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Arquíloco, Tolstói y Bunge
El erizo y el zorro
es un elegante ensayo en el que
Isaiah Berlin reflexiona sobre la obra novelada y fi
-
losófica de León Tolstói. En este texto, Berlin for
-
mula una curiosa tesis según la cual los pensadores
y los artistas de todos los tiempos pueden dividirse
en dos grandes grupos, de acuerdo con una particular
interpretación del fragmento del poeta Arquíloco:«El
zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una im-
portante». Según Berlin, el grupo de los erizos esta
-
ría formado por aquellas personas convencidas de la
existencia de un principio ordenador, unificador y sis
-
tematizador de la rica experiencia de la vida humana
en general. En cambio, en el reino de los zorros esta
-
rían todos los convencidos de la imposibilidad de re-
ducir la casi infinita variedad de lo real existente a un
único conjunto de categorías genéticas y explicativas.
Tolstói provoca en Berlin una gran perplejidad. Lo
considera una especie de híbrido entre el zorro y el
erizo, con evidente violencia hacia la biología
.
Aun-
que zorruno en su amplia capacidad de observación,
análisis y desencanto, Tolstói era al pare
c
er un eri-
zo pasional. Lo que Berlin establece, a propósito del
novelista ruso, es una divisoria diáfana entre la sabi-
duría y el conocimiento; la sabiduría sería el atributo
del erizo, el conocimiento sería el mérito del zorro.
Si Isaiah Berlin hubiera escrito sobre Mario Bunge,
no hubiera dudado en clasificarlo como un erizo, por
la gran coherencia de la obra del argentino y sus bien
asentados primeros principios. Y sin embargo Bunge
posee, en mi opinión, algo de la naturaleza del Jano
bifronte en este sentido.
Sobre zorros y erizos. Tratar de resumir el pensa
-
miento de Mario Bunge es tarea ardua, como intentar
encajar los contenidos de la
Enciclopedia Británica
en un cuento de Jorge Luis Borges. El profesor Bunge
practica una modalidad de acrobacia intelectual que
le permite abordar un sinfín de contenidos
—«
El zorro
sabe muchas cosas
»—
de una forma sistemática, casi
geométrica, encajando tales contenidos dispares en
los perfiles perfectamente definidos
—«
pero el erizo
sabe una importante
»—
de una soberbia urdimbre de
ideas, conceptos, definiciones, teoremas, demostra
-
ciones e hipótesis.
Cientifismo à la
Bunge
Al profesor Bunge le gusta hablar y escribir sobre
el cientificismo. Bajo este epígrafe, el ilustre pensa
-
dor argentino acostumbra a desplegar algunas de las
ideas-fuerza de su pensamiento filosófico con una gran
sabiduría táctica: así, las características epistemológi
-
cas de la labor científica, los criterios de demarcación
entre ciencias y pseudociencias, la complementarie-
dad entre las disciplinas científicas y las humanísticas,
la acreditación científica de las ciencias sociales, el
rechazo metodológico de los estudios ideográficos, el
desmantelamiento argumental de los reduccionismos
y jerigonzas lingüísticos, la crítica filosófica de las
propuestas asistemáticas o la reducción al absurdo de
las pulsiones posmodernas.
Cientificismo
es, además, un término de uso ha-
bitualmente peyorativo en los campos del honor de
las humanidades y en el imaginario de muchos inte-
lectuales, académicos y gentes del común. Tal vez el
problema guarde alguna relación con la naturaleza
multirreferencial
de este concepto y con la nebulosa
de sentidos que se le atribuyen. Por todo lo anterior, se
impone la necesidad de una definición de
cientificismo
Bunge,
El erizo y el zorro
Manuel Corroza
ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico
πόλλ’ οἶδ’ ἀλώπηξ, ἐχῖνος δ’ἓν μέγα
(El zorro sabe muchas cosas,
pero el erizo sabe una importante, Arquíloco)
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que nos permita entender a qué se refiere Bunge con
este término. El propio don Mario nos obsequia con
una caracterización fácilmente comprensible. Cienti
-
ficismo sería, en palabras del pensador argentino,
«
la
tesis de que todos los problemas cognitivos se abor-
dan mejor si se adopta una aproximación científica
que suele conocerse como
“
el método científico
”
,
“
el
espíritu de la ciencia
”
y
“
la actitud científica
”»
. Por
supuesto, aquí se están estableciendo límites territo-
riales con respecto a las supuestas ansias totalitarias
de la ciencia en la geografía del conocimiento; la pre-
eminencia de la ciencia como herramienta epistémica
no contradice la posibilidad de otras formas de co-
nocimiento. Al mismo tiempo, el cientificismo bun
-
geano pretende colonizar las reservas disciplinarias
de las ciencias sociales, pero no en un movimiento de
apropiación ilegítima o de imposición metodológica,
sino a través de una perspectiva amplia y flexible de
lo que es la ciencia.
Lejos de obsesiones imperialistas y apostólicas, el
cientificismo bungeano es fundamentalmente un pro
-
grama
filosófico
de legitimación del conocimiento hu-
mano en todas sus facetas. En todas. Se trata de una
tramoya de primeros principios de validez universal,
más allá de toda duda razonable, que sirve para sos-
tener las pretensiones de validez del conjunto de los
saberes humanos y que salva los abundantes partea-
guas disciplinarios y académicos que, supuestamente,
separan las ciencias naturales de las ciencias sociales.
El dodecálogo de los criterios bungeanos de raciona-
lidad no puede ser más claro y conciso.
1/ El mundo real contiene solo cosas concretas
(materiales): las ideas, creencias, intenciones, deci-
siones y cosas por el estilo son procesos cerebrales.
2/ Todas las cosas están en mudanza continua en uno
u otro aspecto. 3/ Todas las cosas, y sus cambios,
se ajustan a pautas, naturales o construidas. 4/ Las
cosas concretas pertenecen a cinco clases básicas:
física, química, biológica, social y técnica. 5/ Todas
Tratar de resumir el pensamiento de Mario Bunge es tarea
ardua, como intentar encajar los contenidos de la
Enciclope-
dia Británica
en un cuento de Jorge Luis Borges
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las cosas son
,
o bien un sistema (un haz de cosas uni-
das por algún tipo de vínculo)
,
o bien componentes de
uno. 6/ Algunas de las propiedades de un sistema son
emergentes: se originan con el sistema y desaparecen
cuando este se deshace. 7/ Aunque los seres humanos
están compuestos de partes físicas y químicas, tienen
propiedades irreductiblemente biológicas y sociales.
8/ Toda sociedad es un supersistema compuesto de
subsistemas con propiedades de las que carecen sus
componentes individuales. 9/ Aunque parcial y gra-
dualmente, la realidad puede conocerse a través de la
experiencia y la ideación. 10/ La investigación cien-
tífica produce el conocimiento más profundo, general
y preciso, aunque rara vez definitivo. 11/ Las accio
-
nes y políticas y planes sociales más responsables y
eficaces se elaboran a la luz de los descubrimientos
científicos. 12/ La cien
-
cia y la tecnología pro-
gresan no solo gracias a
la investigación teórica
y empírica, sino también
mediante la elucidación,
el análisis y la sistema-
tización de sus propios
presupuestos, construc-
ciones genéricas y mé-
todos —una tarea típi-
camente filosófica—.
(
Las ciencias sociales
en discusión
).
No se trata de aceptar
estos criterios sin discu-
sión, como si fuesen las
tablas de la ley mosaica
o un código legal inscri-
to en una estela de basal-
to. Los modos taxativos
de la prosa de Bunge
esconden siempre un
trabajo de reflexión pro
-
funda y apasionada, y
expuesta con una cla-
ridad tal que incita a la
réplica y al desacuerdo.
Y, por supuesto, los machetazos discursivos de don
Mario abren caminos y despejan itinerarios, pero tam
-
bién jalonan la selva filosófica con una amplia estela
de perplejidades, incomodidades y desavenencias.
Pero, ¿no se trataba de esto cuando hablábamos de
filosofía?
Bungeana: obra académica, obra divulgativa,
agit-prop
El conjunto registrado de escritos —textos acadé
-
micos, entrevistas, artículos de opinión, correspon-
dencia epistolar, memorias autobiográficas—, confe
-
rencias, discursos, cursos universitarios y entrevistas
en radio y televisión constituyen una auténtica
Bun-
geana,
un repositorio de ideas cimentado sobre su mo-
numental
Tratado de Filosofía Básica
en ocho tomos.
No se dejen engañar por el adjetivo
Básica
: se trata
de una obra que, reconozcámoslo, intimida un poco
por el uso intensivo de un formalismo lógico, alge-
braico y conjuntista y por su exposición de contenidos
en forma de tesis, axiomas, teoremas y corolarios. El
carácter fundante de estos textos ha de entenderse en
buena medida por su naturaleza instrumental, ya que
pretende proveer de un sofisticado aparataje formal
y conceptual sobre el que desarrollar otros capítulos
sectoriales de la filosofía.
Un segundo tipo de textos de la
Bungeana
serían
los tratados de corte más divulgativo, pero no por ello
menos rigurosos, exposiciones filosóficas que abor
-
dan cuestiones tales como el problema mente-cuer-
po, la investigación científica, el realismo científico,
la filosofía política, las ciencias sociales, la crisis de
la filosofía actual, las
pseudociencias, la eco-
nomía, la psicología o
la
lingüística
: «muchas
cosas sabe el zorro», sin
duda. La contundencia
de la prosa bungeana
permanece inmaculada
en estos escritos, más
accesibles y, quizás por
ello, más irritantes para
una amplia pléyade de
biotipos filosóficos so
-
bre los que Mario Bunge
ejerce su depredación
argumental.
El tercer componente
de la
Bungeana
estaría
constituido por todas
aquellas entrevistas, ar-
tículos de opinión, dis-
cursos y conferencias en
las que el polígrafo ar-
gentino expone su pen-
samiento cuarteándolo
en píldoras de fácil —o
difícil— digestión, a ve-
ces al modo de eslóga-
nes, aforismos heraclitianos o puro
agit-prop
; decla-
raciones de aristas cortantes y rodeadas de alambre de
espino en las que Bunge no se abstiene de pontificar
sobre cuestiones verdaderamente dispares, en una li-
turgia comunicativa en la que el maestro siempre ha
sabido moverse con soltura, convicción y sentido es-
cénico. Una auténtica
Philosophia Utens
de autor.
La filosofía, siempre la filosofía
Mario Bunge tiene muy claros los propósitos y las
tareas que los filósofos deben acometer. Lejos de cul
-
tivar un conocimiento inútil o una retórica tan florida
como dada al onanismo, la responsabilidad del filóso
-
fo es una de naturaleza muy práctica.
Para Bunge, la función de la labor filosófica como
trinchera de la claridad conceptual, lógica, argumen-
Isaiah Berlin (www.flickr.com/photos/espinosa_rosique)
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tal y epistemológica del quehacer intelectual es nece-
saria, pero insuficiente. La filosofía es algo más que
un comisariado de las buenas prácticas de la gober-
nanza científica o humanística, y no se circunscribe
solo al ámbito de los buenos modales académicos, de
los diálogos imaginarios, de los experimentos menta-
les o de las notas a pie de página de la obra de Platón.
Se trata de un trabajo de militancia social informada y
transversal. En su librito
Ser, Saber, Hacer
—un den-
so breviario que comprime el pensamiento bungeano
en apenas 150 páginas—, Bunge enumera los deberes
que deberían ilustrar el íter profesional de cualquier
filósofo, académico o vocacional. Y no son poca cosa,
desde luego: defender la investigación básica de los
ataques pragmatistas y neoliberales,
defender la liber-
tad de la investigación básica contra las restricciones
impuestas por dogmas ideológicos, criticar las seudo-
ciencias y las seudotécnicas, poner al día la filosofía
de la ciencia y de la técnica, retomar los ambiciosos
proyectos de construir una metafísica científica, en
-
gordar a la filosofía exacta, propiciar el acercamiento
mutuo de las ciencias, desarrollar la filosofía práctica
a la luz de las ciencias sociales y con ayuda de méto-
dos formales y propiciar el enfoque científico de los
problemas sociales más acuciantes.
La crisis de la filosofía es una añeja obsesión de
nuestro pensador, quien sostiene que la mayoría de los
filósofos actuales se dedicanen lo fundamental a co
-
mentar el trabajo de otros filósofos. Sea este un diag
-
nóstico certero o no, Bunge no se empacha en enume-
rar algunos de los males que, en su opinión, aquejan al
trabajo de su gremio profesional.
Veámoslos:
La filosofía de nuestro tiempo sufre de los siguien
-
tes males: (1) reemplazo de la vocación por la profe-
sión, y de la pasión por la ocupación; (2) confusión
entre filosofar e historiar; (3) confusión entre pro
-
fundidad y oscuridad; (4) obsesión por el lenguaje;
(5) subjetivismo; (6) refugio en miniproblemas y
jeux
d’esprit
[juegos de ingenio]; (7) formalismo sin sus-
tancia y sustancia informe; (8) desdén por los siste-
mas: preferencia por el fragmento y el aforismo; (9)
divorcio de los dos motores intelectuales de la cultura
moderna: la ciencia y la técnica, y (10) desinterés por
los problemas sociales.
(«Autopsia prematura de la filosofía», entrevista en
el periódico digital
nacion.com
).
Hay en Bunge una clara añoranza de la Ilustración.
De una Ilustración que tal vez nunca existió como
precipitado histórico concreto, pero en cuyo fermento
han echado raíces algunos de los logros más aprecia-
bles de la condición humana, sean estos los avances
científicos y tecnológicos o las elaboraciones intelec
-
tuales del humanismo, la democracia, la ética de los
derechos humanos y el pensamiento crítico. La filo
-
sofía científica que postula nuestro autor no pretende
volcarse al vacío en los logros teóricos y prácticos de
las ciencias naturales, pero sí busca apoyarse en ellos
para cimentar en sólidas bases el entramado de su re-
flexión global y para, al mismo tiempo, contribuir a la
clarificación conceptual, a la pertinencia lógica y la
solidez argumentativa de sus contenidos.
Vindicación de los derechos de lo real
Es posible que los debates sobre lo real comen-
zaran cuando alguien decidió convertir el adjetivo
real
—poco problemático, en principio— en un sus-
tantivo mediante la adición del artículo
lo
, una forma
particularmente efectiva de alquimia gramatical. Pero
la discusión sobre «lo real» migró pronto desde la lin-
güística hacia la epistemología y de ahí a la ontología;
una cinética que ha continuado hasta nuestros tiem-
pos, aunque revestida de nuevos ropajes.
Mario Bunge, no podía ser menos, tiene un libro
dedicado en exclusiva a la caracterización y defensa
del realismo filosófico,
A la caza de la realidad. La
controversia sobre el realismo
, un texto didáctico y
exhaustivo de lectura muy recomendable. Como es
habitual en él, el texto arranca con una denuncia de
las posturas antirrealistas más arraigadas en la Aca-
demia para, a continuación, establecer sus propias te-
sis. Bunge nos ofrece una definición explícita de
la
realidad
(’la suma física o mereológica de todas las
cosas reales’), que equipara al «universo». Además,
caracteriza lo real a través de definiciones precisas y
formalizadas de las entidades que la conforman, co-
mo
cosa
,
hecho
,
materia
,
mutabilidad
,
mundo
o
suje-
to
. Por cierto, don Mario vacila en definir la realidad
como el «conjunto» de todas las cosas reales, pues
en su particular oferta conceptual un conjunto es una
entidad irreal y tal cosa nos conduciría a la aporía de
definir la realidad como algo… irreal.
Lejos de cultivar un conocimiento inútil o una retórica tan
florida como dada al onanismo, la responsabilidad del filó-
sofo es una de naturaleza muy práctica
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Bunge insiste una y otra vez en que las cosas reales
son independientes de la pura y nuda
actividad cog-
noscente
del sujeto, sin ningún tipo de mediación físi
-
ca exterior a la propia actividad cerebral del individuo.
Él entiende al sujeto no en el sentido berkeleyano de
un perceptor solipsista, sino en el de un agente trans-
formador cuya capacidad de agencia viene dada por
las mediaciones de la interacción física con la realidad
exterior.
En la caracterización del realismo como sistema fi
-
losófico, Bunge triplica la apuesta de anteriores taxó
-
nomos y propone la existencia de ¡veintiún! tipos
po-
sibles
de realismo.Pero en la práctica, tal muchedum
-
bre queda reducida a tres tipos principales —realismo
ingenuo, crítico y científico— cada uno de los cuales
presenta, en una matriz ecualizada, los siguientes siete
realismos componentes: realismo ontológico, gnoseo
-
lógico, semántico, metodológico, axiológico, moral y
práctico. De los siete componentes, los que más intere
-
san a Bunge son los tres primeros, y de ellos, el realis-
mo ontológico (el mundo exterior existe independien-
temente del sujeto cognoscente) cobra la preeminencia
de ser una tesis primera, fundamento y
raíz
de todas las
demás. Pero en su articulación de la propuesta realista
son igualmente imprescindibles el realismo gnoseoló-
gico, que afirma la posibilidad de
conocer
el mundo, y
el realismo semántico, que reivindica la existencia de
proposiciones
verdaderas.
En definitiva, existencia, conocimiento y verdad
son los pivotes que sustentan el armazón filosófico del
realismo bungeano, que su autor defiende con su habi
-
tual solvencia.
…Pero el erizo sabe una importante
Es importante que nuestra recapitulación incluya
una breve descripción del sistema filosófico del pen
-
sador argentino y de su propuesta de una filosofía
científica. La mejor descripción del sistema filosófico
bungeano la proporciona el propio pensador argenti-
no en su libro
Ser, Saber, Hacer
, donde enumera los
principios constituyentes de su armazón propositivo.
Le damos la palabra.
Materialismo
. Todo cuanto existe realmente, den-
tro o fuera del sujeto, es material o concreto. Las pro-
piedades no existen de por sí, sino que son poseídas
por objetos, ya concretos, ya conceptuales. Tampoco
hay ideas autónomas: todas las ideas son procesos ce-
rebrales. Por ejemplo, el número tres no existe en la
naturaleza ni en la sociedad; solo existe mientras es
pensado por alguien.
Sistemismo
. Todo cuanto existe ―sea concreto,
conceptual o semiótico― es, ya un sistema o paquete
de cosas, ya un componente de algún sistema.
Emergentismo
. Los sistemas poseen propiedades
de las que carecen sus componentes.
Dinamicismo
. Todo cuanto existe realmente cam-
bia. Solo los objetos conceptuales (por ejemplo, mate-
máticos) son inmutables, pero lo son por convención.
Realismo
. El mundo exterior al conocedor existe
independientemente deeste y es cognoscible, al menos
parcial y gradualmente.
Cientificismo
. La mejor manera de averiguar cómo
son las cosas, sean naturales, sociales, artificiales o
conceptuales, es adoptar el método científico. Y la me
-
jor manera de evaluar los principios filosóficos es ex
-
hibir, ya su compatibilidad con la ciencia y la técnica
del momento, ya su valor heurístico en la investiga-
ción científica o técnica, ya su valor en el diseño de
políticas que propendan al mejoramiento de la calidad
de la vida.
Racioempirismo
. Combinación de los constituyen-
tes válidos del racionalismo y del empirismo. Esta fi
-
losofía aspira a ser clara, coherente e hipotético-de-
ductiva, al tiempo que pone sus hipótesis a la prueba
de los hechos.
Exactitud
. Intenta
exactificar
ideas intuitivas intere-
santes, o sea, convertirlas en ideas que posean una
forma lógica o matemática precisa.
Agatonismo
. No hay derecho sin deber, ni deber
sin derecho. Y el máximo principio moral debería ser
«Goza la vida y ayuda a vivir». Es una combinación
de egoísmo con altruismo, de utilitarismo con deonto-
logismo, y de cognitivismo con emotivismo.
Holotecnodemocracia
. Democracia integral (bio-
lógica, económica, política y cultural) informada por
la moral agatonista y la sociotécnica.
La filosofía de Bunge se presenta como un progra
-
ma de acción, como una verdadera praxis filosófica en
-
filada al modo de un río encañonado entre el leniniano
«qué hacer» y el llamamiento de Hilbert
Wir müssen
wissen, wir werden wissen
(‘debemos saber, sabre-
mos’).
Su sistema ofrece la impresión de estar muy
acabado.
Excesivamente
acabado, tal vez, para quie-
nes pensamos que la reflexión filosófica debería poseer
también el discreto encanto del desorden, el asombro,
la perplejidad, el juego e incluso de cierta trivialidad.
¿Ha cerrado la Bungeana la singladura filosófica
que comenzó a la media mañana del Gran Día del
pensamiento con Aristóteles —el asombro como fuen-
te de la filosofía, tal y como recoge en sus Primeros
Principios—, al llevarnos al abrigo de las preguntas
transparentes y a la renuncia tanto al sentido de lo sub-
jetivo como a las verdades sospechosamente ocultas?
¿Ha sustituido el safari filosófico por un parque temá
-
tico? No exactamente. La filosofía de Bunge es una
estructura epistémica cuyos andamiajes están todavía
a medio poner, pero que contiene en sí misma orien-
taciones e instrucciones suficientemente detalladas
como para permitir un autoensamblaje bastante com
-
pleto. Lo que Bunge ha hecho es definir con precisión
los límites teóricos y prácticos de su propio sistema
y permitir que los problemas y las líneas de avance
queden formuladas de acuerdo con su particular taxo-
nomía conceptual, con sus herramientas inferenciales
y con su equipamiento argumental. La filosofía bun
-
geana es una filosofía sistemática, pero abierta, que
establece desde el principio sus pretensiones y que se
permite concretar minuciosamente los problemas más
importantes que decide afrontar. Remite de continuo a
las necesidades formativas especializadas de quienes
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hayan de filosofar sectorialmente (sobre física, biolo
-
gía, neurociencias, computación, política, sociología,
antropología, lingüística…), porque fía buena parte de
sus contenidos al dominio de la lógica y a la destreza
algebraica; y porque, en definitiva, trata de elevarse
sobre los gigantescos hombros de las grandes ciencias
humanas y no intenta salir de la ciénaga tirando hacia
arriba de los cordones de sus botas, al modo del barón
de Münchhausen.
Para terminar
Toda la obra filosófica de Mario Bunge parte de
la convicción de la posibilidad de un conocimiento
cierto, aproximativo y mejorable de la realidad física
y humana, a partir del descubrimiento y de la formu-
lación de leyes y regularidades de carácter general y
de la presentación de los problemas en términos de
conceptos generales significativos y, sobre todo,
re-
presentativos
de ciertas multiplicidades (ya sea de áto-
mos en una molécula, de individuos biológicos en un
bionicho o de personas en una sociedad determinada)
y de las interacciones entre los elementos de aquellas.
Bunge no intenta diseccionar la subjetividad fundante
de las personas, porque él es un pensador objetivista,
un heraldo de la transparencia. El materialismo bun
-
geano contempla cinco niveles emergentes de realidad
—físico, químico, biológico, social y cultural— con
propiedades fenoménicas y nomotéticas propias y, por
eso mismo, abordables desde perspectivas científicas
informadas y dirigidas por un trabajo simultáneo de
desbroce, trazado y enlosado filosófico: la filosofía, de
uno u otro modo, es el pavimento por el que la labor
científica se ve obligada a transitar.
Bunge muestra un empeño más que solvente en pro-
piciar un
locus
indudablemente práctico a la filosofía
a través de una propuesta de desafíos que la despierten
de su ensoñación académica, que la liberen de su es-
clerosis escolástica y que la sacudan de su sopor auto-
rreferencial y de su estancamiento.
¿Por qué apreciamos tanto a Mario Bunge, en defi
-
nitiva? Quizás una de las razones más poderosas sea
la claridad expositiva de su pensamiento y de sus pro-
puestas teóricas, prácticas y éticas. La claridad es la
cortesía del filósofo, decía el español Ortega y Gasset,
y en el caso de Mario Bunge, esta transparencia im
-
plica algo más que una cortesía. Implica un desafío.
Bunge nos emplaza a no estar de acuerdo con él, casi
nos provoca a disentir de sus puntos de vista. Y ahí
reside la dimensión del desafío: cualquier alternativa
a las formulaciones del pensamiento bungeano deberá
tener, al menos, el mismo soporte argumental, lógico
y racional que
e
stas. Mario Bunge se ha embarcado en
la tarea de iluminar una voluntad indomable con una
inteligencia ilustrada, enfática y segura de sus posibili-
dades. Una inteligencia que en modo alguno va a tran
-
sigir con el pesimismo racional sino que, segura de sus
fuerzas, será capaz de vislumbrar las posibilidades del
conocimiento humano con la furia y la determinación
de un Prometeo desencadenado.
Para leer más
Mario Bunge ,
Treatise On Basic Philosophy,
D.
Reidel Publishing Company, Dordrecht - Boston,
1974-1989. La obra magna del filósofo argentino, par
-
cialmente traducida al español por Gedisa. La editorial
Laetoli prepara la traducción del resto de los libros del
Treatise.
Mario Bunge,
Ser, Saber, Hacer,
México D.F., Edi
-
torial Paidós Mexicana, S.A., 2002. Tal vez el com
-
pendio más acreditado del
Treatise,
una pequeña guía
de campo para transitar por el pensamiento filosófico
de Bunge.
Mario Bunge,
Las ciencias sociales en discusión,
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999.
Mario Bunge,
100 ideas. El libro para pensar y dis-
cutir en el café,
Editorial Laetoli, Pamplona, 2006.
Mario Bunge,
A la caza de la realidad. La contro-
versia sobre el realismo,
Editorial Gedisa, Barcelona,
2007. Un texto imprescindible para comprender la po
-
sición de Bunge sobre el realismo ontológico.
Isaiah Berlin,
El erizo y el zorro,
Barcelona, Edi-
ciones Península, 2016. Un ensayo muy bien escrito,
desarrollado con una gran elegancia estilística. Una
muestra significativa de la profundidad y erudición
presentes en la obra de Berlin.
¿Por qué apreciamos tanto a Mario Bunge, en definitiva?
Quizás una de las razones más poderosas sea la claridad
expositiva de su pensamiento y de sus propuestas teóricas,
prácticas y éticas