, hacia la excelen-

cia». Responsabilidad Social Corporativa, 3/05/2016 http://

responsabilidad-social-corporativa.com/certificacion-sa-

8000-el-autentico-compromiso-de-etica-empresarial-mas-

alla-de-la-calidad-hacia-la-excelencia/

30 https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=DARPA_

Grand_Challenge

31 https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=X_Pri-

ze_Foundation

32 https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=L_Prize

33 «Epidermólisis bullosa (niños maripo-

sa).» http://www.imbiomed.com/1/1/articulos.

php?method=showDetail&id_articulo=96137&id_

seccion=2380&id_ejemplar=9393&id_revista=146

El Estado debería reforzar la innovación en sus últimas 

fases, las más caras, cuando un medicamento sea prome-

tedor.