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Otoño 2019
A
lo largo de 2018 estuvo abierto el plazo para
la presentación de relatos para la III edición
del concurso
Félix Ares de Blas
, organizado
por ARP-SAPC, y cuya temática ha de versar sobre
escepticismo y pensamiento crítico. Esta vez se han
presentado un total de 34 relatos desde toda España
e Hispanoamérica. El fallo del jurado, compuesto por
Inma León, Eugenio Manuel Fernández Aguilar y el
propio Félix Ares, fue dado a conocer en la asamblea
general de socios celebrada en Logroño el pasado mes
de abril. Presentamos a continuación los relatos selec
-
cionados.
Primer premio:
SISÍES
Marta Morcillo Martínez
(Valencia)
—Un café, por favor.
—Claro, aquí tiene, son 600 euros.
—Perfecto, gracias.
Cojo mi café y me dirijo a mi mesa de siempre,
cerca de la ventana para ver a las personas pasar. El
café de hoy sabe diferente, como a ceniza. Cuando
miro el interior de mi taza, me encuentro algún resto
de colilla. ¡Qué camarera tan agradable que me regala
el fruto de un momento entre sus labios, el fuego y un
cigarro!
Todo va tan bien en esta ciudad. En verdad, todo va
bien en este mundo desde que se erradicó la palabra
innombrable. Después de abolir el uso del adverbio de
lo contrario de afirmación, le siguió el uso de palabras
con connotaciones contrarias a la afirmación. La Pre
-
sidenta, sabia y única, quiere lo mejor para nosotros,
y lo mejor es siempre estar felices. En su obra maestra
Sísí, la emperatriz
ya nos explicaba a nosotros, los
ignorantes, cómo el lenguaje contrario a la afirmación
nos llevaba a «espirales oscuras» y «vidas dolorosas».
Ella, que siempre quiere el bien para la humanidad,
decidió dejar a un lado ese tipo de palabras para que
nuestras vidas mejoraran. ¿Cómo se puede ser tan
buena?
El café de hoy me gusta más que el de ayer. La
camarera de ayer me regaló filamentos pilosos suyos,
pero el de hoy tiene mucho más sabor.
—Perdone, ¿va usted a sentarse en esa silla por mu
-
cho más tiempo?
—Solamente hasta que usted la necesite —digo en-
tusiasta.
—Me gustaría ocupar su asiento si me lo permite.
—¡Claro! Yo daré calor al suelo con mis posaderas.
El suelo es duro, pero es bueno para la espalda.
Todo es bueno.
Muchas personas decidieron alejarse de los manda
-
tos de La Presidenta, sabia y única, porque decían que
nosotros éramos como borregos siguiendo al pastor,
personas que se dejaban llevar y que ellos tenían la
verdad. Los «esquiladores de ovejas» como La Presi
-
III
Concurso de Relatos Breves de Ficción
sobre Pensamiento Crítico
Félix Ares de Blas
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Otoño 2019
denta, sabia y única, graciosamente les apodó, decían
que ellos aún podían reflexionar y preguntarse cosas
porque podían ser contrarios a los mandatos de La
Presidenta, sabia y única. Muchos fueron ingresados
en los Centros de Reintegración a la Verdad o CRV,
pero ellos son los que se resisten a ver la verdad, y por
eso siguen allí dentro.
Esos «esquiladores» eran personas contrarias a la
felicidad, que buscaban alejar de nosotros el abrigo
protector que nos daba La Presidenta, sabia y única,
con sus perfectas leyes. ¿Quién buscaría acercarse a
lo contrario de la afirmación? ¿Cómo puedes ser con
-
trario a la felicidad y aun así vivir? ¿Cómo puedes
vivir en un mar de dudas y contradicciones? Con lo
bueno que es vivir siempre en el camino del sí, apar-
tando a un lado el camino contrario, para ser feliz.
Una vida sembrada de problemas es igual a una vida
contraria a la felicidad.
Como La Presidenta, sabia y única, dice: «La ig
-
norancia es la felicidad». Estoy de acuerdo. Todo es
felicidad con ella.
Vuelvo a casa después de mi delicioso café. En la
calle veo cómo un grupo de la Brigada de Cuerpos
Sísíes intentan dialogar con una bella mujer que ha
dicho el adverbio contrario a la afirmación. Los diá
-
logos últimamente se han vuelto más eficaces, porque
consiguen convencer a los ciudadanos de ingresar en
los CRV solamente con un par de toques de porra.
Todo es tan bonito.
Mi madre siempre me decía que yo era una persona
muy feliz pero un poco ignorante, ahora me gustaría
decirle que soy muy feliz y sé mucho más que ella.
Ya hace tiempo que el reflexionar está lejos de mi
vida, como aconsejaba La Presidenta para una vida
mejor en su obra maestra. Conseguí alejar esos hábi
-
tos contrarios a lo bueno como el dudar o el pensar.
Hacían de mi vida una continua lucha.
Ya he llegado a mi bello hogar. El puente que cruza
el río otorga cobijo a tantísimas personas que ya so
-
mos como una familia. Todos fieles seguidores de La
Presidenta, sabia y única, que recompensará nuestra
lealtad el día del Juicio donde los desertores pagarán
por su contrariedad a la felicidad con su vida.
Ese día todo será tan perfecto...
Accésit:
EL PSIQUIATRA
José Javier del Villar
(Zaragoza)
El doctor Cifuentes comenzaba siempre la jor
-
nada de trabajo paseando desde la entrada hasta su
despacho al final del pasillo. Por el camino saludaba
al guardia de seguridad y a su ayudante, la doctora
Benavente.
En el recorrido se encontraban a ambos lados las
celdas de los pacientes. La doctora Benavente le sa
-
ludó y le entregó los informes del día con las tareas
programadas. Los objetivos de su investigación eran
el pensamiento analítico y el procesamiento de la in-
formación por parte del cerebro en los enfermos psi-
quiátricos. Durante el día iba a estar muy ocupado con
diversas reuniones y revisiones a pacientes. También
debía encargarse de ajustar la medicación de algunos
casos inestables. Se encontraba plenamente cualifi
-
cado para hacerse cargo de aquellas tareas de modo
rutinario.
Al final del día debía abordar el caso más grave
que tenían en la Institución. Era a la vez una suerte
y una desgracia tener allí aquel paciente tan extraño.
Permitía observar el caso más extremo y sus graves
consecuencias y al mismo tiempo era frustrante ob-
servar que los continuos tratamientos, cada vez más
radicales, fracasaban una y otra vez sin conseguir los
más mínimos progresos hacia una cura o al menos una
mejoría por leve que fuese.
Junto con las tareas del día le entregaron un sobre
cerrado y sellado. Era la respuesta. Nervioso, descu
-
brió que le habían autorizado para aplicar el trata-
miento más radical. Era tan buena noticia que decidió
alterar sus tareas y dedicarse a ello inmediatamente.
—Traed el medicamento que guardamos bajo llave
en la caja fuerte —pidió tratando de mostrar una fir
-
meza en la voz que ocultase su nerviosismo. La doc
-
tora Benavente intuyó lo que iba a suceder y le pidió
asistir. Se lo concedió. Así tendría un testigo más del
triunfo de la ciencia.
Se dirigió a la última celda ocupada. Peso, medi
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da, altura, anchura, profundidad, velocidad, momento
de inercia, integración, teoría de cuerdas, Nietzsche,
Foucault, Kuhn, Heidegger; el pensamiento analítico
y la razón eran sus guías morales y su biblia. Gente
como él no debía admitir nada de lo que no tuviese
pruebas palpables e indiscutibles. Muchas veces in
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cluso las pruebas más fiables eran engañosas y era
necesario descubrir la realidad detrás de las patrañas.
El paciente de la doscientos diecisiete era un em-
buste que había durado demasiado tiempo.
Javier, el enfermero, le alcanzó con el tratamiento
y se lo entregó. Cargó el instrumental con una dosis y
comprobó que funcionaba correctamente. Llegaron a
la puerta. Inspiró hondo durante un segundo y pidió al
celador que la abriese.
El paciente estaba como casi siempre levitando a
Marta Morcillo, ganadora del primer premio, recogiéndolo de manos de nuestro
socio Jesús López Amigo durante una sesión de Escépticos en el Pub Valencia.